RESPUESTA A TU ARTÍCULO: EXPLICACIÓN FISIOLÓGICA DEL ENAMORAMIENTO.
ENTRE
DOS MARES*
(*Elijo
este título por su doble sentido de encontrarnos separadas por dos mares, y por
el hecho de considerarnos, profundas y bravas o calmas según la ocasión).
Todos necesitamos expresar nuestros sentimientos
positivos y negativos; anhelamos tener alguien que nos ayude a entender mejor
cuál es el sentido de todo esto, de la vida en general y de nuestra propia
existencia en particular. La mayoría de las veces nosotros somos nuestro propio
interlocutor porque no tenemos a nadie que tenga el tiempo o la paciencia de
abordar semejantes temas; la vida actual es demasiado rápida y superficial como
para pretender que haya quienes se molesten en reflexionar sobre sí mismos, y
mucho menos en enredarse en conversaciones que trasciendan lo suficiente como
para hacer replantearse la propia existencia: es más fácil hablar de política,
de deporte, de literatura, etcétera, que de sentimientos humanos. Además todos
tenemos cierto pudor y cierta prevención a desnudar el alma porque creemos que
quedamos expuestos a los demás. Sin embargo, a veces, el destino nos regala un
interlocutor que está dispuesto a escuchar aquello que queremos contarle e
incluso a aportar todo lo que pueda para
hacernos sentir mejor.
Este atardecer de julio
de 2013, lejos de mi residencia habitual, sudorosa por el efecto de la humedad
del mar, recuerdo que al otro lado del océano existe un ser dispuesto a aparcar
durante un tiempo obligaciones laborales y personales para dedicar unos minutos
(¿o tal vez horas?) a otro ser humano a quien solo vio en dos ocasiones en su
vida (y de esto hace casi diez años) pero con quien se unió de una poderosa y
misteriosa forma
Querida Susy:
Me dispongo a escribirte en este atardecer de julio
en un estado de medio sopor solo alterado por el ruido de los niños jugando en
la calle y por el leve movimiento de uno de mis gatos, inquieto porque no se
encuentra en su lugar habitual y reclama continuamente atención.
Muchas
veces hemos hablado de lo difícil que es expresar los sentimientos, mucho más
si la persona a la que se los intentamos expresar no tiene el mismo nivel de
sensibilidad. No todo el mundo siente de la misma manera la pena, el dolor, la
alegría, la satisfacción, el orgullo, la ira, el amor.
Esto genera un nivel de
incomprensión tan grande que te sientes como de otro mundo cuando no saben
interpretar un gesto, un detalle, unas palabras
Cuando esto sucede es cuando
una se siente verdaderamente sola.
¡Cuántas
veces se anhela estar físicamente sola para no padecer esa angustiosa soledad!
Me atrevo a decir que todas las mujeres, hemos pasado por ese estado muchas veces antes de tomar la decisión de dejar de
sentirnos solas para comenzar a vivir solas, siendo dueñas de nuestra vida, de
nuestros actos, de nuestros errores y de nuestros aciertos y tomando las
riendas de nuestra propia existencia sin
tener que sentirte parte del decorado de la vida de otros.
Alguien
podría decir que eso mismo lo puede sentir una soltera con respecto a su
pareja, pero no es verdad; la situación de casada ata más. Por cuestiones
morales, culturales, educacionales o, vaya usted a saber por qué, estando
casada te obligas a no tomar la decisión
de desaparecer a la primera.
Bien
es verdad que en parejas que conviven, aunque no estén casadas, podría ocurrir
lo mismo, pero mi experiencia me ha hecho ver que no es así. No pretendo hablar
aquí ni de separaciones ni de divorcios en el plano legal o social, ni de hijos
ni de bienes; solo me refiero a la ruptura sentimental entre dos seres, esa que
nada tiene que ver con lo que tengan alrededor. Hablo de almas rotas que un día
fueron una y que, sin saber por qué, un día perdieron el vínculo que las unía a
su otra mitad. Sabemos que esta es una de las experiencias más traumáticas
y frustrantes que alguien pueda padecer. Superar eso es un reto de años, muy
costoso a nivel emocional, pero no imposible.
Parece
que a medida que me he puesto a reflexionar y a conseguir que la escritura fuera
más o menos fluida, mi gato se ha tranquilizado y ya duerme plácidamente en el
sofá
Cuando
logré pasar esa etapa que comentaba, me prometí a mí misma que nunca más
volvería a sentirme sola (¡huy!, me ha salido un ramalazo señorita O’Hara que
ni te cuento
jajaajjaa), mientras tuviera libros, lápiz y papel y así he vivido
estos años superándome cada vez más a mí misma, alcanzando metas que ni
siquiera me planteaba cuando “vivía para el otro”.
¡Qué
error ese de anularse por otro!
Al otro hay que dedicarle tiempo, jamás la vida;
al final eso es algo que nadie se perdona a sí mismo.
Ser
una persona implica ser uno mismo y eso no cabe si prescindimos de nuestro ser
para convertirnos en el espejo del otro. Aún así no debemos arrepentirnos de
haber tenido la suerte y la capacidad de sentir algo tan grande que nos hiciera
mantener alejado el egoísmo. Esto último es curioso, porque me he vuelto más
egoista, pero ahora le doy más a más gente; antes solo le daba todo (y no podía
ser mucho, puesto que si solo vives para el otro, tú estás anulado) a uno solo.
Así,
a lo tonto, querida, me estoy quedando sin luz
, mi gato sigue durmiendo
plácidamente y yo he de dedicarme a otros menesteres
.
Espero
que estas palabras de desahogo no te parezcan vacías o sin importancia. Como
siempre, sabes que salen del fondo de mi alma y que son producto de mucho
pelearme día a día con el peor de los enemigos: una misma.
Besos desde el otro lado del océano
Minerva
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