Enero
2005, año nuevo
Las
vacaciones me ayudaron a relajarme un poco, sin embargo, inicié el año con una
extraña sensación que comenzó el 31 de diciembre, al no aceptar invitación
alguna para celebrar la llegada de 2004. Decidí pasar esa fecha con mi perrita,
una de mis más entrañables y fieles amigas, por no decir la única para no herir
susceptibilidades de algunas de las amigas que conocen mi identidad. A eso de
las diez de la noche, me dispuse a preparar un rico fondue de queso, pan
y vino blanco, espumoso e italiano, para de una manera sui generis
celebrar conmigo el inicio de un nuevo periodo.
Y
si notan que no me captan muy optimista en estos párrafos, es porque en
invierno, me atacan algunas alergias que
me provocan este estado, es algo temporal, no se asusten. Les prometo luchar
contra la histamina que invade mi cuerpo y provoca una baja en mis endorfinas.
Aunque creo que regular el flujo adecuado de éstas, se encuentra dentro de uno
mismo. Hay que conocerse y quererse, sin olvidar, que también debemos querer a
los otros. Lo demás, o sea las endorfinas, llegarán por añadidura.
Coincido
que es una institución en vías de extinción, y no porque no crea en el amor, sino
porque soy una realista que profundiza en las más diversas variables que se dan
en este fenómeno de la pareja humana. Jugando con los números, la gente cercana
a mí se encuentra en varios estados que van desde la soltería, pasando por la
unión libre, probando si resulta antes de cualquier compromiso, hasta los que
planean unirse, seguidos de los que ya se casaron, y hasta llegar a los que ya
se separaron y también los que prefieren vivir en pareja, pero cada quien en su
propio lugar, y ésta es la nueva moda. ¡Qué ideas estoy dando!, ¡Dios mío!,
¡ejemplos indecorosos! Seamos honestos, todos hablamos de este nuevo fenómeno
social, que no espanta a nadie, ni siquiera a los hijos, que en muchos casos se
ven afectados por estas formas de familia moderna.
Es
un tema que me apasiona desde que tengo uso de razón. Desde niña observaba la
relación de mis propios padres y francamente me eran incongruentes muchas
cosas. A eso, habría que sumar que soy la única mujer entre puros hombres, por
lo que conocía algunas de las debilidades de ellos y de papá… eso está para
Freud, lo sé.
Sin
embargo, no quise formarme una hipótesis que pudiera perjudicar mi vida de
mujer, sumado a estos prejuicios se encuentra mi propia experiencia y, peor
aún, la opinión de las mujeres de los grupos de profesionistas a los que
pertenezco y de los que se derivan opiniones que, quiera una o no, son una
realidad.
Me
decía una connotada abogada, que los grupos feministas tienen tanto éxito
porque las mujeres se complementan más entre sí mismas que en nuestras
relaciones con honorables caballeros, y lejos de que la puesta en cuestión
pudiera llegar a tener diversas preferencias sexuales, mencionaba que lo único
que buscan ellos en nosotras es satisfacer sus instintos, además, muchos ni
siquiera sabían hacerlo bien porque no conocen las partes genuinas de la mujer.
En verdad me hicieron reír tanto esos comentarios, hechos además en una forma
tan enérgica y contundente, que sin tratar de esconder mi asombro, prefiero
compartirlo en estos párrafos con ustedes, y si mis lectores más asiduos
estadísticamente son caballeros en un 95% (dato tomado de los correos que
recibo), temo que mis comentarios no
serán de su total agrado, al tener el peligro de herir algunas susceptibilidades,
mas no es la intención.
“Los
antiguos valores que se idolatraban se han perdido...
quizá
ahora sea el momento de replantearse la existencia.”
(Battousai,
el asesino).
Fingir
personalidades
Mujeres
sin control cuando las relaciones no son auténticas, cuando pretendemos mostrarnos
artificiales porque en ocasiones no estamos seguras de que si lo que somos,
pueda efectivamente ser atractivo para la otra persona. Esta es la parte
crucial de la infelicidad, pretender no ser nosotras mismas, así inician los
problemas existenciales y de alta presión por mantener un rol que no nos
corresponde.
Lo
que resalta llevado a términos de análisis social, es cuestionar el hecho de si
existen personas que en sus matrimonios falsean su propia personalidad y forma
de vida, lo que aunado a nuestras propias necesidades proyectadas en encontrar
al ser que realmente necesitamos, complica y enreda profusamente nuestras
circunstancias personales en pareja. Y claro, llega el divorcio al no ver
cumplidas las expectativas.
Es
triste y cercano a la realidad, este fenómeno se encuentra en gran medida
debido también a la imperiosa necesidad de encontrar a toda costa a la supuesta
persona amada.
Lo
más grave es que eso nos sucede con la demás gente, en el afán de siempre
agradar al prójimo al alto precio de vivir la vida de los demás, sin la
conciencia de que eso no es en el fondo lo que queremos de nuestras vidas. El
sistema nos ha sido impuesto, nos empuja
a ser y aparentar lo que no somos.
Quizás
sería bueno meditar acerca de lo que realmente queremos y lo que habita en
nuestro ser interior para satisfacernos a nosotros mismos con plenitud y
tranquilidad, mientras eso sucede, sigamos pues fingiendo.
Quién
está mal…
Lukas
es un genio de la cinematografía, el género de ciencia ficción no es lo que más
me agrada, no porque lo considere poco valioso, por el contrario, no sé que
proceso mental se establece en mí que siempre, al presenciar un filme con esa
temática, salgo despavorida de la sala y aún no he podido encontrar la causa de
tal aversión. Puede deberse a mi sobre imaginación y también tiene algo que ver
con mis estados de ansiedad. Hace algunos años, una amiga psicóloga me decía
que yo me desesperaba mucho cuando la gente hablaba, veía algunos problemas en
mi lenguaje al pensar más rápido de lo que hablo, y quizás a eso se deba mi
afición por la escritura. Con ella, tengo más control de lo que fluye de mi
pensamiento, se caracteriza por estar siempre fuera de la proporción usual,
razón por la que trato de cuidar al máximo lo que digo. En varias ocasiones he
manifestado, el sentirme fuera de lugar en cualquiera de las reuniones que
asisto con la vaga ilusión de poder compartir con la gente algunas ideas, sin
embargo, no toman el sentido de las cosas y siempre termino preguntándome,
quién es el que está mal.
Para
no sentirme como bicho raro, procuro entretenerme en otros asuntos, y es
entonces cuando mi imaginación comienza a fluir y siento que no estoy en el
lugar ni en la dimensión, mis oídos dejan de escuchar y mis ojos no ven
alrededor, sin embargo, es algo que disfruto plenamente, y si ustedes creen que
estoy a punto de perder mis facultades, están ciertamente equivocados.
Prefiero
entonces hablar de cosas como los filmes que me gustan, soy una fanática de
Woody Allen, un genio que ofrece lenguaje en un solo movimiento de cámara, como
Berman, profundidad del ambiente social y psicológico de los personajes. Ese
status de vacío y soledad que encontramos infinidad de veces los que,
precisamente como yo, tratan de hallar en las superfluas reuniones sociales, la
compañía adecuada que les permita seguir la semana con un poco más de ánimo. Me
pregunto, qué afán porque transcurra el tiempo y que llegue ese mismo instante
de inopia espiritual en la búsqueda de mejores alternativas.
Comunicación
intergeneracional nefasta, cuando se parte del principio en que los adultos no
se actualizan, poco tienen que decir. Invito a envolverse en las nuevas formas
de pensamiento, y esto no quiere decir que sintonicen una estación de radio
diferente, más bien que sintonicen lo que los jóvenes necesitan para poder
sobrevivir en un mundo de caos en lo incognoscible.
“No
me interesa aquel que haya conocido, llevado en litera,
mil
cimas de montañas y así observado mil paisajes porque,
en
primer lugar, no conocerá uno solo verdaderamente y, luego,
porque
mil paisajes no constituyen más que
una
partícula de polvo en la inmensidad del mundo.
Me
interesará sólo el que haya ejercitado sus músculos en la ascensión de una
montaña, aunque sea la única, y así estar capacitado para comprender todos los
paisajes por venir y, mejor que el otro, los mil paisajes que le han enseñado”.
Antoine
de Saint Exupery
Las
mujeres y sus múltiples opciones
Tengo
la mente muy clara después de algunos días de encontrarme observando a gente
distinta, mientras gozaba del sol y la playa, una por cierto nudista, y de
vuelta a la realidad, he pensado que muchas veces nos encontramos inmersos en
una gran burbuja de cristal que nos impide ver otros mosaicos y eso nos
deshumaniza.
El
contraste viene de una experiencia que tuve al acompañar a una amiga tanatóloga
que trabaja como voluntaria en un hospital para gente de muy bajos recursos. Mi
amiga me advirtió que podría yo salir algo impactada de lo que estaba por
observar. Así fue. He estado meditando acerca de esas imágenes y no encuentro
la forma de desecharlas. Es entonces que voy a cambiar de canal y trataré de
escribir acerca de cosas más vanas para instalarme en la mecánica del rol que
jugamos, en aras de mostrar nuestra fortaleza interna y esas sonrisas que en ocasiones
se desvanecen por su falsedad.
En
otros puntos, este ejercicio de escribir lo primero que me viene a la mente
resulta muy sano y apto para aclarar mis pensamientos confusos.
Por
cierto, y cambiando el tema en una forma brusca e imperativa, se han dado
cuenta de cuántos programas televisivos que presentan reflexiones de personajes
femeninos han tenido éxito y están en boga. El primero es el ya clásico, Sex
and the city, Desperates housewifes, y el que ya rebasa los límites es el The L
World, en donde los caballeros ya ni existen.
El
común denominador de estos programas es que las mujeres nunca estamos contentas
con nada, si porque estamos solteras y tenemos la libertad de probar la gran
gama de modalidades de hombres, o las casadas con sus propios conflictos,
incoherencias, dudas, frustraciones y soledad acompañada, o en la última serie,
cuando deciden o se dan cuenta de que prefieren la homosexualidad también con
sus múltiples complicaciones.
Y
si lo que digo deleita a los apreciables caballeros, señores, deben de tener
muy presente que así somos las mujeres, y como esta semana me dijo un amigo muy
atractivo, no puedo vivir con ustedes pero tampoco sin ustedes. Ese ha sido el
cuento de nunca acabar, mas cómo lo disfrutamos ambos.
Olvidaba
que comenté acerca de la playa nudista, eso los debe tener absortos, esperando
a que llegue el párrafo que trata de esa vivencia que considero infantil, les
confieso que esa travesura la hice en compañía de unas amigas y si esta edición
no atenta contra las buenas costumbres, me da mucha pena no poderles referir ni
describir nada de lo que presencié, lo único que deduje y lo que puedo
empalmar, es que si desde niña tenía la fantasía de entrar a un baño de
caballeros, se me han quitado las ganas, y por lo que a las mujeres
corresponde, creo que muchas deberían de ir más seguido a un gimnasio… qué
comentario tan superficial ¿no les parece? Termino con una frase de Eugene Ionesco que me gusta mucho: “La libertad de la fantasía no es ninguna huida a la irrealidad;
es creación y osadía.”
Lo
que en la vida vale la pena
Cuando
vemos lo que ha sucedido por los huracanes, tsunamis, la fiebre aviar,
atentados terroristas, etcétera, etcétera, nos damos cuenta de lo absurdo que
puede ser todo. Después de eso, nada tiene importancia.
Ayer
soñé con mi madre muerta, estaba enojada conmigo como siempre lo estuvo, quizás
por mi simpleza a pesar de mis complejidades o porque yo tuve una madre mucho
más liberal que la de ella para permitirme disfrutar en otra forma las cosas de
la vida. Se asustaba mucho de lo que mi mentalidad podía ocasionar, pero
también sabía que mi propia inteligencia lo iba a refutar.
Freud
Me
pareció una noticia muy buena que el Ministerio de Cultura de Austria decidió
que 2006 sería el año de Freud, en ocasión de los ciento cincuenta años de su
nacimiento, y que se llevarán a cabo un sinnúmero de eventos en torno a tan
célebre científico. Como ustedes saben, Freud es uno de mis personajes
favoritos, porque soy alguien quien ha leído, si no todos sus libros, sí la
mayoría de éstos y los de su hija Anna, y los de sus críticos y seguidores, en
los que siempre, sin lugar a dudas, he encontrado una respuesta a mis
conflictos existenciales. La ciencia del insconsciente.
Es
tal mi identificación con Freud, que un maestro aficionado a las alumnas judías
en la universidad, siempre me cuestionaba todo, dada la similitud en algunos
diptongos de mi apellido con los de Freud y Feuerbach, y no les digo más,
porque pretendo seguir con mi anonimato, sin la clave para encontrar mi
apellido.
Acerca
del los temas del psicoanálisis, siempre la gente me ha relacionado o sugerido
visitar el diván, y no duden que lo necesito, pero no les voy a confesar si
estoy en ese ejercicio, prefiero que lo intuyan los expertos si mis textos
reflejan las virtudes del análisis, el equilibrio que me provoca la plena
transferencia en la química cerebral, en el control de los estados de pánico,
ansiedad, depresión y desánimo, y la comprensión de mi propia existencia, mis
pulsiones de vida y de muerte.
Se
necesita valor para repetir los esquemas pasados, el ejercicio es duro y
difícil, pero vale la pena.
Lo
que es un hecho, y regresando al asunto anterior, no me cabe duda de que Freud
nos hizo conocer dos fuerzas poderosas y sus demandas sobre nosotros. En un
tiempo cuando todo el mundo creía en la racionalidad del ser humano, nos
demostró cuánto de nuestro comportamiento estaba influenciado por el
inconsciente. Cuando la gente consideraba que éramos individualmente
responsables de nuestras acciones, nos enseñó el impacto de la sociedad, quiere
decir, como las manifestaciones psíquicas están siempre con nosotros de una
forma o de otra. Y del amor, mejor no hablemos, al menos en este párrafo.
Su
nombre seguirá, siendo uno de mis temas. El lugar psicoanalítico debe ser como
el universo, se necesita masa, energía y espacio para que sea posible, aunque
se parezcan más a la terminología de Einstein.
Libertad,
sexualidad y capitalismo
Así
como Adam Smith es el padre de la economía política, hablamos de Freud como el
de los estudios de la sexualidad, aunque claro, existen muchos antecesores a
estas teorías y si ustedes no lo saben, ni más ni menos el para muchos
despreciable Marqués de Sade, fue uno de los que dio los primeros avances que
quedaron en la hoguera, dado el marco político y social en el que este
personaje vivió. Su constante crítica a la monarquía francesa, tan
ejemplificada junto con los representantes del clero a quienes, más de una vez,
utiliza como personajes centrales en sus novelas. Todo tiene que ver con esa
parte oscura del deseo. Sade no tenía ninguna duda de sus planteamientos.
Al
biólogo estadounidense Kinsey, se le ocurre realizar encuestas acerca del
comportamiento sexual de hombre y mujeres. En 1948, Alfred Kinsey cambió
irrevocablemente la cultura americana con su libro La conducta sexual del
hombre. Al entrevistar a miles de personas acerca de los aspectos más íntimos
de sus vidas, liberándoles de una carga de confidencialidad y vergüenza en una
sociedad en la que las prácticas sexuales estaban mayoritariamente escondidas.
Su trabajo provocó uno de los debates culturales más intensos del siglo pasado,
cuyas llamas todavía perduran hoy, porque expone la inexistencia de patologías
sexuales, sustentado en que al existir en un alto porcentaje de individuos, se
convierte automáticamente en características de la “normalidad” de los seres
humanos, en esta forma, justifica todo, infidelidad, homosexualidad,
promiscuidad y anexas.
Cuando
esto se confronta con la moral y los principios que la cultura nos ha impuesto,
reprimiendo algunos instintos y, de ahí regresando a Freud, el motivo de
nuestra neurosis y otras patologías, o refiriendo a Reich, los principios
religiosos como control de los instintos sexuales en aras de que el hombre sea
más productivo en el modo capitalista, nos lleva a pensar que no debemos dejar
a un lado, encerrado en el cajón, el análisis profundo de nuestro
comportamiento para llegar a sentirnos libres, sin ninguna trampa impuesta por
alguien, más bien, lo que a nuestros propios ojos nos otorga la plenitud y la
felicidad en la mejor estructura mental posible. Si partimos de esta libertad,
muy probablemente veremos una salud mental más congruente que al estar menos
prohibida o reprimida, para que aflore en un mejor estado de cosas. Lejos de
ser una propuesta indecorosa o de extremo libertinaje, podría ser la libertad
para ahuyentar los fantasmas que en su inversa provocan el silencio y el tabú.
El fantasma visto como el personaje que encuentra cómo satisfacer nuestros
propios deseos. Si Lacan hablaba de fórmulas, podríamos tener el derecho
ciudadano para todos entrar en ese análisis, sin ninguna desventaja.
Crónica
de una noche imperfecta
Precisamente
donde hace tiempo en la ciudad de México estaban los basureros, hoy están los
restaurantes más exclusivos con comensales súperexclusivos, no importa si el
menú cubre las exigencias gastronómicas, el chiste está en el estatus que
brinda poder sentarse ahí y ser visto por la máxima cantidad de conocidos
posible, para que la cuenta sea altamente retribuida con la plena satisfacción
del ego.
¿Podemos
esperar algo más de la vida? Llegar en un coche último modelo al valet parking
mientras todos observan. Adentro, las miradas en las mesas son recalcitrantes,
la prueba más profunda de autoestima, quizás en ese momento se puede definir el
estado de ánimo de la semana entera, tan sólo unos minutos bastan para
cuestionarse qué tan felices en realidad somos. No importa, ya trajeron los
platillos, sin la seguridad de lo que pedimos era lo que realmente
necesitábamos o queríamos, pero eso sucede con todo lo que pretendemos obtener,
porque al fin ha llegado el momento en el que lo material no va a lograr
satisfacer todas nuestras exigencias, tampoco algunas de las personas que nos
rodean, de quienes pensamos que serían nuestros más filiales amigos, ante el
menor esfuerzo por ser mejores personas se han visto ante la imposibilidad de
serlo.
Una
amiga, al fin se conmueve y comenta, “qué pesadito ambiente, no te parece”.
Contesto: “Sí, pero ya me estoy acostumbrando a eso en general.”
Lo
que me ha ayudado es la clasificación que a últimas fechas hago con la gente,
algunos son muy buenos libros y otros, los más claro, son libros que tengo que
dejar a la mitad. Pero a todos los conozco y algo me han enseñado. En esta
forma, he podido vivir algo más tranquila. Ella me dice: “no te puedo creer, no
puede ser que deseches gente como si fueran malos o buenos libros”. Vuelvo a
contestar que es la única forma de no terminar desmazalada, o más bien, para
que entiendas, abatida, porque si nos consideramos entes sociales y ese
principio básico de la existencia normal del hombre no funciona, tenemos que
encontrar los antídotos para interrelacionarnos en una forma que no parezca que
somos tan distintos o que estamos tan insatisfechos.
La
noche continuó, entre risas forzadas y bebidas que estaban provocando aún más,
deterioro en el sentido de cosas que pasaban por mi mente. Hasta que llegó el
café con algo de postre, regresé al verdadero estado de cosas, mientras
saludaba a un amigo que por diferentes circunstancias no se encontraba conmigo
esa noche. Mi compañera no tardó en preguntarme qué tipo de libro sería esa
persona, le dije que quizás sea una continuación de la primera novela.
Esta
semana cerré un gran capítulo en mi vida, al menos espero que así sea, aunque
eso no lo sabré hasta que transcurra algo de tiempo.
De
libros y sexualidad
Temo decir que, y según el inconsciente colectivo
aunque esto sea de Jung, llevamos el malestar en la cultura genéticamente
instalado como una cadena continua en la herencia de formas de pensamiento,
conductas e instrucciones para la vida. Muy a pesar de la gran apertura sexual,
los atavismos permanecen en forma inconsciente. En la práctica, los jóvenes de
hoy, y los no tan jóvenes, por supuesto que han cambiado su perspectiva sobre
sus prácticas sexuales, sin embargo, al permanecer vigente la misma ética y
moral sobre esos asuntos, las consecuencias de conciencia son complejas y
complicadas. Sumado al vacío existencial que sin la congruencia entre ideas y
conducta, provoca actuar en forma distinta.
Esto
tiene que ver con nuestros aspectos no resueltos, más que con una situación de
apertura sexual, que no puede existir aunque ciertas estructuras sociales
cambien, ya que el hombre mientras individuo sea, arrastrará sus propias
circunstancias mentales.
Pensemos
en el exacto instante en el que uno se mira en el espejo, con la ilusión de lo
que podrá deparar una noche de sábado, y el minuto después, al decidir que
mejor cada quien para su casa y poder atestiguar nuevamente la decadencia total
en las claras, optimistas y ligeras relaciones sociales. Porque se ha
deteriorado el respeto por la autenticidad, los seres humanos estamos perdiendo
también la satisfacción personal que nos
da conocernos a través de los demás y, sobre todo, compartir lo que somos en
ese proceso natural de retroalimentarnos con la respectiva mejora de nuestros
estados psíquicos, y esta palabra no tiene que ver con la mente, tiene que ver
con el alma.
Regresamos
a las redes sociales virtuales, frías, inhóspitas que no sólo nos exponen en la
información íntima que proporcionamos sino en el peligro que implica la
esperanza perdida cada vez que uno enciende o apaga la máquina.
La
alegría de la vida y los antidepresivos
Dedico
este texto a los deprimidos, y no se sientan mal, estimados amigos, parece que
existe mucha gente que se encuentra en este estado en estos tiempos algo
difíciles. No sé porqué, pero es una mera casualidad que algunas personas se
han acercado a mí para compartir sus problemas, y me sorprende la cantidad que
se encuentra consumiendo medicamentos antidepresivos. Algunos de ellos nunca imaginé que podrían estar sometidos a
esto, y resulta que no podrían funcionar en la forma que lo hacen sin esas
substancias. No quiere decir que estoy en desacuerdo, por el contrario, creo
que si alguien no es capaz de superar su angustia, ansiedad y falta de ánimo
por sí mismo, debe recurrir al empujón que dan dichos píldoras muy a pesar de
los efectos que provocan en ciertas ocasiones. Entiendo que es algo así como si
uno tiene gastritis y debe tomar un antiácido, sé que cuando la química
cerebral se ve deteriorada por lo fuerte que pueden ser ciertas emociones, las
drogas logran el equilibrio deseado para sentirse bien, aunque Sigmund Freud
hizo célebre aquella idea de que la “ciencia moderna
aún no ha producido un medicamento tranquilizador tan eficaz como lo son unas
pocas palabras bondadosas.” Y justamente es la idea que yo quisiera compartir
con ustedes. Cuando vemos tan deterioradas las relaciones humanas y si en algún
momento sentimos que muchas cosas no tienen sentido, debemos tratar de buscar
en nuestro pensamiento y en nuestro propio interior la fuerza para salir
adelante. Este es un mensaje para aquellos amigos que hoy por la mañana se
vieron en la necesidad de tomar del cajón esa caja de pastillas, y dejaron en
ese momento que la debilidad y el miedo al reto de ser autosuficientes e
independientes fuera más grande. Sabemos que en el fondo de todo esto, existe
el factor de la debilidad, y repito la palabra porque ésta es la que en
ocasiones lo lleva a uno a más cosas. Y aunque parezca un artículo de las
tantas instituciones que trabajan en contra de las adicciones, yo misma, detrás
de este personaje, quizás he querido manifestar desde hace tiempo en honor de
un gran amigo cuyo único límite fue la muerte.
Los conmino así, porque creo que cada uno de nosotros tiene las
herramientas para salir adelante, a pesar de las circunstancias, eso a veces ya
no importa cuando se trata de disfrutar lo maravilloso que puede ser la vida.
Es como pasar de un párrafo a otro sin problema, como lo voy a hacer ahora en
este mismo espacio, cuando después de tan triste mensaje, les comparta que
precisamente en el afán de buscar esas herramientas, me deslizo a través de la
música y de los retratos que tomo día con día en el trato con la gente.
Busquemos
en los espacios que nos son familiares
De
no ser porque he sufrido algo en la vida, creo que sería algo más que
insoportable. Fui una hija altamente mimada, protegida, consentida y aunado
esto a las virtudes, dones o capacidades que poseo de manera innata, se habría
creado un monstruo de la vanidad, el egoísmo y la pedantería. Sin embargo, el
ingrediente de la hipersensibilidad ha sido el antídoto y catalizador de la
extrema magnificencia.
Desde
niña, tenía esa característica y me lo hizo ver una compañera de escuela cuando
me dijo, “si no fueras tan simpática, todo lo que dices parecería muy
pretencioso y estarías calificada como la más presumida del mundo”. En verdad,
en esa ocasión, esa niña que se atravesó en mi camino, me dio el permiso para
seguir haciendo alarde de mi persona durante todo el tiempo. Soy lo máximo, me
decía y me digo a mí misma, y lejos de parecer una idea extrema de narcisismo,
sé que en el fondo tengo razón.
He
sido una persona de éxito en todos los aspectos de mi vida, como me lo dijo un
Rabino, muy joven por cierto, a quien tuve que consultar por una profunda
necesidad de pasar los tratados de la tanatología. Me comentó el joven rabino
que la gente exitosa, piensa que no existe ningún imposible, todo se puede
resolver, y cuando hay algo que se sale de nuestras manos, viene una profunda
frustración, lo que provoca malestar e intranquilidad. “Te sugiero”, me decía,
“que al encontrarte con una situación difícil como en ésta, te imagines situada
en un gran museo, cuando al observar una obra de arte, te vas alejando para
apreciarla mejor, y lo que aquí es en distancia, en tu caso será el tiempo lo
que te permitirá observar desde otra perspectiva lo que te haya provocado un
impacto doloroso”. Observaba yo los libros en su estante, las letras de los
títulos en hebreo me dieron mucha tranquilidad. Mientras él hablaba, aunque no
dejé de escucharlo, me vinieron muchos recuerdos de mi infancia, cuando mi bobe[1]
corría para prender las velas de Shabat[2], y nos agrupaba a todos los
nietos, mientras esperábamos que mi zeide[3] llegara del shul[4]
para cenar.
Mi
plática con el Rabino fue muy enriquecedora, al salir suspiré profundamente y
sabía que debía continuar a pesar de todo, con mis tristezas o alegrías, pero
surgió en mí, nuevamente, una fuerza.
Ese
día, faltaba poco para anochecer y era viernes, todos en casa seguían con sus
propias y personales actividades, yo tuve la necesidad de prender sola las
velas de Shabat, cuando se reflejó su luz, sentí paz y me pregunté cómo es que
yo, sin ser religiosa, busqué hoy este camino, no lo sé, pero confieso que me
ayudó mucho.
Homo
Ego
Hace
una hora estaba pensando comentar acerca de la falta de lealtad que existe en
la gente. Vivimos en una sociedad en donde nadie se ha perdido mucho la
fidelidad y la confianza, lo que ha provocado un distanciamiento y aislamiento
entre las personas. Yo personalmente he tenido algunas experiencias desagradables
con algunas amigas, que se suponían sumamente cercanas a mí y es muy triste ver
las fuerzas de una sociedad en la que resalta el cuidado que uno debe de tener
para protegerse de nuestro prójimo, cuando debiera ser diferente, más aun
cuando la vida se ha tornado tan complicada y difícil en muchos aspectos.
La
envidia y sobre todo, aquellos huecos que la gente lleva en su personalidad sin
ser superados, son el fondo de toda esta maraña de circunstancias sociales en
las cuales hoy nos vemos inmersos. Si cada quien tomara responsabilidad de sus
propios vacíos, con la intención de tratar de ser mejor personas, creo que
estaríamos logrando un efecto en el aspecto macro, el prefijo de abarcar
“lo grande”. Quiere decir, una sociedad de mayor armonía y colaboración, de más
aire ligero, en términos prácticos, gente más buena onda.
Esas
personas que tratan de pisar a los demás para obtener una mejor posición serán
rechazadas por quienes saben apreciar esta propuesta. Imaginen un lugar en el
cual todos cooperemos con todos, algo así como un famoso slogan de una gran
marca de productos electrónicos que dice Connecting people[5], está
frase tiene mucho que ver con una mitzvá[6] de nuestra Biblia que
justamente habla de las bendiciones que se generan cuando una persona
interfiere para relacionar a otras dos en un objetivo.
La
semana pasada una amiga se encontraba en un verdadero problema; tristemente, no
tuvo la confianza de hablar conmigo sobre la situación en la que se encontraba,
en verdad me dio tristeza, he sentido muchas veces falta de confianza en mucha
gente, pero me queda claro que no soy yo, son ellos mismos quienes al sentirse
desleales piensan que todos somos iguales. Yo por mi parte, seguiré
subsistiendo, siendo alguien diferente a los demás, soy alguien muy
transparente y aunque me he llevado algunos topes en la pared, mantendré la
creencia que mis amigos nunca me defraudarán.
Anonimato
y soledad
Creo
haber ya agotado el recurso de la incógnita de este personaje ficticio. Al
principio, tuve el poder para encender el canal de la imaginación pública ante
una persona que oculta su identidad y que, por esa razón se da la oportunidad
de hablar de cualquier cosa sin el temor de ser criticada por sus ideas.
Este
experimento ha resultado muy interesante, trataré de mantenerlo vivo hasta
donde me sea posible, para que no fenezca en garras de la incertidumbre de
saber si siguen gustando mis propias experiencias transcritas para la mente de
mis lectores.
Y
hago el intento… el sábado fui al cine a mantener el status de conocer toda la
filmografía de Woody Allen. Me sorprendió, estando parada en la fila mientras
mi acompañante compraba agua embotellada con la promesa de volver rápidamente y
no dejarme sola, la cantidad de adultos mayores que se disponían, como yo, a
conocer la nueva propuesta cinematográfica de Allen. Se abrieron las puertas de
la sala y entre la gente que salió también predominaban las cabelleras
encanecidas.
La
hilera comenzó a caminar para ganar las butacas que en poco tiempo se
convirtieron sólo en espacios ocupados, y yo tuve suerte de apartar un lugar a
mi acompañante, quien aún se encontraba ausente. La película dio inicio y, a mi
lado se sentó una mujer solitaria, me causó algo de sorpresa, ya que, en estos
tiempos, que una joven no tenga compañía para acudir al cine, me resulta
difícil. La película dio comienzo y mi amigo no llegaba, hay que decir que
nunca llegó, y me vi en igual forma sola, como mi circunstancial compañera que
no hacía más que observar en mí su misma soledad.
Así
pasaron las escenas, amor, pasión, atracción, riqueza, odio, muerte, de todo y…
en mí, la duda sobre lo que había pasado en mi frustrado apartado de la butaca
izquierda.
Finalizó
la película, tristemente me puse de pie y fui hacia la salida, cuando de pronto
veo una cabellera conocida y, con sorpresa, percibo que se trata de mi
acompañante, quien nunca me encontró, por lo que cada uno, en otro espacio de
la gran sala, tuvimos que sentir lo que otros sienten cuando acuden solos a
algún lugar. Nos vimos al fin, nos encontramos y como un nuevo encuentro, nos
dispusimos a continuar la velada mofándonos de lo simpático de esta anécdota,
que seguro permanecerá en nuestro recuerdo no como algo inconcluso, sino más
bien como un juego del destino para cuestionar la importancia de no quedar uno
solo en la vida.
Mi
paranoia y el Holocausto
Tuve
oportunidad de realizar un largo viaje, recorriendo muchos caminos y visitando
algunos lugares que me transmitieron vibraciones distintas que retomaré en mis
propósitos para este periodo. Me he dado cuenta que debemos disfrutar la vida y
estar más cerca de la gente a la que queremos. Sin embargo, este impulso me ha
confrontado también a percibir que no todo es como uno lo pinta. Veo a mi
alrededor a mucha gente que no comparte los mismos principios, no sé el porqué,
viven apegados a sus propios intereses y a cuidar, por sobre todas las cosas, a
su propia persona, inmiscuidos enfermizamente en un proceso de caracol que
genera una frialdad que se siente, se respira, se percibe, sin permitir la
hermosa sensación armoniosa de la reciprocidad y cariño que en ocasiones no
fluye en su debida medida.
Les
quiero confesar que soy una adicta a ciertos juegos de computadora. Es algo que
desde niña me cautiva y no lo he podido superar. Ahora estoy picada con uno de
James Bond que está fuera de serie, estoy en un nivel difícil porque tengo que
derribar un helicóptero que me mata luego luego, y creo que voy a tener que
descansar del juego porque anoche, tuve pesadillas de persecución, justamente
una extraña nave me quería matar. La verdad es que siempre he tenido una fuerte
paranoia. En la escuela, en la fecha de la conmemoración del Holocausto,
recuerdo que me presentaron una fotografía de un tanque removiendo cientos de
cadáveres, y no pude conciliar el sueño como una semana entera hasta que logré
contarle a mi mamá lo que me estaba afectando tanto. No recuerdo bien lo que mi
madre me contestó, creo que tenía que ver con nuestra condición como judíos y
el hecho de que las familias de mis abuelos en Europa, habían sido asesinadas
por los nazis. Desde entonces, tengo ciertos o muchos síntomas paranoicos. Cada
vez que se conmemora la liberación de Auschwitz, me retumba nuevamente todo el
asunto del antisemitismo y le he preguntado a una amiga madrileña si ella
percibe eso viviendo en Europa, que si recuerda que yo soy judía, y me ha
contestado textualmente (imagino su marcado acento español): “Oye, mi niña, ¿a
qué viene ahora esa pregunta? Por supuesto que sé que eres judía, con esos
apellidos y esa cara, no me tenías que haber dicho que lo eres”. Respiré
profundamente y dije, “qué alivio”, mi amiga española, católica, filóloga,
especialista en islamismo y lenguas árabes, me sigue escribiendo con el mismo
cariño.
“No
me gusta la palabra tolerancia, pero no encuentro otra mejor. El amor empuja a
tener hacia la fe de los demás, el mismo respeto que se tiene por la propia.”
Mahatma Gandhi
Llevados
por el deseo
Personajes
que se aman y se desaman como esas cajas de velocidades de los automóviles que
van de automático a manual sin mayor problema del embrague. Así es como se
rigen las nuevas relaciones del siglo XXI, en donde la falta de compromiso y
lealtad promueve una total superficialidad en el amor y soledad del hombre.
Si
Shakespeare viviera en estos tiempos, ¿podría escribir algo de lo que hizo? No
lo sé, deben existir muchos casos de amor profundo, incondicional, pero seamos
realistas, resulta cada vez más escaso. Estas conjeturas no están hechas sin
fundamentos. Cuántos divorcios, cuánta soledad, cuánta infelicidad, cuánto
vacío, cuánta falta de comunicación. Si tuviéramos un detector de velocidad,
como el de las patrullas, que midiera el ritmo de los corazones de los que
circulan, nos daríamos cuenta de ello. ¿Saben una cosa?, yo tengo ese aparato
que lo detecta.
En
fin, me han preguntado que cuántos años tengo, algunos piensan que soy una
joven de veintiséis años, soltera; otros que soy una mujer de treinta y cinco,
divorciada; me han llegado a decir que soy una mujer de la década de los
sesenta, casada, dando consejos a las jovencitas, y déjenme reír y reír. No
encuentro las razones para situarme en un perfil específico, digamos que soy
mujer y punto, qué importan la edad y el estado civil. Soy alguien que refleja
en este espacio algunos pensamientos en los que quizás puedan identificarse
algunas, o algunos, y ese es todo el chiste de que un escrito o narración tenga
éxito, porque bien lo decían mis profesores, si no logramos el efecto de
empatía como escritores, estamos condenados al fracaso.
“Es
un error capital teorizar antes de tener datos. Sin darse cuenta, uno empieza a
deformar los hechos para que se adapten a las teorías, en lugar de adaptar las
teorías a los hechos”
Sherlok
Holmes, de Sir Arthur Conan Doyle
Algo
más acerca de la mediocridad
Estoy
segura de que cada uno de nosotros se encuentra a diario con la mediocridad, de
mil maneras. Me encuentro regularmente con ella en una infinidad de diversas
circunstancias. Un prólogo de Santiago Ramón y Cajal acerca de las fórmulas
anatómico-fisiológicas me servirá para sustentar un poco mis hipótesis, cuando
menciona a otro autor de apellido Huarte, quien escribió en su Examen de
ingenios, lo siguiente: “que el hombre si tiene bien organizado el cerebro,
obra bien y con mucha prudencia, y si el cerebro está mal organizado yerra y
hace muchos disparates”. Podría en rigor adicionarse a esta luminosa y sencilla
doctrina acerca de las condiciones somáticas del talento y de la mediocridad
mental algunos datos nuevos, tales como el mayor o menor desarrollo de las
esferas asociativas o conmemorativas en relación con las perceptivas, la
capacidad general del encéfalo, etcétera, pero la verdad esencial, la condición
anatómica de una mentalidad superior debe referirse, todavía hoy, como sostenía
Huarte, a una excelente organización del substratum del espíritu; excelencia
que traducida en términos de ciencia moderna se resuelve en la abundancia de
fibras de asociación variada, y en la riqueza de neuronas dotadas de gran
caudal de colaterales dendríticas y nerviosas.”
¿Significa
esto entonces que no podemos culpar a nadie de los errores de los hombres?
¡Cuántas
verdades parecen incomprensibles o nos repugnan invenciblemente porque el
razonamiento en que se fundan no tiene en el cerebro cauce preformado!, y dice:
“Es indudable que en el cerebro superior, además de la riqueza y excelencia de
las asociaciones, existe un factor dinámico importantísimo, cuya energía y modo
de acción varían notablemente según los sujetos. Ese algo ignoto parece ser
independiente de las vías de conducción, y tiene por misión estimular y
sostener la combustión en el horno del pensamiento, para la forja de relaciones
causales nuevas, de conceptos superiores, de síntesis luminosas, de excelsas
creaciones de la razón científica o de la fantasía poética. Ciertamente,
también arde a ratos el hogar cerebral del mediocre o del perezoso”.
Después
de compartir este ensayo, me voy a algo más sencillo y relajado, porque no me
la paso en los libros, como saben, me gusta mucho ir al cine, ya tuve chance de
ver El aviador, la de Closer, que comenté un poco la semana pasada, y
ahora la del Fantasma de la Opera. Me preguntaban al salir, mis amigos, que con
cuál de los dos apuestos caballeros me hubiera quedado si fuera yo Christine, y
sin duda alguna, elegiría al Fantasma, siendo yo una persona que vive con
pasión la vida. Me pregunto en qué posición le gusta a las mujeres estar, si
prefieren llevar el control en las relaciones, estar en ventaja, dominar porque
ellos son los apasionadamente enamorados, o si, por el contrario, nos gusta
vernos encadenadas a esos amores que nublan la razón. Lo dejo a su
consideración con una frase cursi: “Querer no es lo mismo que amar, quien ama
llora, mas quien quiere lamenta”.
Los
jóvenes, ¿factor de unión o separación?
Si
programáramos un estudio estadístico de cuál es la opinión real de nuestros
jóvenes acerca de ellos mismos, resaltarían un sinnúmero de conceptos
estereotipados establecidos por nosotros mismos. Es algo así como un efecto de
autorreflejo de infinita potencia. Si alguien no entra en los parámetros
establecidos y requeridos, se encuentra fuera de juego o, por el contrario, si
se aproxima demasiado a los estándares, no funciona. Es tan malo lo uno como lo
otro. Echemos a volar la imaginación y encontraremos mil ejemplos o mil
justificaciones del tema. Quizás eso no es lo importante, el problema radica en
la postura estática del otro que se ve con pánico de lo que sus ojos no
alcanzan exactamente a visualizar, y cuya mente se ve manipulada y manejada por
esos fantasmas que son sólo supuestos que actúan en contra de la sociedad.
Si
todos fuéramos más auténticos, si nos rigiéramos por conceptos propios y no por
suposiciones impuestas, lograríamos alcanzar lo más cercano a la felicidad en
un ejercicio de desahogo. No soy maestra de Yoga, pero pienso en cómo rescatar
las cosas que en verdad valen la pena y dejar a un lado la que nos son
colocadas en ese preciso lugar en el que nos pesan tanto. Respiramos, dejamos
salir el aire, ya más relajados, los invito a disfrutar de la vida y no quiero
parecer uno de esos textos de superación personal que tanto gustan a la gente,
no, más bien quisiera lograr un espacio de autoconciencia y de análisis que
cuestione el día a día nuestros pensamientos para no ser atormentados por nada
ni nadie.
Sobre
la infidelidad
He
perdido un poco el romanticismo que tanto me caracterizaba y creo que se debe a
que a últimas fechas he expuesto otro tipo de temas, pero si de eso se trata,
puedo compartir con ustedes la experiencia que tuve la semana pasada cuando
asistí a una reunión de mujeres profesionistas en donde resaltaba notoriamente
que el 90% eran solteras de entre 30 y 42 años de edad. Algunas nunca habían
establecido una relación formal con un caballero, la mayoría eran el segundo
frente de caballeros casados. Mujeres de oportunidades a las que no les
importa destruir familias con tal de obtener un status o satisfacer sus
instintos y sus vanidades. Con estos cálculos, ¿de qué porcentaje de hombres
infieles estamos hablando?
Las
estadísticas acerca de la incidencia de la infidelidad en la pareja varían
ampliamente: desde los que sostienen que acontece en el 75% de los matrimonios,
a los que han comunicado una estimación del 55% en los varones, y el 45% en las
mujeres, lo que parecen números verdaderamente alarmantes, de ser ciertos,
aunque muchos opinan que estas tasas están magnificadas. Investigaciones más
recientes realizadas en Estados Unidos estiman la incidencia de infidelidad en
el 15% de las mujeres, y en el 25% de los maridos[7].
En
cualquier caso, la infidelidad conyugal constituye, por derecho propio, uno de
los conflictos más graves en la pareja. Investigaciones recientes consideran
que la infidelidad es, sin duda alguna, el primer factor de riesgo que predice
la ruptura conyugal seguida de divorcio, con independencia de cuál sea la edad,
el sexo, la etnia, la cultura, la religión, de los matrimonios.
Y
si algunos asuntos deben de ser tratados en forma seria, y dicha información
puede resultar incómoda para ciertas personas, son hechos arrojados de una
realidad social que empeora cada vez más. Por lo tanto, ya no sólo existe una
guerra entre los dos sexos, es también cada uno, desde su posición, un enemigo
en potencia en contra de su mismo género.
Regresando
a la peculiar reunión de la que comencé escribiendo este artículo, cuando me
percaté de las intenciones ocultas de ciertas mujeres por escalar posiciones o
ciertas comodidades sin importar ninguna regla.
Tristemente,
en la vida nos enfrentamos a una y mil situaciones que prueban nuestros
instintos. En lo personal, y creo que a todas como mujeres nos ha sucedido, son
también las mil oportunidades que tenemos para demostrarnos a nosotras mismas
cuál es nuestra esencia y cuáles son nuestros propósitos.
A
algunos lectores quizás les gustaría una perengana de tal o cual forma, claro,
satisfacer la imaginación y las fantasías sería tentador en un espacio como
éste, sin embargo, temo decirles que se trata de alguien, lamentablemente para
muchos, con un concepto sobre la integridad demasiado elevado, y a eso se debe
que en ocasiones suene poco romántica, si a este adjetivo se adula la
sexualidad que pueda fluir de unos simples renglones.
Todo
está del otro lado, lo que cada quien quiera disfrutar dentro de sus exigencias
y posibilidades. No trato de manejar un grupo de palabras rebuscadas, sino más
bien pensamientos que en cierta medida pueden estar fuera del alcance de
cualquiera.
Pero
saben en realidad cuál es mi verdadero mensaje, que cada quien haga lo que
quiera, al final de cuentas, a mí qué me importa.
Viajar al pasado
Por
más que he tratado de mentalizar no depender tanto de mis amistades, es algo
que está fuera de mí, soy una persona a la que le gusta estar altamente
acompañada por todos. Quizás tenga que ver con mi fuerte dependencia materna, a
que fui una niña que conoció la palabra nostalgia cuando mi madre se fue de
vacaciones por primera vez sin sus queridos hijos, para tratar de disfrutar de
una tercera o cuarta luna de miel que sólo sirvió para traer a este mundo a un
hermano que siempre estuvo fuera de toda órbita. Mi elevada mamitis me
provocaba estados anoréxicos, y desde entonces he sido más o menos delgada,
porque resulta que tenía yo un pánico extremo a quedarme huérfana, y entonces
dejaba de comer. Eso me ha hecho recurrir a una identificación plena con los
animales, de ahí mi adoración por las más de cuatro mascotas que ahora tengo en
casa, además de mi dificultad para aceptar los cambios, dado mi encariñamiento
o apego poco común con las cosas. Obligué a mis papás a comprarme un coche
nuevo pero no pude desprenderme del viejo después de unos años. De igual
manera, llevo muchos años con el mismo peinado, el mismo look, porque me
da pánico verme distinta frente al espejo, tanto que procuro no maquillarme
para no parecer distinta o sentirme ajena a mí misma.
Son
cosas que me han servido para ser alguien distinto del común de la gente que
deambula por ahí. Quizás porque cuando uno logra funcionar en el sistema de
cosas de una manera más o menos normal y puede decir que es feliz, a pesar de
todo, los signos de alarma no son tan urgentes.
Si
quieren saber de mí
Parece
que de los artículos que más gustan a mis lectores son los que reflejan ligera
información de mi persona, y esto se debe básicamente a que los caballeros se
encuentran deseosos de platicar íntimamente con una mujer, pero no se atreven.
No saben cómo lograr ese canal de comunicación y hasta dónde llegar sin rebasar
ningún límite, lo que me lleva a pensar que sería un magnífico negocio escribir
un manual de instrucciones para caballeros que los orientara sobre lo que deben
de hacer para acercarse o platicar de temas más profundos con nosotras las
mujeres.
No
quiero decir que no tengan el nivel intelectual, de ninguna manera, pero los
atrofian los nervios cuando se les atraviesa, en algún punto de su mirada,
algunas partes de nuestro cuerpo, y esa, es una constante porque no logran
dominar sus instintos y pierden toda concentración acerca de lo que una les
trata de transmitir. No se vale, porque el nuevo mensaje de nuestras queridas
madres es que nos debemos desarrollar intelectualmente para ser mejores e
independientes, y francamente, en ocasiones no le veo mucho el caso, si siempre
aflora el interés principal de los hombres por nuestras virtudes físicas y en segundo
plano queda el intelecto. Quizás, no lo dudo, existen algunos caballeros que
prefieren lo espiritual, como una migo guapísimo que está próximo a casarse y
cuando me presentó a su novia dije: “guau… debe ser una lindísima chava”,
porque no encontraba yo ningún otro motivo por el cual este galán pudo haber
caído en sus redes. De ahí el refrán: “La suerte de la fea la bonita la desea”.
La
verdad es que ustedes pensarán que tengo varias personalidades, al mostrar
algunos sentimientos profundos nada “cerebrales”, pero hago hincapié en que
debo estar en un estado algo depresivo para poder escribir.
Más
de libros… de película
Una
persona que se quiere pasar de lista, se introdujo a mi cuenta de correos y
logró obtener mi lista de contactos, a quienes ha enviado una sarta de
incoherencias o mensajes impropios a nombre de mi persona. Les pido desde aquí
que si alguien de ustedes recibió este material, lo desechen y les pido
disculpas. No pienso cambiar mi cuenta porque ya es la segunda vez que lo
hacen, y si eso les da satisfacción, sigan disfrutando estúpidamente con eso.
Esto
no es más que el acto de un misógino que
no puede soportar que una mujer sobresalga en el ámbito del pensamiento
y de la inteligencia, porque resulta un hecho de descontrol para algunos hombres
que se percatan de lo altamente frágiles que resulta su estructura.
Yo
he querido ser un poco más tolerante con los caballeros, sin embargo, cada vez
que pretendo ser su aliada, me topo con la pared y eso me hizo identificarme
plenamente con Amanda, el personaje de la película Todo lo demás, de Woody
Allen, que personifica la actriz Christina Ricci. Verdaderamente me asombró lo
parecido en algunos de mis pensamientos a los manifestados por ella a su pareja
Jerry Falk, un aspirante a escritor de Nueva York que se enamora a primera
vista de esta joven tan rebelde. Si esa rebeldía surge de una necesidad de
nivel de excelencia en las relaciones de pareja, está más que bien justificada.
Algunas mujeres, claro que no todas, necesitamos, en principio, algo de
sofisticación si queremos llegar a admirar a quien debamos entregar todo
nuestro amor. En la medida en que se logra este mecanismo de acción, es que
podemos mantener el grado de interés y extrema capacidad de entrega a nuestro
susodicho compañero. La situación es que, con el devenir de la rutina, el
cuidado en el trato y las atenciones del otro hacia nosotras, se va
desvaneciendo al dar por hecho que se ha logrado la conquista. Si por la otra
parte se considera muy difícil una acción permanente de constancia en cuanto a
los halagos y las atenciones que esperamos, pues me da pena decirlo, sus
relaciones se mantendrán en una asertiva afectividad de corto plazo. De esto se
darán entonces, los conflictos y de ahí las rupturas o posibles engaños para
resarcir y obtener otras vías de auto ayuda y no fenecer en el acto de
mantenernos en unión.
Volviendo
al ejemplo de la cinta, es una escena en que llegan al hotel para ver si
cambiando de ambiente logra Amanda tener relaciones, basta una tonta frase de
Jerry para provocar en ella la imposibilidad de disfrutar el supuesto
apasionado momento. Con ejemplos como éste, en la práctica, es como una no se
acaba de convencer, qué tan bueno es aceptar al fin, a uno de los tantos
caballeros que nos proponen su compañía.
La
publicidad, el sexo y la vida real
Una
querida lectora me pidió que analizara el logotipo de un desodorante para
caballeros y por supuesto que es obvio el mensaje implícito. Esto me recuerda
algunas de las clases que tomé en la universidad acerca de la publicidad
subliminal, esa que va directa al inconsciente y que logra modificar nuestros
pensamientos de una manera profunda, y más aún, llegar al grado de manipularnos
sin que nos demos cuenta de algunas conductas que tomamos. Si le vendemos a los
jóvenes una isla que más bien parece los senos de una mujer, sabemos que al
adquirir el producto llevará, casi envuelta en celofán, la posibilidad de
obtener no sólo la frescura de la fragancia sino además a la mujer envasada.
Lo
triste de todo esto, y de ahí partimos, es el machismo aristotélico que existe
desde los griegos hasta nuestros días, y que que se basa en la cultura que ha
predominado por tantos siglos, colocando en desventaja al género femenino
porque, como bien lo decía el filósofo, la mujer es el “hombre incompleto”.
Con
ese elemento implantado en el inconsciente colectivo machista, es que hoy las
mujeres tenemos que sobrevivir y demostrar con muy altos costos el valor que
tenemos dentro de nuestra sociedad, no sólo como miembros de una familia, sino
como participantes activas en campos de acción donde diariamente competimos en
desventaja con los caballeros.
Es
un hecho que nuestra desventaja física, mas no intelectual, también nos ha
hecho víctimas en mil sucesos de nuestras vidas. Nos hace diferentes, simplemente
el hecho de llevar en nuestro vientre un hijo dormido, estamos mucho más
expuestas a miles de circunstancias desventajosas. Y aunque esto en apariencia
nos favorece, en los ámbitos de un desarrollo más humano comparado con los
hombres, también nos antepone a perspectivas distintas. Los hombres se
convierten en meros Epicuros porque su existencia se basa en el placer como fin
supremo, y todos sus esfuerzos tienden a conseguirlo. Los sofistas trataban de
explicar cuál es el sentido de la existencia del hombre, hoy en el siglo XXI
sabemos que el dinero y el sexo son el motivo principal de subsistencia. Es la
base sobre la que se mueve todo, y la mujer es únicamente una mercancía más, un
atributo más de sus éxitos y sus goces personales. Traer a “la mejor vieja” es
el fin absoluto, porque a través del sexo, en muchas ocasiones, se le domina,
se le controla y se le mide.
Algunos
me dirán, “pero con qué clase de hombres os habéis topado”, y yo les
diré que existen diversos niveles y sus categorías, pero todos en el fondo son
iguales. No quiero sonar a Valerie Solanas en su Manifiesto SCUM, pero algunos
de los conceptos hablan de esa inteligencia reptil. Habrá que saber distinguir
entre la furia hacia los hombres de dicha autora, y lo que verdaderamente cada
una de nosotras aprecia y descarta. Si bien dice Vivian Gornick, quien escribe
la introducción a la edición americana de SCUM, "lo que nos embarga es una
profunda tristeza por todos nosotros – hombres y mujeres – atrapados como
estamos en el laberinto del sexismo".
La
irresponsabilidad como producto de la incapacidad de pensar
Hace
mucho que no hablo de cine, y después de haber visto La Caída, pretendo hacer
algunos comentarios sobre este film.
Una
de las grandes fallas de los medios masivos de comunicación, es que al emitir
un mensaje, éste es recibido por un público de múltiples variables, lo que
provoca que se pierda el contexto y se traduzca el lenguaje en determinación a
la infinita cantidad de formas de pensamiento. Un instrumento de poder ilimitado
sobre las conciencias, con el objetivo final de cambiar opiniones o tergiversar
cualquier hecho, aún los históricos, aunque se retraten en forma genuina y sin
ninguna alteración de la realidad.
Los
últimos días de Hitler, rodeado de sus seres queridos, de sus seguidores y
colegas más íntimos y cercanos, es presentado como una triste víctima del
fracaso cuando se visualiza la derrota de Alemania, gracias a la intervención
de los rusos cuando, después de muchos años de guerra, despiertan los países
aliados para hacer frente al monstruo, protagonista principal de una catástrofe
inigualable en la historia de la humanidad, no sólo por su plan de exterminio
masivo sobre la población judía, que perdió seis millones de personas, ya que
fueron, en total cincuenta millones de seres humanos muertos como resultado de
la enfermedad de un personaje con poder otorgado por un pueblo.
De
aquí se derivan dos principios: Por una parte, cuando las política y la
sociedad de una nación otorgan su libertad a una sola persona, con la
perspectiva de enajenarse al grado de hipostasear la figura del político a lo
más elevado de nuestra necesidad de creencia, o a nuestra necesidad de
salvación, similar al efecto que se produce en relación a la religiosidad de
las personas, ¿qué diferencia habría entre los líderes que han provocado
suicidios masivos, con los de la Alemania nazi? ¿Puede entonces un político
convertirse en redentor de un pueblo? Otra pregunta ¿Fue Hitler el único
responsable o también lo fue el pueblo alemán? El otro principio es el de las
obligaciones civiles con una nación. Anna Arendt analiza el juicio en Jerusalén
al criminal nazi Adolf Eichman en su libro La vida del Espíritu, mostrando un
aspecto distinto del mal: su banalidad. La autora rompe en su análisis con los
estereotipos de los personajes malignos. No habla de sujetos movidos por la
envidia, el resentimiento o la codicia, ni de quienes guardan un poderoso odio
ante la pura bondad. Dice que durante el juicio tenía ante sus ojos un hecho
totalmente distinto e innegable. Fue ampliamente criticada y rechazada al decir
que el Holocausto fue monstruoso, pero, al menos Eichman, el responsable que
estaba siendo juzgado en aquel momento, era totalmente corriente, ni demoniaco
ni monstruoso. No presentaba ningún signo de convicciones ideológicas sólidas,
ni de motivos específicamente malignos. La única característica destacable que
podía detectarse de su conducta, tanto en el pasado, como durante el juicio e
interrogatorios previos, no era estupidez, sino incapacidad para pensar.
¿La
diferencia? “La incapacidad para pensar no es estupidez; puede encontrarse en
gente muy inteligente, y la maldad difícilmente es su causa; quizás sea a la
inversa, que la maldad tenga su causa en la ausencia de pensamiento”,
reflexiona la autora.
La
visión de Arendt conmociona. El mal es una consecuencia de abandonar al ser
humano más allá de intereses inmediatos, de abandonar su responsabilidad por
los otros. Detrás de estas afirmaciones, sobre vuela lo inhumano de las capas
acomodadas e intelectuales de Alemania en el fenómeno nazi. Todos se
desentendieron de sus consecuencias.
Hemos
perdido la capacidad de pensar y en consecuencia ni la dignidad ni los otros
tienen valor. Hemos olvidado que cuando no existe el otro, uno tampoco existe.
Cuando
la gente no profundiza, la idea del nacionalismo y el amor por la patria y por
sus principios ideológicos se vuelve peligrosa.
El
público ajeno al hecho histórico podría retomar
ese fuerte compromiso con los ideales nacionalistas que en la intención
real o casual, quizás dignifica a una madre que sacrifica a sus propios hijos y
a sí misma, por la lealtad a los ideales. Así, si un grupo social necesita
aferrarse a algo para su salvamento existencial, no importa ningún sacrificio.
¿Con
quién, entonces, es la historia tan injusta? Preguntas como ésta suenan
aterradoras a quienes vivieron el infierno. Nos queda, no olvidar la
experiencia.
Él
sobre sus rodillas
Es
curioso, cuando inicie este ejercicio en una columna periodística, los únicos
que se atrevían a escribirme sus comentarios en mi correo electrónico, lo eran
los caballeros y quisiera compartir con ustedes un hermoso correo de un lector,
porque quiero presumirles a toda las damas, que éste ha sido un medio
extraordinario para establecer algunas relaciones de amistad con ellos. Nunca,
ha habido una sola mujer que lo haga, y no he logrado definir la razón. Será
porque están totalmente de acuerdo con lo que escribo o porque, de plano, no
les interesa entrometerse en asuntos que distraigan su visión hacia otras cosas
más importantes. Sólo espero contribuir a enriquecer su base de pensamientos y
a que no se engañen acerca del papel que tenemos en esta sociedad, donde, lo he
dicho infinidad de veces, lo que más importa no es sólo qué pensemos o cómo nos
sentimos, al final de cuentas todo se reduce al tamaño de nuestras caderas.
Suena un poco abrupto y bastante denigrante, pero seamos honestos y realistas
¿no les parece?
He
sido testigo de que las damas podemos lograr lo que sea, sin embargo, nunca
podremos ocupar puestos que están solamente determinados para los hombres, por
más que demostremos una mejor capacidad de habilidades. Las mujeres, con todo y
nuestra lucha sin sucumbir a través de muchos años, no hemos logrado grandes
avances porque además ya se nos complicaron las cosas. Como la tendencia ha
sido prepararnos profesionalmente para trabajar y no sólo quedarnos en la
cocina haciendo pasteles, resulta que los hombres también se han aprovechado de
esto para bajarle al ritmo y la manutención de la casa se convierte en una
responsabilidad compartida. Pues sí que somos medio mensas, porque se nos
revirtió totalmente el objetivo de nuestra lucha por la libertad y por el
respeto a nuestros propios espacios.
No
hemos logrado mucho en el respeto.
Un
día, caminando por la calle, me topé con un grupito de niños como de doce o
trece años, comenzaron a aventar piropos, como si fueran adultos, lo cual me
hizo ruborizarme, pero más al ver que la cultura machista se mantiene y se
hereda de generación en generación.
La
cultura del sexo dirigido a la imagen de la mujer, tanto en los medios como en
el diálogo rutinario, se degenera porque si antes la situación era precaria
para las mujeres, por lo menos se dirigían a una de manera más respetuosa,
según Shakespeare, ya después del periodo de seducción y consumación, las cosas
se tornan distintas y es otra historia.
¿Cómo
soy? descríbanme
Quiero
saber cómo creen que soy, si ustedes se acercan a la descripción de mi físico,
seguramente soy una mujer espantosa que tiene interesantes ideas y que se ha
cultivado tanto porque no tiene otra cosa mejor que hacer. Una mujer de ideas
cortas se relaciona con belleza y la de intelecto, se relaciona con fealdad o
gordura. Temo que a veces sus apreciaciones son equivocadas, pero demos paso a su
imaginación y escriban cómo se imaginan a Perengana.
Por
otro lado, muchos me han solicitado encuentros personales, tengo por ahí varios
enamorados virtuales, sin embargo, no he accedido a ninguna de estas propuestas
mientras me encuentre en edad apropiada para encontrar pareja, de aquí
posiblemente en algún momento tome la alternativa de conseguirla.
Les
cuento más cosas de mi vida personal, que si invento el anonimato como gancho
para atraer la atención, cuestión que me causa también risa porque se me da la
imaginación, pero no tanto. Ya les he dicho que aquí escribo lo que pienso y lo
que soy sin inventivas. Resulta que el sábado pasado logré cuatro invitaciones,
tres de divorciados y una de un soltero. La verdad, como no supe bien por cuál
decidirme opté por pensarlo mejor y… luego les cuento por el que me decidí.
Para ser sincera, me parece que los divorciados son más atractivos, pero hay
que analizar bien los antecedentes históricos, como decía Marx, los hombres
transforman las circunstancias no las circunstancias a los hombres. Debemos
tomar algunas reflexiones del materialismo histórico para entender mejor cosas
de la vida cotidiana, ¿no les parece?
Me
preguntan que qué libro tengo en el buró de mi cama, y les respondo me acaban
de regalar uno que se llama Manual de la perfecta cabrona, perdón, pero así se
llama y me pareció una verdadera estupidez aprovechar el nicho de mujeres que
se encuentran confundidas en encontrar el camino adecuado para subsistir en
este planeta compartido con los hombres. Realmente me parece aberrante la idea
de la propuesta, porque creo que en lugar de hacer un análisis más objetivo y
menos agresivo, se retoman supuestos absurdos provenientes de la mercadotecnia
en la que algunos autores caen con fines de lucro.
Si
queremos luchar por nuestros derechos, hagámoslo de una forma más inteligente,
basada en conceptos claros y profundos que nos permitan visualizarnos en
mejores condiciones pero en términos de reciprocidad e igualdad con los
caballeros, si estos predominan en alto porcentaje con todo lo que conlleva la
palabra.
Medición
de las mujeres
Tuve
oportunidad de ver la película El Gran Pez, y la verdad es que no tenía muchas
ganas de hacerlo porque sabía, por la imagen publicitaria, que se trataba de
algo fantasioso y no es exactamente el género que me gusta, me basta
imaginación para que alguien más venga a
alborotar mi cerebro.
Me
resultó una gran sorpresa encontrarme con una historia muy grata, porque
refleja algo de lo que siempre pretendo hacer en mi vida, que las cosas se nos
antojen como mágicas, como llenas de fantasía, que lo que para muchos
transcurre cotidiana y llanamente, para otros pudiera tener una proporción más
intensa. Esa intensidad es la que puede hacer toda la diferencia entre una y
otra forma de vivir.
Si
culturalmente estuviéramos preparados para eso, las cosas serían más sencillas
y sin tantas complicaciones. Qué quiero decir con esto, lo que siempre he
manifestado, que nos encontramos atados a una serie de prejuicios que nos
impiden comportarnos libremente sobre lo que sentimos y queremos hacer. Siempre
nos vemos medidos por un patrón social que coarta las emociones y los
instintos. Esto quizás lo he leído en infinidad de libros, pero ahora lo
compruebo en la práctica. No se trata, exactamente, de las confesiones de una
reprimida, más bien creo que todos somos unos reprimidos asustadizos tratando
de protegernos demasiado para no regarla o sufrir. Algo así como avestruces con
el cuello metido en tierra aunque dejamos partes también delicadas a expensas de
lo que venga.
En
otros asuntos, y no es que quiera yo seguir llorando, en el intento de
encontrar momentos para espantar mi agobio por muchas cosas que me han
sucedido, fui en busca de un rato de diversión con amigos que cuentan con
pareja nueva y, por supuesto que no me iba a perder la ocasión de ver la clase
de mujer que atrae a un amigo de altos requisitos. No sé si es mejor el
silencio o compartir con ustedes la visión de una persona como yo que
probablemente me encuentro en niveles altamente escépticos. No pude establecer
una comunicación cordial, después de algunos intercambios intelectuales me di
cuenta que por ahí no encontraría nada, trataba yo de asomarme debajo del
mantel para ver qué otra cosa escondía hasta que al final pude ver que tampoco.
En fin, si fuera hombre creo que me costaría algo de trabajo encontrar pareja y
me atrevo a decirlo justamente hoy que escribo este artículo en el Día
Internacional de la Mujer. Insisto, qué pretenden algunas damas, cómo quieren
ser vistas, cuál es su proyecto de vida. Algunas, muchas de ellas, se rigen por
valores superficiales, y retomo algo que me gustó mucho de un amigo cuando me
dice que la mujer se mide de arriba abajo, porque si lo hacen al revés, cuando
llegan a la cabeza se pueden encontrar con una sorpresa no muy grata. Y estas
aseveraciones no son producto de un rencor hacia la gente de mi sexo, es
simplemente un intento por cambiar a aquéllas que se sientan afines a esta
descripción para que en un intento de ser mejores o de educar mejor a sus hijas,
encuentren que las cosas van más allá de un vestido, tacones o el último grito
de la moda en el salón de belleza. Existen también los espacios para cultivar
el espíritu, la inteligencia y la sensibilidad, y de la sencillez hablamos en
otra ocasión.
Los
dejo por ahora con un par de pensamientos finales:
“Las
personas más insoportables son los hombres que se creen geniales y las mujeres
que se creen irresistibles”. Anónimo
“Las
mujeres con pasado y los hombres con futuro son las personas más interesantes”. Chavela Vargas
Quizás
lo conveniente es irme de lo sencillo a lo complejo, pero casualmente estoy
leyendo a una autora chilena que vive en México y que ha tenido mucho éxito por
algunos de sus títulos. Se trata de Marcela Serrano y de este título en
especial, El Albergue de las mujeres tristes. Me permito retomar la referencia
de uno de sus personajes para qué vean el sentido de algunos de los puntos que
trata la autora y dice: “Cuenta la mitología que antiguamente, cuando mandaban
las mujeres, los hombres estaban obligados a obedecer y a efectuar todos los
trabajos, aun los menos agradables. Para mantener a los hombres en esta
subordinación, las mujeres habían inventado unos juegos que transformaron en la
ceremonia llamada Kloketen. Éstos consistían en que las mujeres se pintaban el
cuerpo de formas diversas y a través de la pintura se convertían en espíritus.
Por medio de apariciones de estos espíritus fingidos, atemorizaban a los
hombres haciéndoles creer que tales espíritus descendían del cielo o salían del
interior de la tierra. Sigue refiriendo la mitología que un día el Sol, en
aquel entonces hombre inteligente y buen cazador, era el marido de la Luna, la
que ejercía gran influencia sobre las demás mujeres. Un día el Sol, al regresar
de la caza, observó cómo dos mujeres se bañaban en el río, haciendo desaparecer
del cuerpo la pintura con la cual se presentaban como espíritus. El Sol
comunicó sus observaciones y sospechas a los demás hombres, quienes seguían
observando a las mujeres sigilosamente; de este modo se descubrieron los
engaños. Entonces los hombres, muy enojados y armados de un gran palo,
asaltaron el rancho del Kloketen, matando a todas las mujeres. La Luna, que era
de gran poder, recibió también un fuerte golpe. Pero en seguida se estremeció
el mundo entero y el cielo amenazaba romperse. Nadie se atrevía a darle un
segundo golpe para terminar con ella. Al final, un hombre valiente la echó al
fuego; mas la Luna logró huir hacia el cielo, llevándose en el rostro algunas
quemaduras que todavía pueden verse. Muertas así las mujeres, con excepción de
las criaturas pequeñas, los hombres estudiaron la manera de imitar y practicar
los juegos que antes ellas ejecutaban. Se pintaron de la forma más variada y
según las características del espíritu a quien querían representar. Engañaron a
las mujeres de igual modo y las tuvieron bajo su dominación. Hoy, ellas
contemplan desde lejos los movimientos y bailes de esos espíritus y el miedo
las mantiene sujetas a la voluntad de sus maridos”.
Como
ven, las inquietudes de la autora se parecen a las mías. No es una
coincidencia, es un hecho la circunstancia de la mujer.
En
fin, más adelante, con un poco más de calma porque estoy algo cansada, seguiré
con mis apreciaciones transmitiendo desde lo más profundo mi percepción y mis
angustias. La visualización que tengo de los hombres, no se da sólo en la
pareja, se da en todos los términos, pero eso lo dejo para otra ocasión.
Homo
punto de vista
Estoy
muy enojada con los medios masivos de comunicación que han puesto a MacLuhan en
entredicho sobre lo que el pensador refirió hace algunas décadas acerca de las
extensiones del cuerpo humano. Ahora, lo que él podría haber visualizado como
la extensión del ojo en la televisión, en la radio la de los oídos, etcétera,
desvirtúan la realidad que tenemos los seres humanos acerca del mundo. Sumado
esto al dato proporcionado por Antoine Vallet en El lenguaje total sobre las
estadísticas que “afirman que el 80% de los conocimientos adquiridos por los
niños provienen de los diferentes medios de comunicación social y
particularmente de la televisión", se torna cada vez más preocupante hacia
dónde se dirige la línea de formación de los individuos.
Si
en alguna ocasión escuché a alguien decir que no le veía mucho sentido al
análisis que los académicos de la comunicación realizaban, hoy parece ser un
punto relevante no sólo en la agenda de los investigadores sociales sino de
nosotros mismos que nos vemos muy afectados por circunstancias que devienen de
la irresponsabilidad de algunos medios en el manejo de la información. Retomo
un poco estos temas porque en ocasiones la gente no intuye estos procesos hasta
que es alertada. Tenemos que estar muy pendientes de lo que a nuestra psique
pueden alterar ciertos lenguajes.
Precisamente
hablando del lenguaje es que me enfoco en esta ocasión porque una disyuntiva de
nuestro tiempo es la soledad en un mundo lleno de mensajes. Eso no sólo sucede
en relación a medios, más aún se da en los entornos sociales cuando nos cuesta
tanto trabajo comunicarnos entre nosotros mismos. Este abismo se torna cada vez
más profundo porque no hemos encontrado el común denominador. Ejemplo, ese
sentimiento de vacío cuando en ocasiones nos encontramos en medio de una
reunión en la que con ciertas personas nos cuesta tanto trabajo coincidir en un
punto de empatía y de no ser precisamente de comentar acerca de los últimos
acontecimientos como si fuéramos loros repitiendo las mismas sandeces, como si
quisiéramos imitar a un analista político o económico de la televisión. Para
eso, mejor me quedo en casa, con un buen libro o relajándome con buena música.
Ahora, el reto de algunas personas es absorber lo máximo posible de los medios
para parecer más ilustrativo e inteligente. El que tiene más tiempo para empaparse
de noticias es hoy el número uno en conocimientos, lo que le permite guiar la
plática y representar un liderazgo de grupo, pero con la pena de que se
encuentra casi siempre y obviamente mal fundamentado.
A
veces pienso que soy demasiado aguda en mis apreciaciones y es por eso que me
encuentro inmersa en cientos de conflictos personales pero prefiero sufrirlo
así a sufrirlo inmersa siendo otro tipo de personaje o prototipo de lo que aquí
refiero cuando de señalar situaciones se trata.
En
una postura menos agresiva que puedo relatar, veo una cantidad infinita de
gente que se encuentra totalmente confundida acerca de lo que espera de la
vida. Y esto no es para entristecer a nadie sino por el contrario más bien es
para motivar a encontrar la buena vibra de la vida a través de las cosas más
sencillas que tenemos a nuestro alcance. A veces no manejo el término de la
sencillez porque doy por hecho que entre líneas se pueda encontrar este mensaje
oculto que pretendo exponer siempre en lo que escribo, deténganse un momento y
evalúen si esta palabra existe en su vocabulario, y quizás podrían reencontrar
un punto que en muchas ocasiones tenemos perdido.
Con
esta filosofía de principios de semana es que quiero pasar algunos días alejada
de las cosas que tanto me molestan y que me han hecho quedar en casa sin querer
interrelacionarme con nadie.
En
este eco, ojalá se vean reflejadas cientos de personas para saber que todavía
existe un motivo para ser lo que uno es y compartirlo en un efecto de íntima
retroalimentación con los coetáneos.
“El
hombre se eleva por la inteligencia, pero no es hombre más que por el corazón”.
Henry
F. Amiel
“Así
como los ojos de los murciélagos se ofuscan a la luz del día, de la misma
manera a la inteligencia de nuestra alma la ofuscan las cosas evidentes”.
Aristóteles
La
increíble realidad
No
ha sido nada fácil ser hija de padres socialistas que exaltan más la vida que
el dinero en un mundo en que las cosas no son como ellos las pintaban. Soy
producto de un estilo muy particular de educación que no corresponde a lo que
normalmente se conoce en nuestros entornos sociales. Quizás de ahí la
popularidad de mis escritos, que deduzco de los cientos de correos que recibo y
que expresan el interés de conocerme más a fondo. Si esto en ocasiones
pareciera estar escrito por alguien cuyo egocentrismo rebasa los límites de lo
prudente, creo que hasta que no se de la anagnórisis puedo seguir compartiendo
hechos que he vivido sin ninguna preocupación, ya que ni mis progenitores saben
de este trabajito semanal que llevo a cuestas por el puro interés de dejar
perplejos a los lectores, pero no como Maimónides lo hizo en su guía.
Y
es que en verdad me han sucedido cosas que frecuentemente no le suceden a
nadie, hechos tomados de mi vida real que no se desprenden de meras fantasías
ni de un estado de mitomanía patógena.
La
soledad como fenómeno social
Me
llama mucho la atención la gran cantidad de grupos de mujeres que van solas al
cine, y en una visita reciente a la sala cinematográfica lo que más pensativa
me dejó fue ver a una chava joven, muy guapa, sentada sin compañía, para
disfrutar la película. Mientras mis amigos platicaban, yo no dejé de
observarla, pues siempre me ha llamado la atención que alguien puede decidir ir
sola a un lugar tan público, cosa que a mí en lo personal me cuesta tanto
trabajo. Quiere decir que soy muy dependiente y que me produce algo de angustia
encontrarme conmigo misma en espacios públicos, muy probablemente, y por eso me
sorprendió esta escena, que me parece quizás algo triste. No puede ser que
alguien se encuentre tan solo como para decidir divertirse así, en la soledad
total. Eso me aterra.
Pensé
en que ella, probablemente esperaba a alguien, pero no, transcurrió la película
y seguía sola. Me hubiera resultado más interesante entrevistar a esta persona
que ver la película, que aunque no estuvo nada mal, quizá no fue tan provechosa
ni productiva como aquella otra posibilidad. Después del cine, ya en un nuevo
lugar especializado en Tés de mil sabores y que se encuentra acondicionado precisamente
para instar a la gente a la plática, saqué a relucir el detalle con mis amigos,
y de la conversación concluimos que estamos viviendo una época de severa crisis
social. Afirmo la idea, varias veces expuesta por mí en este espacio, de que la
gente de hoy establece límites de afecto, pues queda comprobado que se necesita
algo nuevo para que comencemos a creer en otras propuestas sociales, cuando
vemos a tanta gente confundida en sus relaciones.
Imaginen
ustedes una cámara de cine que recorra por las noches las habitaciones de
algunas casas, cómo se comunican los integrantes de una familia, padres e
hijos, o los propios cónyuges que en algunas ocasiones se presentan como
verdaderos extraños sin nada que los una. Tengo algunas amigas que decidieron
casarse acabando la prepa y hoy son muy desdichadas pensando en que la ilusión
del príncipe azul se fue desvaneciendo con el tiempo.
Igualmente,
algunos de los amigos con los que platico me comentan la falta de
identificación con las jóvenes de hoy que sólo se interesan por un código
maestro del signo de pesos.
Estos
fenómenos ya llevan algún tiempo, y nadie hace nada. Queremos tomarnos de una
mano, pero se nos antoja resbaladiza. Este rompimiento está siendo generador de
la nueva mentalidad del hedonismo puro en aras del placer y de la
superficialidad intrínseca a las nuevas relaciones de pareja.
Cada
semana, quienes se encuentran solos viven con la ilusión de que ahora sí
llegará el momento de un cambio, y así se mueve el individuo de hoy, día a día,
esperando que un milagro del destino resuelva en esencia su triste melancolía.
Yo
por mi parte y a través de estas líneas, grito a su favor para que no mueran en
el intento de ser felices, porque la felicidad emana del interior de uno mismo
y no de lo que acontece afuera. La verdadera dicha desde lo más profundo de
nuestro ser es, al final, lo que más importa para proyectarnos ante la demás
gente y disfrutar de una sonrisa fugaz, pero al fin sonrisa.
“Hay
dos maneras de conseguir la felicidad: una, hacerse el idiota; otra, serlo”.
Jardiel
Poncela
Amor-odio-amor-odio,
¿cadena interminable?
No
sé si les ha sucedido como a mí, que algunos hombres que en un principio nos
tratan con toda dulzura, de pronto se transforma en vehemencia, si esto quiere
decir arrebato y violencia. ¿Seremos capaces las mujeres de desesperar tanto a
los hombres? Después de sus exabruptos, se alejan y nos odian, pero en el fondo
siempre quedará el recuerdo de lo que fuimos en sus vidas. Basta un acto de
cortesía de nuestra parte, para dar inicio a un nuevo ciclo de
amor-odio-amor-odio, con cual de las dos palabras quiere uno finalizar la
cadena depende de hasta dónde la mujer haya elegido y de las posibilidades
físicas que les otorguemos ¿No les parece?
“La
fuerza de las mujeres depende de que la psicología no pueda explicarlas. Los
hombres pueden ser analizados; las mujeres sólo pueden ser amadas.”
Oscar
Wilde
“El
problema de la mujer siempre ha sido un problema de hombres.”
Simone
de Beauvoir.
La
indiferencia, la calidad y la moral
No
sé si ustedes también se han percatado, como yo, de que la gente se conforma
con muy poco. Cualquier autor de libros, de pronto se convierte en un gran
vendedor, los integrantes de un grupo musical se hacen millonario por una sola
canción, un director de cine atrae a millones de espectadores, y en planos
menos artísticos, también existe el comerciante que logra altas ventas con un
producto ridículo, y no se trata de éxitos respaldados por una mercadotecnia
efectiva, no, nada de eso. El punto es que las masas no tienen el sentido de lo
que significa la calidad, así como los parámetros de exigencia y de
inconformidad. En esta forma, como la corriente de un río, vemos un consumismo
de inercia y no de conciencia.
¿Se
deberá entonces crear un organismo que recuerde a los consumidores los
estándares de una cultura de excelencia? ¿Se deberá incluir una materia en las
escuelas que agudice el sentido de análisis?
Tristemente,
esto no sólo tiene que ver con las cuestiones materiales, las mercancías y los
mercados, en forma desmesurada se muestra además en las relaciones
interpersonales y sociales.
¿En
qué sentido? ¿Cómo podemos exigir a las personas que desarrollen una mentalidad
y un espíritu de excelencia en lo ético y moral? No sólo a partir de la visión
y de los fundamentos de la filosofía clásica, sino de un sentido común de las
obligaciones del hombre con el hombre. ¿Cómo sé yo que tú moral es la misma que
la mía, cómo sé que mí código es el tuyo? Ya se ha hablado en la historia que
las deficiencias en el lenguaje establecen realidades diferentes entre los
pensamientos y a veces las palabras no son suficientes en este quehacer de
entendernos mejor o de ser mejores o de transmitir en la exacta perfección
nuestras ideas, porque se revientan en las telarañas de la otra conciencia
distinta a la nuestra.
La
religión ha tratado de unificar criterios acerca de lo que debe ser el buen
comportamiento humano, pero al ser transgredidos no logra poner orden. Imagino
entonces, como algunas personas pueden ser capaces de abrir la boca para que
únicamente le salgan moscas y mucha basura con esencia de una repugnante pasión
por la envidia, aunque una de las máximas es no hablarás mal de tu prójimo.
Me
imagino la antigua Roma, en el coliseo, miles disfrutando la carnicería humana
en esos siniestros espectáculos, y hoy sucede lo mismo en otros campos o hasta
cuando dos personas utilizan el lenguaje para destazar a su víctima que puede
ser cualquiera de nosotros.
Fue
por eso, y por algunas otras razones, que hoy decidí no hacer muchas de las cosas
que la gente quiere que haga. No me vestí, no comí y no opiné, como nadie.
Quise romper algunas reglas. Claro, las artimañas hicieron de lo suyo y heme
aquí tratando de sacudir conciencias. Como ya no es común pedir cuentas, uno
debe de sonreír y darle buena cara a todo aunque huela a queso podrido.
“Muchos
son buenos, si se da crédito a los testigos; pocos, si se toma declaración a
sus conciencias”.
Francisco
de Quevedo y Villegas
Otra
película sobre relaciones de abuso
Al
fin tuve oportunidad de ver una película que me gustó, hacía semanas que no
encontraba algo digno en la cartelera, fuera de la historia de Lutero. La cinta
que vi es un filme español de Icíar de Bollaín, Te doy mis ojos, que ganó siete
premios Goya, me cautivó en una forma sorprendente porque, además de que soy
una gran admiradora de todo lo español, comienza con unas imágenes de Toledo
que sirven de marco para mostrarnos un tema que hacía mucho no tenía
oportunidad de ver en la pantalla, fuera de una película francesa que se llama La
última mujer, y que, precisamente trata casi de lo mismo, el abuso de los
hombres hacia las mujeres, sus maltratos. Sin embargo, la primera expone en una
manera muy clara los motivos ocultos de algunos caballeros que tienen mucha
facilidad para transformar el amor en odio. Nunca me habían explicado con tanta
amplitud y exactitud los motivos cuando agraden a sus compañeras. Resultó
sorprendente cómo esta cinta traduce los sentimientos con detalle y permite
conocer hasta el fondo este fenómeno que tristemente aqueja a tantas mujeres.
Es
el momento de entender que todos los complejos y sentimientos de inferioridad
rebasan al sentido común y a la inteligencia, provocando los penosos desastres
en la pareja. Ésta es la idea central del filme, personificado por extraordinarios
actores que logran en cada escena transmitir las penurias de su relación, pero
más aún el momento en el que la humillación penetra en lo más profundo de la
dignidad humana.
Esta
cinta se convierte en un ejemplo que sirve de enseñanza para muchos
espectadores y para la toma de conciencia de sus propias relaciones, porque la
agresión no sólo acontece a través de la fuerza física, sino de las palabras,
actitudes y ambientes que disuelven la armonía.
Esta
historia es una herramienta, porque si existe una mujer que no tiene ninguna
posibilidad de conciencia y se encuentra inmersa en esa sumisión que constituye
parte de lo propicio para recibir estas experiencias, debemos alertarla y
defenderla.
Machismo,
deportes e infelicidad
No
acabamos con la postura siempre machista de los caballeros. No sé si se han
dado cuenta, pero en las pocas ocasiones que he tenido oportunidad de ver
algunas competencias olímpicas, se presenta en invariables ocasiones los
comentarios misoginos de los locutores y narradores deportivos, acerca de la
participación de las damas en las diferentes disciplinas, ni qué decir cuando
de deportes masculinos como el futbol o el básquetbol se trata. Pero lo que más
sobresale, sin duda, es el hecho de que antes que nada evalúan las características
físicas y no las habilidades deportivas de las participantes, la belleza de las
atletas, muy especialmente las de voleibol playero que en sus diminutas tangas
de bikini muestran sus bien proporcionados cuerpos que cubren las expectativas
de belleza. Claro, muchas de ellas, atletas de gran calibre, pues muestran
glúteos y caderas en perfectas condiciones. Esto es un principio fijo en el
comportamiento masculino, que eleva a la potencia de “qué tanto me gusta esa
chica, qué tanto vale, desde la perspectiva de mis valores, estándares de gusto
y de patrones de estética”.
Con
esta lectura es que ciertas jóvenes caen en la cuenta de que el valor se
determina por esas virtudes y nos la que desde el punto de vista de lo
espiritual o de desarrollo, merecen altas calificaciones. Este fenómeno provoca
la alta deserción de jóvenes en escuelas y universidades, grandes conflictos
acerca de cuál es el motivo real de las cosas, dudas existenciales, metas a
alcanzar, por no decir muchas otras que incluso atentan con la felicidad, el
desarrollo pleno en todos los ámbitos e incluso con la propia vida cuando de
anorexia, bulimia y depresión se trata.
Si
ésta puede llegar a ser una profunda explicación acerca de por qué las mujeres
no sabemos lo que queremos, pues se las presento desde este pequeño espacio que
reproduce varias veces gracias al offset, mis locas conjeturas, que no están
tan disparadas si nos ponemos un momento a reflexionar sobre ellas y logramos
encontrar el punto exacto a lo que mis palabras expresan humildemente.
Están
ustedes frente a una mujer que ha sufrido, y en ese camino del sufrimiento he
encontrado con fortuna dilucidar el porqué debe mantenerse del lado de los
hombres, sin ellos y a pesar de todo, no existen razones para seguir en esta
lucha… y a pesar de todo, los quiero aunque a veces sólo sirvan para cambiar
una llanta.
“La
esperanza es el sueño del hombre despierto”.
Aristóteles
La
enajenación y la vida laboral
Hoy
estoy muy aburrida, no he dejado de atender asuntos de trabajo, y mi vida personal
¿dónde queda? Si alguien me puede orientar para superar el ahogo que me provoca
no tener el tiempo suficiente para vivir, o si uno quiere trascender en lo
profesional, así es como uno debe de comportarse, dedicado a trabajar o
transportarse al trabajo. Cuando era estudiante, leía los asuntos de
enajenación del proletariado, los veía como si fuera un grupo de personas que,
pobrecitas, tienen que trabajar; pero también pensaba que no tenía nada de malo
tener que trabajar más cuando estaba ahí precisamente en la universidad para
prepararme y tener un futuro promisorio trabajando. Sin embargo, creo que se
mantiene una mala estructura o filosofía laboral en todas partes. Si se pudiera
hacer más eficiente nuestro desempeño laboral redituaría en contar con más
tiempo libre y en esa salud mental que tanto necesitamos para ser felices.
Quizás las empresas del futuro, consideren otras políticas en sus áreas de
recursos humanos, algunas como Google ya las aplican y vean los resultados.
"El
amor es una gota celestial que cayó en el cáliz de la vida para atenuar la
amargura de su contenido".
Anónimo
Amor
es un no sé qué que viene por no sé dónde; le envía yo no sé quién; se engendra
yo no sé cómo; conténtase no sé con qué; se siente yo no sé cuándo... y mata no
sé por qué.
Ovidio
Otra
visita al cine, un viaje, Almodóvar y la nueva sexualidad
Ganarse
la vida en estos tiempos cuesta más del doble de trabajo. No les ha pasado a
ustedes que las cosas ya no son tan relajadas como hace dos o tres años. A mí
en lo personal, me ha aumentado enormemente y con la misma retribución
económica, lo que interfiere con mi tranquilidad emocional, y es por eso que
las estadísticas señalan un incremento en las enfermedades derivadas de altos
índices de estrés.
Y
bueno, pasando a otra cosa, al fin un lector me ha escrito esta semana, me pide
mi opinión acerca de la película de Almodóvar La mala educación; tuve que ir a
ver para cumplir con esta función y, la verdad, aunque ha sido ampliamente
laureada, creo firmemente que ésta quizás no será catalogada como la mejor del
director español.
En
uno de mis viajes por las tierras españolas, de paso por Toledo en el tren,
comencé a charlar con unos madrileños y, precisamente al indagar sobre su
perspectiva acerca del cine actual español, me sorprendió que veían alejado a
Almodóvar del contexto, ya que consideran que se han modificado sus preferencia
hacia lo hollywoodense y meramente comercial. En México no nos parece igual,
aunque de compararse con Carlos Saura probablemente la idea tenga mucho de
cierto. Comentábamos entonces acerca del alto grado de proyección personal en
relación a Almodóvar en esta última película, pero creo que lo que más impacta
es la caracterización que hace Gael García Bernal de un trasvesti. No tengo
nada en contra de la gente que tiene variadas preferencias sexuales, pero
tampoco me gusta la caricaturización de la imagen femenina en aras de parecer
mujer porque implica en sí un acto de ridiculización de nuestro género, si así
fueramos las mujeres, qué pena me daría serlo.
Vale
la pena ser como soy
Me
quedé pensando acerca de la relación Eros-dinero, es decir, en términos menos
estrictos, que los hombres nos relacionan con este medio de obtención de sus
recursos. ¿Por qué de repente me brinca este asunto? es que vino a mi memoria
el recuerdo de tres proposiciones que me hicieron hace algún tiempo tres
prospectos de pareja. Uno, en la primera cita me proponía que me casara con él
y me llevaría por seis meses de Luna de miel por el Oriente; resultaba muy
atractivo el plan, pero pensé qué iba a hacer yo cuando, al regresar de la Luna
de miel, tuviera que convivir con él todo el día en un hogar basado en
trueques. Una segunda propuesta me aseguraba el depósito de una fuerte cantidad
en el banco para que en nunca tuviera yo ningún problema de dinero si aceptaba
compartir mi vida con él. El tercero, me prometía un regalo después de cada
acercamiento. A la distancia, no puedo entender las razones de estas propuestas
que, simplemente me han sucedido, pero que me sugieren la hipótesis de que el
dinero va íntimamente ligado a la atracción sexual. Por un lado, los hombres
con poder económico que logran comprar a la chica de sus sueños y, por el otro,
el protagonismo de la mujer que pone en un lugar primordial el contar con el protector
y dueño exclusivo de su vida, a costa de su propia libertad de acción, de
pensamiento, de todo.
Y
ahora que he tenido tanto trabajo y que mi modus vivendi depende de los
ingresos que yo tengo que conseguir por no haber aceptado nunca ese tipo de relaciones
de conveniencia, es que estoy hasta el gorro, teniendo que soportar todo, y
cuestiono en ocasiones si fui una tonta al no aprovechar propuestas que
hubieron resuelto mi manutención y de las cuales podría dedicarme a escribir
tranquilamente mi propio libro, después claro está, de ir por las mañanas al
gimnasio, a desayunar con mis amigas, algunas casadas, otras muchas aburridas,
sin nada más de que hablar sino de lo mismo siempre.
Mi
consuelo queda en que he evolucionado enormemente en lo profesional, he logrado
una autosuficiencia económica, lo que ha contribuido en una profunda
independencia, mejores expectativas en la búsqueda de pareja y mi negación a
invitaciones, con una larga cadena de incógnitas existenciales que dan a mi
pensamiento más profundidad y establecen una larga conversación con mi propio
yo interno para llegar a la disyuntiva, habrá valido todo esto la pena.
Homogeneidades
y disparidades
¿Nos
conviene a las mujeres depender económicamente de los hombres?
El
punto es que el estado perfecto de las mujeres, por supuesto, es contar con un
caballero que nos mantenga, pero indudablemente debemos capacitarnos para
desarrollar nuestro intelecto y, por si las moscas, usar nuestras virtudes y
herramientas cuando sea necesaria nuestra propia sobrevivencia. Sé, que esta
aseveración puede causar cierto disgusto, pero si escribiera cosas en las que
todos están de acuerdo, qué chiste tendría leer.
Estoy
inscrita en un proyecto mundial de investigación que tiene que ver con un
análisis de similitudes en el pensamiento femenino, por encima de las muy
diversas idiosincrasias en mujeres de varios puntos del orbe. Este análisis lo
inicié yo misma y logré convocar, por no decir invocar, a féminas con algunas
similitudes en cuanto a sus niveles intelectuales. Los requisitos principales
para participar en este proyecto son tener una profesión, haber trabajado,
contar por lo menos una relación afectiva en el transcurso de su vida, mismo
nivel socioeconómico, no tener analfabetismos de ninguna índole y contar con un
físico más o menos pasable. En esta forma lancé una convocatoria al azar y
obtuve sorprendentemente a un grupo de más de cincuenta mujeres que aceptaron
la invitación para el experimento. Están involucradas, principalmente europeas
de España, Bélgica (muchas españolas que se mudaron ahí), Portugal, una
holandesa que también habla español, una hindú que más o menos nos entiende,
varias argentinas, colombianas, venezolanas, mexicanas y estadunidenses de
habla hispana, en fin éstas son las que más resaltan en el grupo.
Una
incluso ya me envío una carta de la que no entiendo ni jota a la letra, está en
proceso de interpretación jeroglífica, y si logro hacerla legible, la
compartiré con ustedes porque lo poco que he interpretado, es que se trata de
una moza portuguesa que ha decidido dejar a su esposo por un compañero de
trabajo, y se encuentra justamente con sus maletas en la calle, sus dos perros,
un gato y una larga cuenta en la tarjeta bancaria.
Ejemplos
como éste debe haber muchísimos.
La
hipótesis es que hay un común denominador en el sentir del género, lo que
implica que nuestros cerebro, hormonas, menstruación, maternidad, sexualidad,
nos hacen únicas y especiales. Ahora toca seguir recibiendo respuestas y luego
haber qué hago con todo eso. Mientras la aventura resulta gratificante. aunque
aquí cabe la disyuntiva de que en forma automática y por muy mis amigas que
algunas de ellas sean, siempre estará presente el factor de la competencia, y a
eso quiero darle una explicación de actitud instintiva en pro de la
reproducción de la especie humana, porque si en verdad cuestionamos algunas
actitudes que a veces provocan situaciones de muy bajos instintos como los que
en infinidad de veces, por azares del destino, me he visto inmiscuida sin
querer y sin tener culpa alguna, les juro que optaría por ser una auténtica
anacoreta salvaguardándome de tanta hostilidad.
Vienen
las vacaciones, me voy a recorrer algunos lugares para seguir recopilando cosas
de la vida y de la gente que tanto me enriquecen, que me dan oportunidad de
ampliar mis horizontes para ser alguien fuera de este planeta que tenga
posibilidad de dar lo que más me sea posible.
De
las computadoras al desnudo femenino
Es
ya un fenómeno la relación de los seres humanos con sus computadoras y sus
otras relaciones a través de estas máquinas. Muchos de nosotros pasamos más
tiempo frente a los monitores que con personas reales, y el proceso de
enajenación se está dando en una medida incontrolable. Si hace algunos años se
realizaron profundos estudios de los efectos tan nocivos de los medios de
comunicación en nuestras mentes, peor aún lo es hoy el acceso a las redes y a
este medio virtual que constituye nuestro entorno social y psicológico.
Mucho
me he referido al uso del chat, la forma en que proyectamos todos nuestros
ideales y esperamos encontrar en la pantalla la respuesta a nuestras dudas y a
nuestros deseos, y más aún, compartir juegos de índole erótica, historias y
anécdotas que parecieran tomadas de un libro de locura o de graves patologías.
Cuando escucho algunos comentarios de amigas que han logrado sus conectes de
fin de semana a través de las redes informáticas, realmente me causa una
conmoción pensar que ponen en juego su integridad y su seguridad, porque cómo
es posible que se atrevan a compartir cualquier cosa con personas que al final
de cuentas resultan ser anónimas. El hecho de conocer un nombre no significa
que sabemos realmente ante quién nos estamos enfrentando o con quién estamos
por compartir una cita que pudiera desembocar en una relación de cualquier
tipo.
En
otros asuntos pero dentro de la tónica virtual, llamó mi atención una nota de
un concurso de diseño para obtener a la mujer ideal, algo así como una Miss
Mundo Digital que cubra todas las expectativas que pueden tener los hombres en
una mujer. Lo que sobresale de todo esto es una mitificación cada vez mayor de
la estética femenina y de su perfección física para subsistir en un mundo en el
que las feas no tienen lugar. Pobre de ti, amiga, si no cumples con los
requisitos, de verdad me apiado de ti.
Pero
cambiando de tema, y a propósito del desnudo de Meg Ryan en Carne Viva, aunque
pareciera la mejor actuación de esta actriz, yo tengo una opinión contraria,
porque rompió con el tabú de su propia imagen, a qué me refiero, la belleza no es
sólo tener una cara o nariz u ojos bonitos, es un todo en la personalidad de la
mujer, que puede ser la más sexy del mundo cuando deja en la imaginación de los
caballeros la forma de los senos o de sus glúteos. Meg Ryan ya les enseñó todo,
y de verdad siendo yo una gran fan de su imagen, creo que me sentí algo
defraudada no tanto por su actuación que, obviamente nunca será equiparable con
aquella Sally cuando finge un orgasmo en un restaurante.
El
desnudo femenino es algo que debe ser manejado con mucha dignidad y cuidado,
que va más allá del simple erotismo. La mujer posee una de las máximas riquezas
cuando se trata de su propia sexualidad y créanme que no es una posición de
mojigatería. Más bien es algo tan sublime para el hombre, que en ella se basa la
relación amorosa, sexual y de reproducción. No es una postura religiosa la mía,
de ninguna manera, es defender el status de la intimidad, por lo cual me
parecen desagradables las escenas, a veces tan agresivas que se presentan en
algunas películas, y en ésta que comentamos precisamente, cuando ella se sube
en su macho y se pierde en un éxtasis animal no precisamente con la delicadeza
de cómo hacemos el amor nosotras las mujeres.
“Que
mucho más dañan a las honras de las mujeres las desenvolturas y libertades
públicas que las maldades secretas."
Nuevamente
el matrimonio
En
las últimas semanas, he apoyado a una amiga en la redacción de su tesis de
maestría acerca de las expectativas de los jóvenes hacia el matrimonio, y me
permitió compartir con mis lectores algunas de sus conclusiones en este
espacio. Resulta que un alto porcentaje de gente de 18 a 25 años piensa que el
matrimonio seguirá siendo la base de la familia en las próximas generaciones,
lo que implica que estarán dispuestos a contraer nupcias enamorados de sus
parejas. Resalta también que los requisitos para seleccionar novio o novia no
están determinados por variables de tipo económico que impliquen la posibilidad
de acceder a otros niveles sociales, sino todo lo contrario, opinan que lo que
ellos esperan es crecer y lograr juntos una posición basada en el trabajo
conjunto. Esto quiere decir que los caballeros buscan mujeres con un cierto
desarrollo profesional, cultural, laboral y de participación conjunta con el
esposo.
Esto
resulta de mucho interés, no sólo para el público femenino. En lo personal,
pienso que ante estas nuevas variables, será necesario que los padres de
familia cambien su forma de educar a las señoritas de nuestra sociedad, porque
dado el nivel de extrema de protección, consentimiento y excesiva provisión de
cosas (ropa, automóvil, viajes, etcétera), claro en algunos grupos sociales,
resulta difícil la noción de ser autosuficiente o conformarse con lo que el
iniciado joven pueda proporcionar a su bella esposa. Es un hecho palpable lo
que sucede en ambas partes, aplicable tanto a varones como a damiselas. Señores
padres de familia, dejen crecer a sus hijos y permítanles ser autosuficientes
para que conozcan sus propias capacidades, para que se den el tiempo de
afinarlas en el tiempo correcto y no después, cuando hayan fracasado en el
intento de formar su propia familia.
Cuando
estén editados los resultados de tan ardua investigación, procuraré darles los
datos acerca de tan interesante tema.
Quiero
desde aquí recordarles a sus mamás a todos los microbuseros de nuestra
vituperada ciudad, porque no es posible lo que nos hacen cada día mientras
tratamos de transportarnos en las sinuosas calles de este exparadiasiaco lugar.
Bueno, con este desahogo inevitable y necesario porque vengo reventada del
tráfico, paso a un último asunto.
Quiero
retomar un poema de Nezahualcóyotl que me fascina, que vienen a cuento ahora
que una querida amiga ha pasado por momentos muy tristes, y con eso me despido:
Aunque
sea jade: también se quiebra, aunque sea oro, también se hiende, y aun el
plumaje de quetzal se desgarra: ¡No por siempre en la tierra, sólo breve tiempo
aquí!
Como
una pintura nos iremos borrando, como una flor hemos de secarnos sobre la
tierra, cual ropaje de plumas del quetzal, del zacuán, del azulejo, iremos
pereciendo”.
La
mujer y sus compromisos impuestos
Dado
que me he referido a lo que buscamos entre los más profundo de nuestros anhelos
por encontrar en la persona amada nuestras propias deficiencias, retomo de
nuevo a Lacán: “en el amor, uno da lo que no tiene a otro que no es”, y la
mujer imaginaria de Sachs de la que Freud toma el nombre de su primer revista, Imago,
podría ejemplificar la perspectiva de las idealizaciones, especialmente en este
párrafo enviado por un lector sensibilizado en estos asuntos que comparte
conmigo el pensamiento de Marianne Williamson en su libro La plenitud del amor:
“Ver las cosas color de rosa no es lo peor que podemos hacer, porque a veces
eso nos ayuda a percibirlas mejor. El ‘encantamiento’, como la santidad, está
debajo del velo. Es un mundo que surge cuando nuestra percepción va más allá de
lo que nos revelan los ojos físicos. Decidimos mirar más allá de la
personalidad, a una realidad más dulce y tranquila que hay más allá. Allí
encontramos un amor más profundo, más creativo. Llegamos allí por elección, por
propia decisión. Constituye un rito de iniciación llegar a esa dimensión, somos
nosotros quienes tomamos la decisión de entrar a sus raíces sagradas (al Amor).
Tanto si el ser amado es una persona real como si no es más que un anhelo,
tenemos que bendecir el camino que lo conduce hasta nuestra puerta”.
Pero
para cambiar un poco de tónica, otro lector me pide mi opinión acerca de la
película En el nombre de Dios, y con gusto trataré de darle mi particular punto
de vista. Repetidamente he escrito acerca de la situación de la mujer en varios
de los muchos aspectos que conlleva este tema, sin embargo, después de mucho
pensar y después de haber sido espectadora de una película como ésta, me queda
muy claro que la condición de la mujer no puede ser equiparable a la del hombre
por una razón muy grande, que nosotras las mujeres, con toda la liberación
psicológica en la que podamos manejarnos, tenemos una característica que nos
impide hacer cualquier tipo de comparación con el otro género, y se trata nada
más ni nada menos que de la maternidad. Si revisamos la literatura acerca de la
sexualidad femenina, encontraremos obras como la de Harelock Ellis, quien a
principios del siglo XX, si mal no recuerdo, dejó pasmada a la sociedad cuando
describió la forma en la que las mujeres podían disfrutar del sexo sin ningún
tipo de atavismo social o psicológico, cosa que la historia, la religión y la
cultura escondían, como el tema más prohibido de la especie humana. Cuando recordamos
a “las hermanas magdalenas”, en plena década de los sesentas, sufrir el castigo
por el uso de su sexualidad, no podemos menos que pensar como demostrada la
penosa situación de la mujer en la historia que aún cargamos a cuestas, no sólo
en el inconsciente colectivo sino en toda nuestra condición de género. Recuerdo
a un gran personaje que luchó incansablemente por legalizar el control de la
natalidad y estimuló el movimiento de la liberación de la mujer, Margaret
Sanger, quien comenzó a crecer hasta convertirse en la mayor influencia de
todos los tiempos, como lo predijo el futurista e historiador H.G. Wells en
1931. La profecía de hace más de setenta años acreditó a esta mujer el poder
que adquirieron los movimientos de las mujeres, cuando la libertad de la
reproducción llegó a ser más o menos aceptada.
Nacida
en 1879 entre la clase trabajadora irlandesa, allí mismo en dónde más de
cuarenta mil mujeres vivieron en los conventos de las magdalenas, Margaret fue
testigo de cómo su madre moría lentamente, después de dieciocho embarazos y de
once alumbramientos. Mientras trabajaba como enfermera practicante con mujeres
de clase media en uno de los barrios más pobres de Nueva York, antes de la
Primera Guerra Mundial, Margaret vio mujeres denigradas en su salud, y
corrompidas en su sexualidad y en su capacidad de cuidar a sus hijos ya
nacidos. Más tarde, su clínica instalada en 1916 tuvo 464 pacientes, hasta que
fue arrestada y sentenciada a treinta días de encierro en un asilo. Antes ya
había recibido una citación judicial y huyó a Londres, donde conoció al
sexólogo Havelock Ellis, quien se convirtió en su amante y consejero. Gracias a
Sanger, en 1965, un año antes de su muerte, la Suprema Corte suprimió en
Connecticut la ley que prohibía el uso de contraceptivos para parejas casadas.
Sin embargo, los estragos en la mentalidad de la mujer seguirán manifestándose
día a día, cuando sabemos que tenemos una responsabilidad mayor como portadoras
de la maternidad, por una parte y por la otra, que somos las encargadas de
proteger a los hijos y de brindarles las bases de su educación y formación como
individuos, aunque claro, se ha avanzado mucho en la participación conjunta en
este compromiso.
Más
allá de la biología y los cosméticos
Nunca
imaginé que participar en este espacio me iba a retribuir tan ampliamente con
nuevos amigos y amigas que se sienten en alguna forma identificados con lo que
aquí proyecto. Algunos de los correos que he recibido me piden mi punto de
vista sobre los más variados temas, otros más, incluso, en un acto de total
confianza me han comentado algunos de sus más íntimos problemas, lo que me hace
sentir que, en alguna forma puedo contribuir a establecer un diálogo de
trasfondo. Lo singular de todo esto es la gran necesidad de la gente por establecer
contacto con alguien, algo así como un S.O.S. vía internet. Esto resulta
interesante para la nueva sociobiología del ser humano de este siglo, cuando
reiteradamente he manifestado la existencia de un profundo vacío existencial o
la sensación de soledad que impera en la gran mayoría de las personas que nos
rodean. Me atrevo a realizar la siguiente pregunta, que no sé en realidad qué
efecto pueda tener en los lectores: ¿han conocido recientemente a alguna
persona que los haya hecho vibrar? Y no me refiero sólo a la cuestión puramente
hormonal, esa que provoca que las mujeres se sonrojen como señal de coquetería
y por que para la industria cosmética ha significado millonarios dividendos
(porque esas chapitas que nos colocamos las mujeres todas las mañanas
difícilmente se dan en forma natural, hasta eso ya es artificial). Antes de
responder a esta pregunta, es importante que concienticen si algún otro ser los
ha podido cautivar, no únicamente en el plano físico, sino por la sabiduría o
inteligencia que manifiesta a través de lo que habla o piensa, y logra
cautivarlos realmente al grado de hacerlos sentir magnéticamente atraídos hacia
él o ella.
Tel
vez por cosas como las que escribí líneas arriba, y ante el recurso de mi
anonimato, algunos lectores me han preguntado si alguna vez me he enamorado
profundamente, o si soy una solterona amargada, o (y eso me hace sentir muy
halagada) si soy tan pero tan inteligente que no he podido conseguir pareja,
porque no existe un hombre que pueda lidiar con una mujer de mi tipo.
Me
he divertido mucho también cuando, en alguna charla con conocidos que me leen y
no saben que yo soy la autora, sale a relucir mi seudónimo y tratan de calcular
mi edad, mi estado civil y mis medidas y peso. Y ustedes preguntarán qué tiene
que ver esto con la idea anterior, realmente nada, simplemente tengo ganas de
hacer mis libres asociaciones para que, cuando vea publicado mi artículo pueda
realizar un autoanálisis de las ideas que manifiesto con tanta incoherencia en
algunas ocasiones, pero que parecen gustar mucho a un público que espera
ansioso las mafufadas de la semana de esta tipa que quién sabe quién es, pero
que a mucha gente intriga.
No
puedo dejar de ponerle un toque de más nivel a este espacio, por eso les
comparto un texto que dice lo que yo quiero decir siempre cuando trato de
escribir, pero dado que para mí teclear cientos de palabras es un máximo placer
sublimador (dícese de la acción de elevar hasta lo sublime), les juro que lo
único que tengo en este momento a mi lado es un incienso que me compré en un
tianguis maravilloso de un pueblo que se llama Bernal, que se encuentra en
Querétaro y que si tienen oportunidad de conocer, los va a volver locos con su
magia encantadora de uno de esos lugares tan mexicanos, llenos de turistas europeos,
en donde no sólo me di un quemón de ojos por el espectáculo paradisíaco, sino
también por la gente que a mi alrededor se encontraba mientras me echaba unas
ricas enchiladas verdes que picaban hasta las entrañas.
Los
dejo con este maravilloso texto acerca de la biografía escrita por Stephan
Zweig acerca de Sigmund Freud, que dice así: “Gracias al esfuerzo de Freud, la
nueva generación mira su época con ojos más penetrantes, más libres y más
sinceros. Si la peligrosa psicosis del disimulo que ahogó durante un siglo la
moral europea ha desaparecido para siempre y podemos mirar ahora, sin
aspavientos hipócritas, el fondo de nosotros mismos; si las palabras vicio y
pecado no nos hacen temblar de horror; si los jueces, conocedores de la fuerza
avasalladora de los instintos humanos, dudan con frecuencia de pronunciar una
condenación; si los maestros aceptan con naturalidad las cosas francas; si hay
en la concepción moral del mundo mayor camaradería; si las mujeres aceptan con
más liberalidad su sexo y sus deseos; si hemos aprendido a respetar la esencia
íntima de todo individuo y adoptamos frente al misterio de nuestro ser
espiritual una actitud más tolerante y comprensiva, debemos todos estos
elementos de regeneración moral –los debemos nosotros y el mundo- a un hombre
genial”.
Me
despido, como siempre, con un pensamiento:
Crecí
besando libros y pan... Desde que bese a una mujer,
mis
actividades con el pan y los libros perdieron interés.
Salman Rushdie
Los
amores prohibidos y malestar en la cultura
Les
aseguro que cuando pueda expresarme sin el uso de mi seudónimo, seguramente
habré madurado mucho en mi vida, porque significaría que no me importaría en lo
absoluto lo que la gente piense de mí, sin embargo, no es el caso y los tengo
que seguir castigando con la ausencia de mi nombre, pero como siempre lo
refiero, Pablo Neruda no era más que el seudónimo de Neftalí Ricardo Reyes.
Y
pasando al tema de hoy, pregunto ¿Qué pasa con esa gente que tiene predilección
por los amores imposibles o prohibidos?
Después
de mucho análisis con todos los medios y herramientas de la psicología, supe la
razón de esta grave circunstancia de la vida que le sucede a quienes forman un
grupo en vías de extinción. No se esfuercen mucho, me refiero a los casados, a
algunos, claro, que presentan este problema.
Voy
a comenzar con una explicación fisiológica del asunto de enamoramiento. Las
emociones, al ser un conjunto de estados adaptativos producidos por estímulos
placenteros o de aversión producen experiencias subjetivas, cambios fisiológicos
internos y respuestas motoras observables (conductas). La
dopamina, norepinefrina y feniletalimina, y otras sustancias involucradas en
esta emoción hacen que se anule la función lógica en el cerebro. Todas ellas
juegan un papel en el sistema límbico, la base de la emoción. Un desequilibrio
de este tipo hace que el sistema límbico tome las riendas, que haya menos
integración con el córtex cerebral causando el enamoramiento. Los sentimientos
románticos irracionales pueden ser causados por la oxitocina, una hormona
sexual que participa en la sensación de orgasmo y en el acercamiento. Cuando el
flujo de sustancias químicas se acaba y el amor se traslada al córtex, se
experimenta el amor verdadero o la desilusión. Las personas que saltan de
relación en relación pueden ansiar la sensación de volverse a enamorar como si
fuese una adicción. En el caso de los amores verdaderos, la presencia continua
de la pareja estable estimula la producción de endorfinas que son analgésicos
naturales. Quiere decir que los adictos a la dopamina y adrenalina son gente
que siempre tendrá la necesidad de buscar la emoción que produce el ligue y la
seducción en la posible conquista.
Considerando que todos estos efectos fisiológicos se deben a
circunstancias psicológicas, seguí indagando y encontré en Jung una respuesta
muy interesante a este asunto. Gracias al filósofo Lou Marinoff (probablemente
más conocido por Pregúntale a Platón), conocí una nueva propuesta acerca
de la filosofía como útil para eliminar o hacer frente a ciertas preocupaciones
y problemas propios de la vida cotidiana, como la manera de llevar las
relaciones amorosas, de vivir con ética, de prepararse para morir, de
enfrentarse a un cambio profesional y de encontrar sentido a la existencia.
Marinoff nos explica que desde una perspectiva junguiana, lo que normalmente
empuja a las parejas al conflicto está más relacionado con los arquetipos
opuestos que con las costumbres irritantes. “Mientras un marido interprete el
papel del príncipe azul para su esposa-Cenicienta, o ella haga de Ginebra para
Lanzarote, no pasa nada. Sin embargo, en cuanto las esposas dejan de tratar a
los maridos como si fuesen príncipes azules y los esposos dejan de tratar a sus
mujeres como si fuesen hermosas damiselas en apuros, la luna de miel llega a su
fin”. Esto puede aplicarse a las parejas en general, aún las que no se
encuentran comprometidas por ningún documento religioso o civil. Si no
entienden lo que es un arquetipo, la referencia de Paulo Coelho les puede
servir más o menos: “Todas las historias de amor son la misma”. Eso es un
arquetipo. El punto es, para tranquilizar a quienes sufren de este problema,
“No es posible hacer de todo en la vida y todo cuanto hacemos tiene un precio”,
lo que se aclara aún más con la referencia que hace Marinoff de Robert Frost:
“Dos caminos se separaban en un bosque amarillo, y lamenté no recorrer ambos, y
ser un solo viajero…”
Creo
que con esto puedo ayudar a quienes sufren ese padecimiento y constantemente
olvidan su condición, pero ya es algo tan abierto que en ocasiones se nos
antoja pensar que sí se puede y aún no estamos preparados para ello porque de
ahí se derivan muchas, muchas de las enfermedades de nuestro tiempo con gente
tan amargamente apasionada por querer ser libre en un lamento de amor.
Esa
sensación deliciosa de estar enamorado o sentirse flechado por alguien, les
juro que no la puedo describir con palabras, pero ojo, tengamos mucho cuidado.
Finalizo
con el siguiente pensamiento:
A las mujeres les gustan los
hombres desesperados;
si no los encuentran, los hacen.
León Daudi
Me
gusta contemplar a los hombres geniales y escuchar a las mujeres hermosas.
Oscar
Wilde
A
la mujer hay que amarla, no comprenderla.
Eso
es lo primero que hay que comprender.
Osho
Tuve
oportunidad de ver el filme Los niños del señor Batiñol, una hermosa historia
cuya trama aborda el tema de la caza de judíos en Francia durante la ocupación
nazi. Batiñol, un personaje que podemos identifica con algunos de esos hombres
que reflejaron las bondades del ser humano, en contraparte a la gran barbarie
del nazismo y de la indiferencia del mundo ante los sucesos que acontecieron
durante la guerra. La historia me consternó porque conmueve la escena del
final, llena de la esperanza de aquellos niños que logran escapar, cuando mientras
nuestra memoria nos refleja la historia de tantas inocentes víctimas del
Holocausto.
De
cualquier manera, ¡Feliz 5764!
Mis
queridos amigos, aprovecho para desearles Shaná Tová para el 5764[1], un
poquito tarde porque no hubo periódico la semana pasada. Ahora sí que fui al Shul[2]
y recé mucho por toda la gente que quiero para que Diosito nos ayude a, por lo
menos estar sanos y tranquilos. La felicidad, como dice una vieja canción, “es
una forma de navegar por esta vida que es la mar”, y aclaro que no es de mi
época, dada la infinidad de correos preguntando mi edad, que he sido lo
suficientemente vanidosa para no revelarla, y la razón es que no le veo
sentido, porque es una variable que no tiene importancia para un escritor, por
el contrario ojalá con los años logre yo contar con la sabiduría suficiente que
regala el tiempo para compartir cosas de mucho más trasfondo, lo que únicamente
logra la experiencia. Y a propósito, ya están difundiendo el próximo Certamen
Literario, obviamente que voy a participar usando mi seudónimo para que, si
como seguramente sucederá, gano, sea el momento sublime de destaparme porque
tendría que ir a recoger mi premio que voy a obtener. Próximamente verán el
primer lugar en Relato Anecdótico para su servidora, e invito a quienes quieran
competir conmigo a que lo hagan y me quiten un poco la poca modestia que
siempre aflora en mí y que ha sido motivo para que a muchos no les agrade yo
mucho. Francamente, es un problema que he tenido desde pequeña y es que se lo
achaco a la gente que siempre enaltece tanto mi persona. Claro, a mi mamá se le
pasó la mano, seguramente pensó que las mujeres podemos vernos agredidas en
forma constante por algunos caballeros cuando no cubrimos sus expectativas y
quiso proveerme de un self a prueba de todo, y en vez de ayudarme me dio
un poquito en la torre, ya que ahora resulta que no encuentro un buen compañero
que cubra las expectativas de una mujer tan inflada en su ego. No se asusten,
no soy tan monstruosa como me pinto, pero en verdad que este ejemplo puede
servirle de experiencia a muchas mujeres que veo por ahí con serios problemas
de autoestima y que se dejan llevar sin considerar sus propias necesidades para
satisfacerse o dirigirse a un plano más armónico en su vida íntima.
Regresando
a mi presencia en el Templo, quiero compartirles que cuando escuché el Shofar[3]
las lágrimas afloraron en mis ojos ante la sorpresa de algunas amigas que se
encontraban conmigo en esos momentos y no daban crédito que una persona como yo
pudiera verse tan altamente motivada por ese impresionante sonido de tanto
trasfondo místico. A veces me sucede esto cuando escucho a los mariachis, pero
nunca me había sucedido algo así, tan profundo, durante el rezo de Rosh
Hashaná[4]. Espero que el significado implícito sea que vendrá para todos
los seres de este planeta una época de mayor tranquilidad y, sobre todo de paz.
En fin, como ven, mi espiritualidad llegó al máximo gracias a mi profunda
identificación con la filosófica judía, justo cuando muchos andamos tan
dispersos con filosofismos, tratando de encontrar sentido a nuestras vidas en
charlateanerías de todo tipo o buscando satisfactores superfluos que tanto daño
han hecho a nuestra sociedad.
El
siguiente párrafo lo dedico a un gran amigo cuya pareja lo mandó medio a volar,
y quiero manifestarle a través de estas líneas que no se preocupe, y se lo digo
yo, que siempre he hablado en contra de los caballeros. Claro que también hay
mujeres con un gran desencanto que no valoran la sensibilidad y ternura que un
hombre puede mostrar cuando se entrega. Muchas de ellas se creen que no existe
nadie que las merezca, pero son las que al final se quedan solas. (qué risa, yo
diciendo eso). En fin, como le dije a mi amigo, “nada vale la pena para
amargarse la vida”.
Los
dejo hasta aquí deseándoles que les sea leve el ayuno[5], porque eso sí que me
saca mucho de onda, pero ahí me verán cumpliendo con esta obligación moral para
que Dios me perdone de todos mis pecados, que no deben de ser muchos ante las
circunstancias, pero por si las moscas.
La
fuerza hidráulica más poderosa del universo,
es
la lagrima de una mujer.
Carlos
Fisas
Una
nota tragicómica
Quiero
escribir este artículo antes del ayuno, porque siempre después de Kipur[6]
me quedo como atarantada y es que a mí sí me cuesta un chorro de trabajo
ayunar, aunque lo hago con pleno convencimiento y no tan sólo por un legado
cultural de mis abuelos. Aprovecho ese día para reflexionar acerca de mi
persona y de cómo traspasé el último año. Si ustedes creían que yo era algo así
como una chica demasiado moderna por las ideas que a veces planteó aquí,
alejada completamente de costumbres o tradiciones anacrónicas, déjenme decirles
que se equivocan. Tampoco significa que sea una religiosa empedernida cuidando
el Shabat[7], pero sí procuro mantenerme espiritualmente cerca, lo más
posible, de nuestros preceptos. Claro, cuando me encontraba en la universidad
estudiando a Hegel, Feuerbach, Reich y al mismo Marx, entre otros, pensaba yo,
“bueno, esto de la religión si que ha sido un control para que todos alineados
o enajenados vivamos acordes a las buenas costumbres que marca la sociedad”,
pero dado que la religión judía basa muchos preceptos en el marco de una vida
más sana, física y mental, se refutan un poco los conceptos de manipulación de
masas de los cleros (de cualquier religión, obvio). Con la gran riqueza de la
filosofía judía es que mentes tan alucinadas como la mía encuentran un espacio
de tranquilidad y guía que permite no perderse en asuntos muy científicos, esos
que nos sitúan meramente como producto de fenómenos naturales, lo que
provocaría en mí un sentimiento de ser algo así como una cucaracha más en este
bello planeta. Creo que somos algo más que eso, y por ello festividades como
Kipur nos relajan sabiendo que somos seres espirituales que cuestionan su
existencia.
Caray,
prometí ser más alivianada en mi columna, escribir mucho más light,
porque ahora está de modo comer cosas light, y ser más light es
estar más acorde con este mundo que estamos viviendo. Eso de ser muy auténticos
y reflejarnos tal y como somos está muy mal visto en nuestra sociedad. Las
personas mejor vistas son aquéllas que no expresan sentimientos a flor de piel,
es gente más cool, y más cool quiere decir “más fríos”, más
cuidando todo lo que decimos, sin salirnos de la pose. Quienes somos más
abiertos y auténticos, vamos, quienes no tenemos pelos en la lengua somos seres
extraños y sacamos de onda a todos los que se nos presentan en el camino. Ser
franco está mal visto, ser transparente nos hace un peligro para esta sociedad.
El tratado de las buenas costumbres es callarse, es reventarse por dentro para
no aparentar debilidades o para no mover el status quo de la sociedad
hipócrita, de la gente que se mueve cuidando como bailarina cualquier pasito
que da.
¡Caray!,
y repito el “¡caray!” aunque quisiera escribir otra palabra que la censura no
me permite. Sí pareciera que estoy enojada, y claro que estoy enojada porque la
gente no es sincera, porque la gente es chismosa y disfruta de la desgracia
ajena. Esa es una maldita realidad. A la gente no le gusta ver a la gente bien,
a la gente le gusta ver fracasos, no éxitos de los otros. Gozamos cuando
sabemos de un divorcio, de una ruina económica, y mientras existan estos temas
de mesa se la pasa uno bien. ¿No es cierto?
Desafortunadamente,
van a leer esto después del Kipur, y quizás sean cosas que no les venga a la
mente, sin embargo, nunca es tarde para reflexionar acerca de lo que en verdad
somos los seres humanos.
Y
no es que en especial me haya acontecido algo esta semana, es algo con lo que
todos vivimos pero no queremos cuestionar porque sabemos que es cierto y no
podemos resolverlo. Cuando alguien tenga la fórmula de crear seres perfectos,
quizás estemos cumpliendo las predicciones de Huxley, gente padre y buena onda
clonada y reproducida un millón de veces.
Espero
no haberlos aburrido mucho en esta ocasión pero no me venía nada positivo a la
cabeza. Mis dos participaciones de las semanas pasadas parecían un poco más
optimistas. Ni modo. Hice un esfuerzo.
Los
dejo en esta autorreflexión con algunas frases de Allen, que me hizo favor de
enviar una amiga.
Sólo
quien ha comido ajo puede darnos una palabra de aliento, y
El
eco siempre dice la última palabra.
Al
final, el destino
Lo
que a continuación les voy a contar es la anécdota más simpática que haya yo
escuchado de alguien. Resulta que hace algunos meses en una de esas raras
reuniones a las que uno a veces acude por no tener nada mejor que hacer, conocí
a una chava con quien de inmediato comenzamos a conversar sobre álgidos temas.
Ella resaltó el hecho de lo difícil que le resultaba encontrar pareja. Debido a
ese gran vacío y la penosa sensación de profunda soledad, me comentaba que se
había inspirado un poco en la película de Besando a Jessica Stein, que hace
algunos meses se proyectaba en algunas salas de la ciudad de México, y ella
había retomado la idea de cambiar de preferencia sexual para así resolver su
vida sentimental. Cuando comentó eso, yo francamente no sabía qué decir, me
quedé sin habla, estupefacta ante una confesión tan extraña, porque no es que
nos podamos switchear tan fácil ¿O sí? Eso me llevó a consultar a
algunos libros y profesionales en la materia, porque cuando me quedan dudas de
algunas cosas, procuro siempre investigar. Según una buena amiga, especialista
en sexualidad, efectivamente todos podríamos desarrollar tendencias
homosexuales, como una gran curva de un lado a otro, todo depende de múltiples
factores. De momento, pensé en qué parte de la curva me podría encontrar yo
misma, y quizás prefiero no indagarlo. ¡Oigan!, no se asusten, esto no es la
introducción de un destape o mi salida del clóset, no, con todo respeto para
mis amigos gays, éstas son simplemente algunas reflexiones sobre el tema, eso
es todo.
Así
pasaron algunos meses, seguí encontrándome con esa chica. Me trataba yo de
mantener con cierta reserva porque me angustiaba un poco la posibilidad de que
pudiera seleccionarme a mí para cumplir sus propósitos. No quería verme
inmiscuida en una situación de esas magnitudes. Trato de buscar experiencias
para madurar algunas ideas que me sirvan, siguiendo mi vocación de escritora,
pero no quisiera parecerme a Anaïs Nin, quien con sus experiencia sexuales se
hacía parir decenas de ideas que ella misma no podía controlar, que le fluían
como a un río. Escribía las anécdotas de esas ideas suspendidas en el aire,
confundidas entre la autora y el lector, en forma siempre de imágenes
suprarreales.
Mi
amiga, de pronto desapareció. Yo no sabía qué había sucedido con ella.
Justamente el domingo pasado, en un gran evento, asombrada la vi acompañada de
un joven muy apuesto, lo que me obligó a observarla con mucha extrañeza. Fue
entonces cuando me saludó de lejos, y no me quedó más que acercarme a saludarla
con un lenguaje entre nuestras miradas. Sonrió y me presentó a su acompañante.
Continuó diciendo que era su novio y me relató cómo se habían conocido. Esto es
lo más chistoso que he escuchado en mucho tiempo. Resulta que ella acudió con
una amiga a un bar gay, con el fin de llevar a cabo su plan. Fue precisamente
en ese lugar, donde conoció a su amigo, quien por mera curiosidad visitaba esa
noche el mismo antro. Ahí se enamoraron profundamente y hoy son una pareja
feliz con planes próximos para contraer nupcias. Esto me resulta inaudito. Eso
es algo así como que el destino a veces nos sugiere muchas sorpresas con un
mensaje implícito. No sabemos de dónde o cuándo llegará el momento de encontrar
uno a alguien ¿No les parece?
Francamente,
tenía pensado escribir de otros asuntos, sin embargo, creo que esto resulta acorde
a una situación en que se encuentran muchos de quienes se acercan a mi columna,
esa impresión tengo. Creo que he sido un imán para quienes se encuentran solos,
tratando de encontrar a alguien que les mueva a levantarse todos los días con
la ilusión de compartir lo que cada uno es con otro igual o mejor. Y les hago
esta pregunta ¿Para quién soy lo que soy? ¿Para mí misma? ¿Tiene algún sentido?
¿Alguien me lo puede contestar? Nada más les pido que no se refieran a Hegel,
utilicen a otros autores, si les parece bien para retroalimentarnos, o
simplemente sus propios puntos de vista.
Cómo
quieres que te olvide, si cuando comienzo a olvidarte, me olvido de olvidarte y
comienzo a recordarte.
Woody
Allen.
A
los niños les gusta jugar con soldaditos, y a las niñas, con muñecas. Cuando
son mayores es al revés.
Nina
Yomerowska.
Los
hombres, esas tiernas criaturas
No
camines delante de mí, puede que no te siga. No camines detrás de mí, puede que
no te guíe. Camina junto a mí y sé mi amigo.
Albert
Camus
Ahora
empiezo con una cita en lugar de hacerlo al final, dedicada a todos quienes se
han tomado unos minutos de su tiempo con el interés de verter unas palabras a
ésta, su cordial amiga, a través de mi correo y con el gusto de decirles que
esta semana se rebasó el espacio de almacenamiento dada la gran cantidad de
personas que me escribieron. Esto me indica que el escribir esta columna es ya
una gran responsabilidad para mí. Si comencé jugando, ahora estoy segura de que
tengo un compromiso con mis lectores y espero nunca defraudarlos. Y a veces no
puedo contar mucho porque la gente que me conoce de cerca sabría quién soy en
realidad porque muchas veces lo que me siento a platicar con una taza de café
enfrente, es lo que retomo para compartirlo con mis lectores.
Lo
que más me sorprende en los mensajes que me envían es el asombro frente a una
típica muchacha judía de nuestros tiempos, y en medio de los estándares que nos
marca nuestra sociedad en México, que pueda escribir acerca de tan variada
temática en la forma en lo que lo hago. Significa que, tal vez, no me ajusto al
común denominador de las mujeres con las que se encuentran nuestros queridos
amigos, que no satisface los requisitos mínimos en cuanto a intelecto,
simpatía, autenticidad (algo que he señalado en muchas ocasiones), entre muchos
otros factores.
Si
al principio de mis participaciones manifestaba yo la pregunta de qué es lo que
buscan los hombres en una mujer, pues después de 96 artículos que me he
permitido redactar en los últimos dos años, le he dado al clavo con el asunto.
Los hombres quieren una mujer auténtica, clara, abierta, inteligente. Los
hombres tienden a buscar a alguien a quien puedan seguir, están acostumbrados,
no todos, claro, a tener a alguien quien los sepa guiar. No me lo tomen a mal,
pero como la mujer es mucho más intuitiva que el hombre, logra ofrecer puntos
de vista a veces más objetivos. Los hombres solos a veces no saben ni qué ropa
comprar o qué zapatos ponerse. Y desde esto, que es lo más simple, hasta lo más
profundo, siempre necesitan de la guía de una mujer. De ahí, probablemente, que
la gran identificación que tienen con la madre y, posteriormente, con la figura
femenina que se convierte en su leal compañera, tenga un significado tan
poderoso, porque aunque algunos, de repente se porten mal y sean capaces de ser
infieles, nunca podrán prescindir de la suave y tierna mano de una mujer.
Esto
no lo he leído en los libros, es algo que veo en los caballeros que me
circundan, papá, hermanos, amigos, primos, novios y compañeros de trabajo,
entre muchos otros. Por eso los amo a todos, soy una verdadera admiradora de
ellos, aunque a veces aparente rechazarlos, no, todo lo contrario, me
enternecen en una forma muy especial.
Sin
embargo, como dice mi amigo Camus, camina junto a mí. En esos términos podremos
ser la base más sólida de nuestra sociedad en el cumplimiento de reproducir la
especie humana en un entorno mucho más armónico. No se me amontonen. Sólo podré
con uno. Luego les aviso quién.
Un
beso para todos.
Yo
me apoyaré en ti y tú en mí, así todo estará bien.
Si
todos mis amigos fueran a saltar de un puente, yo no saltaría con ellos,
estaría allí abajo para cacharlos.
Dave
Matthews Band
Una
mujer a admirar
Tengo
un efecto de empatía gruesísimo con un personaje de un libro del que no les voy
a decir el título, por ahora, pero sí el nombre del personaje tomado de la vida
real, ustedes deberán investigar de qué libro se trata para que lo disfruten
como yo, sobre todo, las damas que quieran cultivarse con personajes de alta
escala en el feminismo. En cada página dije, “eso yo lo he pensado cientos de
veces, así, exactamente así es mi forma de pensar”, y para que ya no exista
tanto suspenso les diré que se trata de algunos pasajes de la vida de Lou
Andreas-Salomé. Su trayectoria vital simboliza la lucha de las mujeres de todas
las épocas quienes se enfrentan a las convenciones y tradiciones ideológicas de
su tiempo. ¿De qué manera puede una mujer inteligente, creativa y original
relacionarse con hombres de genio sin verse eclipsada por ellos? Lou se dedicó
a responder a esta pregunta mediante el cuestionamiento perpetuo de su propia
existencia. Se casó y, sin embargo, llevó la vida de una mujer soltera; se
sintió fuertemente atraída por el talento masculino, pero nunca hasta el punto
de verse reducida a la condición de discípula o musa... Durante muchos años se
le conoció únicamente como la amiga de hombres de la talla de Freud, Nietzsche
o Rilke, sin mencionar que era también la autora de varios poemas, novelas y de
un estudio feminista sobre la mujer en las obras de Ibsen.
El
libro de Beatriz Rivas (el que estoy leyendo) describe algunas de las
conversaciones de Lou Andreas-Salomé con Nietzsche, y quiero compartir con
ustedes estas ideas. La primera, y fíjense qué interesante aseveración, cuando
dice Nietzsche: “siempre he creído que la grandeza de un ser humano radica en
su intensidad”. Acerca del matrimonio opinaba que “El matrimonio mata al amor,
pues los esposos se convierten, el uno para el otro, en banalidades”. Sin
embargo, Lou Andreas-Salomé escribe acerca de su esposo: “Si durante años fui
tu mujer, fue porque tú fuiste para mí la primera realidad, cuerpo y ser en una
unidad indivisible, una irrebatible de la vida misma. Textualmente, hubiera
podido decirte lo mismo que tú dijiste al declararme tu amor: ‘Sólo tú eres
realidad’.”
Los
dejo con estas ideas, ya que esta semana me han castigado mucho el espacio de
mi columna, ¿a qué se debe? ¿A que hago algunas aseveraciones que hacen algo de
ruido o en realidad el nuevo formato de este medio exige cuantificar el número
de golpes de nuestras participaciones? En verdad no lo sabré nunca, lo único
que me queda es pedir a mis lectores que me escriban porque sin su
retroalimentación no me inspiro y mil disculpas por mover el tapete a algunas
personas. No lo hago con mala intención, todo lo contrario.
Todos
tomamos distintos caminos en la vida, pero no importa
a
dónde vayamos, tomamos un poco de cada quien.
Tim
McGraw
Una
complejidad que asusta
El
fin de semana la pasé muy bien, porque fui a una fiesta de un amigo que cumplía
años y se organizó un súper reventón que estuvo padrísimo y del que tengo
varios comentarios. Comienzo por el más gracioso, y es que de repente se
levantaron los invitados a cantar con el grupo de músicos algunas canciones en yidish[8]
que no había yo escuchado desde hacía algunos años, cuando estaba en el kinder
y en la primaria de mi querida escuela. Era sorprendente como todos teníamos
tan claras en la memoria esas melodías y la letra de esas canciones que a veces
también nos cantaban en casa nuestras bobes. ¡Oh, tiempos aquellos!,
cuando uno era niño pensaba que los judíos al fin podíamos vivir en paz y
tranquilidad, era lo que sentíamos, lamentablemente al crecer nos dábamos
cuenta que esa era una idea ilusoria. El punto es que si en estos tiempos está
de moda ya no hablar yidish o judezmo, tratar de parecer lo más
universales posibles y, como el personaje de Zelig, de W. Allen, escabullirse
como camaleón, invito a todos a que nos demos cuenta juntos que ha sido una
tendencia equivocada de nosotros y de algunas instituciones educativas que
piensan que mantener vivas esas raíces no concuerdan con las necesidades del
mundo moderno, pero éste lamentablemente mantiene los lastres de una conciencia
colectiva no muy favorable hacia nosotros, y vean lo que sucede no sólo en
ciudades de Israel sino en cualquier lugar en el que exista presencia judía.
Pero
vamos a cosas algo más relajadas o quizás no tanto, pero en el plano social
cercano a asuntos de la personalidad de algunos individuos. No sé si les ha
pasado, sobre todo a los que debemos interrelacionarnos más para tratar de
sociabilizar y chance hasta obtener pareja o de perdida conseguir a algún
amigo. Sucede que se da un fenómeno muy extraño en ese tipo de reuniones y es
que la gente no sabe cómo iniciar o establecer comunicación con personas que no
conoce. El rostro que no nos es familiar provoca un extraño aislamiento que
impide siquiera voltear a ofrecer un saludo. Esta situación se da más
ampliamente entre las mujeres.
A la pachanga que menciono líneas arriba,
fui con un amigo, y me sentí rechazada por las damas que se encontraban ahí.
Por más que trataba yo de sacar plática, mis tipas, que parecían culebras no me
daban chance, y eso que no saben quién soy, no cruzaron ni dos palabras
conmigo. Me tuve que conformar con platicar y pasarla padre con mi acompañante,
y conformarme con esas miradas de reojo que me lanzaban; les juro que no
parezco marciana. Tengo dos ojos, nariz y boca, eso es todo. No me quiero
imaginar si supieran que me dedico a retratar gente para mostrar aquí, en este
espacio los comentarios acerca de mis experiencias sociales. Los nombres los
tengo muy presentes pero por razones obvias no los puedo mencionar. Me conformo
con las palabras del gran filósofo que decía que a veces debemos esconder
nuestra genialidad para ser aceptados más fácilmente. Si tenemos que esconder
todo lo que somos, está cañón, el asunto es algo más complejo. Si a través de
esta columna puedo participar en la reorientación de este tipo de situaciones,
pues será más productivo este tiempo que me tomo cada semana frente al teclado.
Sin embargo, les sugiero a ese tipo de gente que llamamos “sangrona”, les
invito a que en un ejercicio de retrospección superen esos actos tan
antisociales.
Les
quería también decir que, y es algo que he descrito en muchas ocasiones, me
sorprende la cantidad de gente que busca pareja. Este fenómeno que atañe a
muchas personas en nuestra sociedad, y no sólo a ciertas generaciones, que se
da en todas las edades, provoca una cacería está muy gruesa. Las mujeres buscan
mil y una formas para atrapar a sus presas, sin importarles el sacrificio de
someterse a procesos tan severos como las cirugías estéticas, dietas, sobre
esfuerzo físico en el gimnasio, engaños, traiciones, libertinaje. La verdad es
que todo eso me asusta.
Hoy
en día, la fidelidad sólo se ve en los equipos de sonido
Woody
Allen.
En
el baño de hombres de un fancy restaurant
Recomiendo
a mis lectores una película que se puso de moda en Bélgica, donde tuvo tanto
éxito que comenzó a traspasar fronteras hasta llegar a las salas de la ciudad
de México. Se trata de Albergue Español, no les cuento de lo que se trata,
simplemente creo que vale la pena pasar el dato a mis entusiastas lectores,
porque estoy segura de que les va a gustar mucho.
Quiero
contarles que un amigo me invitó a comer, y que yo accedí porque estaba de muy
buen humor. Nos dirigimos a un restaurante que, como todos los lugares nuevos,
se había puesto medio de moda, ahí en la zona hotelera de Polanco, el típico
lugar nice, con gente bonita, gente sin preocupaciones, en ese tipo de
ambiente en el que quien no sonríe se ve mal. Les confieso que aborrezco esos
lugares porque, francamente esa no es mi onda. Estaba ya tan distraída
observando a la gente, pensando en mil cosas, que de pronto me dirigí al
tocador para lavarme las manos y de repente me di cuenta de que me había
equivocado y entré al baño de caballeros, demasiado tarde porque cuando levanté
la vista tres caballeros estaban ahí, orinando frente a mí. Me quedé fría ante
el espectáculo, especialmente uno, al voltear, soltó una gran carcajada, lo que
me hizo sentir la cucaracha más grande del mundo, de pronto me dio vueltas
todo, y no sé cuánto tiempo me tomó reaccionar para pedir disculpas y retirarme
ante el eco de risas de aquellos hombres.
Llegué
sumamente nerviosa a la mesa, del rojo mi cara cambió a un marcado pálido, y no
sólo se me quitó el apetito por la impresión que me llevé, sino también cuando
vi los precios del menú. Francamente no sabía qué seleccionar, me daba pena,
los platillos no bajaban de los doscientos pesos. Lo que vino a rematar mi
sesión gastronómica fue que uno de los hombres que había yo visto en tan
incómoda situación estaba sentado en la mesa justo frente a la mía, y toda la
comida se la pasó mirándome y sonriéndome, hasta llegar al grado de que cuando
mi acompañante se retiró, precisamente al baño, se para a entregarme una
tarjeta con su nombre y con la frase: “llámame más tarde”. Me dispuse a seguir
con mis alimentos y tratar de tranquilizarme para que mi amigo no se diera
cuenta de toda la situación que estaba yo pasando, lo cual me fue
verdaderamente imposible hasta que logré salir de aquel lugar.
Ya
a solas en casa, me dispuse a caminar por los camellones de mi apreciable
colonia, lo que acostumbro cuando tengo un marasmo de ideas. Mientras caminaba,
pensaba todo el tiempo en el rostro de aquel apuesto caballero a quien,
accidentalmente conocí tan íntimamente, pero no accedí a llamarlo, aunque
resultaba algo tentador. Afortunadamente, mi atención se distrajo cuando
observé a una familia sentada en el pasto, sirviéndose comida de cuatro
recipientes y unas sopas instantáneas que disfrutaban plenamente. Me dije,
“cómo son las cosas, creo que ellos están gozando mucho más esta comida de la
que yo gocé con tan caros platillos”. Al otro día, amanecí con algunas ronchas
en la piel. No sé cual plato me cayó mal de los que probé en el fancy
restaurant.
Pero
pasando a cosas menos, esta semana fue el día internacional de la no violencia
contra la mujer. Ese tema me recuerda la risa de los caballeros en el baño
porque cuando un hombre puede, en ciertas ocasiones burlarse de una dama, no
pierde oportunidad.
En
fin, el tema da para muchas páginas, pero déjenme decir algo, estos son los tiempos
de mujeres como el personaje de la película de Allien, el octavo pasajero,
seguramente ustedes han tenido oportunidad de verla y, buena o mala, el
personaje femenino que logra, con su inteligencia y a pesar de su belleza,
dominar a la bestia es la única sobreviviente de la nave, también tripulada por
un montón de hombres.
La
frase de hoy, no tiene nada que ver con esta columna pero de todos modos la
quiero brindar a ustedes:
Todos
escuchan lo que dices. Los amigos escuchan lo que
dices.
Los mejores amigos escuchan lo que no dices.
Del
cuerpo del hombre y cómo lo percibimos
Hola,
mis queridos amigos. Esta semana me han limitado mucho el espacio, por lo que
voy a tratar de ser lo más breve posible. Resulta que esta semana recibí un
correo que me causó más risa que un chiste. Una amiga lectora me felicita
porque le he dado una magnífica idea para tratar de conocer a un galán después
del incidente en el baño de hombres que relaté, y me dice que buscará la manera
de hacer lo mismo. Le recuerdo que a mí me sucedió por accidente, no debemos
perder la autenticidad en situaciones como ésta, ya que la sorpresa expresada
en mi rostro fue lo que ocasionó la reacción de los caballeros. Pero si retoma
esta idea como una travesura, pues quizás le podría yo recomendar que entre al
Baño de Caballeros del CDI porque ahí seguramente encontrará mucho más modelos,
y totalmente desnudos. Tengo que confesar, aprovechándome mi anonimato, que esa
era una fantasía que tengo desde niña. Entrar, siendo transparente, a esos lugares
puede resultar sumamente divertido, imagínenselo siquiera por unos segundos.
Yo, única mujer entre puros varones, mi padre les tiene prohibido que anden por
la casa en ropa interior, eso siempre ha sido un gran tabú, cuidar a la
mujercita de la casa para que no vea cosas grotescas, y eso es tan fuerte que a
la mejor por eso, de una forma inconsciente me sucedió lo que me sucedió.
Por
favor, no me vayan a escribir para invitarme a ver desnudos, me conformo con
las artes, apreciando al David de Miguel Ángel o los pronunciados músculos de
los hombres en el Rapto de las Cibeles, son magníficos. Sin embargo, en otros
temperamentos o circunstancias, no me cabe duda de que puede resultar sumamente
impactante para una mujer conocer bien de la sexualidad masculina. Bueno, ya no
le sigo porque yo misma ya me estoy poniendo roja de la pena. Para mí es más
fácil hablar de la sexualidad femenina o del cuerpo de la mujer, incluso
existen magníficos poemas alusivos a nuestras partes anatómicas, con lo que se
comprueba que una mujer poetiza debe ser muy cuidadosa cuando habla de los
órganos sexuales del hombre, mas un poeta puede decir lo que sea y como sea
acerca de nosotras, como ejemplo a continuación les muestro un ejemplo de Rafel
Alberti escrito así sobre los senos:
Oh
tú, mi amor,
la
de subidos senos,
en
punta de rubíes levantados,
los
más firmes, pulidos, deseados,
llenos
de luz y de penumbras llenos.
Hermosos,
dulces, mágicos,
serenos
o en la batalla erguidos, agitados,
o
ya en juegos de puro amor besados,
gráciles
corzas de dormir morenos.
Oh
tú, mi amor,
el
esmerado estilo de tu gran hermosura
que
en sigilo casi muriendo alabo a toda hora.
Oh
tú, mi amor,
yo
canto la armonía de tus perfectos senos
la
alegría al ver que se me abren cada aurora.
Hace
algunas semanas, comentaba yo que era mi artículo número 96, hoy llego al 100 y
yo misma me sorprendo de la constancia que he tenido. Ustedes se podrán dar
cuenta de mis estados de ánimo, cuando estoy en etapa depresiva-represiva
escribo de una forma, cuando me encuentro en euforia escribo de otra. No soy
una bipolar clara, porque afortunadamente no he llegado a tanto, pero sí
manifiesto que mis exabruptos estados me enfocan hacia caminos distintos en
esto de expresarme y catalizar, sublimar, hacer catarsis, etcétera. Mi amigo
Segismundo lo decía constantemente, que el neurótico altamente artista o el
artista altamente neurótico, ¡vamos!, es lo mismo, necesita ser alguien más
complejo para atraer a los demás. La excentricidad es el combustible del arte,
y si excéntrico significa no tener el mismo centro, pues me corresponde
precisamente ese carácter. Ser extravagante sin ser estúpido es lo importante,
porque también esa amalgama se da muchísimo en la gente que aparenta ser
diferente, cuando en el fondo solamente existe un idiota atrás del gran
disfraz.
Hay
quienes estropean relojes, para matar el tiempo.
Adivinen
quién lo dijo.
La
química del amor
En
esta ocasión, les quiero compartir algunos ejercicios de éxtasis para comenzar
muy alivianados este año. Por supuesto que han escuchado hablar de la química
del amor, esa que puede haber entre dos personas cuando Cupido lanza el
flechazo. Esa maravillosa sensación de estar enamorado que nos beneficia o nos
enferma, dependiendo de si existe reciprocidad o no. El primer ejercicio, para
todos ustedes que tienen la imperiosa necesidad de vivir en éxtasis, de
disfrutar profundamente experiencias tórridas que lo hacen a uno perder la
cabeza, es la siguiente, atrévanse a hacerlo, inviten a esa persona de la que
tienen tantas ganas o ustedes, gente en matrimonio que han perdido la chispa,
reencuentren a su pareja y realicen una sesión de hedonismo puro. Les
recomiendo una buena música de fondo, algo así como el October Proyect,
la canción número cuatro de ese CD, A lonely voice, o la siguiente que
se titula Eyes of mercy, con un fino incienso afrodisiaco, una copa de
buen vino español o francés, para quienes no toman alcohol, un té de miutle, si
lo logran conseguir en el mercado es muy benéfico para quienes tienen la libido
apagada. Y después, hagan el amor… verán como se sentirán mucho mejor y esas
depresiones escondidas se irán a la basura.
Les
comento una experiencia que podría ser útil a las jóvenes que me leen. Cuando
tenía yo dieciocho años, mi falta total de experiencia con los hombres no me
hacía definir las situaciones en las que me veía entrometida. Por ejemplo,
chavos profundamente interesados en mí que no se atrevían a establecer un
noviazgo conmigo por miedo, terror, hasta al grado que preferían huir
impávidamente. ¿Qué onda? Me di cuenta algún tiempo después de eso, pero
díganme en buena onda, qué pretenden, porque les doy otro ejemplo, un galán me
pedía tener relaciones con él, y cuando le contesté que no estaba yo preparada
para ese tipo de relación, me dijo, “¡Qué bueno que me contestas eso, porque de
haber aceptado me hubiera decepcionado de ti!”
Pregunto,
¿quién caramba los entiende?
No
les gustamos liberadas, tampoco mojigatas santurronas, y nosotras nos enredamos
entre salvar dignamente nuestra reputación y reprimir nuestras propias
necesidades. En fin, no es el único punto antagónico de la esta vida en
sociedad con seres tan extraños.
Tengo
que reconocer que también existen algunos con los que me he podido relacionar
divinamente y a quienes siempre recordaré por esos momentos que me han dado
posibilidad de ser una mejor persona para vivir en pareja. ¡En serio!
La
semana pasada, recibí más correos de damas que de caballeros y eso es algo
extraño, porque a últimas fechas recibía yo sólo comentarios de caballeros. Me
pregunto si habré sido muy agresiva en mi columna. No lo creo, sólo estoy
cotorreando el punto.
Una
mujer que se divorció recientemente me dijo: “Yo vivía sola hasta que me
divorcié”. ¡Estuvo fuerte, no!
Lo
que teme un hombre cuando piensa en el matrimonio no es atarse a una mujer,
sino separarse de todas las demás.
Ellen
Rowland
La
humanidad fallida
La
verdad es que hoy estoy muy aburrida, no he dejado de atender asuntos de
trabajo, y mi vida personal dónde queda. Ojalá alguien me pudiera orientar para
superar el ahogo que me provoca no tener el tiempo suficiente para vivir, o qué
si uno quiere trascender profesionalmente, así es como uno debe de comportarse,
dedicado a trabajar o transportarse al trabajo. Cuando, de estudiante, leía los
asuntos de enajenación del proletariado, lo veía como si fuera un grupo de
personas que, pobrecitas, tienen que trabajar, pero también pensaba que no
tenía nada de malo trabajar, más aún cuando estaba ahí en la Universidad para
prepararme bien y tener un futuro promisorio trabajando. Sin embargo, creo que
se mantiene una muy mala estructura laboral en todas partes. Hacer más
eficiente nuestro desempeño redituaría en más tiempo libre, y en esa salud
mental funcionaríamos mucho mejor frente a nuestros escritorios.
Creo
que falta mucho para que la mentalidad de los patrones o de los jefes de
personal ideen nuevos métodos de productividad enfocados a delinear un sistema
para trabajadores felices y libres, dedicados con esmero y entrega a sus
labores cotidianas.
En
otro orden de ideas, me he percatado del alto consumo de fármacos para obtener
felicidad, tranquilidad, para ser más ecuánimes y subsistir en este sistema de
cosas. Quiere decir, volviendo al tema de las equivocadas infraestructuras de
nuestras vidas, que el hombre nunca ha sido libre, desde que nacemos hasta que
morimos, tenemos un sinnúmero de lazos que nos atan y estas ataduras aprobadas,
este deber ser, nos ha orillado a buscar panaceas que nos acercan más a
la muerte que a la vida. Quiere decir, cuando nos convertimos en adultos,
necesitamos drogas para conciliar el sueño o para mantenernos tranquilos, sin
ansiedad en cualquier reunión que nos implique tensión, o antidepresivos para
contar con el ánimo de seguir subsistiendo, ya no somos capaces, por nuestros
por nuestros propios medios, de encontrar la felicidad y la emoción de
despertar cada día.
Necesitamos
del éxtasis artificial, creo que los seres humanos hemos fallado.
Cuando
uno se halla habituado a una dulce monotonía, ya nunca ni por una sola vez,
apetece ningún género de distracciones, con el fin de no llegar a descubrir que
se aburre todos los días.
Aburrirse
en el momento adecuado es signo de inteligencia.
Anne
Louise Gemaine de Stael
Los
apegos
Existen
muchos tipos de personas, somos un grupo heterogéneo, con miles de pensamientos
que circulan en nuestras mentes, con emociones, sentimientos, formas de ser,
etcétera.
También
tenemos gustos, predilecciones, deseos y, por supuesto, algunos factores que
trastornan y hacen posesión de nuestra cordura, conducta, estado mental.
Entre
fortalezas también nos acompañan nuestras propias debilidades, cuando
necesitamos cobijarnos o acudir a objetos que nos reconfortan, cosas que
nuestro inconsciente nos exige como una tela transparente que impone su fuerza
y exige rompiendo cualquier posibilidad racional de comportamiento.
Existe
mucha literatura acerca de lo drástico que pueden ser los apegos, que si son un
estado emocional de vinculación compulsiva, vivir una paz frágil y precaria,
que son los controles a los que los demás nos someten y a los que nosotros
mismos nos esclavizamos. Como una droga que necesitamos para poder subsistir.
Perdemos la propia libertad sobre el amor, mezcla de ansiedad, posesividad,
tristeza y dolor.
Sin
embargo, qué pasa si le damos un giro positivo a los apegos, una palabra
prohibida por algunas formas de auto ayuda o corrientes psicológicas, qué tal
si el apego nos conduce a la generación de energías, porque cuando tenemos la
posibilidad de sentir esa necesidad apasionada, y no necesariamente sexual, por
alguien, la vibración que fluye alivia, desarrolla la cualidad propia de los
humanos para relacionarnos con quienes más efecto psicotrópico natural nos
genera.
En
este espacio les doy el permiso de sentir sus apegos como algo no prohibido, el
viaje puede presentar caminos abruptos, entintados de melancolía y sufrimiento,
pero qué es la vida sin eso. "Yo sufro la ausencia y el espacio duro; la
pena es un muro", decía Marguerite Yourcenar, ¡qué insípido hubiera sido
ser feliz!
"Vuelvo
a pensar en ti, y te vuelvo a olvidar" también expresaba, pero miren la
capacidad de ideas que los apegos generan en los más grandes escritores.
La
mujer ¿otra visión?
qué
pensarán de mí, que traiciono nuestros secretos, que me invade un serio
problema con mis hermanas, madre o abuela, todas mujeres. Para comenzar les
comparto que desafortunada o afortunadamente no tuve la dicha de interaccionar
con una hermana. El cigoto de mi madre en sus divisiones mitóticas, me produjo
a mí, exclusiva hembra entre varios hermanos, y por eso no conozco a las
mujeres, además de mi madre, por lo tanto me retracto para hablar de ellas. Sin
embargo, la intuición me permite examinar a las que me acompañaron a lo largo
de mi historia académica, quienes en un plano sustituto, conformaron el rol y
con quienes me fui dando cuenta de cómo se comportan, en qué piensan, cuáles
son sus sueños, sus ansiedades y sus desvelos.
Primeramente
les diré, que desde niñas su vida transcurría confusa, con una alta incidencia
en mensajes ocultos que, por una parte manifestaban la importancia de un
desarrollo independiente, pero siempre barnizado de la entera necesidad de
sentirse incompletas, en el rescate por agradar a papá, como un leve
experimento de mañana seguir necesitándolo con toda la parafernalia que
conlleva esto, desde los aretes hasta las ideas obtusas para no parecer
inteligentes, y algunas no lo eran.
No
obstante, todas bajo el mismo esquema, siguieron los pasos, para despertar la
verdadera vocación, mas no pretendo tener la capacidad para transmitir la épica
de la experiencia femenina. Sólo y únicamente, decir que sean cuales sean los
motivos de sus vidas, lo más importante en todo caso, que sean conscientes de
lo que cada quien decidió para encontrar su camino. Quizás pareciera que sufro
eso a lo que me refiero, pero les tengo noticias, no lo sufro. No soy presa de
nadie, para salvaguardar mi seguridad ni económica, ni intelectual, ni
emocional, ni afectiva, pero la verdad es que me robé este escrito que me dejó
un fantasma y pues lo quise compartir con mis lectores.
Sin
embargo, saben, existe el amor.
“El
amor es una ilusión, una historia que una construye en su mente, consciente
todo el tiempo de que no es verdad, y por eso pone cuidado en no destruir la
ilusión.”
Virginia
Wolf
Cómo
funcionamos las mujeres en nuestras relaciones. Epílogo.
Algunas
conclusiones al conjuntar a varios autores que he tenido oportunidad de
consultar me dicen en su profundo análisis, lo que determina que todo lo que
nos sucede a las hembras está íntimamente relacionado con nuestras madres.
Quiere
decir, que todo está determinado por el grado de simbiosis que establecimos con
nuestras progenitoras, y la vida sexual, psíquica y todo lo demás, es un
resultado de esa primera relación amorosa con nuestra madre.
Claro,
esto en apariencia no es nada nuevo, Freud ya lo venía diciendo, pero parecía
que no estaba del todo seguro, porque cuando él hablaba del asunto edípico,
pensó seguramente en él como hombre, y nunca le quedó muy claro cómo desmembrar
el asunto desde la perspectiva del sexo opuesto, ya que cómo sería que una
bebita recién nacida podría necesitar tanto a mami, o peor que eso, que fuera
su objeto de deseo, lo que suena algo extraño para quien no tiene falo. Lejos
de ser una postura falócrata, llegaron después los post freudianos y dijeron,
no es exactamente eso, más bien es el pecho, la mama. Y entre que esto y el
otro, nos tienen mareadas, confundidas, absortas, y resulta que las mujeres
somos cómo somos, no por la cantidad de hormonas segregadas disparadamente en
un ciclo menstrual, sino porque además, nuestras locuras y en ocasiones nuestra
pobre capacidad de amar, se debe al grado de vinculación simbiótica materna.
Como
siempre existe una posición que favorece a los caballeros cuando se asegura que
ellos nunca tienen la culpa de nada, permítanme reírme porque entonces la
conclusión es que necesitamos hombres maternales, amorosos, cariñosos,
tranquilos, comprensivos, complacientes, intuitivos, etcétera, y díganme si
ustedes mujeres del siglo XXI, han encontrado a alguien con esas
características. Yo en lo personal, no. Mas no quiere decir que no exista esa
posibilidad en algún objeto. Hay que buscar, sin duda.
[1]
Bobe, “abuela” en yidish, idioma de los judíos originarios de Europa central.
[2]
Shabat, en hebreo “sábado”, el día de la semana más importante en la religión
judía-
[3]
Zeide, “abuelo”, en yidish.
[4]
Shul, templo, en hebreo.
[5]
“Conectando gente”, slogan publicitario de la empresa coreana de
electrodomésticos Panasonic.
[6]
“Mandamiento, obligación”.
[7]
The American Association for Marriage and Family Therapy
[8]
K, “templo” en hebreo; knis, ¿en yidish?
[9]
Shaná Tová, “Feliz año nuevo”, en hebreo, 5764 inició en septiembre de ___
[10]
Shul, “templo” en hebreo
[11
Shofar, cuerno, generalmente de carnero, que se toca en algunas festividades
religiosas judías.
[12]
Rosh Hashaná, año nuevo, en hebreo.
[13]
En muchas celebraciones judías, se acostumbra el ayuno, incluyendo el día
previo al año nuevo.
[14]
Yom Kipu, el Día del Perdón, que se celebra a la semana siguiente de Rosh
Hashaná, y cuando se acostumbra pedir perdón y perdonar las ofensas a personas
que ´pudieron sentirse agredidas por nuestras acciones o palabras.
[15]
Shabat, el sábado, día sagrado para la religión judía.
[16]
Yidish, idioma común de los judíos de Europa central y oriental.
Enero
2005, año nuevo
Las
vacaciones me ayudaron a relajarme un poco, sin embargo, inicié el año con una
extraña sensación que comenzó el 31 de diciembre, al no aceptar invitación
alguna para celebrar la llegada de 2004. Decidí pasar esa fecha con mi perrita,
una de mis más entrañables y fieles amigas, por no decir la única para no herir
susceptibilidades de algunas de las amigas que conocen mi identidad. A eso de
las diez de la noche, me dispuse a preparar un rico fondue de queso, pan
y vino blanco, espumoso e italiano, para de una manera sui generis
celebrar conmigo el inicio de un nuevo periodo.
Pasaban
los minutos, pero aún muy lejos las doce de la medianoche, camine hacia el
jardín para disfrutar de ese cielo lleno de estrellas que gracias a las vacaciones
parecía de la típica provincia mexicana. La tierra del jardín lucía sedienta,
comencé a regar agua y repasaba la idea de querer recibir así el año nuevo,
comenzaron los cohetes y uno que otro grito de la casa de enfrente. Fue
entonces que me percaté de que había llegado el cambio de fecha en los
calendarios, en mi celular, en el monitor de la computadora y el reloj de la
cocina.
Mis
propósitos para 2005 no los conozco. Han pasado cinco días y aún no los sé.
Quizás me proponga otras cosas, pero al final creo que serán las mismas, y sin
embargo, sigo igual. Algunos cambios por la gente que se fue, por la que vino,
por la que ya no es.
Y
si notan que no me captan muy optimista en estos párrafos, es porque en
invierno, me atacan algunas alergias que
me provocan este estado, es algo temporal, no se asusten. Les prometo luchar
contra la histamina que invade mi cuerpo y provoca una baja en mis endorfinas.
Aunque creo que regular el flujo adecuado de éstas, se encuentra dentro de uno
mismo. Hay que conocerse y quererse, sin olvidar, que también debemos querer a
los otros. Lo demás, o sea las endorfinas, llegarán por añadidura.
El
matrimonio, institución en extinción
Coincido
que es una institución en vías de extinción, y no porque no crea en el amor, sino
porque soy una realista que profundiza en las más diversas variables que se dan
en este fenómeno de la pareja humana. Jugando con los números, la gente cercana
a mí se encuentra en varios estados que van desde la soltería, pasando por la
unión libre, probando si resulta antes de cualquier compromiso, hasta los que
planean unirse, seguidos de los que ya se casaron, y hasta llegar a los que ya
se separaron y también los que prefieren vivir en pareja, pero cada quien en su
propio lugar, y ésta es la nueva moda. ¡Qué ideas estoy dando!, ¡Dios mío!,
¡ejemplos indecorosos! Seamos honestos, todos hablamos de este nuevo fenómeno
social, que no espanta a nadie, ni siquiera a los hijos, que en muchos casos se
ven afectados por estas formas de familia moderna.
Es
un tema que me apasiona desde que tengo uso de razón. Desde niña observaba la
relación de mis propios padres y francamente me eran incongruentes muchas
cosas. A eso, habría que sumar que soy la única mujer entre puros hombres, por
lo que conocía algunas de las debilidades de ellos y de papá… eso está para
Freud, lo sé.
Sin
embargo, no quise formarme una hipótesis que pudiera perjudicar mi vida de
mujer, sumado a estos prejuicios se encuentra mi propia experiencia y, peor
aún, la opinión de las mujeres de los grupos de profesionistas a los que
pertenezco y de los que se derivan opiniones que, quiera una o no, son una
realidad.
Me
decía una connotada abogada, que los grupos feministas tienen tanto éxito
porque las mujeres se complementan más entre sí mismas que en nuestras
relaciones con honorables caballeros, y lejos de que la puesta en cuestión
pudiera llegar a tener diversas preferencias sexuales, mencionaba que lo único
que buscan ellos en nosotras es satisfacer sus instintos, además, muchos ni
siquiera sabían hacerlo bien porque no conocen las partes genuinas de la mujer.
En verdad me hicieron reír tanto esos comentarios, hechos además en una forma
tan enérgica y contundente, que sin tratar de esconder mi asombro, prefiero
compartirlo en estos párrafos con ustedes, y si mis lectores más asiduos
estadísticamente son caballeros en un 95% (dato tomado de los correos que
recibo), temo que mis comentarios no
serán de su total agrado, al tener el peligro de herir algunas susceptibilidades,
mas no es la intención.
“Los
antiguos valores que se idolatraban se han perdido...
quizá
ahora sea el momento de replantearse la existencia.”
(Battousai,
el asesino).
Fingir
personalidades
Mujeres
sin control cuando las relaciones no son auténticas, cuando pretendemos mostrarnos
artificiales porque en ocasiones no estamos seguras de que si lo que somos,
pueda efectivamente ser atractivo para la otra persona. Esta es la parte
crucial de la infelicidad, pretender no ser nosotras mismas, así inician los
problemas existenciales y de alta presión por mantener un rol que no nos
corresponde.
Lo
que resalta llevado a términos de análisis social, es cuestionar el hecho de si
existen personas que en sus matrimonios falsean su propia personalidad y forma
de vida, lo que aunado a nuestras propias necesidades proyectadas en encontrar
al ser que realmente necesitamos, complica y enreda profusamente nuestras
circunstancias personales en pareja. Y claro, llega el divorcio al no ver
cumplidas las expectativas.
Es
triste y cercano a la realidad, este fenómeno se encuentra en gran medida
debido también a la imperiosa necesidad de encontrar a toda costa a la supuesta
persona amada.
Lo
más grave es que eso nos sucede con la demás gente, en el afán de siempre
agradar al prójimo al alto precio de vivir la vida de los demás, sin la
conciencia de que eso no es en el fondo lo que queremos de nuestras vidas. El
sistema nos ha sido impuesto, nos empuja
a ser y aparentar lo que no somos.
Quizás
sería bueno meditar acerca de lo que realmente queremos y lo que habita en
nuestro ser interior para satisfacernos a nosotros mismos con plenitud y
tranquilidad, mientras eso sucede, sigamos pues fingiendo.
Quién
está mal…
Lukas
es un genio de la cinematografía, el género de ciencia ficción no es lo que más
me agrada, no porque lo considere poco valioso, por el contrario, no sé que
proceso mental se establece en mí que siempre, al presenciar un filme con esa
temática, salgo despavorida de la sala y aún no he podido encontrar la causa de
tal aversión. Puede deberse a mi sobre imaginación y también tiene algo que ver
con mis estados de ansiedad. Hace algunos años, una amiga psicóloga me decía
que yo me desesperaba mucho cuando la gente hablaba, veía algunos problemas en
mi lenguaje al pensar más rápido de lo que hablo, y quizás a eso se deba mi
afición por la escritura. Con ella, tengo más control de lo que fluye de mi
pensamiento, se caracteriza por estar siempre fuera de la proporción usual,
razón por la que trato de cuidar al máximo lo que digo. En varias ocasiones he
manifestado, el sentirme fuera de lugar en cualquiera de las reuniones que
asisto con la vaga ilusión de poder compartir con la gente algunas ideas, sin
embargo, no toman el sentido de las cosas y siempre termino preguntándome,
quién es el que está mal.
Para
no sentirme como bicho raro, procuro entretenerme en otros asuntos, y es
entonces cuando mi imaginación comienza a fluir y siento que no estoy en el
lugar ni en la dimensión, mis oídos dejan de escuchar y mis ojos no ven
alrededor, sin embargo, es algo que disfruto plenamente, y si ustedes creen que
estoy a punto de perder mis facultades, están ciertamente equivocados.
Prefiero
entonces hablar de cosas como los filmes que me gustan, soy una fanática de
Woody Allen, un genio que ofrece lenguaje en un solo movimiento de cámara, como
Berman, profundidad del ambiente social y psicológico de los personajes. Ese
status de vacío y soledad que encontramos infinidad de veces los que,
precisamente como yo, tratan de hallar en las superfluas reuniones sociales, la
compañía adecuada que les permita seguir la semana con un poco más de ánimo. Me
pregunto, qué afán porque transcurra el tiempo y que llegue ese mismo instante
de inopia espiritual en la búsqueda de mejores alternativas.
Comunicación
intergeneracional nefasta, cuando se parte del principio en que los adultos no
se actualizan, poco tienen que decir. Invito a envolverse en las nuevas formas
de pensamiento, y esto no quiere decir que sintonicen una estación de radio
diferente, más bien que sintonicen lo que los jóvenes necesitan para poder
sobrevivir en un mundo de caos en lo incognoscible.
“No
me interesa aquel que haya conocido, llevado en litera,
mil
cimas de montañas y así observado mil paisajes porque,
en
primer lugar, no conocerá uno solo verdaderamente y, luego,
porque
mil paisajes no constituyen más que
una
partícula de polvo en la inmensidad del mundo.
Me
interesará sólo el que haya ejercitado sus músculos en la ascensión de una
montaña, aunque sea la única, y así estar capacitado para comprender todos los
paisajes por venir y, mejor que el otro, los mil paisajes que le han enseñado”.
Antoine
de Saint Exupery
Las
mujeres y sus múltiples opciones
Tengo
la mente muy clara después de algunos días de encontrarme observando a gente
distinta, mientras gozaba del sol y la playa, una por cierto nudista, y de
vuelta a la realidad, he pensado que muchas veces nos encontramos inmersos en
una gran burbuja de cristal que nos impide ver otros mosaicos y eso nos
deshumaniza.
El
contraste viene de una experiencia que tuve al acompañar a una amiga tanatóloga
que trabaja como voluntaria en un hospital para gente de muy bajos recursos. Mi
amiga me advirtió que podría yo salir algo impactada de lo que estaba por
observar. Así fue. He estado meditando acerca de esas imágenes y no encuentro
la forma de desecharlas. Es entonces que voy a cambiar de canal y trataré de
escribir acerca de cosas más vanas para instalarme en la mecánica del rol que
jugamos, en aras de mostrar nuestra fortaleza interna y esas sonrisas que en ocasiones
se desvanecen por su falsedad.
En
otros puntos, este ejercicio de escribir lo primero que me viene a la mente
resulta muy sano y apto para aclarar mis pensamientos confusos.
Por
cierto, y cambiando el tema en una forma brusca e imperativa, se han dado
cuenta de cuántos programas televisivos que presentan reflexiones de personajes
femeninos han tenido éxito y están en boga. El primero es el ya clásico, Sex
and the city, Desperates housewifes, y el que ya rebasa los límites es el The L
World, en donde los caballeros ya ni existen.
El
común denominador de estos programas es que las mujeres nunca estamos contentas
con nada, si porque estamos solteras y tenemos la libertad de probar la gran
gama de modalidades de hombres, o las casadas con sus propios conflictos,
incoherencias, dudas, frustraciones y soledad acompañada, o en la última serie,
cuando deciden o se dan cuenta de que prefieren la homosexualidad también con
sus múltiples complicaciones.
Y
si lo que digo deleita a los apreciables caballeros, señores, deben de tener
muy presente que así somos las mujeres, y como esta semana me dijo un amigo muy
atractivo, no puedo vivir con ustedes pero tampoco sin ustedes. Ese ha sido el
cuento de nunca acabar, mas cómo lo disfrutamos ambos.
Olvidaba
que comenté acerca de la playa nudista, eso los debe tener absortos, esperando
a que llegue el párrafo que trata de esa vivencia que considero infantil, les
confieso que esa travesura la hice en compañía de unas amigas y si esta edición
no atenta contra las buenas costumbres, me da mucha pena no poderles referir ni
describir nada de lo que presencié, lo único que deduje y lo que puedo
empalmar, es que si desde niña tenía la fantasía de entrar a un baño de
caballeros, se me han quitado las ganas, y por lo que a las mujeres
corresponde, creo que muchas deberían de ir más seguido a un gimnasio… qué
comentario tan superficial ¿no les parece? Termino con una frase de Eugene Ionesco que me gusta mucho: “La libertad de la fantasía no es ninguna huida a la irrealidad;
es creación y osadía.”
Lo
que en la vida vale la pena
Cuando
vemos lo que ha sucedido por los huracanes, tsunamis, la fiebre aviar,
atentados terroristas, etcétera, etcétera, nos damos cuenta de lo absurdo que
puede ser todo. Después de eso, nada tiene importancia.
Ayer
soñé con mi madre muerta, estaba enojada conmigo como siempre lo estuvo, quizás
por mi simpleza a pesar de mis complejidades o porque yo tuve una madre mucho
más liberal que la de ella para permitirme disfrutar en otra forma las cosas de
la vida. Se asustaba mucho de lo que mi mentalidad podía ocasionar, pero
también sabía que mi propia inteligencia lo iba a refutar.
Freud
Me
pareció una noticia muy buena que el Ministerio de Cultura de Austria decidió
que 2006 sería el año de Freud, en ocasión de los ciento cincuenta años de su
nacimiento, y que se llevarán a cabo un sinnúmero de eventos en torno a tan
célebre científico. Como ustedes saben, Freud es uno de mis personajes
favoritos, porque soy alguien quien ha leído, si no todos sus libros, sí la
mayoría de éstos y los de su hija Anna, y los de sus críticos y seguidores, en
los que siempre, sin lugar a dudas, he encontrado una respuesta a mis
conflictos existenciales. La ciencia del insconsciente.
Es
tal mi identificación con Freud, que un maestro aficionado a las alumnas judías
en la universidad, siempre me cuestionaba todo, dada la similitud en algunos
diptongos de mi apellido con los de Freud y Feuerbach, y no les digo más,
porque pretendo seguir con mi anonimato, sin la clave para encontrar mi
apellido.
Acerca
del los temas del psicoanálisis, siempre la gente me ha relacionado o sugerido
visitar el diván, y no duden que lo necesito, pero no les voy a confesar si
estoy en ese ejercicio, prefiero que lo intuyan los expertos si mis textos
reflejan las virtudes del análisis, el equilibrio que me provoca la plena
transferencia en la química cerebral, en el control de los estados de pánico,
ansiedad, depresión y desánimo, y la comprensión de mi propia existencia, mis
pulsiones de vida y de muerte.
Se
necesita valor para repetir los esquemas pasados, el ejercicio es duro y
difícil, pero vale la pena.
Lo
que es un hecho, y regresando al asunto anterior, no me cabe duda de que Freud
nos hizo conocer dos fuerzas poderosas y sus demandas sobre nosotros. En un
tiempo cuando todo el mundo creía en la racionalidad del ser humano, nos
demostró cuánto de nuestro comportamiento estaba influenciado por el
inconsciente. Cuando la gente consideraba que éramos individualmente
responsables de nuestras acciones, nos enseñó el impacto de la sociedad, quiere
decir, como las manifestaciones psíquicas están siempre con nosotros de una
forma o de otra. Y del amor, mejor no hablemos, al menos en este párrafo.
Su
nombre seguirá, siendo uno de mis temas. El lugar psicoanalítico debe ser como
el universo, se necesita masa, energía y espacio para que sea posible, aunque
se parezcan más a la terminología de Einstein.
Libertad,
sexualidad y capitalismo
Así
como Adam Smith es el padre de la economía política, hablamos de Freud como el
de los estudios de la sexualidad, aunque claro, existen muchos antecesores a
estas teorías y si ustedes no lo saben, ni más ni menos el para muchos
despreciable Marqués de Sade, fue uno de los que dio los primeros avances que
quedaron en la hoguera, dado el marco político y social en el que este
personaje vivió. Su constante crítica a la monarquía francesa, tan
ejemplificada junto con los representantes del clero a quienes, más de una vez,
utiliza como personajes centrales en sus novelas. Todo tiene que ver con esa
parte oscura del deseo. Sade no tenía ninguna duda de sus planteamientos.
Al
biólogo estadounidense Kinsey, se le ocurre realizar encuestas acerca del
comportamiento sexual de hombre y mujeres. En 1948, Alfred Kinsey cambió
irrevocablemente la cultura americana con su libro La conducta sexual del
hombre. Al entrevistar a miles de personas acerca de los aspectos más íntimos
de sus vidas, liberándoles de una carga de confidencialidad y vergüenza en una
sociedad en la que las prácticas sexuales estaban mayoritariamente escondidas.
Su trabajo provocó uno de los debates culturales más intensos del siglo pasado,
cuyas llamas todavía perduran hoy, porque expone la inexistencia de patologías
sexuales, sustentado en que al existir en un alto porcentaje de individuos, se
convierte automáticamente en características de la “normalidad” de los seres
humanos, en esta forma, justifica todo, infidelidad, homosexualidad,
promiscuidad y anexas.
Cuando
esto se confronta con la moral y los principios que la cultura nos ha impuesto,
reprimiendo algunos instintos y, de ahí regresando a Freud, el motivo de
nuestra neurosis y otras patologías, o refiriendo a Reich, los principios
religiosos como control de los instintos sexuales en aras de que el hombre sea
más productivo en el modo capitalista, nos lleva a pensar que no debemos dejar
a un lado, encerrado en el cajón, el análisis profundo de nuestro
comportamiento para llegar a sentirnos libres, sin ninguna trampa impuesta por
alguien, más bien, lo que a nuestros propios ojos nos otorga la plenitud y la
felicidad en la mejor estructura mental posible. Si partimos de esta libertad,
muy probablemente veremos una salud mental más congruente que al estar menos
prohibida o reprimida, para que aflore en un mejor estado de cosas. Lejos de
ser una propuesta indecorosa o de extremo libertinaje, podría ser la libertad
para ahuyentar los fantasmas que en su inversa provocan el silencio y el tabú.
El fantasma visto como el personaje que encuentra cómo satisfacer nuestros
propios deseos. Si Lacan hablaba de fórmulas, podríamos tener el derecho
ciudadano para todos entrar en ese análisis, sin ninguna desventaja.
Crónica
de una noche imperfecta
Precisamente
donde hace tiempo en la ciudad de México estaban los basureros, hoy están los
restaurantes más exclusivos con comensales súperexclusivos, no importa si el
menú cubre las exigencias gastronómicas, el chiste está en el estatus que
brinda poder sentarse ahí y ser visto por la máxima cantidad de conocidos
posible, para que la cuenta sea altamente retribuida con la plena satisfacción
del ego.
¿Podemos
esperar algo más de la vida? Llegar en un coche último modelo al valet parking
mientras todos observan. Adentro, las miradas en las mesas son recalcitrantes,
la prueba más profunda de autoestima, quizás en ese momento se puede definir el
estado de ánimo de la semana entera, tan sólo unos minutos bastan para
cuestionarse qué tan felices en realidad somos. No importa, ya trajeron los
platillos, sin la seguridad de lo que pedimos era lo que realmente
necesitábamos o queríamos, pero eso sucede con todo lo que pretendemos obtener,
porque al fin ha llegado el momento en el que lo material no va a lograr
satisfacer todas nuestras exigencias, tampoco algunas de las personas que nos
rodean, de quienes pensamos que serían nuestros más filiales amigos, ante el
menor esfuerzo por ser mejores personas se han visto ante la imposibilidad de
serlo.
Una
amiga, al fin se conmueve y comenta, “qué pesadito ambiente, no te parece”.
Contesto: “Sí, pero ya me estoy acostumbrando a eso en general.”
Lo
que me ha ayudado es la clasificación que a últimas fechas hago con la gente,
algunos son muy buenos libros y otros, los más claro, son libros que tengo que
dejar a la mitad. Pero a todos los conozco y algo me han enseñado. En esta
forma, he podido vivir algo más tranquila. Ella me dice: “no te puedo creer, no
puede ser que deseches gente como si fueran malos o buenos libros”. Vuelvo a
contestar que es la única forma de no terminar desmazalada, o más bien, para
que entiendas, abatida, porque si nos consideramos entes sociales y ese
principio básico de la existencia normal del hombre no funciona, tenemos que
encontrar los antídotos para interrelacionarnos en una forma que no parezca que
somos tan distintos o que estamos tan insatisfechos.
La
noche continuó, entre risas forzadas y bebidas que estaban provocando aún más,
deterioro en el sentido de cosas que pasaban por mi mente. Hasta que llegó el
café con algo de postre, regresé al verdadero estado de cosas, mientras
saludaba a un amigo que por diferentes circunstancias no se encontraba conmigo
esa noche. Mi compañera no tardó en preguntarme qué tipo de libro sería esa
persona, le dije que quizás sea una continuación de la primera novela.
Esta
semana cerré un gran capítulo en mi vida, al menos espero que así sea, aunque
eso no lo sabré hasta que transcurra algo de tiempo.
De
libros y sexualidad
Temo decir que, y según el inconsciente colectivo
aunque esto sea de Jung, llevamos el malestar en la cultura genéticamente
instalado como una cadena continua en la herencia de formas de pensamiento,
conductas e instrucciones para la vida. Muy a pesar de la gran apertura sexual,
los atavismos permanecen en forma inconsciente. En la práctica, los jóvenes de
hoy, y los no tan jóvenes, por supuesto que han cambiado su perspectiva sobre
sus prácticas sexuales, sin embargo, al permanecer vigente la misma ética y
moral sobre esos asuntos, las consecuencias de conciencia son complejas y
complicadas. Sumado al vacío existencial que sin la congruencia entre ideas y
conducta, provoca actuar en forma distinta.
Esto
tiene que ver con nuestros aspectos no resueltos, más que con una situación de
apertura sexual, que no puede existir aunque ciertas estructuras sociales
cambien, ya que el hombre mientras individuo sea, arrastrará sus propias
circunstancias mentales.
Pensemos
en el exacto instante en el que uno se mira en el espejo, con la ilusión de lo
que podrá deparar una noche de sábado, y el minuto después, al decidir que
mejor cada quien para su casa y poder atestiguar nuevamente la decadencia total
en las claras, optimistas y ligeras relaciones sociales. Porque se ha
deteriorado el respeto por la autenticidad, los seres humanos estamos perdiendo
también la satisfacción personal que nos
da conocernos a través de los demás y, sobre todo, compartir lo que somos en
ese proceso natural de retroalimentarnos con la respectiva mejora de nuestros
estados psíquicos, y esta palabra no tiene que ver con la mente, tiene que ver
con el alma.
Regresamos
a las redes sociales virtuales, frías, inhóspitas que no sólo nos exponen en la
información íntima que proporcionamos sino en el peligro que implica la
esperanza perdida cada vez que uno enciende o apaga la máquina.
La
alegría de la vida y los antidepresivos
Dedico
este texto a los deprimidos, y no se sientan mal, estimados amigos, parece que
existe mucha gente que se encuentra en este estado en estos tiempos algo
difíciles. No sé porqué, pero es una mera casualidad que algunas personas se
han acercado a mí para compartir sus problemas, y me sorprende la cantidad que
se encuentra consumiendo medicamentos antidepresivos. Algunos de ellos nunca imaginé que podrían estar sometidos a
esto, y resulta que no podrían funcionar en la forma que lo hacen sin esas
substancias. No quiere decir que estoy en desacuerdo, por el contrario, creo
que si alguien no es capaz de superar su angustia, ansiedad y falta de ánimo
por sí mismo, debe recurrir al empujón que dan dichos píldoras muy a pesar de
los efectos que provocan en ciertas ocasiones. Entiendo que es algo así como si
uno tiene gastritis y debe tomar un antiácido, sé que cuando la química
cerebral se ve deteriorada por lo fuerte que pueden ser ciertas emociones, las
drogas logran el equilibrio deseado para sentirse bien, aunque Sigmund Freud
hizo célebre aquella idea de que la “ciencia moderna
aún no ha producido un medicamento tranquilizador tan eficaz como lo son unas
pocas palabras bondadosas.” Y justamente es la idea que yo quisiera compartir
con ustedes. Cuando vemos tan deterioradas las relaciones humanas y si en algún
momento sentimos que muchas cosas no tienen sentido, debemos tratar de buscar
en nuestro pensamiento y en nuestro propio interior la fuerza para salir
adelante. Este es un mensaje para aquellos amigos que hoy por la mañana se
vieron en la necesidad de tomar del cajón esa caja de pastillas, y dejaron en
ese momento que la debilidad y el miedo al reto de ser autosuficientes e
independientes fuera más grande. Sabemos que en el fondo de todo esto, existe
el factor de la debilidad, y repito la palabra porque ésta es la que en
ocasiones lo lleva a uno a más cosas. Y aunque parezca un artículo de las
tantas instituciones que trabajan en contra de las adicciones, yo misma, detrás
de este personaje, quizás he querido manifestar desde hace tiempo en honor de
un gran amigo cuyo único límite fue la muerte.
Los conmino así, porque creo que cada uno de nosotros tiene las
herramientas para salir adelante, a pesar de las circunstancias, eso a veces ya
no importa cuando se trata de disfrutar lo maravilloso que puede ser la vida.
Es como pasar de un párrafo a otro sin problema, como lo voy a hacer ahora en
este mismo espacio, cuando después de tan triste mensaje, les comparta que
precisamente en el afán de buscar esas herramientas, me deslizo a través de la
música y de los retratos que tomo día con día en el trato con la gente.
Busquemos
en los espacios que nos son familiares
De
no ser porque he sufrido algo en la vida, creo que sería algo más que
insoportable. Fui una hija altamente mimada, protegida, consentida y aunado
esto a las virtudes, dones o capacidades que poseo de manera innata, se habría
creado un monstruo de la vanidad, el egoísmo y la pedantería. Sin embargo, el
ingrediente de la hipersensibilidad ha sido el antídoto y catalizador de la
extrema magnificencia.
Desde
niña, tenía esa característica y me lo hizo ver una compañera de escuela cuando
me dijo, “si no fueras tan simpática, todo lo que dices parecería muy
pretencioso y estarías calificada como la más presumida del mundo”. En verdad,
en esa ocasión, esa niña que se atravesó en mi camino, me dio el permiso para
seguir haciendo alarde de mi persona durante todo el tiempo. Soy lo máximo, me
decía y me digo a mí misma, y lejos de parecer una idea extrema de narcisismo,
sé que en el fondo tengo razón.
He
sido una persona de éxito en todos los aspectos de mi vida, como me lo dijo un
Rabino, muy joven por cierto, a quien tuve que consultar por una profunda
necesidad de pasar los tratados de la tanatología. Me comentó el joven rabino
que la gente exitosa, piensa que no existe ningún imposible, todo se puede
resolver, y cuando hay algo que se sale de nuestras manos, viene una profunda
frustración, lo que provoca malestar e intranquilidad. “Te sugiero”, me decía,
“que al encontrarte con una situación difícil como en ésta, te imagines situada
en un gran museo, cuando al observar una obra de arte, te vas alejando para
apreciarla mejor, y lo que aquí es en distancia, en tu caso será el tiempo lo
que te permitirá observar desde otra perspectiva lo que te haya provocado un
impacto doloroso”. Observaba yo los libros en su estante, las letras de los
títulos en hebreo me dieron mucha tranquilidad. Mientras él hablaba, aunque no
dejé de escucharlo, me vinieron muchos recuerdos de mi infancia, cuando mi bobe[1]
corría para prender las velas de Shabat[2], y nos agrupaba a todos los
nietos, mientras esperábamos que mi zeide[3] llegara del shul[4]
para cenar.
Mi
plática con el Rabino fue muy enriquecedora, al salir suspiré profundamente y
sabía que debía continuar a pesar de todo, con mis tristezas o alegrías, pero
surgió en mí, nuevamente, una fuerza.
Ese
día, faltaba poco para anochecer y era viernes, todos en casa seguían con sus
propias y personales actividades, yo tuve la necesidad de prender sola las
velas de Shabat, cuando se reflejó su luz, sentí paz y me pregunté cómo es que
yo, sin ser religiosa, busqué hoy este camino, no lo sé, pero confieso que me
ayudó mucho.
Homo
Ego
Hace
una hora estaba pensando comentar acerca de la falta de lealtad que existe en
la gente. Vivimos en una sociedad en donde nadie se ha perdido mucho la
fidelidad y la confianza, lo que ha provocado un distanciamiento y aislamiento
entre las personas. Yo personalmente he tenido algunas experiencias desagradables
con algunas amigas, que se suponían sumamente cercanas a mí y es muy triste ver
las fuerzas de una sociedad en la que resalta el cuidado que uno debe de tener
para protegerse de nuestro prójimo, cuando debiera ser diferente, más aun
cuando la vida se ha tornado tan complicada y difícil en muchos aspectos.
La
envidia y sobre todo, aquellos huecos que la gente lleva en su personalidad sin
ser superados, son el fondo de toda esta maraña de circunstancias sociales en
las cuales hoy nos vemos inmersos. Si cada quien tomara responsabilidad de sus
propios vacíos, con la intención de tratar de ser mejor personas, creo que
estaríamos logrando un efecto en el aspecto macro, el prefijo de abarcar
“lo grande”. Quiere decir, una sociedad de mayor armonía y colaboración, de más
aire ligero, en términos prácticos, gente más buena onda.
Esas
personas que tratan de pisar a los demás para obtener una mejor posición serán
rechazadas por quienes saben apreciar esta propuesta. Imaginen un lugar en el
cual todos cooperemos con todos, algo así como un famoso slogan de una gran
marca de productos electrónicos que dice Connecting people[5], está
frase tiene mucho que ver con una mitzvá[6] de nuestra Biblia que
justamente habla de las bendiciones que se generan cuando una persona
interfiere para relacionar a otras dos en un objetivo.
La
semana pasada una amiga se encontraba en un verdadero problema; tristemente, no
tuvo la confianza de hablar conmigo sobre la situación en la que se encontraba,
en verdad me dio tristeza, he sentido muchas veces falta de confianza en mucha
gente, pero me queda claro que no soy yo, son ellos mismos quienes al sentirse
desleales piensan que todos somos iguales. Yo por mi parte, seguiré
subsistiendo, siendo alguien diferente a los demás, soy alguien muy
transparente y aunque me he llevado algunos topes en la pared, mantendré la
creencia que mis amigos nunca me defraudarán.
Anonimato
y soledad
Creo
haber ya agotado el recurso de la incógnita de este personaje ficticio. Al
principio, tuve el poder para encender el canal de la imaginación pública ante
una persona que oculta su identidad y que, por esa razón se da la oportunidad
de hablar de cualquier cosa sin el temor de ser criticada por sus ideas.
Este
experimento ha resultado muy interesante, trataré de mantenerlo vivo hasta
donde me sea posible, para que no fenezca en garras de la incertidumbre de
saber si siguen gustando mis propias experiencias transcritas para la mente de
mis lectores.
Y
hago el intento… el sábado fui al cine a mantener el status de conocer toda la
filmografía de Woody Allen. Me sorprendió, estando parada en la fila mientras
mi acompañante compraba agua embotellada con la promesa de volver rápidamente y
no dejarme sola, la cantidad de adultos mayores que se disponían, como yo, a
conocer la nueva propuesta cinematográfica de Allen. Se abrieron las puertas de
la sala y entre la gente que salió también predominaban las cabelleras
encanecidas.
La
hilera comenzó a caminar para ganar las butacas que en poco tiempo se
convirtieron sólo en espacios ocupados, y yo tuve suerte de apartar un lugar a
mi acompañante, quien aún se encontraba ausente. La película dio inicio y, a mi
lado se sentó una mujer solitaria, me causó algo de sorpresa, ya que, en estos
tiempos, que una joven no tenga compañía para acudir al cine, me resulta
difícil. La película dio comienzo y mi amigo no llegaba, hay que decir que
nunca llegó, y me vi en igual forma sola, como mi circunstancial compañera que
no hacía más que observar en mí su misma soledad.
Así
pasaron las escenas, amor, pasión, atracción, riqueza, odio, muerte, de todo y…
en mí, la duda sobre lo que había pasado en mi frustrado apartado de la butaca
izquierda.
Finalizó
la película, tristemente me puse de pie y fui hacia la salida, cuando de pronto
veo una cabellera conocida y, con sorpresa, percibo que se trata de mi
acompañante, quien nunca me encontró, por lo que cada uno, en otro espacio de
la gran sala, tuvimos que sentir lo que otros sienten cuando acuden solos a
algún lugar. Nos vimos al fin, nos encontramos y como un nuevo encuentro, nos
dispusimos a continuar la velada mofándonos de lo simpático de esta anécdota,
que seguro permanecerá en nuestro recuerdo no como algo inconcluso, sino más
bien como un juego del destino para cuestionar la importancia de no quedar uno
solo en la vida.
Mi
paranoia y el Holocausto
Tuve
oportunidad de realizar un largo viaje, recorriendo muchos caminos y visitando
algunos lugares que me transmitieron vibraciones distintas que retomaré en mis
propósitos para este periodo. Me he dado cuenta que debemos disfrutar la vida y
estar más cerca de la gente a la que queremos. Sin embargo, este impulso me ha
confrontado también a percibir que no todo es como uno lo pinta. Veo a mi
alrededor a mucha gente que no comparte los mismos principios, no sé el porqué,
viven apegados a sus propios intereses y a cuidar, por sobre todas las cosas, a
su propia persona, inmiscuidos enfermizamente en un proceso de caracol que
genera una frialdad que se siente, se respira, se percibe, sin permitir la
hermosa sensación armoniosa de la reciprocidad y cariño que en ocasiones no
fluye en su debida medida.
Les
quiero confesar que soy una adicta a ciertos juegos de computadora. Es algo que
desde niña me cautiva y no lo he podido superar. Ahora estoy picada con uno de
James Bond que está fuera de serie, estoy en un nivel difícil porque tengo que
derribar un helicóptero que me mata luego luego, y creo que voy a tener que
descansar del juego porque anoche, tuve pesadillas de persecución, justamente
una extraña nave me quería matar. La verdad es que siempre he tenido una fuerte
paranoia. En la escuela, en la fecha de la conmemoración del Holocausto,
recuerdo que me presentaron una fotografía de un tanque removiendo cientos de
cadáveres, y no pude conciliar el sueño como una semana entera hasta que logré
contarle a mi mamá lo que me estaba afectando tanto. No recuerdo bien lo que mi
madre me contestó, creo que tenía que ver con nuestra condición como judíos y
el hecho de que las familias de mis abuelos en Europa, habían sido asesinadas
por los nazis. Desde entonces, tengo ciertos o muchos síntomas paranoicos. Cada
vez que se conmemora la liberación de Auschwitz, me retumba nuevamente todo el
asunto del antisemitismo y le he preguntado a una amiga madrileña si ella
percibe eso viviendo en Europa, que si recuerda que yo soy judía, y me ha
contestado textualmente (imagino su marcado acento español): “Oye, mi niña, ¿a
qué viene ahora esa pregunta? Por supuesto que sé que eres judía, con esos
apellidos y esa cara, no me tenías que haber dicho que lo eres”. Respiré
profundamente y dije, “qué alivio”, mi amiga española, católica, filóloga,
especialista en islamismo y lenguas árabes, me sigue escribiendo con el mismo
cariño.
“No
me gusta la palabra tolerancia, pero no encuentro otra mejor. El amor empuja a
tener hacia la fe de los demás, el mismo respeto que se tiene por la propia.”
Mahatma Gandhi
Llevados
por el deseo
Personajes
que se aman y se desaman como esas cajas de velocidades de los automóviles que
van de automático a manual sin mayor problema del embrague. Así es como se
rigen las nuevas relaciones del siglo XXI, en donde la falta de compromiso y
lealtad promueve una total superficialidad en el amor y soledad del hombre.
Si
Shakespeare viviera en estos tiempos, ¿podría escribir algo de lo que hizo? No
lo sé, deben existir muchos casos de amor profundo, incondicional, pero seamos
realistas, resulta cada vez más escaso. Estas conjeturas no están hechas sin
fundamentos. Cuántos divorcios, cuánta soledad, cuánta infelicidad, cuánto
vacío, cuánta falta de comunicación. Si tuviéramos un detector de velocidad,
como el de las patrullas, que midiera el ritmo de los corazones de los que
circulan, nos daríamos cuenta de ello. ¿Saben una cosa?, yo tengo ese aparato
que lo detecta.
En
fin, me han preguntado que cuántos años tengo, algunos piensan que soy una
joven de veintiséis años, soltera; otros que soy una mujer de treinta y cinco,
divorciada; me han llegado a decir que soy una mujer de la década de los
sesenta, casada, dando consejos a las jovencitas, y déjenme reír y reír. No
encuentro las razones para situarme en un perfil específico, digamos que soy
mujer y punto, qué importan la edad y el estado civil. Soy alguien que refleja
en este espacio algunos pensamientos en los que quizás puedan identificarse
algunas, o algunos, y ese es todo el chiste de que un escrito o narración tenga
éxito, porque bien lo decían mis profesores, si no logramos el efecto de
empatía como escritores, estamos condenados al fracaso.
“Es
un error capital teorizar antes de tener datos. Sin darse cuenta, uno empieza a
deformar los hechos para que se adapten a las teorías, en lugar de adaptar las
teorías a los hechos”
Sherlok
Holmes, de Sir Arthur Conan Doyle
Algo
más acerca de la mediocridad
Estoy
segura de que cada uno de nosotros se encuentra a diario con la mediocridad, de
mil maneras. Me encuentro regularmente con ella en una infinidad de diversas
circunstancias. Un prólogo de Santiago Ramón y Cajal acerca de las fórmulas
anatómico-fisiológicas me servirá para sustentar un poco mis hipótesis, cuando
menciona a otro autor de apellido Huarte, quien escribió en su Examen de
ingenios, lo siguiente: “que el hombre si tiene bien organizado el cerebro,
obra bien y con mucha prudencia, y si el cerebro está mal organizado yerra y
hace muchos disparates”. Podría en rigor adicionarse a esta luminosa y sencilla
doctrina acerca de las condiciones somáticas del talento y de la mediocridad
mental algunos datos nuevos, tales como el mayor o menor desarrollo de las
esferas asociativas o conmemorativas en relación con las perceptivas, la
capacidad general del encéfalo, etcétera, pero la verdad esencial, la condición
anatómica de una mentalidad superior debe referirse, todavía hoy, como sostenía
Huarte, a una excelente organización del substratum del espíritu; excelencia
que traducida en términos de ciencia moderna se resuelve en la abundancia de
fibras de asociación variada, y en la riqueza de neuronas dotadas de gran
caudal de colaterales dendríticas y nerviosas.”
¿Significa
esto entonces que no podemos culpar a nadie de los errores de los hombres?
¡Cuántas
verdades parecen incomprensibles o nos repugnan invenciblemente porque el
razonamiento en que se fundan no tiene en el cerebro cauce preformado!, y dice:
“Es indudable que en el cerebro superior, además de la riqueza y excelencia de
las asociaciones, existe un factor dinámico importantísimo, cuya energía y modo
de acción varían notablemente según los sujetos. Ese algo ignoto parece ser
independiente de las vías de conducción, y tiene por misión estimular y
sostener la combustión en el horno del pensamiento, para la forja de relaciones
causales nuevas, de conceptos superiores, de síntesis luminosas, de excelsas
creaciones de la razón científica o de la fantasía poética. Ciertamente,
también arde a ratos el hogar cerebral del mediocre o del perezoso”.
Después
de compartir este ensayo, me voy a algo más sencillo y relajado, porque no me
la paso en los libros, como saben, me gusta mucho ir al cine, ya tuve chance de
ver El aviador, la de Closer, que comenté un poco la semana pasada, y
ahora la del Fantasma de la Opera. Me preguntaban al salir, mis amigos, que con
cuál de los dos apuestos caballeros me hubiera quedado si fuera yo Christine, y
sin duda alguna, elegiría al Fantasma, siendo yo una persona que vive con
pasión la vida. Me pregunto en qué posición le gusta a las mujeres estar, si
prefieren llevar el control en las relaciones, estar en ventaja, dominar porque
ellos son los apasionadamente enamorados, o si, por el contrario, nos gusta
vernos encadenadas a esos amores que nublan la razón. Lo dejo a su
consideración con una frase cursi: “Querer no es lo mismo que amar, quien ama
llora, mas quien quiere lamenta”.
Los
jóvenes, ¿factor de unión o separación?
Si
programáramos un estudio estadístico de cuál es la opinión real de nuestros
jóvenes acerca de ellos mismos, resaltarían un sinnúmero de conceptos
estereotipados establecidos por nosotros mismos. Es algo así como un efecto de
autorreflejo de infinita potencia. Si alguien no entra en los parámetros
establecidos y requeridos, se encuentra fuera de juego o, por el contrario, si
se aproxima demasiado a los estándares, no funciona. Es tan malo lo uno como lo
otro. Echemos a volar la imaginación y encontraremos mil ejemplos o mil
justificaciones del tema. Quizás eso no es lo importante, el problema radica en
la postura estática del otro que se ve con pánico de lo que sus ojos no
alcanzan exactamente a visualizar, y cuya mente se ve manipulada y manejada por
esos fantasmas que son sólo supuestos que actúan en contra de la sociedad.
Si
todos fuéramos más auténticos, si nos rigiéramos por conceptos propios y no por
suposiciones impuestas, lograríamos alcanzar lo más cercano a la felicidad en
un ejercicio de desahogo. No soy maestra de Yoga, pero pienso en cómo rescatar
las cosas que en verdad valen la pena y dejar a un lado la que nos son
colocadas en ese preciso lugar en el que nos pesan tanto. Respiramos, dejamos
salir el aire, ya más relajados, los invito a disfrutar de la vida y no quiero
parecer uno de esos textos de superación personal que tanto gustan a la gente,
no, más bien quisiera lograr un espacio de autoconciencia y de análisis que
cuestione el día a día nuestros pensamientos para no ser atormentados por nada
ni nadie.
Sobre
la infidelidad
He
perdido un poco el romanticismo que tanto me caracterizaba y creo que se debe a
que a últimas fechas he expuesto otro tipo de temas, pero si de eso se trata,
puedo compartir con ustedes la experiencia que tuve la semana pasada cuando
asistí a una reunión de mujeres profesionistas en donde resaltaba notoriamente
que el 90% eran solteras de entre 30 y 42 años de edad. Algunas nunca habían
establecido una relación formal con un caballero, la mayoría eran el segundo
frente de caballeros casados. Mujeres de oportunidades a las que no les
importa destruir familias con tal de obtener un status o satisfacer sus
instintos y sus vanidades. Con estos cálculos, ¿de qué porcentaje de hombres
infieles estamos hablando?
Las
estadísticas acerca de la incidencia de la infidelidad en la pareja varían
ampliamente: desde los que sostienen que acontece en el 75% de los matrimonios,
a los que han comunicado una estimación del 55% en los varones, y el 45% en las
mujeres, lo que parecen números verdaderamente alarmantes, de ser ciertos,
aunque muchos opinan que estas tasas están magnificadas. Investigaciones más
recientes realizadas en Estados Unidos estiman la incidencia de infidelidad en
el 15% de las mujeres, y en el 25% de los maridos[7].
En
cualquier caso, la infidelidad conyugal constituye, por derecho propio, uno de
los conflictos más graves en la pareja. Investigaciones recientes consideran
que la infidelidad es, sin duda alguna, el primer factor de riesgo que predice
la ruptura conyugal seguida de divorcio, con independencia de cuál sea la edad,
el sexo, la etnia, la cultura, la religión, de los matrimonios.
Y
si algunos asuntos deben de ser tratados en forma seria, y dicha información
puede resultar incómoda para ciertas personas, son hechos arrojados de una
realidad social que empeora cada vez más. Por lo tanto, ya no sólo existe una
guerra entre los dos sexos, es también cada uno, desde su posición, un enemigo
en potencia en contra de su mismo género.
Regresando
a la peculiar reunión de la que comencé escribiendo este artículo, cuando me
percaté de las intenciones ocultas de ciertas mujeres por escalar posiciones o
ciertas comodidades sin importar ninguna regla.
Tristemente,
en la vida nos enfrentamos a una y mil situaciones que prueban nuestros
instintos. En lo personal, y creo que a todas como mujeres nos ha sucedido, son
también las mil oportunidades que tenemos para demostrarnos a nosotras mismas
cuál es nuestra esencia y cuáles son nuestros propósitos.
A
algunos lectores quizás les gustaría una perengana de tal o cual forma, claro,
satisfacer la imaginación y las fantasías sería tentador en un espacio como
éste, sin embargo, temo decirles que se trata de alguien, lamentablemente para
muchos, con un concepto sobre la integridad demasiado elevado, y a eso se debe
que en ocasiones suene poco romántica, si a este adjetivo se adula la
sexualidad que pueda fluir de unos simples renglones.
Todo
está del otro lado, lo que cada quien quiera disfrutar dentro de sus exigencias
y posibilidades. No trato de manejar un grupo de palabras rebuscadas, sino más
bien pensamientos que en cierta medida pueden estar fuera del alcance de
cualquiera.
Pero
saben en realidad cuál es mi verdadero mensaje, que cada quien haga lo que
quiera, al final de cuentas, a mí qué me importa.
Viajar al pasado
Por
más que he tratado de mentalizar no depender tanto de mis amistades, es algo
que está fuera de mí, soy una persona a la que le gusta estar altamente
acompañada por todos. Quizás tenga que ver con mi fuerte dependencia materna, a
que fui una niña que conoció la palabra nostalgia cuando mi madre se fue de
vacaciones por primera vez sin sus queridos hijos, para tratar de disfrutar de
una tercera o cuarta luna de miel que sólo sirvió para traer a este mundo a un
hermano que siempre estuvo fuera de toda órbita. Mi elevada mamitis me
provocaba estados anoréxicos, y desde entonces he sido más o menos delgada,
porque resulta que tenía yo un pánico extremo a quedarme huérfana, y entonces
dejaba de comer. Eso me ha hecho recurrir a una identificación plena con los
animales, de ahí mi adoración por las más de cuatro mascotas que ahora tengo en
casa, además de mi dificultad para aceptar los cambios, dado mi encariñamiento
o apego poco común con las cosas. Obligué a mis papás a comprarme un coche
nuevo pero no pude desprenderme del viejo después de unos años. De igual
manera, llevo muchos años con el mismo peinado, el mismo look, porque me
da pánico verme distinta frente al espejo, tanto que procuro no maquillarme
para no parecer distinta o sentirme ajena a mí misma.
Son
cosas que me han servido para ser alguien distinto del común de la gente que
deambula por ahí. Quizás porque cuando uno logra funcionar en el sistema de
cosas de una manera más o menos normal y puede decir que es feliz, a pesar de
todo, los signos de alarma no son tan urgentes.
Si
quieren saber de mí
Parece
que de los artículos que más gustan a mis lectores son los que reflejan ligera
información de mi persona, y esto se debe básicamente a que los caballeros se
encuentran deseosos de platicar íntimamente con una mujer, pero no se atreven.
No saben cómo lograr ese canal de comunicación y hasta dónde llegar sin rebasar
ningún límite, lo que me lleva a pensar que sería un magnífico negocio escribir
un manual de instrucciones para caballeros que los orientara sobre lo que deben
de hacer para acercarse o platicar de temas más profundos con nosotras las
mujeres.
No
quiero decir que no tengan el nivel intelectual, de ninguna manera, pero los
atrofian los nervios cuando se les atraviesa, en algún punto de su mirada,
algunas partes de nuestro cuerpo, y esa, es una constante porque no logran
dominar sus instintos y pierden toda concentración acerca de lo que una les
trata de transmitir. No se vale, porque el nuevo mensaje de nuestras queridas
madres es que nos debemos desarrollar intelectualmente para ser mejores e
independientes, y francamente, en ocasiones no le veo mucho el caso, si siempre
aflora el interés principal de los hombres por nuestras virtudes físicas y en segundo
plano queda el intelecto. Quizás, no lo dudo, existen algunos caballeros que
prefieren lo espiritual, como una migo guapísimo que está próximo a casarse y
cuando me presentó a su novia dije: “guau… debe ser una lindísima chava”,
porque no encontraba yo ningún otro motivo por el cual este galán pudo haber
caído en sus redes. De ahí el refrán: “La suerte de la fea la bonita la desea”.
La
verdad es que ustedes pensarán que tengo varias personalidades, al mostrar
algunos sentimientos profundos nada “cerebrales”, pero hago hincapié en que
debo estar en un estado algo depresivo para poder escribir.
Más
de libros… de película
Una
persona que se quiere pasar de lista, se introdujo a mi cuenta de correos y
logró obtener mi lista de contactos, a quienes ha enviado una sarta de
incoherencias o mensajes impropios a nombre de mi persona. Les pido desde aquí
que si alguien de ustedes recibió este material, lo desechen y les pido
disculpas. No pienso cambiar mi cuenta porque ya es la segunda vez que lo
hacen, y si eso les da satisfacción, sigan disfrutando estúpidamente con eso.
Esto
no es más que el acto de un misógino que
no puede soportar que una mujer sobresalga en el ámbito del pensamiento
y de la inteligencia, porque resulta un hecho de descontrol para algunos hombres
que se percatan de lo altamente frágiles que resulta su estructura.
Yo
he querido ser un poco más tolerante con los caballeros, sin embargo, cada vez
que pretendo ser su aliada, me topo con la pared y eso me hizo identificarme
plenamente con Amanda, el personaje de la película Todo lo demás, de Woody
Allen, que personifica la actriz Christina Ricci. Verdaderamente me asombró lo
parecido en algunos de mis pensamientos a los manifestados por ella a su pareja
Jerry Falk, un aspirante a escritor de Nueva York que se enamora a primera
vista de esta joven tan rebelde. Si esa rebeldía surge de una necesidad de
nivel de excelencia en las relaciones de pareja, está más que bien justificada.
Algunas mujeres, claro que no todas, necesitamos, en principio, algo de
sofisticación si queremos llegar a admirar a quien debamos entregar todo
nuestro amor. En la medida en que se logra este mecanismo de acción, es que
podemos mantener el grado de interés y extrema capacidad de entrega a nuestro
susodicho compañero. La situación es que, con el devenir de la rutina, el
cuidado en el trato y las atenciones del otro hacia nosotras, se va
desvaneciendo al dar por hecho que se ha logrado la conquista. Si por la otra
parte se considera muy difícil una acción permanente de constancia en cuanto a
los halagos y las atenciones que esperamos, pues me da pena decirlo, sus
relaciones se mantendrán en una asertiva afectividad de corto plazo. De esto se
darán entonces, los conflictos y de ahí las rupturas o posibles engaños para
resarcir y obtener otras vías de auto ayuda y no fenecer en el acto de
mantenernos en unión.
Volviendo
al ejemplo de la cinta, es una escena en que llegan al hotel para ver si
cambiando de ambiente logra Amanda tener relaciones, basta una tonta frase de
Jerry para provocar en ella la imposibilidad de disfrutar el supuesto
apasionado momento. Con ejemplos como éste, en la práctica, es como una no se
acaba de convencer, qué tan bueno es aceptar al fin, a uno de los tantos
caballeros que nos proponen su compañía.
La
publicidad, el sexo y la vida real
Una
querida lectora me pidió que analizara el logotipo de un desodorante para
caballeros y por supuesto que es obvio el mensaje implícito. Esto me recuerda
algunas de las clases que tomé en la universidad acerca de la publicidad
subliminal, esa que va directa al inconsciente y que logra modificar nuestros
pensamientos de una manera profunda, y más aún, llegar al grado de manipularnos
sin que nos demos cuenta de algunas conductas que tomamos. Si le vendemos a los
jóvenes una isla que más bien parece los senos de una mujer, sabemos que al
adquirir el producto llevará, casi envuelta en celofán, la posibilidad de
obtener no sólo la frescura de la fragancia sino además a la mujer envasada.
Lo
triste de todo esto, y de ahí partimos, es el machismo aristotélico que existe
desde los griegos hasta nuestros días, y que que se basa en la cultura que ha
predominado por tantos siglos, colocando en desventaja al género femenino
porque, como bien lo decía el filósofo, la mujer es el “hombre incompleto”.
Con
ese elemento implantado en el inconsciente colectivo machista, es que hoy las
mujeres tenemos que sobrevivir y demostrar con muy altos costos el valor que
tenemos dentro de nuestra sociedad, no sólo como miembros de una familia, sino
como participantes activas en campos de acción donde diariamente competimos en
desventaja con los caballeros.
Es
un hecho que nuestra desventaja física, mas no intelectual, también nos ha
hecho víctimas en mil sucesos de nuestras vidas. Nos hace diferentes, simplemente
el hecho de llevar en nuestro vientre un hijo dormido, estamos mucho más
expuestas a miles de circunstancias desventajosas. Y aunque esto en apariencia
nos favorece, en los ámbitos de un desarrollo más humano comparado con los
hombres, también nos antepone a perspectivas distintas. Los hombres se
convierten en meros Epicuros porque su existencia se basa en el placer como fin
supremo, y todos sus esfuerzos tienden a conseguirlo. Los sofistas trataban de
explicar cuál es el sentido de la existencia del hombre, hoy en el siglo XXI
sabemos que el dinero y el sexo son el motivo principal de subsistencia. Es la
base sobre la que se mueve todo, y la mujer es únicamente una mercancía más, un
atributo más de sus éxitos y sus goces personales. Traer a “la mejor vieja” es
el fin absoluto, porque a través del sexo, en muchas ocasiones, se le domina,
se le controla y se le mide.
Algunos
me dirán, “pero con qué clase de hombres os habéis topado”, y yo les
diré que existen diversos niveles y sus categorías, pero todos en el fondo son
iguales. No quiero sonar a Valerie Solanas en su Manifiesto SCUM, pero algunos
de los conceptos hablan de esa inteligencia reptil. Habrá que saber distinguir
entre la furia hacia los hombres de dicha autora, y lo que verdaderamente cada
una de nosotras aprecia y descarta. Si bien dice Vivian Gornick, quien escribe
la introducción a la edición americana de SCUM, "lo que nos embarga es una
profunda tristeza por todos nosotros – hombres y mujeres – atrapados como
estamos en el laberinto del sexismo".
La
irresponsabilidad como producto de la incapacidad de pensar
Hace
mucho que no hablo de cine, y después de haber visto La Caída, pretendo hacer
algunos comentarios sobre este film.
Una
de las grandes fallas de los medios masivos de comunicación, es que al emitir
un mensaje, éste es recibido por un público de múltiples variables, lo que
provoca que se pierda el contexto y se traduzca el lenguaje en determinación a
la infinita cantidad de formas de pensamiento. Un instrumento de poder ilimitado
sobre las conciencias, con el objetivo final de cambiar opiniones o tergiversar
cualquier hecho, aún los históricos, aunque se retraten en forma genuina y sin
ninguna alteración de la realidad.
Los
últimos días de Hitler, rodeado de sus seres queridos, de sus seguidores y
colegas más íntimos y cercanos, es presentado como una triste víctima del
fracaso cuando se visualiza la derrota de Alemania, gracias a la intervención
de los rusos cuando, después de muchos años de guerra, despiertan los países
aliados para hacer frente al monstruo, protagonista principal de una catástrofe
inigualable en la historia de la humanidad, no sólo por su plan de exterminio
masivo sobre la población judía, que perdió seis millones de personas, ya que
fueron, en total cincuenta millones de seres humanos muertos como resultado de
la enfermedad de un personaje con poder otorgado por un pueblo.
De
aquí se derivan dos principios: Por una parte, cuando las política y la
sociedad de una nación otorgan su libertad a una sola persona, con la
perspectiva de enajenarse al grado de hipostasear la figura del político a lo
más elevado de nuestra necesidad de creencia, o a nuestra necesidad de
salvación, similar al efecto que se produce en relación a la religiosidad de
las personas, ¿qué diferencia habría entre los líderes que han provocado
suicidios masivos, con los de la Alemania nazi? ¿Puede entonces un político
convertirse en redentor de un pueblo? Otra pregunta ¿Fue Hitler el único
responsable o también lo fue el pueblo alemán? El otro principio es el de las
obligaciones civiles con una nación. Anna Arendt analiza el juicio en Jerusalén
al criminal nazi Adolf Eichman en su libro La vida del Espíritu, mostrando un
aspecto distinto del mal: su banalidad. La autora rompe en su análisis con los
estereotipos de los personajes malignos. No habla de sujetos movidos por la
envidia, el resentimiento o la codicia, ni de quienes guardan un poderoso odio
ante la pura bondad. Dice que durante el juicio tenía ante sus ojos un hecho
totalmente distinto e innegable. Fue ampliamente criticada y rechazada al decir
que el Holocausto fue monstruoso, pero, al menos Eichman, el responsable que
estaba siendo juzgado en aquel momento, era totalmente corriente, ni demoniaco
ni monstruoso. No presentaba ningún signo de convicciones ideológicas sólidas,
ni de motivos específicamente malignos. La única característica destacable que
podía detectarse de su conducta, tanto en el pasado, como durante el juicio e
interrogatorios previos, no era estupidez, sino incapacidad para pensar.
¿La
diferencia? “La incapacidad para pensar no es estupidez; puede encontrarse en
gente muy inteligente, y la maldad difícilmente es su causa; quizás sea a la
inversa, que la maldad tenga su causa en la ausencia de pensamiento”,
reflexiona la autora.
La
visión de Arendt conmociona. El mal es una consecuencia de abandonar al ser
humano más allá de intereses inmediatos, de abandonar su responsabilidad por
los otros. Detrás de estas afirmaciones, sobre vuela lo inhumano de las capas
acomodadas e intelectuales de Alemania en el fenómeno nazi. Todos se
desentendieron de sus consecuencias.
Hemos
perdido la capacidad de pensar y en consecuencia ni la dignidad ni los otros
tienen valor. Hemos olvidado que cuando no existe el otro, uno tampoco existe.
Cuando
la gente no profundiza, la idea del nacionalismo y el amor por la patria y por
sus principios ideológicos se vuelve peligrosa.
El
público ajeno al hecho histórico podría retomar
ese fuerte compromiso con los ideales nacionalistas que en la intención
real o casual, quizás dignifica a una madre que sacrifica a sus propios hijos y
a sí misma, por la lealtad a los ideales. Así, si un grupo social necesita
aferrarse a algo para su salvamento existencial, no importa ningún sacrificio.
¿Con
quién, entonces, es la historia tan injusta? Preguntas como ésta suenan
aterradoras a quienes vivieron el infierno. Nos queda, no olvidar la
experiencia.
Él
sobre sus rodillas
Es
curioso, cuando inicie este ejercicio en una columna periodística, los únicos
que se atrevían a escribirme sus comentarios en mi correo electrónico, lo eran
los caballeros y quisiera compartir con ustedes un hermoso correo de un lector,
porque quiero presumirles a toda las damas, que éste ha sido un medio
extraordinario para establecer algunas relaciones de amistad con ellos. Nunca,
ha habido una sola mujer que lo haga, y no he logrado definir la razón. Será
porque están totalmente de acuerdo con lo que escribo o porque, de plano, no
les interesa entrometerse en asuntos que distraigan su visión hacia otras cosas
más importantes. Sólo espero contribuir a enriquecer su base de pensamientos y
a que no se engañen acerca del papel que tenemos en esta sociedad, donde, lo he
dicho infinidad de veces, lo que más importa no es sólo qué pensemos o cómo nos
sentimos, al final de cuentas todo se reduce al tamaño de nuestras caderas.
Suena un poco abrupto y bastante denigrante, pero seamos honestos y realistas
¿no les parece?
He
sido testigo de que las damas podemos lograr lo que sea, sin embargo, nunca
podremos ocupar puestos que están solamente determinados para los hombres, por
más que demostremos una mejor capacidad de habilidades. Las mujeres, con todo y
nuestra lucha sin sucumbir a través de muchos años, no hemos logrado grandes
avances porque además ya se nos complicaron las cosas. Como la tendencia ha
sido prepararnos profesionalmente para trabajar y no sólo quedarnos en la
cocina haciendo pasteles, resulta que los hombres también se han aprovechado de
esto para bajarle al ritmo y la manutención de la casa se convierte en una
responsabilidad compartida. Pues sí que somos medio mensas, porque se nos
revirtió totalmente el objetivo de nuestra lucha por la libertad y por el
respeto a nuestros propios espacios.
No
hemos logrado mucho en el respeto.
Un
día, caminando por la calle, me topé con un grupito de niños como de doce o
trece años, comenzaron a aventar piropos, como si fueran adultos, lo cual me
hizo ruborizarme, pero más al ver que la cultura machista se mantiene y se
hereda de generación en generación.
La
cultura del sexo dirigido a la imagen de la mujer, tanto en los medios como en
el diálogo rutinario, se degenera porque si antes la situación era precaria
para las mujeres, por lo menos se dirigían a una de manera más respetuosa,
según Shakespeare, ya después del periodo de seducción y consumación, las cosas
se tornan distintas y es otra historia.
¿Cómo
soy? descríbanme
Quiero
saber cómo creen que soy, si ustedes se acercan a la descripción de mi físico,
seguramente soy una mujer espantosa que tiene interesantes ideas y que se ha
cultivado tanto porque no tiene otra cosa mejor que hacer. Una mujer de ideas
cortas se relaciona con belleza y la de intelecto, se relaciona con fealdad o
gordura. Temo que a veces sus apreciaciones son equivocadas, pero demos paso a su
imaginación y escriban cómo se imaginan a Perengana.
Por
otro lado, muchos me han solicitado encuentros personales, tengo por ahí varios
enamorados virtuales, sin embargo, no he accedido a ninguna de estas propuestas
mientras me encuentre en edad apropiada para encontrar pareja, de aquí
posiblemente en algún momento tome la alternativa de conseguirla.
Les
cuento más cosas de mi vida personal, que si invento el anonimato como gancho
para atraer la atención, cuestión que me causa también risa porque se me da la
imaginación, pero no tanto. Ya les he dicho que aquí escribo lo que pienso y lo
que soy sin inventivas. Resulta que el sábado pasado logré cuatro invitaciones,
tres de divorciados y una de un soltero. La verdad, como no supe bien por cuál
decidirme opté por pensarlo mejor y… luego les cuento por el que me decidí.
Para ser sincera, me parece que los divorciados son más atractivos, pero hay
que analizar bien los antecedentes históricos, como decía Marx, los hombres
transforman las circunstancias no las circunstancias a los hombres. Debemos
tomar algunas reflexiones del materialismo histórico para entender mejor cosas
de la vida cotidiana, ¿no les parece?
Me
preguntan que qué libro tengo en el buró de mi cama, y les respondo me acaban
de regalar uno que se llama Manual de la perfecta cabrona, perdón, pero así se
llama y me pareció una verdadera estupidez aprovechar el nicho de mujeres que
se encuentran confundidas en encontrar el camino adecuado para subsistir en
este planeta compartido con los hombres. Realmente me parece aberrante la idea
de la propuesta, porque creo que en lugar de hacer un análisis más objetivo y
menos agresivo, se retoman supuestos absurdos provenientes de la mercadotecnia
en la que algunos autores caen con fines de lucro.
Si
queremos luchar por nuestros derechos, hagámoslo de una forma más inteligente,
basada en conceptos claros y profundos que nos permitan visualizarnos en
mejores condiciones pero en términos de reciprocidad e igualdad con los
caballeros, si estos predominan en alto porcentaje con todo lo que conlleva la
palabra.
Medición
de las mujeres
Tuve
oportunidad de ver la película El Gran Pez, y la verdad es que no tenía muchas
ganas de hacerlo porque sabía, por la imagen publicitaria, que se trataba de
algo fantasioso y no es exactamente el género que me gusta, me basta
imaginación para que alguien más venga a
alborotar mi cerebro.
Me
resultó una gran sorpresa encontrarme con una historia muy grata, porque
refleja algo de lo que siempre pretendo hacer en mi vida, que las cosas se nos
antojen como mágicas, como llenas de fantasía, que lo que para muchos
transcurre cotidiana y llanamente, para otros pudiera tener una proporción más
intensa. Esa intensidad es la que puede hacer toda la diferencia entre una y
otra forma de vivir.
Si
culturalmente estuviéramos preparados para eso, las cosas serían más sencillas
y sin tantas complicaciones. Qué quiero decir con esto, lo que siempre he
manifestado, que nos encontramos atados a una serie de prejuicios que nos
impiden comportarnos libremente sobre lo que sentimos y queremos hacer. Siempre
nos vemos medidos por un patrón social que coarta las emociones y los
instintos. Esto quizás lo he leído en infinidad de libros, pero ahora lo
compruebo en la práctica. No se trata, exactamente, de las confesiones de una
reprimida, más bien creo que todos somos unos reprimidos asustadizos tratando
de protegernos demasiado para no regarla o sufrir. Algo así como avestruces con
el cuello metido en tierra aunque dejamos partes también delicadas a expensas de
lo que venga.
En
otros asuntos, y no es que quiera yo seguir llorando, en el intento de
encontrar momentos para espantar mi agobio por muchas cosas que me han
sucedido, fui en busca de un rato de diversión con amigos que cuentan con
pareja nueva y, por supuesto que no me iba a perder la ocasión de ver la clase
de mujer que atrae a un amigo de altos requisitos. No sé si es mejor el
silencio o compartir con ustedes la visión de una persona como yo que
probablemente me encuentro en niveles altamente escépticos. No pude establecer
una comunicación cordial, después de algunos intercambios intelectuales me di
cuenta que por ahí no encontraría nada, trataba yo de asomarme debajo del
mantel para ver qué otra cosa escondía hasta que al final pude ver que tampoco.
En fin, si fuera hombre creo que me costaría algo de trabajo encontrar pareja y
me atrevo a decirlo justamente hoy que escribo este artículo en el Día
Internacional de la Mujer. Insisto, qué pretenden algunas damas, cómo quieren
ser vistas, cuál es su proyecto de vida. Algunas, muchas de ellas, se rigen por
valores superficiales, y retomo algo que me gustó mucho de un amigo cuando me
dice que la mujer se mide de arriba abajo, porque si lo hacen al revés, cuando
llegan a la cabeza se pueden encontrar con una sorpresa no muy grata. Y estas
aseveraciones no son producto de un rencor hacia la gente de mi sexo, es
simplemente un intento por cambiar a aquéllas que se sientan afines a esta
descripción para que en un intento de ser mejores o de educar mejor a sus hijas,
encuentren que las cosas van más allá de un vestido, tacones o el último grito
de la moda en el salón de belleza. Existen también los espacios para cultivar
el espíritu, la inteligencia y la sensibilidad, y de la sencillez hablamos en
otra ocasión.
Los
dejo por ahora con un par de pensamientos finales:
“Las
personas más insoportables son los hombres que se creen geniales y las mujeres
que se creen irresistibles”. Anónimo
“Las
mujeres con pasado y los hombres con futuro son las personas más interesantes”. Chavela Vargas
Quizás
lo conveniente es irme de lo sencillo a lo complejo, pero casualmente estoy
leyendo a una autora chilena que vive en México y que ha tenido mucho éxito por
algunos de sus títulos. Se trata de Marcela Serrano y de este título en
especial, El Albergue de las mujeres tristes. Me permito retomar la referencia
de uno de sus personajes para qué vean el sentido de algunos de los puntos que
trata la autora y dice: “Cuenta la mitología que antiguamente, cuando mandaban
las mujeres, los hombres estaban obligados a obedecer y a efectuar todos los
trabajos, aun los menos agradables. Para mantener a los hombres en esta
subordinación, las mujeres habían inventado unos juegos que transformaron en la
ceremonia llamada Kloketen. Éstos consistían en que las mujeres se pintaban el
cuerpo de formas diversas y a través de la pintura se convertían en espíritus.
Por medio de apariciones de estos espíritus fingidos, atemorizaban a los
hombres haciéndoles creer que tales espíritus descendían del cielo o salían del
interior de la tierra. Sigue refiriendo la mitología que un día el Sol, en
aquel entonces hombre inteligente y buen cazador, era el marido de la Luna, la
que ejercía gran influencia sobre las demás mujeres. Un día el Sol, al regresar
de la caza, observó cómo dos mujeres se bañaban en el río, haciendo desaparecer
del cuerpo la pintura con la cual se presentaban como espíritus. El Sol
comunicó sus observaciones y sospechas a los demás hombres, quienes seguían
observando a las mujeres sigilosamente; de este modo se descubrieron los
engaños. Entonces los hombres, muy enojados y armados de un gran palo,
asaltaron el rancho del Kloketen, matando a todas las mujeres. La Luna, que era
de gran poder, recibió también un fuerte golpe. Pero en seguida se estremeció
el mundo entero y el cielo amenazaba romperse. Nadie se atrevía a darle un
segundo golpe para terminar con ella. Al final, un hombre valiente la echó al
fuego; mas la Luna logró huir hacia el cielo, llevándose en el rostro algunas
quemaduras que todavía pueden verse. Muertas así las mujeres, con excepción de
las criaturas pequeñas, los hombres estudiaron la manera de imitar y practicar
los juegos que antes ellas ejecutaban. Se pintaron de la forma más variada y
según las características del espíritu a quien querían representar. Engañaron a
las mujeres de igual modo y las tuvieron bajo su dominación. Hoy, ellas
contemplan desde lejos los movimientos y bailes de esos espíritus y el miedo
las mantiene sujetas a la voluntad de sus maridos”.
Como
ven, las inquietudes de la autora se parecen a las mías. No es una
coincidencia, es un hecho la circunstancia de la mujer.
En
fin, más adelante, con un poco más de calma porque estoy algo cansada, seguiré
con mis apreciaciones transmitiendo desde lo más profundo mi percepción y mis
angustias. La visualización que tengo de los hombres, no se da sólo en la
pareja, se da en todos los términos, pero eso lo dejo para otra ocasión.
Homo
punto de vista
Estoy
muy enojada con los medios masivos de comunicación que han puesto a MacLuhan en
entredicho sobre lo que el pensador refirió hace algunas décadas acerca de las
extensiones del cuerpo humano. Ahora, lo que él podría haber visualizado como
la extensión del ojo en la televisión, en la radio la de los oídos, etcétera,
desvirtúan la realidad que tenemos los seres humanos acerca del mundo. Sumado
esto al dato proporcionado por Antoine Vallet en El lenguaje total sobre las
estadísticas que “afirman que el 80% de los conocimientos adquiridos por los
niños provienen de los diferentes medios de comunicación social y
particularmente de la televisión", se torna cada vez más preocupante hacia
dónde se dirige la línea de formación de los individuos.
Si
en alguna ocasión escuché a alguien decir que no le veía mucho sentido al
análisis que los académicos de la comunicación realizaban, hoy parece ser un
punto relevante no sólo en la agenda de los investigadores sociales sino de
nosotros mismos que nos vemos muy afectados por circunstancias que devienen de
la irresponsabilidad de algunos medios en el manejo de la información. Retomo
un poco estos temas porque en ocasiones la gente no intuye estos procesos hasta
que es alertada. Tenemos que estar muy pendientes de lo que a nuestra psique
pueden alterar ciertos lenguajes.
Precisamente
hablando del lenguaje es que me enfoco en esta ocasión porque una disyuntiva de
nuestro tiempo es la soledad en un mundo lleno de mensajes. Eso no sólo sucede
en relación a medios, más aún se da en los entornos sociales cuando nos cuesta
tanto trabajo comunicarnos entre nosotros mismos. Este abismo se torna cada vez
más profundo porque no hemos encontrado el común denominador. Ejemplo, ese
sentimiento de vacío cuando en ocasiones nos encontramos en medio de una
reunión en la que con ciertas personas nos cuesta tanto trabajo coincidir en un
punto de empatía y de no ser precisamente de comentar acerca de los últimos
acontecimientos como si fuéramos loros repitiendo las mismas sandeces, como si
quisiéramos imitar a un analista político o económico de la televisión. Para
eso, mejor me quedo en casa, con un buen libro o relajándome con buena música.
Ahora, el reto de algunas personas es absorber lo máximo posible de los medios
para parecer más ilustrativo e inteligente. El que tiene más tiempo para empaparse
de noticias es hoy el número uno en conocimientos, lo que le permite guiar la
plática y representar un liderazgo de grupo, pero con la pena de que se
encuentra casi siempre y obviamente mal fundamentado.
A
veces pienso que soy demasiado aguda en mis apreciaciones y es por eso que me
encuentro inmersa en cientos de conflictos personales pero prefiero sufrirlo
así a sufrirlo inmersa siendo otro tipo de personaje o prototipo de lo que aquí
refiero cuando de señalar situaciones se trata.
En
una postura menos agresiva que puedo relatar, veo una cantidad infinita de
gente que se encuentra totalmente confundida acerca de lo que espera de la
vida. Y esto no es para entristecer a nadie sino por el contrario más bien es
para motivar a encontrar la buena vibra de la vida a través de las cosas más
sencillas que tenemos a nuestro alcance. A veces no manejo el término de la
sencillez porque doy por hecho que entre líneas se pueda encontrar este mensaje
oculto que pretendo exponer siempre en lo que escribo, deténganse un momento y
evalúen si esta palabra existe en su vocabulario, y quizás podrían reencontrar
un punto que en muchas ocasiones tenemos perdido.
Con
esta filosofía de principios de semana es que quiero pasar algunos días alejada
de las cosas que tanto me molestan y que me han hecho quedar en casa sin querer
interrelacionarme con nadie.
En
este eco, ojalá se vean reflejadas cientos de personas para saber que todavía
existe un motivo para ser lo que uno es y compartirlo en un efecto de íntima
retroalimentación con los coetáneos.
“El
hombre se eleva por la inteligencia, pero no es hombre más que por el corazón”.
Henry
F. Amiel
“Así
como los ojos de los murciélagos se ofuscan a la luz del día, de la misma
manera a la inteligencia de nuestra alma la ofuscan las cosas evidentes”.
Aristóteles
La
increíble realidad
No
ha sido nada fácil ser hija de padres socialistas que exaltan más la vida que
el dinero en un mundo en que las cosas no son como ellos las pintaban. Soy
producto de un estilo muy particular de educación que no corresponde a lo que
normalmente se conoce en nuestros entornos sociales. Quizás de ahí la
popularidad de mis escritos, que deduzco de los cientos de correos que recibo y
que expresan el interés de conocerme más a fondo. Si esto en ocasiones
pareciera estar escrito por alguien cuyo egocentrismo rebasa los límites de lo
prudente, creo que hasta que no se de la anagnórisis puedo seguir compartiendo
hechos que he vivido sin ninguna preocupación, ya que ni mis progenitores saben
de este trabajito semanal que llevo a cuestas por el puro interés de dejar
perplejos a los lectores, pero no como Maimónides lo hizo en su guía.
Y
es que en verdad me han sucedido cosas que frecuentemente no le suceden a
nadie, hechos tomados de mi vida real que no se desprenden de meras fantasías
ni de un estado de mitomanía patógena.
La
soledad como fenómeno social
Me
llama mucho la atención la gran cantidad de grupos de mujeres que van solas al
cine, y en una visita reciente a la sala cinematográfica lo que más pensativa
me dejó fue ver a una chava joven, muy guapa, sentada sin compañía, para
disfrutar la película. Mientras mis amigos platicaban, yo no dejé de
observarla, pues siempre me ha llamado la atención que alguien puede decidir ir
sola a un lugar tan público, cosa que a mí en lo personal me cuesta tanto
trabajo. Quiere decir que soy muy dependiente y que me produce algo de angustia
encontrarme conmigo misma en espacios públicos, muy probablemente, y por eso me
sorprendió esta escena, que me parece quizás algo triste. No puede ser que
alguien se encuentre tan solo como para decidir divertirse así, en la soledad
total. Eso me aterra.
Pensé
en que ella, probablemente esperaba a alguien, pero no, transcurrió la película
y seguía sola. Me hubiera resultado más interesante entrevistar a esta persona
que ver la película, que aunque no estuvo nada mal, quizá no fue tan provechosa
ni productiva como aquella otra posibilidad. Después del cine, ya en un nuevo
lugar especializado en Tés de mil sabores y que se encuentra acondicionado precisamente
para instar a la gente a la plática, saqué a relucir el detalle con mis amigos,
y de la conversación concluimos que estamos viviendo una época de severa crisis
social. Afirmo la idea, varias veces expuesta por mí en este espacio, de que la
gente de hoy establece límites de afecto, pues queda comprobado que se necesita
algo nuevo para que comencemos a creer en otras propuestas sociales, cuando
vemos a tanta gente confundida en sus relaciones.
Imaginen
ustedes una cámara de cine que recorra por las noches las habitaciones de
algunas casas, cómo se comunican los integrantes de una familia, padres e
hijos, o los propios cónyuges que en algunas ocasiones se presentan como
verdaderos extraños sin nada que los una. Tengo algunas amigas que decidieron
casarse acabando la prepa y hoy son muy desdichadas pensando en que la ilusión
del príncipe azul se fue desvaneciendo con el tiempo.
Igualmente,
algunos de los amigos con los que platico me comentan la falta de
identificación con las jóvenes de hoy que sólo se interesan por un código
maestro del signo de pesos.
Estos
fenómenos ya llevan algún tiempo, y nadie hace nada. Queremos tomarnos de una
mano, pero se nos antoja resbaladiza. Este rompimiento está siendo generador de
la nueva mentalidad del hedonismo puro en aras del placer y de la
superficialidad intrínseca a las nuevas relaciones de pareja.
Cada
semana, quienes se encuentran solos viven con la ilusión de que ahora sí
llegará el momento de un cambio, y así se mueve el individuo de hoy, día a día,
esperando que un milagro del destino resuelva en esencia su triste melancolía.
Yo
por mi parte y a través de estas líneas, grito a su favor para que no mueran en
el intento de ser felices, porque la felicidad emana del interior de uno mismo
y no de lo que acontece afuera. La verdadera dicha desde lo más profundo de
nuestro ser es, al final, lo que más importa para proyectarnos ante la demás
gente y disfrutar de una sonrisa fugaz, pero al fin sonrisa.
“Hay
dos maneras de conseguir la felicidad: una, hacerse el idiota; otra, serlo”.
Jardiel
Poncela
Amor-odio-amor-odio,
¿cadena interminable?
No
sé si les ha sucedido como a mí, que algunos hombres que en un principio nos
tratan con toda dulzura, de pronto se transforma en vehemencia, si esto quiere
decir arrebato y violencia. ¿Seremos capaces las mujeres de desesperar tanto a
los hombres? Después de sus exabruptos, se alejan y nos odian, pero en el fondo
siempre quedará el recuerdo de lo que fuimos en sus vidas. Basta un acto de
cortesía de nuestra parte, para dar inicio a un nuevo ciclo de
amor-odio-amor-odio, con cual de las dos palabras quiere uno finalizar la
cadena depende de hasta dónde la mujer haya elegido y de las posibilidades
físicas que les otorguemos ¿No les parece?
“La
fuerza de las mujeres depende de que la psicología no pueda explicarlas. Los
hombres pueden ser analizados; las mujeres sólo pueden ser amadas.”
Oscar
Wilde
“El
problema de la mujer siempre ha sido un problema de hombres.”
Simone
de Beauvoir.
La
indiferencia, la calidad y la moral
No
sé si ustedes también se han percatado, como yo, de que la gente se conforma
con muy poco. Cualquier autor de libros, de pronto se convierte en un gran
vendedor, los integrantes de un grupo musical se hacen millonario por una sola
canción, un director de cine atrae a millones de espectadores, y en planos
menos artísticos, también existe el comerciante que logra altas ventas con un
producto ridículo, y no se trata de éxitos respaldados por una mercadotecnia
efectiva, no, nada de eso. El punto es que las masas no tienen el sentido de lo
que significa la calidad, así como los parámetros de exigencia y de
inconformidad. En esta forma, como la corriente de un río, vemos un consumismo
de inercia y no de conciencia.
¿Se
deberá entonces crear un organismo que recuerde a los consumidores los
estándares de una cultura de excelencia? ¿Se deberá incluir una materia en las
escuelas que agudice el sentido de análisis?
Tristemente,
esto no sólo tiene que ver con las cuestiones materiales, las mercancías y los
mercados, en forma desmesurada se muestra además en las relaciones
interpersonales y sociales.
¿En
qué sentido? ¿Cómo podemos exigir a las personas que desarrollen una mentalidad
y un espíritu de excelencia en lo ético y moral? No sólo a partir de la visión
y de los fundamentos de la filosofía clásica, sino de un sentido común de las
obligaciones del hombre con el hombre. ¿Cómo sé yo que tú moral es la misma que
la mía, cómo sé que mí código es el tuyo? Ya se ha hablado en la historia que
las deficiencias en el lenguaje establecen realidades diferentes entre los
pensamientos y a veces las palabras no son suficientes en este quehacer de
entendernos mejor o de ser mejores o de transmitir en la exacta perfección
nuestras ideas, porque se revientan en las telarañas de la otra conciencia
distinta a la nuestra.
La
religión ha tratado de unificar criterios acerca de lo que debe ser el buen
comportamiento humano, pero al ser transgredidos no logra poner orden. Imagino
entonces, como algunas personas pueden ser capaces de abrir la boca para que
únicamente le salgan moscas y mucha basura con esencia de una repugnante pasión
por la envidia, aunque una de las máximas es no hablarás mal de tu prójimo.
Me
imagino la antigua Roma, en el coliseo, miles disfrutando la carnicería humana
en esos siniestros espectáculos, y hoy sucede lo mismo en otros campos o hasta
cuando dos personas utilizan el lenguaje para destazar a su víctima que puede
ser cualquiera de nosotros.
Fue
por eso, y por algunas otras razones, que hoy decidí no hacer muchas de las cosas
que la gente quiere que haga. No me vestí, no comí y no opiné, como nadie.
Quise romper algunas reglas. Claro, las artimañas hicieron de lo suyo y heme
aquí tratando de sacudir conciencias. Como ya no es común pedir cuentas, uno
debe de sonreír y darle buena cara a todo aunque huela a queso podrido.
“Muchos
son buenos, si se da crédito a los testigos; pocos, si se toma declaración a
sus conciencias”.
Francisco
de Quevedo y Villegas
Otra
película sobre relaciones de abuso
Al
fin tuve oportunidad de ver una película que me gustó, hacía semanas que no
encontraba algo digno en la cartelera, fuera de la historia de Lutero. La cinta
que vi es un filme español de Icíar de Bollaín, Te doy mis ojos, que ganó siete
premios Goya, me cautivó en una forma sorprendente porque, además de que soy
una gran admiradora de todo lo español, comienza con unas imágenes de Toledo
que sirven de marco para mostrarnos un tema que hacía mucho no tenía
oportunidad de ver en la pantalla, fuera de una película francesa que se llama La
última mujer, y que, precisamente trata casi de lo mismo, el abuso de los
hombres hacia las mujeres, sus maltratos. Sin embargo, la primera expone en una
manera muy clara los motivos ocultos de algunos caballeros que tienen mucha
facilidad para transformar el amor en odio. Nunca me habían explicado con tanta
amplitud y exactitud los motivos cuando agraden a sus compañeras. Resultó
sorprendente cómo esta cinta traduce los sentimientos con detalle y permite
conocer hasta el fondo este fenómeno que tristemente aqueja a tantas mujeres.
Es
el momento de entender que todos los complejos y sentimientos de inferioridad
rebasan al sentido común y a la inteligencia, provocando los penosos desastres
en la pareja. Ésta es la idea central del filme, personificado por extraordinarios
actores que logran en cada escena transmitir las penurias de su relación, pero
más aún el momento en el que la humillación penetra en lo más profundo de la
dignidad humana.
Esta
cinta se convierte en un ejemplo que sirve de enseñanza para muchos
espectadores y para la toma de conciencia de sus propias relaciones, porque la
agresión no sólo acontece a través de la fuerza física, sino de las palabras,
actitudes y ambientes que disuelven la armonía.
Esta
historia es una herramienta, porque si existe una mujer que no tiene ninguna
posibilidad de conciencia y se encuentra inmersa en esa sumisión que constituye
parte de lo propicio para recibir estas experiencias, debemos alertarla y
defenderla.
Machismo,
deportes e infelicidad
No
acabamos con la postura siempre machista de los caballeros. No sé si se han
dado cuenta, pero en las pocas ocasiones que he tenido oportunidad de ver
algunas competencias olímpicas, se presenta en invariables ocasiones los
comentarios misoginos de los locutores y narradores deportivos, acerca de la
participación de las damas en las diferentes disciplinas, ni qué decir cuando
de deportes masculinos como el futbol o el básquetbol se trata. Pero lo que más
sobresale, sin duda, es el hecho de que antes que nada evalúan las características
físicas y no las habilidades deportivas de las participantes, la belleza de las
atletas, muy especialmente las de voleibol playero que en sus diminutas tangas
de bikini muestran sus bien proporcionados cuerpos que cubren las expectativas
de belleza. Claro, muchas de ellas, atletas de gran calibre, pues muestran
glúteos y caderas en perfectas condiciones. Esto es un principio fijo en el
comportamiento masculino, que eleva a la potencia de “qué tanto me gusta esa
chica, qué tanto vale, desde la perspectiva de mis valores, estándares de gusto
y de patrones de estética”.
Con
esta lectura es que ciertas jóvenes caen en la cuenta de que el valor se
determina por esas virtudes y nos la que desde el punto de vista de lo
espiritual o de desarrollo, merecen altas calificaciones. Este fenómeno provoca
la alta deserción de jóvenes en escuelas y universidades, grandes conflictos
acerca de cuál es el motivo real de las cosas, dudas existenciales, metas a
alcanzar, por no decir muchas otras que incluso atentan con la felicidad, el
desarrollo pleno en todos los ámbitos e incluso con la propia vida cuando de
anorexia, bulimia y depresión se trata.
Si
ésta puede llegar a ser una profunda explicación acerca de por qué las mujeres
no sabemos lo que queremos, pues se las presento desde este pequeño espacio que
reproduce varias veces gracias al offset, mis locas conjeturas, que no están
tan disparadas si nos ponemos un momento a reflexionar sobre ellas y logramos
encontrar el punto exacto a lo que mis palabras expresan humildemente.
Están
ustedes frente a una mujer que ha sufrido, y en ese camino del sufrimiento he
encontrado con fortuna dilucidar el porqué debe mantenerse del lado de los
hombres, sin ellos y a pesar de todo, no existen razones para seguir en esta
lucha… y a pesar de todo, los quiero aunque a veces sólo sirvan para cambiar
una llanta.
“La
esperanza es el sueño del hombre despierto”.
Aristóteles
La
enajenación y la vida laboral
Hoy
estoy muy aburrida, no he dejado de atender asuntos de trabajo, y mi vida personal
¿dónde queda? Si alguien me puede orientar para superar el ahogo que me provoca
no tener el tiempo suficiente para vivir, o si uno quiere trascender en lo
profesional, así es como uno debe de comportarse, dedicado a trabajar o
transportarse al trabajo. Cuando era estudiante, leía los asuntos de
enajenación del proletariado, los veía como si fuera un grupo de personas que,
pobrecitas, tienen que trabajar; pero también pensaba que no tenía nada de malo
tener que trabajar más cuando estaba ahí precisamente en la universidad para
prepararme y tener un futuro promisorio trabajando. Sin embargo, creo que se
mantiene una mala estructura o filosofía laboral en todas partes. Si se pudiera
hacer más eficiente nuestro desempeño laboral redituaría en contar con más
tiempo libre y en esa salud mental que tanto necesitamos para ser felices.
Quizás las empresas del futuro, consideren otras políticas en sus áreas de
recursos humanos, algunas como Google ya las aplican y vean los resultados.
"El
amor es una gota celestial que cayó en el cáliz de la vida para atenuar la
amargura de su contenido".
Anónimo
Amor
es un no sé qué que viene por no sé dónde; le envía yo no sé quién; se engendra
yo no sé cómo; conténtase no sé con qué; se siente yo no sé cuándo... y mata no
sé por qué.
Ovidio
Otra
visita al cine, un viaje, Almodóvar y la nueva sexualidad
Ganarse
la vida en estos tiempos cuesta más del doble de trabajo. No les ha pasado a
ustedes que las cosas ya no son tan relajadas como hace dos o tres años. A mí
en lo personal, me ha aumentado enormemente y con la misma retribución
económica, lo que interfiere con mi tranquilidad emocional, y es por eso que
las estadísticas señalan un incremento en las enfermedades derivadas de altos
índices de estrés.
Y
bueno, pasando a otra cosa, al fin un lector me ha escrito esta semana, me pide
mi opinión acerca de la película de Almodóvar La mala educación; tuve que ir a
ver para cumplir con esta función y, la verdad, aunque ha sido ampliamente
laureada, creo firmemente que ésta quizás no será catalogada como la mejor del
director español.
En
uno de mis viajes por las tierras españolas, de paso por Toledo en el tren,
comencé a charlar con unos madrileños y, precisamente al indagar sobre su
perspectiva acerca del cine actual español, me sorprendió que veían alejado a
Almodóvar del contexto, ya que consideran que se han modificado sus preferencia
hacia lo hollywoodense y meramente comercial. En México no nos parece igual,
aunque de compararse con Carlos Saura probablemente la idea tenga mucho de
cierto. Comentábamos entonces acerca del alto grado de proyección personal en
relación a Almodóvar en esta última película, pero creo que lo que más impacta
es la caracterización que hace Gael García Bernal de un trasvesti. No tengo
nada en contra de la gente que tiene variadas preferencias sexuales, pero
tampoco me gusta la caricaturización de la imagen femenina en aras de parecer
mujer porque implica en sí un acto de ridiculización de nuestro género, si así
fueramos las mujeres, qué pena me daría serlo.
Vale
la pena ser como soy
Me
quedé pensando acerca de la relación Eros-dinero, es decir, en términos menos
estrictos, que los hombres nos relacionan con este medio de obtención de sus
recursos. ¿Por qué de repente me brinca este asunto? es que vino a mi memoria
el recuerdo de tres proposiciones que me hicieron hace algún tiempo tres
prospectos de pareja. Uno, en la primera cita me proponía que me casara con él
y me llevaría por seis meses de Luna de miel por el Oriente; resultaba muy
atractivo el plan, pero pensé qué iba a hacer yo cuando, al regresar de la Luna
de miel, tuviera que convivir con él todo el día en un hogar basado en
trueques. Una segunda propuesta me aseguraba el depósito de una fuerte cantidad
en el banco para que en nunca tuviera yo ningún problema de dinero si aceptaba
compartir mi vida con él. El tercero, me prometía un regalo después de cada
acercamiento. A la distancia, no puedo entender las razones de estas propuestas
que, simplemente me han sucedido, pero que me sugieren la hipótesis de que el
dinero va íntimamente ligado a la atracción sexual. Por un lado, los hombres
con poder económico que logran comprar a la chica de sus sueños y, por el otro,
el protagonismo de la mujer que pone en un lugar primordial el contar con el protector
y dueño exclusivo de su vida, a costa de su propia libertad de acción, de
pensamiento, de todo.
Y
ahora que he tenido tanto trabajo y que mi modus vivendi depende de los
ingresos que yo tengo que conseguir por no haber aceptado nunca ese tipo de relaciones
de conveniencia, es que estoy hasta el gorro, teniendo que soportar todo, y
cuestiono en ocasiones si fui una tonta al no aprovechar propuestas que
hubieron resuelto mi manutención y de las cuales podría dedicarme a escribir
tranquilamente mi propio libro, después claro está, de ir por las mañanas al
gimnasio, a desayunar con mis amigas, algunas casadas, otras muchas aburridas,
sin nada más de que hablar sino de lo mismo siempre.
Mi
consuelo queda en que he evolucionado enormemente en lo profesional, he logrado
una autosuficiencia económica, lo que ha contribuido en una profunda
independencia, mejores expectativas en la búsqueda de pareja y mi negación a
invitaciones, con una larga cadena de incógnitas existenciales que dan a mi
pensamiento más profundidad y establecen una larga conversación con mi propio
yo interno para llegar a la disyuntiva, habrá valido todo esto la pena.
Homogeneidades
y disparidades
¿Nos
conviene a las mujeres depender económicamente de los hombres?
El
punto es que el estado perfecto de las mujeres, por supuesto, es contar con un
caballero que nos mantenga, pero indudablemente debemos capacitarnos para
desarrollar nuestro intelecto y, por si las moscas, usar nuestras virtudes y
herramientas cuando sea necesaria nuestra propia sobrevivencia. Sé, que esta
aseveración puede causar cierto disgusto, pero si escribiera cosas en las que
todos están de acuerdo, qué chiste tendría leer.
Estoy
inscrita en un proyecto mundial de investigación que tiene que ver con un
análisis de similitudes en el pensamiento femenino, por encima de las muy
diversas idiosincrasias en mujeres de varios puntos del orbe. Este análisis lo
inicié yo misma y logré convocar, por no decir invocar, a féminas con algunas
similitudes en cuanto a sus niveles intelectuales. Los requisitos principales
para participar en este proyecto son tener una profesión, haber trabajado,
contar por lo menos una relación afectiva en el transcurso de su vida, mismo
nivel socioeconómico, no tener analfabetismos de ninguna índole y contar con un
físico más o menos pasable. En esta forma lancé una convocatoria al azar y
obtuve sorprendentemente a un grupo de más de cincuenta mujeres que aceptaron
la invitación para el experimento. Están involucradas, principalmente europeas
de España, Bélgica (muchas españolas que se mudaron ahí), Portugal, una
holandesa que también habla español, una hindú que más o menos nos entiende,
varias argentinas, colombianas, venezolanas, mexicanas y estadunidenses de
habla hispana, en fin éstas son las que más resaltan en el grupo.
Una
incluso ya me envío una carta de la que no entiendo ni jota a la letra, está en
proceso de interpretación jeroglífica, y si logro hacerla legible, la
compartiré con ustedes porque lo poco que he interpretado, es que se trata de
una moza portuguesa que ha decidido dejar a su esposo por un compañero de
trabajo, y se encuentra justamente con sus maletas en la calle, sus dos perros,
un gato y una larga cuenta en la tarjeta bancaria.
Ejemplos
como éste debe haber muchísimos.
La
hipótesis es que hay un común denominador en el sentir del género, lo que
implica que nuestros cerebro, hormonas, menstruación, maternidad, sexualidad,
nos hacen únicas y especiales. Ahora toca seguir recibiendo respuestas y luego
haber qué hago con todo eso. Mientras la aventura resulta gratificante. aunque
aquí cabe la disyuntiva de que en forma automática y por muy mis amigas que
algunas de ellas sean, siempre estará presente el factor de la competencia, y a
eso quiero darle una explicación de actitud instintiva en pro de la
reproducción de la especie humana, porque si en verdad cuestionamos algunas
actitudes que a veces provocan situaciones de muy bajos instintos como los que
en infinidad de veces, por azares del destino, me he visto inmiscuida sin
querer y sin tener culpa alguna, les juro que optaría por ser una auténtica
anacoreta salvaguardándome de tanta hostilidad.
Vienen
las vacaciones, me voy a recorrer algunos lugares para seguir recopilando cosas
de la vida y de la gente que tanto me enriquecen, que me dan oportunidad de
ampliar mis horizontes para ser alguien fuera de este planeta que tenga
posibilidad de dar lo que más me sea posible.
De
las computadoras al desnudo femenino
Es
ya un fenómeno la relación de los seres humanos con sus computadoras y sus
otras relaciones a través de estas máquinas. Muchos de nosotros pasamos más
tiempo frente a los monitores que con personas reales, y el proceso de
enajenación se está dando en una medida incontrolable. Si hace algunos años se
realizaron profundos estudios de los efectos tan nocivos de los medios de
comunicación en nuestras mentes, peor aún lo es hoy el acceso a las redes y a
este medio virtual que constituye nuestro entorno social y psicológico.
Mucho
me he referido al uso del chat, la forma en que proyectamos todos nuestros
ideales y esperamos encontrar en la pantalla la respuesta a nuestras dudas y a
nuestros deseos, y más aún, compartir juegos de índole erótica, historias y
anécdotas que parecieran tomadas de un libro de locura o de graves patologías.
Cuando escucho algunos comentarios de amigas que han logrado sus conectes de
fin de semana a través de las redes informáticas, realmente me causa una
conmoción pensar que ponen en juego su integridad y su seguridad, porque cómo
es posible que se atrevan a compartir cualquier cosa con personas que al final
de cuentas resultan ser anónimas. El hecho de conocer un nombre no significa
que sabemos realmente ante quién nos estamos enfrentando o con quién estamos
por compartir una cita que pudiera desembocar en una relación de cualquier
tipo.
En
otros asuntos pero dentro de la tónica virtual, llamó mi atención una nota de
un concurso de diseño para obtener a la mujer ideal, algo así como una Miss
Mundo Digital que cubra todas las expectativas que pueden tener los hombres en
una mujer. Lo que sobresale de todo esto es una mitificación cada vez mayor de
la estética femenina y de su perfección física para subsistir en un mundo en el
que las feas no tienen lugar. Pobre de ti, amiga, si no cumples con los
requisitos, de verdad me apiado de ti.
Pero
cambiando de tema, y a propósito del desnudo de Meg Ryan en Carne Viva, aunque
pareciera la mejor actuación de esta actriz, yo tengo una opinión contraria,
porque rompió con el tabú de su propia imagen, a qué me refiero, la belleza no es
sólo tener una cara o nariz u ojos bonitos, es un todo en la personalidad de la
mujer, que puede ser la más sexy del mundo cuando deja en la imaginación de los
caballeros la forma de los senos o de sus glúteos. Meg Ryan ya les enseñó todo,
y de verdad siendo yo una gran fan de su imagen, creo que me sentí algo
defraudada no tanto por su actuación que, obviamente nunca será equiparable con
aquella Sally cuando finge un orgasmo en un restaurante.
El
desnudo femenino es algo que debe ser manejado con mucha dignidad y cuidado,
que va más allá del simple erotismo. La mujer posee una de las máximas riquezas
cuando se trata de su propia sexualidad y créanme que no es una posición de
mojigatería. Más bien es algo tan sublime para el hombre, que en ella se basa la
relación amorosa, sexual y de reproducción. No es una postura religiosa la mía,
de ninguna manera, es defender el status de la intimidad, por lo cual me
parecen desagradables las escenas, a veces tan agresivas que se presentan en
algunas películas, y en ésta que comentamos precisamente, cuando ella se sube
en su macho y se pierde en un éxtasis animal no precisamente con la delicadeza
de cómo hacemos el amor nosotras las mujeres.
“Que
mucho más dañan a las honras de las mujeres las desenvolturas y libertades
públicas que las maldades secretas."
Nuevamente
el matrimonio
En
las últimas semanas, he apoyado a una amiga en la redacción de su tesis de
maestría acerca de las expectativas de los jóvenes hacia el matrimonio, y me
permitió compartir con mis lectores algunas de sus conclusiones en este
espacio. Resulta que un alto porcentaje de gente de 18 a 25 años piensa que el
matrimonio seguirá siendo la base de la familia en las próximas generaciones,
lo que implica que estarán dispuestos a contraer nupcias enamorados de sus
parejas. Resalta también que los requisitos para seleccionar novio o novia no
están determinados por variables de tipo económico que impliquen la posibilidad
de acceder a otros niveles sociales, sino todo lo contrario, opinan que lo que
ellos esperan es crecer y lograr juntos una posición basada en el trabajo
conjunto. Esto quiere decir que los caballeros buscan mujeres con un cierto
desarrollo profesional, cultural, laboral y de participación conjunta con el
esposo.
Esto
resulta de mucho interés, no sólo para el público femenino. En lo personal,
pienso que ante estas nuevas variables, será necesario que los padres de
familia cambien su forma de educar a las señoritas de nuestra sociedad, porque
dado el nivel de extrema de protección, consentimiento y excesiva provisión de
cosas (ropa, automóvil, viajes, etcétera), claro en algunos grupos sociales,
resulta difícil la noción de ser autosuficiente o conformarse con lo que el
iniciado joven pueda proporcionar a su bella esposa. Es un hecho palpable lo
que sucede en ambas partes, aplicable tanto a varones como a damiselas. Señores
padres de familia, dejen crecer a sus hijos y permítanles ser autosuficientes
para que conozcan sus propias capacidades, para que se den el tiempo de
afinarlas en el tiempo correcto y no después, cuando hayan fracasado en el
intento de formar su propia familia.
Cuando
estén editados los resultados de tan ardua investigación, procuraré darles los
datos acerca de tan interesante tema.
Quiero
desde aquí recordarles a sus mamás a todos los microbuseros de nuestra
vituperada ciudad, porque no es posible lo que nos hacen cada día mientras
tratamos de transportarnos en las sinuosas calles de este exparadiasiaco lugar.
Bueno, con este desahogo inevitable y necesario porque vengo reventada del
tráfico, paso a un último asunto.
Quiero
retomar un poema de Nezahualcóyotl que me fascina, que vienen a cuento ahora
que una querida amiga ha pasado por momentos muy tristes, y con eso me despido:
Aunque
sea jade: también se quiebra, aunque sea oro, también se hiende, y aun el
plumaje de quetzal se desgarra: ¡No por siempre en la tierra, sólo breve tiempo
aquí!
Como
una pintura nos iremos borrando, como una flor hemos de secarnos sobre la
tierra, cual ropaje de plumas del quetzal, del zacuán, del azulejo, iremos
pereciendo”.
La
mujer y sus compromisos impuestos
Dado
que me he referido a lo que buscamos entre los más profundo de nuestros anhelos
por encontrar en la persona amada nuestras propias deficiencias, retomo de
nuevo a Lacán: “en el amor, uno da lo que no tiene a otro que no es”, y la
mujer imaginaria de Sachs de la que Freud toma el nombre de su primer revista, Imago,
podría ejemplificar la perspectiva de las idealizaciones, especialmente en este
párrafo enviado por un lector sensibilizado en estos asuntos que comparte
conmigo el pensamiento de Marianne Williamson en su libro La plenitud del amor:
“Ver las cosas color de rosa no es lo peor que podemos hacer, porque a veces
eso nos ayuda a percibirlas mejor. El ‘encantamiento’, como la santidad, está
debajo del velo. Es un mundo que surge cuando nuestra percepción va más allá de
lo que nos revelan los ojos físicos. Decidimos mirar más allá de la
personalidad, a una realidad más dulce y tranquila que hay más allá. Allí
encontramos un amor más profundo, más creativo. Llegamos allí por elección, por
propia decisión. Constituye un rito de iniciación llegar a esa dimensión, somos
nosotros quienes tomamos la decisión de entrar a sus raíces sagradas (al Amor).
Tanto si el ser amado es una persona real como si no es más que un anhelo,
tenemos que bendecir el camino que lo conduce hasta nuestra puerta”.
Pero
para cambiar un poco de tónica, otro lector me pide mi opinión acerca de la
película En el nombre de Dios, y con gusto trataré de darle mi particular punto
de vista. Repetidamente he escrito acerca de la situación de la mujer en varios
de los muchos aspectos que conlleva este tema, sin embargo, después de mucho
pensar y después de haber sido espectadora de una película como ésta, me queda
muy claro que la condición de la mujer no puede ser equiparable a la del hombre
por una razón muy grande, que nosotras las mujeres, con toda la liberación
psicológica en la que podamos manejarnos, tenemos una característica que nos
impide hacer cualquier tipo de comparación con el otro género, y se trata nada
más ni nada menos que de la maternidad. Si revisamos la literatura acerca de la
sexualidad femenina, encontraremos obras como la de Harelock Ellis, quien a
principios del siglo XX, si mal no recuerdo, dejó pasmada a la sociedad cuando
describió la forma en la que las mujeres podían disfrutar del sexo sin ningún
tipo de atavismo social o psicológico, cosa que la historia, la religión y la
cultura escondían, como el tema más prohibido de la especie humana. Cuando recordamos
a “las hermanas magdalenas”, en plena década de los sesentas, sufrir el castigo
por el uso de su sexualidad, no podemos menos que pensar como demostrada la
penosa situación de la mujer en la historia que aún cargamos a cuestas, no sólo
en el inconsciente colectivo sino en toda nuestra condición de género. Recuerdo
a un gran personaje que luchó incansablemente por legalizar el control de la
natalidad y estimuló el movimiento de la liberación de la mujer, Margaret
Sanger, quien comenzó a crecer hasta convertirse en la mayor influencia de
todos los tiempos, como lo predijo el futurista e historiador H.G. Wells en
1931. La profecía de hace más de setenta años acreditó a esta mujer el poder
que adquirieron los movimientos de las mujeres, cuando la libertad de la
reproducción llegó a ser más o menos aceptada.
Nacida
en 1879 entre la clase trabajadora irlandesa, allí mismo en dónde más de
cuarenta mil mujeres vivieron en los conventos de las magdalenas, Margaret fue
testigo de cómo su madre moría lentamente, después de dieciocho embarazos y de
once alumbramientos. Mientras trabajaba como enfermera practicante con mujeres
de clase media en uno de los barrios más pobres de Nueva York, antes de la
Primera Guerra Mundial, Margaret vio mujeres denigradas en su salud, y
corrompidas en su sexualidad y en su capacidad de cuidar a sus hijos ya
nacidos. Más tarde, su clínica instalada en 1916 tuvo 464 pacientes, hasta que
fue arrestada y sentenciada a treinta días de encierro en un asilo. Antes ya
había recibido una citación judicial y huyó a Londres, donde conoció al
sexólogo Havelock Ellis, quien se convirtió en su amante y consejero. Gracias a
Sanger, en 1965, un año antes de su muerte, la Suprema Corte suprimió en
Connecticut la ley que prohibía el uso de contraceptivos para parejas casadas.
Sin embargo, los estragos en la mentalidad de la mujer seguirán manifestándose
día a día, cuando sabemos que tenemos una responsabilidad mayor como portadoras
de la maternidad, por una parte y por la otra, que somos las encargadas de
proteger a los hijos y de brindarles las bases de su educación y formación como
individuos, aunque claro, se ha avanzado mucho en la participación conjunta en
este compromiso.
Más
allá de la biología y los cosméticos
Nunca
imaginé que participar en este espacio me iba a retribuir tan ampliamente con
nuevos amigos y amigas que se sienten en alguna forma identificados con lo que
aquí proyecto. Algunos de los correos que he recibido me piden mi punto de
vista sobre los más variados temas, otros más, incluso, en un acto de total
confianza me han comentado algunos de sus más íntimos problemas, lo que me hace
sentir que, en alguna forma puedo contribuir a establecer un diálogo de
trasfondo. Lo singular de todo esto es la gran necesidad de la gente por establecer
contacto con alguien, algo así como un S.O.S. vía internet. Esto resulta
interesante para la nueva sociobiología del ser humano de este siglo, cuando
reiteradamente he manifestado la existencia de un profundo vacío existencial o
la sensación de soledad que impera en la gran mayoría de las personas que nos
rodean. Me atrevo a realizar la siguiente pregunta, que no sé en realidad qué
efecto pueda tener en los lectores: ¿han conocido recientemente a alguna
persona que los haya hecho vibrar? Y no me refiero sólo a la cuestión puramente
hormonal, esa que provoca que las mujeres se sonrojen como señal de coquetería
y por que para la industria cosmética ha significado millonarios dividendos
(porque esas chapitas que nos colocamos las mujeres todas las mañanas
difícilmente se dan en forma natural, hasta eso ya es artificial). Antes de
responder a esta pregunta, es importante que concienticen si algún otro ser los
ha podido cautivar, no únicamente en el plano físico, sino por la sabiduría o
inteligencia que manifiesta a través de lo que habla o piensa, y logra
cautivarlos realmente al grado de hacerlos sentir magnéticamente atraídos hacia
él o ella.
Tel
vez por cosas como las que escribí líneas arriba, y ante el recurso de mi
anonimato, algunos lectores me han preguntado si alguna vez me he enamorado
profundamente, o si soy una solterona amargada, o (y eso me hace sentir muy
halagada) si soy tan pero tan inteligente que no he podido conseguir pareja,
porque no existe un hombre que pueda lidiar con una mujer de mi tipo.
Me
he divertido mucho también cuando, en alguna charla con conocidos que me leen y
no saben que yo soy la autora, sale a relucir mi seudónimo y tratan de calcular
mi edad, mi estado civil y mis medidas y peso. Y ustedes preguntarán qué tiene
que ver esto con la idea anterior, realmente nada, simplemente tengo ganas de
hacer mis libres asociaciones para que, cuando vea publicado mi artículo pueda
realizar un autoanálisis de las ideas que manifiesto con tanta incoherencia en
algunas ocasiones, pero que parecen gustar mucho a un público que espera
ansioso las mafufadas de la semana de esta tipa que quién sabe quién es, pero
que a mucha gente intriga.
No
puedo dejar de ponerle un toque de más nivel a este espacio, por eso les
comparto un texto que dice lo que yo quiero decir siempre cuando trato de
escribir, pero dado que para mí teclear cientos de palabras es un máximo placer
sublimador (dícese de la acción de elevar hasta lo sublime), les juro que lo
único que tengo en este momento a mi lado es un incienso que me compré en un
tianguis maravilloso de un pueblo que se llama Bernal, que se encuentra en
Querétaro y que si tienen oportunidad de conocer, los va a volver locos con su
magia encantadora de uno de esos lugares tan mexicanos, llenos de turistas europeos,
en donde no sólo me di un quemón de ojos por el espectáculo paradisíaco, sino
también por la gente que a mi alrededor se encontraba mientras me echaba unas
ricas enchiladas verdes que picaban hasta las entrañas.
Los
dejo con este maravilloso texto acerca de la biografía escrita por Stephan
Zweig acerca de Sigmund Freud, que dice así: “Gracias al esfuerzo de Freud, la
nueva generación mira su época con ojos más penetrantes, más libres y más
sinceros. Si la peligrosa psicosis del disimulo que ahogó durante un siglo la
moral europea ha desaparecido para siempre y podemos mirar ahora, sin
aspavientos hipócritas, el fondo de nosotros mismos; si las palabras vicio y
pecado no nos hacen temblar de horror; si los jueces, conocedores de la fuerza
avasalladora de los instintos humanos, dudan con frecuencia de pronunciar una
condenación; si los maestros aceptan con naturalidad las cosas francas; si hay
en la concepción moral del mundo mayor camaradería; si las mujeres aceptan con
más liberalidad su sexo y sus deseos; si hemos aprendido a respetar la esencia
íntima de todo individuo y adoptamos frente al misterio de nuestro ser
espiritual una actitud más tolerante y comprensiva, debemos todos estos
elementos de regeneración moral –los debemos nosotros y el mundo- a un hombre
genial”.
Me
despido, como siempre, con un pensamiento:
Crecí
besando libros y pan... Desde que bese a una mujer,
mis
actividades con el pan y los libros perdieron interés.
Salman Rushdie
Los
amores prohibidos y malestar en la cultura
Les
aseguro que cuando pueda expresarme sin el uso de mi seudónimo, seguramente
habré madurado mucho en mi vida, porque significaría que no me importaría en lo
absoluto lo que la gente piense de mí, sin embargo, no es el caso y los tengo
que seguir castigando con la ausencia de mi nombre, pero como siempre lo
refiero, Pablo Neruda no era más que el seudónimo de Neftalí Ricardo Reyes.
Y
pasando al tema de hoy, pregunto ¿Qué pasa con esa gente que tiene predilección
por los amores imposibles o prohibidos?
Después
de mucho análisis con todos los medios y herramientas de la psicología, supe la
razón de esta grave circunstancia de la vida que le sucede a quienes forman un
grupo en vías de extinción. No se esfuercen mucho, me refiero a los casados, a
algunos, claro, que presentan este problema.
Voy
a comenzar con una explicación fisiológica del asunto de enamoramiento. Las
emociones, al ser un conjunto de estados adaptativos producidos por estímulos
placenteros o de aversión producen experiencias subjetivas, cambios fisiológicos
internos y respuestas motoras observables (conductas). La
dopamina, norepinefrina y feniletalimina, y otras sustancias involucradas en
esta emoción hacen que se anule la función lógica en el cerebro. Todas ellas
juegan un papel en el sistema límbico, la base de la emoción. Un desequilibrio
de este tipo hace que el sistema límbico tome las riendas, que haya menos
integración con el córtex cerebral causando el enamoramiento. Los sentimientos
románticos irracionales pueden ser causados por la oxitocina, una hormona
sexual que participa en la sensación de orgasmo y en el acercamiento. Cuando el
flujo de sustancias químicas se acaba y el amor se traslada al córtex, se
experimenta el amor verdadero o la desilusión. Las personas que saltan de
relación en relación pueden ansiar la sensación de volverse a enamorar como si
fuese una adicción. En el caso de los amores verdaderos, la presencia continua
de la pareja estable estimula la producción de endorfinas que son analgésicos
naturales. Quiere decir que los adictos a la dopamina y adrenalina son gente
que siempre tendrá la necesidad de buscar la emoción que produce el ligue y la
seducción en la posible conquista.
Considerando que todos estos efectos fisiológicos se deben a
circunstancias psicológicas, seguí indagando y encontré en Jung una respuesta
muy interesante a este asunto. Gracias al filósofo Lou Marinoff (probablemente
más conocido por Pregúntale a Platón), conocí una nueva propuesta acerca
de la filosofía como útil para eliminar o hacer frente a ciertas preocupaciones
y problemas propios de la vida cotidiana, como la manera de llevar las
relaciones amorosas, de vivir con ética, de prepararse para morir, de
enfrentarse a un cambio profesional y de encontrar sentido a la existencia.
Marinoff nos explica que desde una perspectiva junguiana, lo que normalmente
empuja a las parejas al conflicto está más relacionado con los arquetipos
opuestos que con las costumbres irritantes. “Mientras un marido interprete el
papel del príncipe azul para su esposa-Cenicienta, o ella haga de Ginebra para
Lanzarote, no pasa nada. Sin embargo, en cuanto las esposas dejan de tratar a
los maridos como si fuesen príncipes azules y los esposos dejan de tratar a sus
mujeres como si fuesen hermosas damiselas en apuros, la luna de miel llega a su
fin”. Esto puede aplicarse a las parejas en general, aún las que no se
encuentran comprometidas por ningún documento religioso o civil. Si no
entienden lo que es un arquetipo, la referencia de Paulo Coelho les puede
servir más o menos: “Todas las historias de amor son la misma”. Eso es un
arquetipo. El punto es, para tranquilizar a quienes sufren de este problema,
“No es posible hacer de todo en la vida y todo cuanto hacemos tiene un precio”,
lo que se aclara aún más con la referencia que hace Marinoff de Robert Frost:
“Dos caminos se separaban en un bosque amarillo, y lamenté no recorrer ambos, y
ser un solo viajero…”
Creo
que con esto puedo ayudar a quienes sufren ese padecimiento y constantemente
olvidan su condición, pero ya es algo tan abierto que en ocasiones se nos
antoja pensar que sí se puede y aún no estamos preparados para ello porque de
ahí se derivan muchas, muchas de las enfermedades de nuestro tiempo con gente
tan amargamente apasionada por querer ser libre en un lamento de amor.
Esa
sensación deliciosa de estar enamorado o sentirse flechado por alguien, les
juro que no la puedo describir con palabras, pero ojo, tengamos mucho cuidado.
Finalizo
con el siguiente pensamiento:
A las mujeres les gustan los
hombres desesperados;
si no los encuentran, los hacen.
León Daudi
Me
gusta contemplar a los hombres geniales y escuchar a las mujeres hermosas.
Oscar
Wilde
A
la mujer hay que amarla, no comprenderla.
Eso
es lo primero que hay que comprender.
Osho
Tuve
oportunidad de ver el filme Los niños del señor Batiñol, una hermosa historia
cuya trama aborda el tema de la caza de judíos en Francia durante la ocupación
nazi. Batiñol, un personaje que podemos identifica con algunos de esos hombres
que reflejaron las bondades del ser humano, en contraparte a la gran barbarie
del nazismo y de la indiferencia del mundo ante los sucesos que acontecieron
durante la guerra. La historia me consternó porque conmueve la escena del
final, llena de la esperanza de aquellos niños que logran escapar, cuando mientras
nuestra memoria nos refleja la historia de tantas inocentes víctimas del
Holocausto.
De
cualquier manera, ¡Feliz 5764!
Mis
queridos amigos, aprovecho para desearles Shaná Tová para el 5764[1], un
poquito tarde porque no hubo periódico la semana pasada. Ahora sí que fui al Shul[2]
y recé mucho por toda la gente que quiero para que Diosito nos ayude a, por lo
menos estar sanos y tranquilos. La felicidad, como dice una vieja canción, “es
una forma de navegar por esta vida que es la mar”, y aclaro que no es de mi
época, dada la infinidad de correos preguntando mi edad, que he sido lo
suficientemente vanidosa para no revelarla, y la razón es que no le veo
sentido, porque es una variable que no tiene importancia para un escritor, por
el contrario ojalá con los años logre yo contar con la sabiduría suficiente que
regala el tiempo para compartir cosas de mucho más trasfondo, lo que únicamente
logra la experiencia. Y a propósito, ya están difundiendo el próximo Certamen
Literario, obviamente que voy a participar usando mi seudónimo para que, si
como seguramente sucederá, gano, sea el momento sublime de destaparme porque
tendría que ir a recoger mi premio que voy a obtener. Próximamente verán el
primer lugar en Relato Anecdótico para su servidora, e invito a quienes quieran
competir conmigo a que lo hagan y me quiten un poco la poca modestia que
siempre aflora en mí y que ha sido motivo para que a muchos no les agrade yo
mucho. Francamente, es un problema que he tenido desde pequeña y es que se lo
achaco a la gente que siempre enaltece tanto mi persona. Claro, a mi mamá se le
pasó la mano, seguramente pensó que las mujeres podemos vernos agredidas en
forma constante por algunos caballeros cuando no cubrimos sus expectativas y
quiso proveerme de un self a prueba de todo, y en vez de ayudarme me dio
un poquito en la torre, ya que ahora resulta que no encuentro un buen compañero
que cubra las expectativas de una mujer tan inflada en su ego. No se asusten,
no soy tan monstruosa como me pinto, pero en verdad que este ejemplo puede
servirle de experiencia a muchas mujeres que veo por ahí con serios problemas
de autoestima y que se dejan llevar sin considerar sus propias necesidades para
satisfacerse o dirigirse a un plano más armónico en su vida íntima.
Regresando
a mi presencia en el Templo, quiero compartirles que cuando escuché el Shofar[3]
las lágrimas afloraron en mis ojos ante la sorpresa de algunas amigas que se
encontraban conmigo en esos momentos y no daban crédito que una persona como yo
pudiera verse tan altamente motivada por ese impresionante sonido de tanto
trasfondo místico. A veces me sucede esto cuando escucho a los mariachis, pero
nunca me había sucedido algo así, tan profundo, durante el rezo de Rosh
Hashaná[4]. Espero que el significado implícito sea que vendrá para todos
los seres de este planeta una época de mayor tranquilidad y, sobre todo de paz.
En fin, como ven, mi espiritualidad llegó al máximo gracias a mi profunda
identificación con la filosófica judía, justo cuando muchos andamos tan
dispersos con filosofismos, tratando de encontrar sentido a nuestras vidas en
charlateanerías de todo tipo o buscando satisfactores superfluos que tanto daño
han hecho a nuestra sociedad.
El
siguiente párrafo lo dedico a un gran amigo cuya pareja lo mandó medio a volar,
y quiero manifestarle a través de estas líneas que no se preocupe, y se lo digo
yo, que siempre he hablado en contra de los caballeros. Claro que también hay
mujeres con un gran desencanto que no valoran la sensibilidad y ternura que un
hombre puede mostrar cuando se entrega. Muchas de ellas se creen que no existe
nadie que las merezca, pero son las que al final se quedan solas. (qué risa, yo
diciendo eso). En fin, como le dije a mi amigo, “nada vale la pena para
amargarse la vida”.
Los
dejo hasta aquí deseándoles que les sea leve el ayuno[5], porque eso sí que me
saca mucho de onda, pero ahí me verán cumpliendo con esta obligación moral para
que Dios me perdone de todos mis pecados, que no deben de ser muchos ante las
circunstancias, pero por si las moscas.
La
fuerza hidráulica más poderosa del universo,
es
la lagrima de una mujer.
Carlos
Fisas
Una
nota tragicómica
Quiero
escribir este artículo antes del ayuno, porque siempre después de Kipur[6]
me quedo como atarantada y es que a mí sí me cuesta un chorro de trabajo
ayunar, aunque lo hago con pleno convencimiento y no tan sólo por un legado
cultural de mis abuelos. Aprovecho ese día para reflexionar acerca de mi
persona y de cómo traspasé el último año. Si ustedes creían que yo era algo así
como una chica demasiado moderna por las ideas que a veces planteó aquí,
alejada completamente de costumbres o tradiciones anacrónicas, déjenme decirles
que se equivocan. Tampoco significa que sea una religiosa empedernida cuidando
el Shabat[7], pero sí procuro mantenerme espiritualmente cerca, lo más
posible, de nuestros preceptos. Claro, cuando me encontraba en la universidad
estudiando a Hegel, Feuerbach, Reich y al mismo Marx, entre otros, pensaba yo,
“bueno, esto de la religión si que ha sido un control para que todos alineados
o enajenados vivamos acordes a las buenas costumbres que marca la sociedad”,
pero dado que la religión judía basa muchos preceptos en el marco de una vida
más sana, física y mental, se refutan un poco los conceptos de manipulación de
masas de los cleros (de cualquier religión, obvio). Con la gran riqueza de la
filosofía judía es que mentes tan alucinadas como la mía encuentran un espacio
de tranquilidad y guía que permite no perderse en asuntos muy científicos, esos
que nos sitúan meramente como producto de fenómenos naturales, lo que
provocaría en mí un sentimiento de ser algo así como una cucaracha más en este
bello planeta. Creo que somos algo más que eso, y por ello festividades como
Kipur nos relajan sabiendo que somos seres espirituales que cuestionan su
existencia.
Caray,
prometí ser más alivianada en mi columna, escribir mucho más light,
porque ahora está de modo comer cosas light, y ser más light es
estar más acorde con este mundo que estamos viviendo. Eso de ser muy auténticos
y reflejarnos tal y como somos está muy mal visto en nuestra sociedad. Las
personas mejor vistas son aquéllas que no expresan sentimientos a flor de piel,
es gente más cool, y más cool quiere decir “más fríos”, más
cuidando todo lo que decimos, sin salirnos de la pose. Quienes somos más
abiertos y auténticos, vamos, quienes no tenemos pelos en la lengua somos seres
extraños y sacamos de onda a todos los que se nos presentan en el camino. Ser
franco está mal visto, ser transparente nos hace un peligro para esta sociedad.
El tratado de las buenas costumbres es callarse, es reventarse por dentro para
no aparentar debilidades o para no mover el status quo de la sociedad
hipócrita, de la gente que se mueve cuidando como bailarina cualquier pasito
que da.
¡Caray!,
y repito el “¡caray!” aunque quisiera escribir otra palabra que la censura no
me permite. Sí pareciera que estoy enojada, y claro que estoy enojada porque la
gente no es sincera, porque la gente es chismosa y disfruta de la desgracia
ajena. Esa es una maldita realidad. A la gente no le gusta ver a la gente bien,
a la gente le gusta ver fracasos, no éxitos de los otros. Gozamos cuando
sabemos de un divorcio, de una ruina económica, y mientras existan estos temas
de mesa se la pasa uno bien. ¿No es cierto?
Desafortunadamente,
van a leer esto después del Kipur, y quizás sean cosas que no les venga a la
mente, sin embargo, nunca es tarde para reflexionar acerca de lo que en verdad
somos los seres humanos.
Y
no es que en especial me haya acontecido algo esta semana, es algo con lo que
todos vivimos pero no queremos cuestionar porque sabemos que es cierto y no
podemos resolverlo. Cuando alguien tenga la fórmula de crear seres perfectos,
quizás estemos cumpliendo las predicciones de Huxley, gente padre y buena onda
clonada y reproducida un millón de veces.
Espero
no haberlos aburrido mucho en esta ocasión pero no me venía nada positivo a la
cabeza. Mis dos participaciones de las semanas pasadas parecían un poco más
optimistas. Ni modo. Hice un esfuerzo.
Los
dejo en esta autorreflexión con algunas frases de Allen, que me hizo favor de
enviar una amiga.
Sólo
quien ha comido ajo puede darnos una palabra de aliento, y
El
eco siempre dice la última palabra.
Al
final, el destino
Lo
que a continuación les voy a contar es la anécdota más simpática que haya yo
escuchado de alguien. Resulta que hace algunos meses en una de esas raras
reuniones a las que uno a veces acude por no tener nada mejor que hacer, conocí
a una chava con quien de inmediato comenzamos a conversar sobre álgidos temas.
Ella resaltó el hecho de lo difícil que le resultaba encontrar pareja. Debido a
ese gran vacío y la penosa sensación de profunda soledad, me comentaba que se
había inspirado un poco en la película de Besando a Jessica Stein, que hace
algunos meses se proyectaba en algunas salas de la ciudad de México, y ella
había retomado la idea de cambiar de preferencia sexual para así resolver su
vida sentimental. Cuando comentó eso, yo francamente no sabía qué decir, me
quedé sin habla, estupefacta ante una confesión tan extraña, porque no es que
nos podamos switchear tan fácil ¿O sí? Eso me llevó a consultar a
algunos libros y profesionales en la materia, porque cuando me quedan dudas de
algunas cosas, procuro siempre investigar. Según una buena amiga, especialista
en sexualidad, efectivamente todos podríamos desarrollar tendencias
homosexuales, como una gran curva de un lado a otro, todo depende de múltiples
factores. De momento, pensé en qué parte de la curva me podría encontrar yo
misma, y quizás prefiero no indagarlo. ¡Oigan!, no se asusten, esto no es la
introducción de un destape o mi salida del clóset, no, con todo respeto para
mis amigos gays, éstas son simplemente algunas reflexiones sobre el tema, eso
es todo.
Así
pasaron algunos meses, seguí encontrándome con esa chica. Me trataba yo de
mantener con cierta reserva porque me angustiaba un poco la posibilidad de que
pudiera seleccionarme a mí para cumplir sus propósitos. No quería verme
inmiscuida en una situación de esas magnitudes. Trato de buscar experiencias
para madurar algunas ideas que me sirvan, siguiendo mi vocación de escritora,
pero no quisiera parecerme a Anaïs Nin, quien con sus experiencia sexuales se
hacía parir decenas de ideas que ella misma no podía controlar, que le fluían
como a un río. Escribía las anécdotas de esas ideas suspendidas en el aire,
confundidas entre la autora y el lector, en forma siempre de imágenes
suprarreales.
Mi
amiga, de pronto desapareció. Yo no sabía qué había sucedido con ella.
Justamente el domingo pasado, en un gran evento, asombrada la vi acompañada de
un joven muy apuesto, lo que me obligó a observarla con mucha extrañeza. Fue
entonces cuando me saludó de lejos, y no me quedó más que acercarme a saludarla
con un lenguaje entre nuestras miradas. Sonrió y me presentó a su acompañante.
Continuó diciendo que era su novio y me relató cómo se habían conocido. Esto es
lo más chistoso que he escuchado en mucho tiempo. Resulta que ella acudió con
una amiga a un bar gay, con el fin de llevar a cabo su plan. Fue precisamente
en ese lugar, donde conoció a su amigo, quien por mera curiosidad visitaba esa
noche el mismo antro. Ahí se enamoraron profundamente y hoy son una pareja
feliz con planes próximos para contraer nupcias. Esto me resulta inaudito. Eso
es algo así como que el destino a veces nos sugiere muchas sorpresas con un
mensaje implícito. No sabemos de dónde o cuándo llegará el momento de encontrar
uno a alguien ¿No les parece?
Francamente,
tenía pensado escribir de otros asuntos, sin embargo, creo que esto resulta acorde
a una situación en que se encuentran muchos de quienes se acercan a mi columna,
esa impresión tengo. Creo que he sido un imán para quienes se encuentran solos,
tratando de encontrar a alguien que les mueva a levantarse todos los días con
la ilusión de compartir lo que cada uno es con otro igual o mejor. Y les hago
esta pregunta ¿Para quién soy lo que soy? ¿Para mí misma? ¿Tiene algún sentido?
¿Alguien me lo puede contestar? Nada más les pido que no se refieran a Hegel,
utilicen a otros autores, si les parece bien para retroalimentarnos, o
simplemente sus propios puntos de vista.
Cómo
quieres que te olvide, si cuando comienzo a olvidarte, me olvido de olvidarte y
comienzo a recordarte.
Woody
Allen.
A
los niños les gusta jugar con soldaditos, y a las niñas, con muñecas. Cuando
son mayores es al revés.
Nina
Yomerowska.
Los
hombres, esas tiernas criaturas
No
camines delante de mí, puede que no te siga. No camines detrás de mí, puede que
no te guíe. Camina junto a mí y sé mi amigo.
Albert
Camus
Ahora
empiezo con una cita en lugar de hacerlo al final, dedicada a todos quienes se
han tomado unos minutos de su tiempo con el interés de verter unas palabras a
ésta, su cordial amiga, a través de mi correo y con el gusto de decirles que
esta semana se rebasó el espacio de almacenamiento dada la gran cantidad de
personas que me escribieron. Esto me indica que el escribir esta columna es ya
una gran responsabilidad para mí. Si comencé jugando, ahora estoy segura de que
tengo un compromiso con mis lectores y espero nunca defraudarlos. Y a veces no
puedo contar mucho porque la gente que me conoce de cerca sabría quién soy en
realidad porque muchas veces lo que me siento a platicar con una taza de café
enfrente, es lo que retomo para compartirlo con mis lectores.
Lo
que más me sorprende en los mensajes que me envían es el asombro frente a una
típica muchacha judía de nuestros tiempos, y en medio de los estándares que nos
marca nuestra sociedad en México, que pueda escribir acerca de tan variada
temática en la forma en lo que lo hago. Significa que, tal vez, no me ajusto al
común denominador de las mujeres con las que se encuentran nuestros queridos
amigos, que no satisface los requisitos mínimos en cuanto a intelecto,
simpatía, autenticidad (algo que he señalado en muchas ocasiones), entre muchos
otros factores.
Si
al principio de mis participaciones manifestaba yo la pregunta de qué es lo que
buscan los hombres en una mujer, pues después de 96 artículos que me he
permitido redactar en los últimos dos años, le he dado al clavo con el asunto.
Los hombres quieren una mujer auténtica, clara, abierta, inteligente. Los
hombres tienden a buscar a alguien a quien puedan seguir, están acostumbrados,
no todos, claro, a tener a alguien quien los sepa guiar. No me lo tomen a mal,
pero como la mujer es mucho más intuitiva que el hombre, logra ofrecer puntos
de vista a veces más objetivos. Los hombres solos a veces no saben ni qué ropa
comprar o qué zapatos ponerse. Y desde esto, que es lo más simple, hasta lo más
profundo, siempre necesitan de la guía de una mujer. De ahí, probablemente, que
la gran identificación que tienen con la madre y, posteriormente, con la figura
femenina que se convierte en su leal compañera, tenga un significado tan
poderoso, porque aunque algunos, de repente se porten mal y sean capaces de ser
infieles, nunca podrán prescindir de la suave y tierna mano de una mujer.
Esto
no lo he leído en los libros, es algo que veo en los caballeros que me
circundan, papá, hermanos, amigos, primos, novios y compañeros de trabajo,
entre muchos otros. Por eso los amo a todos, soy una verdadera admiradora de
ellos, aunque a veces aparente rechazarlos, no, todo lo contrario, me
enternecen en una forma muy especial.
Sin
embargo, como dice mi amigo Camus, camina junto a mí. En esos términos podremos
ser la base más sólida de nuestra sociedad en el cumplimiento de reproducir la
especie humana en un entorno mucho más armónico. No se me amontonen. Sólo podré
con uno. Luego les aviso quién.
Un
beso para todos.
Yo
me apoyaré en ti y tú en mí, así todo estará bien.
Si
todos mis amigos fueran a saltar de un puente, yo no saltaría con ellos,
estaría allí abajo para cacharlos.
Dave
Matthews Band
Una
mujer a admirar
Tengo
un efecto de empatía gruesísimo con un personaje de un libro del que no les voy
a decir el título, por ahora, pero sí el nombre del personaje tomado de la vida
real, ustedes deberán investigar de qué libro se trata para que lo disfruten
como yo, sobre todo, las damas que quieran cultivarse con personajes de alta
escala en el feminismo. En cada página dije, “eso yo lo he pensado cientos de
veces, así, exactamente así es mi forma de pensar”, y para que ya no exista
tanto suspenso les diré que se trata de algunos pasajes de la vida de Lou
Andreas-Salomé. Su trayectoria vital simboliza la lucha de las mujeres de todas
las épocas quienes se enfrentan a las convenciones y tradiciones ideológicas de
su tiempo. ¿De qué manera puede una mujer inteligente, creativa y original
relacionarse con hombres de genio sin verse eclipsada por ellos? Lou se dedicó
a responder a esta pregunta mediante el cuestionamiento perpetuo de su propia
existencia. Se casó y, sin embargo, llevó la vida de una mujer soltera; se
sintió fuertemente atraída por el talento masculino, pero nunca hasta el punto
de verse reducida a la condición de discípula o musa... Durante muchos años se
le conoció únicamente como la amiga de hombres de la talla de Freud, Nietzsche
o Rilke, sin mencionar que era también la autora de varios poemas, novelas y de
un estudio feminista sobre la mujer en las obras de Ibsen.
El
libro de Beatriz Rivas (el que estoy leyendo) describe algunas de las
conversaciones de Lou Andreas-Salomé con Nietzsche, y quiero compartir con
ustedes estas ideas. La primera, y fíjense qué interesante aseveración, cuando
dice Nietzsche: “siempre he creído que la grandeza de un ser humano radica en
su intensidad”. Acerca del matrimonio opinaba que “El matrimonio mata al amor,
pues los esposos se convierten, el uno para el otro, en banalidades”. Sin
embargo, Lou Andreas-Salomé escribe acerca de su esposo: “Si durante años fui
tu mujer, fue porque tú fuiste para mí la primera realidad, cuerpo y ser en una
unidad indivisible, una irrebatible de la vida misma. Textualmente, hubiera
podido decirte lo mismo que tú dijiste al declararme tu amor: ‘Sólo tú eres
realidad’.”
Los
dejo con estas ideas, ya que esta semana me han castigado mucho el espacio de
mi columna, ¿a qué se debe? ¿A que hago algunas aseveraciones que hacen algo de
ruido o en realidad el nuevo formato de este medio exige cuantificar el número
de golpes de nuestras participaciones? En verdad no lo sabré nunca, lo único
que me queda es pedir a mis lectores que me escriban porque sin su
retroalimentación no me inspiro y mil disculpas por mover el tapete a algunas
personas. No lo hago con mala intención, todo lo contrario.
Todos
tomamos distintos caminos en la vida, pero no importa
a
dónde vayamos, tomamos un poco de cada quien.
Tim
McGraw
Una
complejidad que asusta
El
fin de semana la pasé muy bien, porque fui a una fiesta de un amigo que cumplía
años y se organizó un súper reventón que estuvo padrísimo y del que tengo
varios comentarios. Comienzo por el más gracioso, y es que de repente se
levantaron los invitados a cantar con el grupo de músicos algunas canciones en yidish[8]
que no había yo escuchado desde hacía algunos años, cuando estaba en el kinder
y en la primaria de mi querida escuela. Era sorprendente como todos teníamos
tan claras en la memoria esas melodías y la letra de esas canciones que a veces
también nos cantaban en casa nuestras bobes. ¡Oh, tiempos aquellos!,
cuando uno era niño pensaba que los judíos al fin podíamos vivir en paz y
tranquilidad, era lo que sentíamos, lamentablemente al crecer nos dábamos
cuenta que esa era una idea ilusoria. El punto es que si en estos tiempos está
de moda ya no hablar yidish o judezmo, tratar de parecer lo más
universales posibles y, como el personaje de Zelig, de W. Allen, escabullirse
como camaleón, invito a todos a que nos demos cuenta juntos que ha sido una
tendencia equivocada de nosotros y de algunas instituciones educativas que
piensan que mantener vivas esas raíces no concuerdan con las necesidades del
mundo moderno, pero éste lamentablemente mantiene los lastres de una conciencia
colectiva no muy favorable hacia nosotros, y vean lo que sucede no sólo en
ciudades de Israel sino en cualquier lugar en el que exista presencia judía.
Pero
vamos a cosas algo más relajadas o quizás no tanto, pero en el plano social
cercano a asuntos de la personalidad de algunos individuos. No sé si les ha
pasado, sobre todo a los que debemos interrelacionarnos más para tratar de
sociabilizar y chance hasta obtener pareja o de perdida conseguir a algún
amigo. Sucede que se da un fenómeno muy extraño en ese tipo de reuniones y es
que la gente no sabe cómo iniciar o establecer comunicación con personas que no
conoce. El rostro que no nos es familiar provoca un extraño aislamiento que
impide siquiera voltear a ofrecer un saludo. Esta situación se da más
ampliamente entre las mujeres.
A la pachanga que menciono líneas arriba,
fui con un amigo, y me sentí rechazada por las damas que se encontraban ahí.
Por más que trataba yo de sacar plática, mis tipas, que parecían culebras no me
daban chance, y eso que no saben quién soy, no cruzaron ni dos palabras
conmigo. Me tuve que conformar con platicar y pasarla padre con mi acompañante,
y conformarme con esas miradas de reojo que me lanzaban; les juro que no
parezco marciana. Tengo dos ojos, nariz y boca, eso es todo. No me quiero
imaginar si supieran que me dedico a retratar gente para mostrar aquí, en este
espacio los comentarios acerca de mis experiencias sociales. Los nombres los
tengo muy presentes pero por razones obvias no los puedo mencionar. Me conformo
con las palabras del gran filósofo que decía que a veces debemos esconder
nuestra genialidad para ser aceptados más fácilmente. Si tenemos que esconder
todo lo que somos, está cañón, el asunto es algo más complejo. Si a través de
esta columna puedo participar en la reorientación de este tipo de situaciones,
pues será más productivo este tiempo que me tomo cada semana frente al teclado.
Sin embargo, les sugiero a ese tipo de gente que llamamos “sangrona”, les
invito a que en un ejercicio de retrospección superen esos actos tan
antisociales.
Les
quería también decir que, y es algo que he descrito en muchas ocasiones, me
sorprende la cantidad de gente que busca pareja. Este fenómeno que atañe a
muchas personas en nuestra sociedad, y no sólo a ciertas generaciones, que se
da en todas las edades, provoca una cacería está muy gruesa. Las mujeres buscan
mil y una formas para atrapar a sus presas, sin importarles el sacrificio de
someterse a procesos tan severos como las cirugías estéticas, dietas, sobre
esfuerzo físico en el gimnasio, engaños, traiciones, libertinaje. La verdad es
que todo eso me asusta.
Hoy
en día, la fidelidad sólo se ve en los equipos de sonido
Woody
Allen.
En
el baño de hombres de un fancy restaurant
Recomiendo
a mis lectores una película que se puso de moda en Bélgica, donde tuvo tanto
éxito que comenzó a traspasar fronteras hasta llegar a las salas de la ciudad
de México. Se trata de Albergue Español, no les cuento de lo que se trata,
simplemente creo que vale la pena pasar el dato a mis entusiastas lectores,
porque estoy segura de que les va a gustar mucho.
Quiero
contarles que un amigo me invitó a comer, y que yo accedí porque estaba de muy
buen humor. Nos dirigimos a un restaurante que, como todos los lugares nuevos,
se había puesto medio de moda, ahí en la zona hotelera de Polanco, el típico
lugar nice, con gente bonita, gente sin preocupaciones, en ese tipo de
ambiente en el que quien no sonríe se ve mal. Les confieso que aborrezco esos
lugares porque, francamente esa no es mi onda. Estaba ya tan distraída
observando a la gente, pensando en mil cosas, que de pronto me dirigí al
tocador para lavarme las manos y de repente me di cuenta de que me había
equivocado y entré al baño de caballeros, demasiado tarde porque cuando levanté
la vista tres caballeros estaban ahí, orinando frente a mí. Me quedé fría ante
el espectáculo, especialmente uno, al voltear, soltó una gran carcajada, lo que
me hizo sentir la cucaracha más grande del mundo, de pronto me dio vueltas
todo, y no sé cuánto tiempo me tomó reaccionar para pedir disculpas y retirarme
ante el eco de risas de aquellos hombres.
Llegué
sumamente nerviosa a la mesa, del rojo mi cara cambió a un marcado pálido, y no
sólo se me quitó el apetito por la impresión que me llevé, sino también cuando
vi los precios del menú. Francamente no sabía qué seleccionar, me daba pena,
los platillos no bajaban de los doscientos pesos. Lo que vino a rematar mi
sesión gastronómica fue que uno de los hombres que había yo visto en tan
incómoda situación estaba sentado en la mesa justo frente a la mía, y toda la
comida se la pasó mirándome y sonriéndome, hasta llegar al grado de que cuando
mi acompañante se retiró, precisamente al baño, se para a entregarme una
tarjeta con su nombre y con la frase: “llámame más tarde”. Me dispuse a seguir
con mis alimentos y tratar de tranquilizarme para que mi amigo no se diera
cuenta de toda la situación que estaba yo pasando, lo cual me fue
verdaderamente imposible hasta que logré salir de aquel lugar.
Ya
a solas en casa, me dispuse a caminar por los camellones de mi apreciable
colonia, lo que acostumbro cuando tengo un marasmo de ideas. Mientras caminaba,
pensaba todo el tiempo en el rostro de aquel apuesto caballero a quien,
accidentalmente conocí tan íntimamente, pero no accedí a llamarlo, aunque
resultaba algo tentador. Afortunadamente, mi atención se distrajo cuando
observé a una familia sentada en el pasto, sirviéndose comida de cuatro
recipientes y unas sopas instantáneas que disfrutaban plenamente. Me dije,
“cómo son las cosas, creo que ellos están gozando mucho más esta comida de la
que yo gocé con tan caros platillos”. Al otro día, amanecí con algunas ronchas
en la piel. No sé cual plato me cayó mal de los que probé en el fancy
restaurant.
Pero
pasando a cosas menos, esta semana fue el día internacional de la no violencia
contra la mujer. Ese tema me recuerda la risa de los caballeros en el baño
porque cuando un hombre puede, en ciertas ocasiones burlarse de una dama, no
pierde oportunidad.
En
fin, el tema da para muchas páginas, pero déjenme decir algo, estos son los tiempos
de mujeres como el personaje de la película de Allien, el octavo pasajero,
seguramente ustedes han tenido oportunidad de verla y, buena o mala, el
personaje femenino que logra, con su inteligencia y a pesar de su belleza,
dominar a la bestia es la única sobreviviente de la nave, también tripulada por
un montón de hombres.
La
frase de hoy, no tiene nada que ver con esta columna pero de todos modos la
quiero brindar a ustedes:
Todos
escuchan lo que dices. Los amigos escuchan lo que
dices.
Los mejores amigos escuchan lo que no dices.
Del
cuerpo del hombre y cómo lo percibimos
Hola,
mis queridos amigos. Esta semana me han limitado mucho el espacio, por lo que
voy a tratar de ser lo más breve posible. Resulta que esta semana recibí un
correo que me causó más risa que un chiste. Una amiga lectora me felicita
porque le he dado una magnífica idea para tratar de conocer a un galán después
del incidente en el baño de hombres que relaté, y me dice que buscará la manera
de hacer lo mismo. Le recuerdo que a mí me sucedió por accidente, no debemos
perder la autenticidad en situaciones como ésta, ya que la sorpresa expresada
en mi rostro fue lo que ocasionó la reacción de los caballeros. Pero si retoma
esta idea como una travesura, pues quizás le podría yo recomendar que entre al
Baño de Caballeros del CDI porque ahí seguramente encontrará mucho más modelos,
y totalmente desnudos. Tengo que confesar, aprovechándome mi anonimato, que esa
era una fantasía que tengo desde niña. Entrar, siendo transparente, a esos lugares
puede resultar sumamente divertido, imagínenselo siquiera por unos segundos.
Yo, única mujer entre puros varones, mi padre les tiene prohibido que anden por
la casa en ropa interior, eso siempre ha sido un gran tabú, cuidar a la
mujercita de la casa para que no vea cosas grotescas, y eso es tan fuerte que a
la mejor por eso, de una forma inconsciente me sucedió lo que me sucedió.
Por
favor, no me vayan a escribir para invitarme a ver desnudos, me conformo con
las artes, apreciando al David de Miguel Ángel o los pronunciados músculos de
los hombres en el Rapto de las Cibeles, son magníficos. Sin embargo, en otros
temperamentos o circunstancias, no me cabe duda de que puede resultar sumamente
impactante para una mujer conocer bien de la sexualidad masculina. Bueno, ya no
le sigo porque yo misma ya me estoy poniendo roja de la pena. Para mí es más
fácil hablar de la sexualidad femenina o del cuerpo de la mujer, incluso
existen magníficos poemas alusivos a nuestras partes anatómicas, con lo que se
comprueba que una mujer poetiza debe ser muy cuidadosa cuando habla de los
órganos sexuales del hombre, mas un poeta puede decir lo que sea y como sea
acerca de nosotras, como ejemplo a continuación les muestro un ejemplo de Rafel
Alberti escrito así sobre los senos:
Oh
tú, mi amor,
la
de subidos senos,
en
punta de rubíes levantados,
los
más firmes, pulidos, deseados,
llenos
de luz y de penumbras llenos.
Hermosos,
dulces, mágicos,
serenos
o en la batalla erguidos, agitados,
o
ya en juegos de puro amor besados,
gráciles
corzas de dormir morenos.
Oh
tú, mi amor,
el
esmerado estilo de tu gran hermosura
que
en sigilo casi muriendo alabo a toda hora.
Oh
tú, mi amor,
yo
canto la armonía de tus perfectos senos
la
alegría al ver que se me abren cada aurora.
Hace
algunas semanas, comentaba yo que era mi artículo número 96, hoy llego al 100 y
yo misma me sorprendo de la constancia que he tenido. Ustedes se podrán dar
cuenta de mis estados de ánimo, cuando estoy en etapa depresiva-represiva
escribo de una forma, cuando me encuentro en euforia escribo de otra. No soy
una bipolar clara, porque afortunadamente no he llegado a tanto, pero sí
manifiesto que mis exabruptos estados me enfocan hacia caminos distintos en
esto de expresarme y catalizar, sublimar, hacer catarsis, etcétera. Mi amigo
Segismundo lo decía constantemente, que el neurótico altamente artista o el
artista altamente neurótico, ¡vamos!, es lo mismo, necesita ser alguien más
complejo para atraer a los demás. La excentricidad es el combustible del arte,
y si excéntrico significa no tener el mismo centro, pues me corresponde
precisamente ese carácter. Ser extravagante sin ser estúpido es lo importante,
porque también esa amalgama se da muchísimo en la gente que aparenta ser
diferente, cuando en el fondo solamente existe un idiota atrás del gran
disfraz.
Hay
quienes estropean relojes, para matar el tiempo.
Adivinen
quién lo dijo.
La
química del amor
En
esta ocasión, les quiero compartir algunos ejercicios de éxtasis para comenzar
muy alivianados este año. Por supuesto que han escuchado hablar de la química
del amor, esa que puede haber entre dos personas cuando Cupido lanza el
flechazo. Esa maravillosa sensación de estar enamorado que nos beneficia o nos
enferma, dependiendo de si existe reciprocidad o no. El primer ejercicio, para
todos ustedes que tienen la imperiosa necesidad de vivir en éxtasis, de
disfrutar profundamente experiencias tórridas que lo hacen a uno perder la
cabeza, es la siguiente, atrévanse a hacerlo, inviten a esa persona de la que
tienen tantas ganas o ustedes, gente en matrimonio que han perdido la chispa,
reencuentren a su pareja y realicen una sesión de hedonismo puro. Les
recomiendo una buena música de fondo, algo así como el October Proyect,
la canción número cuatro de ese CD, A lonely voice, o la siguiente que
se titula Eyes of mercy, con un fino incienso afrodisiaco, una copa de
buen vino español o francés, para quienes no toman alcohol, un té de miutle, si
lo logran conseguir en el mercado es muy benéfico para quienes tienen la libido
apagada. Y después, hagan el amor… verán como se sentirán mucho mejor y esas
depresiones escondidas se irán a la basura.
Les
comento una experiencia que podría ser útil a las jóvenes que me leen. Cuando
tenía yo dieciocho años, mi falta total de experiencia con los hombres no me
hacía definir las situaciones en las que me veía entrometida. Por ejemplo,
chavos profundamente interesados en mí que no se atrevían a establecer un
noviazgo conmigo por miedo, terror, hasta al grado que preferían huir
impávidamente. ¿Qué onda? Me di cuenta algún tiempo después de eso, pero
díganme en buena onda, qué pretenden, porque les doy otro ejemplo, un galán me
pedía tener relaciones con él, y cuando le contesté que no estaba yo preparada
para ese tipo de relación, me dijo, “¡Qué bueno que me contestas eso, porque de
haber aceptado me hubiera decepcionado de ti!”
Pregunto,
¿quién caramba los entiende?
No
les gustamos liberadas, tampoco mojigatas santurronas, y nosotras nos enredamos
entre salvar dignamente nuestra reputación y reprimir nuestras propias
necesidades. En fin, no es el único punto antagónico de la esta vida en
sociedad con seres tan extraños.
Tengo
que reconocer que también existen algunos con los que me he podido relacionar
divinamente y a quienes siempre recordaré por esos momentos que me han dado
posibilidad de ser una mejor persona para vivir en pareja. ¡En serio!
La
semana pasada, recibí más correos de damas que de caballeros y eso es algo
extraño, porque a últimas fechas recibía yo sólo comentarios de caballeros. Me
pregunto si habré sido muy agresiva en mi columna. No lo creo, sólo estoy
cotorreando el punto.
Una
mujer que se divorció recientemente me dijo: “Yo vivía sola hasta que me
divorcié”. ¡Estuvo fuerte, no!
Lo
que teme un hombre cuando piensa en el matrimonio no es atarse a una mujer,
sino separarse de todas las demás.
Ellen
Rowland
La
humanidad fallida
La
verdad es que hoy estoy muy aburrida, no he dejado de atender asuntos de
trabajo, y mi vida personal dónde queda. Ojalá alguien me pudiera orientar para
superar el ahogo que me provoca no tener el tiempo suficiente para vivir, o qué
si uno quiere trascender profesionalmente, así es como uno debe de comportarse,
dedicado a trabajar o transportarse al trabajo. Cuando, de estudiante, leía los
asuntos de enajenación del proletariado, lo veía como si fuera un grupo de
personas que, pobrecitas, tienen que trabajar, pero también pensaba que no
tenía nada de malo trabajar, más aún cuando estaba ahí en la Universidad para
prepararme bien y tener un futuro promisorio trabajando. Sin embargo, creo que
se mantiene una muy mala estructura laboral en todas partes. Hacer más
eficiente nuestro desempeño redituaría en más tiempo libre, y en esa salud
mental funcionaríamos mucho mejor frente a nuestros escritorios.
Creo
que falta mucho para que la mentalidad de los patrones o de los jefes de
personal ideen nuevos métodos de productividad enfocados a delinear un sistema
para trabajadores felices y libres, dedicados con esmero y entrega a sus
labores cotidianas.
En
otro orden de ideas, me he percatado del alto consumo de fármacos para obtener
felicidad, tranquilidad, para ser más ecuánimes y subsistir en este sistema de
cosas. Quiere decir, volviendo al tema de las equivocadas infraestructuras de
nuestras vidas, que el hombre nunca ha sido libre, desde que nacemos hasta que
morimos, tenemos un sinnúmero de lazos que nos atan y estas ataduras aprobadas,
este deber ser, nos ha orillado a buscar panaceas que nos acercan más a
la muerte que a la vida. Quiere decir, cuando nos convertimos en adultos,
necesitamos drogas para conciliar el sueño o para mantenernos tranquilos, sin
ansiedad en cualquier reunión que nos implique tensión, o antidepresivos para
contar con el ánimo de seguir subsistiendo, ya no somos capaces, por nuestros
por nuestros propios medios, de encontrar la felicidad y la emoción de
despertar cada día.
Necesitamos
del éxtasis artificial, creo que los seres humanos hemos fallado.
Cuando
uno se halla habituado a una dulce monotonía, ya nunca ni por una sola vez,
apetece ningún género de distracciones, con el fin de no llegar a descubrir que
se aburre todos los días.
Aburrirse
en el momento adecuado es signo de inteligencia.
Anne
Louise Gemaine de Stael
Los
apegos
Existen
muchos tipos de personas, somos un grupo heterogéneo, con miles de pensamientos
que circulan en nuestras mentes, con emociones, sentimientos, formas de ser,
etcétera.
También
tenemos gustos, predilecciones, deseos y, por supuesto, algunos factores que
trastornan y hacen posesión de nuestra cordura, conducta, estado mental.
Entre
fortalezas también nos acompañan nuestras propias debilidades, cuando
necesitamos cobijarnos o acudir a objetos que nos reconfortan, cosas que
nuestro inconsciente nos exige como una tela transparente que impone su fuerza
y exige rompiendo cualquier posibilidad racional de comportamiento.
Existe
mucha literatura acerca de lo drástico que pueden ser los apegos, que si son un
estado emocional de vinculación compulsiva, vivir una paz frágil y precaria,
que son los controles a los que los demás nos someten y a los que nosotros
mismos nos esclavizamos. Como una droga que necesitamos para poder subsistir.
Perdemos la propia libertad sobre el amor, mezcla de ansiedad, posesividad,
tristeza y dolor.
Sin
embargo, qué pasa si le damos un giro positivo a los apegos, una palabra
prohibida por algunas formas de auto ayuda o corrientes psicológicas, qué tal
si el apego nos conduce a la generación de energías, porque cuando tenemos la
posibilidad de sentir esa necesidad apasionada, y no necesariamente sexual, por
alguien, la vibración que fluye alivia, desarrolla la cualidad propia de los
humanos para relacionarnos con quienes más efecto psicotrópico natural nos
genera.
En
este espacio les doy el permiso de sentir sus apegos como algo no prohibido, el
viaje puede presentar caminos abruptos, entintados de melancolía y sufrimiento,
pero qué es la vida sin eso. "Yo sufro la ausencia y el espacio duro; la
pena es un muro", decía Marguerite Yourcenar, ¡qué insípido hubiera sido
ser feliz!
"Vuelvo
a pensar en ti, y te vuelvo a olvidar" también expresaba, pero miren la
capacidad de ideas que los apegos generan en los más grandes escritores.
La
mujer ¿otra visión?
qué
pensarán de mí, que traiciono nuestros secretos, que me invade un serio
problema con mis hermanas, madre o abuela, todas mujeres. Para comenzar les
comparto que desafortunada o afortunadamente no tuve la dicha de interaccionar
con una hermana. El cigoto de mi madre en sus divisiones mitóticas, me produjo
a mí, exclusiva hembra entre varios hermanos, y por eso no conozco a las
mujeres, además de mi madre, por lo tanto me retracto para hablar de ellas. Sin
embargo, la intuición me permite examinar a las que me acompañaron a lo largo
de mi historia académica, quienes en un plano sustituto, conformaron el rol y
con quienes me fui dando cuenta de cómo se comportan, en qué piensan, cuáles
son sus sueños, sus ansiedades y sus desvelos.
Primeramente
les diré, que desde niñas su vida transcurría confusa, con una alta incidencia
en mensajes ocultos que, por una parte manifestaban la importancia de un
desarrollo independiente, pero siempre barnizado de la entera necesidad de
sentirse incompletas, en el rescate por agradar a papá, como un leve
experimento de mañana seguir necesitándolo con toda la parafernalia que
conlleva esto, desde los aretes hasta las ideas obtusas para no parecer
inteligentes, y algunas no lo eran.
No
obstante, todas bajo el mismo esquema, siguieron los pasos, para despertar la
verdadera vocación, mas no pretendo tener la capacidad para transmitir la épica
de la experiencia femenina. Sólo y únicamente, decir que sean cuales sean los
motivos de sus vidas, lo más importante en todo caso, que sean conscientes de
lo que cada quien decidió para encontrar su camino. Quizás pareciera que sufro
eso a lo que me refiero, pero les tengo noticias, no lo sufro. No soy presa de
nadie, para salvaguardar mi seguridad ni económica, ni intelectual, ni
emocional, ni afectiva, pero la verdad es que me robé este escrito que me dejó
un fantasma y pues lo quise compartir con mis lectores.
Sin
embargo, saben, existe el amor.
“El
amor es una ilusión, una historia que una construye en su mente, consciente
todo el tiempo de que no es verdad, y por eso pone cuidado en no destruir la
ilusión.”
Virginia
Wolf
Cómo
funcionamos las mujeres en nuestras relaciones. Epílogo.
Algunas
conclusiones al conjuntar a varios autores que he tenido oportunidad de
consultar me dicen en su profundo análisis, lo que determina que todo lo que
nos sucede a las hembras está íntimamente relacionado con nuestras madres.
Quiere
decir, que todo está determinado por el grado de simbiosis que establecimos con
nuestras progenitoras, y la vida sexual, psíquica y todo lo demás, es un
resultado de esa primera relación amorosa con nuestra madre.
Claro,
esto en apariencia no es nada nuevo, Freud ya lo venía diciendo, pero parecía
que no estaba del todo seguro, porque cuando él hablaba del asunto edípico,
pensó seguramente en él como hombre, y nunca le quedó muy claro cómo desmembrar
el asunto desde la perspectiva del sexo opuesto, ya que cómo sería que una
bebita recién nacida podría necesitar tanto a mami, o peor que eso, que fuera
su objeto de deseo, lo que suena algo extraño para quien no tiene falo. Lejos
de ser una postura falócrata, llegaron después los post freudianos y dijeron,
no es exactamente eso, más bien es el pecho, la mama. Y entre que esto y el
otro, nos tienen mareadas, confundidas, absortas, y resulta que las mujeres
somos cómo somos, no por la cantidad de hormonas segregadas disparadamente en
un ciclo menstrual, sino porque además, nuestras locuras y en ocasiones nuestra
pobre capacidad de amar, se debe al grado de vinculación simbiótica materna.
Como
siempre existe una posición que favorece a los caballeros cuando se asegura que
ellos nunca tienen la culpa de nada, permítanme reírme porque entonces la
conclusión es que necesitamos hombres maternales, amorosos, cariñosos,
tranquilos, comprensivos, complacientes, intuitivos, etcétera, y díganme si
ustedes mujeres del siglo XXI, han encontrado a alguien con esas
características. Yo en lo personal, no. Mas no quiere decir que no exista esa
posibilidad en algún objeto. Hay que buscar, sin duda.
[1]
Bobe, “abuela” en yidish, idioma de los judíos originarios de Europa central.
[2]
Shabat, en hebreo “sábado”, el día de la semana más importante en la religión
judía-
[3]
Zeide, “abuelo”, en yidish.
[4]
Shul, templo, en hebreo.
[5]
“Conectando gente”, slogan publicitario de la empresa coreana de
electrodomésticos Panasonic.
[6]
“Mandamiento, obligación”.
[7]
The American Association for Marriage and Family Therapy
[8]
K, “templo” en hebreo; knis, ¿en yidish?
[9]
Shaná Tová, “Feliz año nuevo”, en hebreo, 5764 inició en septiembre de ___
[10]
Shul, “templo” en hebreo
[11
Shofar, cuerno, generalmente de carnero, que se toca en algunas festividades
religiosas judías.
[12]
Rosh Hashaná, año nuevo, en hebreo.
[13]
En muchas celebraciones judías, se acostumbra el ayuno, incluyendo el día
previo al año nuevo.
[14]
Yom Kipu, el Día del Perdón, que se celebra a la semana siguiente de Rosh
Hashaná, y cuando se acostumbra pedir perdón y perdonar las ofensas a personas
que ´pudieron sentirse agredidas por nuestras acciones o palabras.
[15]
Shabat, el sábado, día sagrado para la religión judía.
[16]
Yidish, idioma común de los judíos de Europa central y oriental.
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