Susy Anderman
"Lo que en verdad necesitamos es un cambio radical en nuestra actitud hacia la vida. Tenemos que aprender por nosotros mismos y, después, enseñar a los desesperados que en realidad no importa que no esperemos nada de la vida, sino si la vida espera algo de nosotros".
Victor E.Frankl
¿Qué tiene que ver el concepto de vida?
Me voy a permitir seguir retomando las ideas de Frankl acerca de que los hombres no conocen la estrecha relación que existe entre el estado de ánimo de una persona -su valor y sus esperanzas, o la falta de ambos- y la capacidad de su cuerpo para conservarse inmune. Es decir, en las palabras de Nietzsche que él cita dice: "Quien tiene algo por qué vivir, es capaz de soportar cualquier cómo", pudiera ser la motivación que guía todas nuestras acciones. Lo que trabajaba Frankl es precisamente el cambio radical en nuestra actitud hacia la vida.
Es común que en ocasiones la cotidianidad y la rutina nos hacen presos, inicia así un proceso que es difícil reconocer con el pasar de los días, hasta que algo se va deteriorando dentro de nosotros y muchas veces no encontramos el motivo de ese desgaste emocional y mental.
Regresando a Frankl, decía que la esencia íntima de la existencia humana está en su capacidad de ser responsable. Y en este planteamiento podemos pensar definitivamente que por lo pronto tenemos que se responsables de nosotros mismos, para ya fortalecidos servir en nuestro entorno.
Dentro de nosotros confluyen fuerzas, se abren espacios, se generan posibilidades, dirigidas a servir precisamente a esa parte que todos tenemos para enriquecernos a través de un sinnúmero de ejercicios.
Es bien conocido el asunto de los diferentes perfiles que convergen en cada persona y la manera en la que inciden directamente en la propia vida y en sus relaciones. Pero al final de cuentas, como entes sociales, desde los alcances del tipo de vínculo que cada quien necesita, se desarrolla una compleja combinación de rasgos caracterológicos, todos diversos. Entonces cabe la pregunta a quienes tienen como meta generar actividades que capten el interés en tan diverso tipo de personas. ¿Qué es lo que más conmueve? ¿A quién le va interesar participar?
Vivimos tiempos en los que nos ha tocado vivir en un entorno algo hostil, cuando particularmente en estos momentos uno se conecta a cualquier medio y resaltan noticias que nos desmotivan y nos hacen permanecer en casa sin mucha necesidad de convivir con otros. Es por eso que las redes sociales tienen tanto éxito en la actualidad, ya que es más fácil deslizarse en un monitor con teclado y acostumbrarnos a un diálogo retardado, porque la respuesta llega unos minutos, horas o hasta días después, y cuando la recibimos no tiene el mismo alcance o sentido a nuestras necesidades. Los amigos están en fotografías, mostrando los logros, peripecias y actividades más recientes, y efectivamente como ametralladoras, los mensajes alcanzan proporciones inimaginables, pero en el fondo de todo nos enfrentamos a una profunda soledad, al egoísmo y a un narcisismo en aparador, porque tenemos urgencia por presumir nuestro ser virtual, lejano, apático y superficial.
Dónde quedaron los encuentros de café, las tertulias, el cálido encuentro en el que predomina el intercambio instantáneo de ideas y opiniones. Ahora se puede hacer todo mientras se platica, hacer mil cosas a la vez si es necesario, mientras se dialoga por episodios en un formato frío y plano.
De continuar así, no sabemos en el futuro de quién estaremos acompañados.
Estas líneas no pretenden convencer a nadie de cruzar algunos minutos entre el tráfico social, para llegar a un lugar que brinda otras alternativas en esta vituperada época en la que todo se vuelve tan automático y desechable, tanto que nos ahuyenta de nuestras necesidades sociales básicas.
Hagamos un esfuerzo por romper el paradigma de cambiar nuestra rutina, probablemente estemos dando un paso importante en nuestras vidas si nos decidimos por una actividad, o una sonrisa o un rostro nuevo que nos sirva para seguir adelante.
La conciencia de vida se logra únicamente cuando uno se percata todos los días que sigue saliendo el sol, que el aire nos refresca al inhalar y exhalar, que nuestro cerebro produce cientos de neurotranmisores cuando recibe uno la caricia del ser que más amamos, o al encontrarnos al amigo con quien podemos con nuestra autenticidad ser nosotros mismos, únicos e insustituibles.
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