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Libro completo Cosecha Tardía







Enero 2005, año nuevo
Las vacaciones me ayudaron a relajarme un poco, sin embargo, inicié el año con una extraña sensación que comenzó el 31 de diciembre, al no aceptar invitación alguna para celebrar la llegada de 2004. Decidí pasar esa fecha con mi perrita, una de mis más entrañables y fieles amigas, por no decir la única para no herir susceptibilidades de algunas de las amigas que conocen mi identidad. A eso de las diez de la noche, me dispuse a preparar un rico fondue de queso, pan y vino blanco, espumoso e italiano, para de una manera sui generis celebrar conmigo el inicio de un nuevo periodo.
Pasaban los minutos, pero aún muy lejos las doce de la medianoche, camine hacia el jardín para disfrutar de ese cielo lleno de estrellas que gracias a las vacaciones parecía de la típica provincia mexicana. La tierra del jardín lucía sedienta, comencé a regar agua y repasaba la idea de querer recibir así el año nuevo, comenzaron los cohetes y uno que otro grito de la casa de enfrente. Fue entonces que me percaté de que había llegado el cambio de fecha en los calendarios, en mi celular, en el monitor de la computadora y el reloj de la cocina.
Mis propósitos para 2005 no los conozco. Han pasado cinco días y aún no los sé. Quizás me proponga otras cosas, pero al final creo que serán las mismas, y sin embargo, sigo igual. Algunos cambios por la gente que se fue, por la que vino, por la que ya no es.
Y si notan que no me captan muy optimista en estos párrafos, es porque en invierno, me atacan  algunas alergias que me provocan este estado, es algo temporal, no se asusten. Les prometo luchar contra la histamina que invade mi cuerpo y provoca una baja en mis endorfinas. Aunque creo que regular el flujo adecuado de éstas, se encuentra dentro de uno mismo. Hay que conocerse y quererse, sin olvidar, que también debemos querer a los otros. Lo demás, o sea las endorfinas, llegarán por añadidura.


El matrimonio, institución en extinción
Coincido que es una institución en vías de extinción, y no porque no crea en el amor, sino porque soy una realista que profundiza en las más diversas variables que se dan en este fenómeno de la pareja humana. Jugando con los números, la gente cercana a mí se encuentra en varios estados que van desde la soltería, pasando por la unión libre, probando si resulta antes de cualquier compromiso, hasta los que planean unirse, seguidos de los que ya se casaron, y hasta llegar a los que ya se separaron y también los que prefieren vivir en pareja, pero cada quien en su propio lugar, y ésta es la nueva moda. ¡Qué ideas estoy dando!, ¡Dios mío!, ¡ejemplos indecorosos! Seamos honestos, todos hablamos de este nuevo fenómeno social, que no espanta a nadie, ni siquiera a los hijos, que en muchos casos se ven afectados por estas formas de familia moderna.
Es un tema que me apasiona desde que tengo uso de razón. Desde niña observaba la relación de mis propios padres y francamente me eran incongruentes muchas cosas. A eso, habría que sumar que soy la única mujer entre puros hombres, por lo que conocía algunas de las debilidades de ellos y de papá… eso está para Freud, lo sé.
Sin embargo, no quise formarme una hipótesis que pudiera perjudicar mi vida de mujer, sumado a estos prejuicios se encuentra mi propia experiencia y, peor aún, la opinión de las mujeres de los grupos de profesionistas a los que pertenezco y de los que se derivan opiniones que, quiera una o no, son una realidad.
Me decía una connotada abogada, que los grupos feministas tienen tanto éxito porque las mujeres se complementan más entre sí mismas que en nuestras relaciones con honorables caballeros, y lejos de que la puesta en cuestión pudiera llegar a tener diversas preferencias sexuales, mencionaba que lo único que buscan ellos en nosotras es satisfacer sus instintos, además, muchos ni siquiera sabían hacerlo bien porque no conocen las partes genuinas de la mujer. En verdad me hicieron reír tanto esos comentarios, hechos además en una forma tan enérgica y contundente, que sin tratar de esconder mi asombro, prefiero compartirlo en estos párrafos con ustedes, y si mis lectores más asiduos estadísticamente son caballeros en un 95% (dato tomado de los correos que recibo),  temo que mis comentarios no serán de su total agrado, al tener el peligro de herir algunas susceptibilidades, mas no es la intención.

“Los antiguos valores que se idolatraban se han perdido...
quizá ahora sea el momento de replantearse la existencia.”
(Battousai, el asesino).


Fingir personalidades
Mujeres sin control cuando las relaciones no son auténticas, cuando pretendemos mostrarnos artificiales porque en ocasiones no estamos seguras de que si lo que somos, pueda efectivamente ser atractivo para la otra persona. Esta es la parte crucial de la infelicidad, pretender no ser nosotras mismas, así inician los problemas existenciales y de alta presión por mantener un rol que no nos corresponde.
Lo que resalta llevado a términos de análisis social, es cuestionar el hecho de si existen personas que en sus matrimonios falsean su propia personalidad y forma de vida, lo que aunado a nuestras propias necesidades proyectadas en encontrar al ser que realmente necesitamos, complica y enreda profusamente nuestras circunstancias personales en pareja. Y claro, llega el divorcio al no ver cumplidas las expectativas.
Es triste y cercano a la realidad, este fenómeno se encuentra en gran medida debido también a la imperiosa necesidad de encontrar a toda costa a la supuesta persona amada.
Lo más grave es que eso nos sucede con la demás gente, en el afán de siempre agradar al prójimo al alto precio de vivir la vida de los demás, sin la conciencia de que eso no es en el fondo lo que queremos de nuestras vidas. El sistema nos ha sido impuesto, nos empuja  a ser y aparentar lo que no somos.
Quizás sería bueno meditar acerca de lo que realmente queremos y lo que habita en nuestro ser interior para satisfacernos a nosotros mismos con plenitud y tranquilidad, mientras eso sucede, sigamos pues fingiendo.


Quién está mal…
Lukas es un genio de la cinematografía, el género de ciencia ficción no es lo que más me agrada, no porque lo considere poco valioso, por el contrario, no sé que proceso mental se establece en mí que siempre, al presenciar un filme con esa temática, salgo despavorida de la sala y aún no he podido encontrar la causa de tal aversión. Puede deberse a mi sobre imaginación y también tiene algo que ver con mis estados de ansiedad. Hace algunos años, una amiga psicóloga me decía que yo me desesperaba mucho cuando la gente hablaba, veía algunos problemas en mi lenguaje al pensar más rápido de lo que hablo, y quizás a eso se deba mi afición por la escritura. Con ella, tengo más control de lo que fluye de mi pensamiento, se caracteriza por estar siempre fuera de la proporción usual, razón por la que trato de cuidar al máximo lo que digo. En varias ocasiones he manifestado, el sentirme fuera de lugar en cualquiera de las reuniones que asisto con la vaga ilusión de poder compartir con la gente algunas ideas, sin embargo, no toman el sentido de las cosas y siempre termino preguntándome, quién es el que está mal.
Para no sentirme como bicho raro, procuro entretenerme en otros asuntos, y es entonces cuando mi imaginación comienza a fluir y siento que no estoy en el lugar ni en la dimensión, mis oídos dejan de escuchar y mis ojos no ven alrededor, sin embargo, es algo que disfruto plenamente, y si ustedes creen que estoy a punto de perder mis facultades, están ciertamente equivocados.
Prefiero entonces hablar de cosas como los filmes que me gustan, soy una fanática de Woody Allen, un genio que ofrece lenguaje en un solo movimiento de cámara, como Berman, profundidad del ambiente social y psicológico de los personajes. Ese status de vacío y soledad que encontramos infinidad de veces los que, precisamente como yo, tratan de hallar en las superfluas reuniones sociales, la compañía adecuada que les permita seguir la semana con un poco más de ánimo. Me pregunto, qué afán porque transcurra el tiempo y que llegue ese mismo instante de inopia espiritual en la búsqueda de mejores alternativas.
Comunicación intergeneracional nefasta, cuando se parte del principio en que los adultos no se actualizan, poco tienen que decir. Invito a envolverse en las nuevas formas de pensamiento, y esto no quiere decir que sintonicen una estación de radio diferente, más bien que sintonicen lo que los jóvenes necesitan para poder sobrevivir en un mundo de caos en lo incognoscible.

“No me interesa aquel que haya conocido, llevado en litera,
mil cimas de montañas y así observado mil paisajes porque,
en primer lugar, no conocerá uno solo verdaderamente y, luego,
porque mil paisajes no constituyen más que
una partícula de polvo en la inmensidad del mundo.
Me interesará sólo el que haya ejercitado sus músculos en la ascensión de una montaña, aunque sea la única, y así estar capacitado para comprender todos los paisajes por venir y, mejor que el otro, los mil paisajes que le han enseñado”.
Antoine de Saint Exupery


Las mujeres y sus múltiples opciones
Tengo la mente muy clara después de algunos días de encontrarme observando a gente distinta, mientras gozaba del sol y la playa, una por cierto nudista, y de vuelta a la realidad, he pensado que muchas veces nos encontramos inmersos en una gran burbuja de cristal que nos impide ver otros mosaicos y eso nos deshumaniza.
El contraste viene de una experiencia que tuve al acompañar a una amiga tanatóloga que trabaja como voluntaria en un hospital para gente de muy bajos recursos. Mi amiga me advirtió que podría yo salir algo impactada de lo que estaba por observar. Así fue. He estado meditando acerca de esas imágenes y no encuentro la forma de desecharlas. Es entonces que voy a cambiar de canal y trataré de escribir acerca de cosas más vanas para instalarme en la mecánica del rol que jugamos, en aras de mostrar nuestra fortaleza interna y esas sonrisas que en ocasiones se desvanecen por su falsedad.
En otros puntos, este ejercicio de escribir lo primero que me viene a la mente resulta muy sano y apto para aclarar mis pensamientos confusos.
Por cierto, y cambiando el tema en una forma brusca e imperativa, se han dado cuenta de cuántos programas televisivos que presentan reflexiones de personajes femeninos han tenido éxito y están en boga. El primero es el ya clásico, Sex and the city, Desperates housewifes, y el que ya rebasa los límites es el The L World, en donde los caballeros ya ni existen.
El común denominador de estos programas es que las mujeres nunca estamos contentas con nada, si porque estamos solteras y tenemos la libertad de probar la gran gama de modalidades de hombres, o las casadas con sus propios conflictos, incoherencias, dudas, frustraciones y soledad acompañada, o en la última serie, cuando deciden o se dan cuenta de que prefieren la homosexualidad también con sus múltiples complicaciones.
Y si lo que digo deleita a los apreciables caballeros, señores, deben de tener muy presente que así somos las mujeres, y como esta semana me dijo un amigo muy atractivo, no puedo vivir con ustedes pero tampoco sin ustedes. Ese ha sido el cuento de nunca acabar, mas cómo lo disfrutamos ambos.
Olvidaba que comenté acerca de la playa nudista, eso los debe tener absortos, esperando a que llegue el párrafo que trata de esa vivencia que considero infantil, les confieso que esa travesura la hice en compañía de unas amigas y si esta edición no atenta contra las buenas costumbres, me da mucha pena no poderles referir ni describir nada de lo que presencié, lo único que deduje y lo que puedo empalmar, es que si desde niña tenía la fantasía de entrar a un baño de caballeros, se me han quitado las ganas, y por lo que a las mujeres corresponde, creo que muchas deberían de ir más seguido a un gimnasio… qué comentario tan superficial ¿no les parece? Termino con una frase de Eugene Ionesco que me gusta mucho: “La libertad de la fantasía no es ninguna huida a la irrealidad; es creación y osadía.”



Lo que en la vida vale la pena
Cuando vemos lo que ha sucedido por los huracanes, tsunamis, la fiebre aviar, atentados terroristas, etcétera, etcétera, nos damos cuenta de lo absurdo que puede ser todo. Después de eso, nada tiene importancia.
Ayer soñé con mi madre muerta, estaba enojada conmigo como siempre lo estuvo, quizás por mi simpleza a pesar de mis complejidades o porque yo tuve una madre mucho más liberal que la de ella para permitirme disfrutar en otra forma las cosas de la vida. Se asustaba mucho de lo que mi mentalidad podía ocasionar, pero también sabía que mi propia inteligencia lo iba a refutar.


Freud
Me pareció una noticia muy buena que el Ministerio de Cultura de Austria decidió que 2006 sería el año de Freud, en ocasión de los ciento cincuenta años de su nacimiento, y que se llevarán a cabo un sinnúmero de eventos en torno a tan célebre científico. Como ustedes saben, Freud es uno de mis personajes favoritos, porque soy alguien quien ha leído, si no todos sus libros, sí la mayoría de éstos y los de su hija Anna, y los de sus críticos y seguidores, en los que siempre, sin lugar a dudas, he encontrado una respuesta a mis conflictos existenciales. La ciencia del insconsciente.
Es tal mi identificación con Freud, que un maestro aficionado a las alumnas judías en la universidad, siempre me cuestionaba todo, dada la similitud en algunos diptongos de mi apellido con los de Freud y Feuerbach, y no les digo más, porque pretendo seguir con mi anonimato, sin la clave para encontrar mi apellido.
Acerca del los temas del psicoanálisis, siempre la gente me ha relacionado o sugerido visitar el diván, y no duden que lo necesito, pero no les voy a confesar si estoy en ese ejercicio, prefiero que lo intuyan los expertos si mis textos reflejan las virtudes del análisis, el equilibrio que me provoca la plena transferencia en la química cerebral, en el control de los estados de pánico, ansiedad, depresión y desánimo, y la comprensión de mi propia existencia, mis pulsiones de vida y de muerte.
Se necesita valor para repetir los esquemas pasados, el ejercicio es duro y difícil, pero vale la pena.
Lo que es un hecho, y regresando al asunto anterior, no me cabe duda de que Freud nos hizo conocer dos fuerzas poderosas y sus demandas sobre nosotros. En un tiempo cuando todo el mundo creía en la racionalidad del ser humano, nos demostró cuánto de nuestro comportamiento estaba influenciado por el inconsciente. Cuando la gente consideraba que éramos individualmente responsables de nuestras acciones, nos enseñó el impacto de la sociedad, quiere decir, como las manifestaciones psíquicas están siempre con nosotros de una forma o de otra. Y del amor, mejor no hablemos, al menos en este párrafo.
Su nombre seguirá, siendo uno de mis temas. El lugar psicoanalítico debe ser como el universo, se necesita masa, energía y espacio para que sea posible, aunque se parezcan más a la terminología de Einstein.


Libertad, sexualidad y capitalismo
Así como Adam Smith es el padre de la economía política, hablamos de Freud como el de los estudios de la sexualidad, aunque claro, existen muchos antecesores a estas teorías y si ustedes no lo saben, ni más ni menos el para muchos despreciable Marqués de Sade, fue uno de los que dio los primeros avances que quedaron en la hoguera, dado el marco político y social en el que este personaje vivió. Su constante crítica a la monarquía francesa, tan ejemplificada junto con los representantes del clero a quienes, más de una vez, utiliza como personajes centrales en sus novelas. Todo tiene que ver con esa parte oscura del deseo. Sade no tenía ninguna duda de sus planteamientos.
Al biólogo estadounidense Kinsey, se le ocurre realizar encuestas acerca del comportamiento sexual de hombre y mujeres. En 1948, Alfred Kinsey cambió irrevocablemente la cultura americana con su libro La conducta sexual del hombre. Al entrevistar a miles de personas acerca de los aspectos más íntimos de sus vidas, liberándoles de una carga de confidencialidad y vergüenza en una sociedad en la que las prácticas sexuales estaban mayoritariamente escondidas. Su trabajo provocó uno de los debates culturales más intensos del siglo pasado, cuyas llamas todavía perduran hoy, porque expone la inexistencia de patologías sexuales, sustentado en que al existir en un alto porcentaje de individuos, se convierte automáticamente en características de la “normalidad” de los seres humanos, en esta forma, justifica todo, infidelidad, homosexualidad, promiscuidad y anexas.
Cuando esto se confronta con la moral y los principios que la cultura nos ha impuesto, reprimiendo algunos instintos y, de ahí regresando a Freud, el motivo de nuestra neurosis y otras patologías, o refiriendo a Reich, los principios religiosos como control de los instintos sexuales en aras de que el hombre sea más productivo en el modo capitalista, nos lleva a pensar que no debemos dejar a un lado, encerrado en el cajón, el análisis profundo de nuestro comportamiento para llegar a sentirnos libres, sin ninguna trampa impuesta por alguien, más bien, lo que a nuestros propios ojos nos otorga la plenitud y la felicidad en la mejor estructura mental posible. Si partimos de esta libertad, muy probablemente veremos una salud mental más congruente que al estar menos prohibida o reprimida, para que aflore en un mejor estado de cosas. Lejos de ser una propuesta indecorosa o de extremo libertinaje, podría ser la libertad para ahuyentar los fantasmas que en su inversa provocan el silencio y el tabú. El fantasma visto como el personaje que encuentra cómo satisfacer nuestros propios deseos. Si Lacan hablaba de fórmulas, podríamos tener el derecho ciudadano para todos entrar en ese análisis, sin ninguna desventaja.

Crónica de una noche imperfecta
Precisamente donde hace tiempo en la ciudad de México estaban los basureros, hoy están los restaurantes más exclusivos con comensales súperexclusivos, no importa si el menú cubre las exigencias gastronómicas, el chiste está en el estatus que brinda poder sentarse ahí y ser visto por la máxima cantidad de conocidos posible, para que la cuenta sea altamente retribuida con la plena satisfacción del ego.
¿Podemos esperar algo más de la vida? Llegar en un coche último modelo al valet parking mientras todos observan. Adentro, las miradas en las mesas son recalcitrantes, la prueba más profunda de autoestima, quizás en ese momento se puede definir el estado de ánimo de la semana entera, tan sólo unos minutos bastan para cuestionarse qué tan felices en realidad somos. No importa, ya trajeron los platillos, sin la seguridad de lo que pedimos era lo que realmente necesitábamos o queríamos, pero eso sucede con todo lo que pretendemos obtener, porque al fin ha llegado el momento en el que lo material no va a lograr satisfacer todas nuestras exigencias, tampoco algunas de las personas que nos rodean, de quienes pensamos que serían nuestros más filiales amigos, ante el menor esfuerzo por ser mejores personas se han visto ante la imposibilidad de serlo.
Una amiga, al fin se conmueve y comenta, “qué pesadito ambiente, no te parece”. Contesto: “Sí, pero ya me estoy acostumbrando a eso en general.”
Lo que me ha ayudado es la clasificación que a últimas fechas hago con la gente, algunos son muy buenos libros y otros, los más claro, son libros que tengo que dejar a la mitad. Pero a todos los conozco y algo me han enseñado. En esta forma, he podido vivir algo más tranquila. Ella me dice: “no te puedo creer, no puede ser que deseches gente como si fueran malos o buenos libros”. Vuelvo a contestar que es la única forma de no terminar desmazalada, o más bien, para que entiendas, abatida, porque si nos consideramos entes sociales y ese principio básico de la existencia normal del hombre no funciona, tenemos que encontrar los antídotos para interrelacionarnos en una forma que no parezca que somos tan distintos o que estamos tan insatisfechos.
La noche continuó, entre risas forzadas y bebidas que estaban provocando aún más, deterioro en el sentido de cosas que pasaban por mi mente. Hasta que llegó el café con algo de postre, regresé al verdadero estado de cosas, mientras saludaba a un amigo que por diferentes circunstancias no se encontraba conmigo esa noche. Mi compañera no tardó en preguntarme qué tipo de libro sería esa persona, le dije que quizás sea una continuación de la primera novela.
Esta semana cerré un gran capítulo en mi vida, al menos espero que así sea, aunque eso no lo sabré hasta que transcurra algo de tiempo.


De libros y sexualidad
Temo  decir que, y según el inconsciente colectivo aunque esto sea de Jung, llevamos el malestar en la cultura genéticamente instalado como una cadena continua en la herencia de formas de pensamiento, conductas e instrucciones para la vida. Muy a pesar de la gran apertura sexual, los atavismos permanecen en forma inconsciente. En la práctica, los jóvenes de hoy, y los no tan jóvenes, por supuesto que han cambiado su perspectiva sobre sus prácticas sexuales, sin embargo, al permanecer vigente la misma ética y moral sobre esos asuntos, las consecuencias de conciencia son complejas y complicadas. Sumado al vacío existencial que sin la congruencia entre ideas y conducta, provoca actuar en forma distinta.
Esto tiene que ver con nuestros aspectos no resueltos, más que con una situación de apertura sexual, que no puede existir aunque ciertas estructuras sociales cambien, ya que el hombre mientras individuo sea, arrastrará sus propias circunstancias mentales.
Pensemos en el exacto instante en el que uno se mira en el espejo, con la ilusión de lo que podrá deparar una noche de sábado, y el minuto después, al decidir que mejor cada quien para su casa y poder atestiguar nuevamente la decadencia total en las claras, optimistas y ligeras relaciones sociales. Porque se ha deteriorado el respeto por la autenticidad, los seres humanos estamos perdiendo también  la satisfacción personal que nos da conocernos a través de los demás y, sobre todo, compartir lo que somos en ese proceso natural de retroalimentarnos con la respectiva mejora de nuestros estados psíquicos, y esta palabra no tiene que ver con la mente, tiene que ver con el alma.
Regresamos a las redes sociales virtuales, frías, inhóspitas que no sólo nos exponen en la información íntima que proporcionamos sino en el peligro que implica la esperanza perdida cada vez que uno enciende o apaga la máquina.

La alegría de la vida y los antidepresivos
Dedico este texto a los deprimidos, y no se sientan mal, estimados amigos, parece que existe mucha gente que se encuentra en este estado en estos tiempos algo difíciles. No sé porqué, pero es una mera casualidad que algunas personas se han acercado a mí para compartir sus problemas, y me sorprende la cantidad que se encuentra consumiendo medicamentos antidepresivos. Algunos de ellos  nunca imaginé que podrían estar sometidos a esto, y resulta que no podrían funcionar en la forma que lo hacen sin esas substancias. No quiere decir que estoy en desacuerdo, por el contrario, creo que si alguien no es capaz de superar su angustia, ansiedad y falta de ánimo por sí mismo, debe recurrir al empujón que dan dichos píldoras muy a pesar de los efectos que provocan en ciertas ocasiones. Entiendo que es algo así como si uno tiene gastritis y debe tomar un antiácido, sé que cuando la química cerebral se ve deteriorada por lo fuerte que pueden ser ciertas emociones, las drogas logran el equilibrio deseado para sentirse bien, aunque Sigmund Freud hizo célebre aquella idea de que la “ciencia moderna aún no ha producido un medicamento tranquilizador tan eficaz como lo son unas pocas palabras bondadosas.” Y justamente es la idea que yo quisiera compartir con ustedes. Cuando vemos tan deterioradas las relaciones humanas y si en algún momento sentimos que muchas cosas no tienen sentido, debemos tratar de buscar en nuestro pensamiento y en nuestro propio interior la fuerza para salir adelante. Este es un mensaje para aquellos amigos que hoy por la mañana se vieron en la necesidad de tomar del cajón esa caja de pastillas, y dejaron en ese momento que la debilidad y el miedo al reto de ser autosuficientes e independientes fuera más grande. Sabemos que en el fondo de todo esto, existe el factor de la debilidad, y repito la palabra porque ésta es la que en ocasiones lo lleva a uno a más cosas. Y aunque parezca un artículo de las tantas instituciones que trabajan en contra de las adicciones, yo misma, detrás de este personaje, quizás he querido manifestar desde hace tiempo en honor de un gran amigo cuyo único límite fue la muerte.
Los conmino así, porque creo que cada uno de nosotros tiene las herramientas para salir adelante, a pesar de las circunstancias, eso a veces ya no importa cuando se trata de disfrutar lo maravilloso que puede ser la vida. Es como pasar de un párrafo a otro sin problema, como lo voy a hacer ahora en este mismo espacio, cuando después de tan triste mensaje, les comparta que precisamente en el afán de buscar esas herramientas, me deslizo a través de la música y de los retratos que tomo día con día en el trato con la gente.




Busquemos en los espacios que nos son familiares
De no ser porque he sufrido algo en la vida, creo que sería algo más que insoportable. Fui una hija altamente mimada, protegida, consentida y aunado esto a las virtudes, dones o capacidades que poseo de manera innata, se habría creado un monstruo de la vanidad, el egoísmo y la pedantería. Sin embargo, el ingrediente de la hipersensibilidad ha sido el antídoto y catalizador de la extrema magnificencia.
Desde niña, tenía esa característica y me lo hizo ver una compañera de escuela cuando me dijo, “si no fueras tan simpática, todo lo que dices parecería muy pretencioso y estarías calificada como la más presumida del mundo”. En verdad, en esa ocasión, esa niña que se atravesó en mi camino, me dio el permiso para seguir haciendo alarde de mi persona durante todo el tiempo. Soy lo máximo, me decía y me digo a mí misma, y lejos de parecer una idea extrema de narcisismo, sé que en el fondo tengo razón.
He sido una persona de éxito en todos los aspectos de mi vida, como me lo dijo un Rabino, muy joven por cierto, a quien tuve que consultar por una profunda necesidad de pasar los tratados de la tanatología. Me comentó el joven rabino que la gente exitosa, piensa que no existe ningún imposible, todo se puede resolver, y cuando hay algo que se sale de nuestras manos, viene una profunda frustración, lo que provoca malestar e intranquilidad. “Te sugiero”, me decía, “que al encontrarte con una situación difícil como en ésta, te imagines situada en un gran museo, cuando al observar una obra de arte, te vas alejando para apreciarla mejor, y lo que aquí es en distancia, en tu caso será el tiempo lo que te permitirá observar desde otra perspectiva lo que te haya provocado un impacto doloroso”. Observaba yo los libros en su estante, las letras de los títulos en hebreo me dieron mucha tranquilidad. Mientras él hablaba, aunque no dejé de escucharlo, me vinieron muchos recuerdos de mi infancia, cuando mi bobe[1] corría para prender las velas de Shabat[2], y nos agrupaba a todos los nietos, mientras esperábamos que mi zeide[3] llegara del shul[4] para cenar.
Mi plática con el Rabino fue muy enriquecedora, al salir suspiré profundamente y sabía que debía continuar a pesar de todo, con mis tristezas o alegrías, pero surgió en mí, nuevamente, una fuerza.
Ese día, faltaba poco para anochecer y era viernes, todos en casa seguían con sus propias y personales actividades, yo tuve la necesidad de prender sola las velas de Shabat, cuando se reflejó su luz, sentí paz y me pregunté cómo es que yo, sin ser religiosa, busqué hoy este camino, no lo sé, pero confieso que me ayudó mucho.


Homo Ego
Hace una hora estaba pensando comentar acerca de la falta de lealtad que existe en la gente. Vivimos en una sociedad en donde nadie se ha perdido mucho la fidelidad y la confianza, lo que ha provocado un distanciamiento y aislamiento entre las personas. Yo personalmente he tenido algunas experiencias desagradables con algunas amigas, que se suponían sumamente cercanas a mí y es muy triste ver las fuerzas de una sociedad en la que resalta el cuidado que uno debe de tener para protegerse de nuestro prójimo, cuando debiera ser diferente, más aun cuando la vida se ha tornado tan complicada y difícil en muchos aspectos.
La envidia y sobre todo, aquellos huecos que la gente lleva en su personalidad sin ser superados, son el fondo de toda esta maraña de circunstancias sociales en las cuales hoy nos vemos inmersos. Si cada quien tomara responsabilidad de sus propios vacíos, con la intención de tratar de ser mejor personas, creo que estaríamos logrando un efecto en el aspecto macro, el prefijo de abarcar “lo grande”. Quiere decir, una sociedad de mayor armonía y colaboración, de más aire ligero, en términos prácticos, gente más buena onda.
Esas personas que tratan de pisar a los demás para obtener una mejor posición serán rechazadas por quienes saben apreciar esta propuesta. Imaginen un lugar en el cual todos cooperemos con todos, algo así como un famoso slogan de una gran marca de productos electrónicos que dice Connecting people[5], está frase tiene mucho que ver con una mitzvá[6] de nuestra Biblia que justamente habla de las bendiciones que se generan cuando una persona interfiere para relacionar a otras dos en un objetivo.
La semana pasada una amiga se encontraba en un verdadero problema; tristemente, no tuvo la confianza de hablar conmigo sobre la situación en la que se encontraba, en verdad me dio tristeza, he sentido muchas veces falta de confianza en mucha gente, pero me queda claro que no soy yo, son ellos mismos quienes al sentirse desleales piensan que todos somos iguales. Yo por mi parte, seguiré subsistiendo, siendo alguien diferente a los demás, soy alguien muy transparente y aunque me he llevado algunos topes en la pared, mantendré la creencia que mis amigos nunca me defraudarán.


Anonimato y soledad
Creo haber ya agotado el recurso de la incógnita de este personaje ficticio. Al principio, tuve el poder para encender el canal de la imaginación pública ante una persona que oculta su identidad y que, por esa razón se da la oportunidad de hablar de cualquier cosa sin el temor de ser criticada por sus ideas.
Este experimento ha resultado muy interesante, trataré de mantenerlo vivo hasta donde me sea posible, para que no fenezca en garras de la incertidumbre de saber si siguen gustando mis propias experiencias transcritas para la mente de mis lectores.
Y hago el intento… el sábado fui al cine a mantener el status de conocer toda la filmografía de Woody Allen. Me sorprendió, estando parada en la fila mientras mi acompañante compraba agua embotellada con la promesa de volver rápidamente y no dejarme sola, la cantidad de adultos mayores que se disponían, como yo, a conocer la nueva propuesta cinematográfica de Allen. Se abrieron las puertas de la sala y entre la gente que salió también predominaban las cabelleras encanecidas.
La hilera comenzó a caminar para ganar las butacas que en poco tiempo se convirtieron sólo en espacios ocupados, y yo tuve suerte de apartar un lugar a mi acompañante, quien aún se encontraba ausente. La película dio inicio y, a mi lado se sentó una mujer solitaria, me causó algo de sorpresa, ya que, en estos tiempos, que una joven no tenga compañía para acudir al cine, me resulta difícil. La película dio comienzo y mi amigo no llegaba, hay que decir que nunca llegó, y me vi en igual forma sola, como mi circunstancial compañera que no hacía más que observar en mí su misma soledad.
Así pasaron las escenas, amor, pasión, atracción, riqueza, odio, muerte, de todo y… en mí, la duda sobre lo que había pasado en mi frustrado apartado de la butaca izquierda.
Finalizó la película, tristemente me puse de pie y fui hacia la salida, cuando de pronto veo una cabellera conocida y, con sorpresa, percibo que se trata de mi acompañante, quien nunca me encontró, por lo que cada uno, en otro espacio de la gran sala, tuvimos que sentir lo que otros sienten cuando acuden solos a algún lugar. Nos vimos al fin, nos encontramos y como un nuevo encuentro, nos dispusimos a continuar la velada mofándonos de lo simpático de esta anécdota, que seguro permanecerá en nuestro recuerdo no como algo inconcluso, sino más bien como un juego del destino para cuestionar la importancia de no quedar uno solo en la vida.


Mi paranoia y el Holocausto
Tuve oportunidad de realizar un largo viaje, recorriendo muchos caminos y visitando algunos lugares que me transmitieron vibraciones distintas que retomaré en mis propósitos para este periodo. Me he dado cuenta que debemos disfrutar la vida y estar más cerca de la gente a la que queremos. Sin embargo, este impulso me ha confrontado también a percibir que no todo es como uno lo pinta. Veo a mi alrededor a mucha gente que no comparte los mismos principios, no sé el porqué, viven apegados a sus propios intereses y a cuidar, por sobre todas las cosas, a su propia persona, inmiscuidos enfermizamente en un proceso de caracol que genera una frialdad que se siente, se respira, se percibe, sin permitir la hermosa sensación armoniosa de la reciprocidad y cariño que en ocasiones no fluye en su debida medida.
Les quiero confesar que soy una adicta a ciertos juegos de computadora. Es algo que desde niña me cautiva y no lo he podido superar. Ahora estoy picada con uno de James Bond que está fuera de serie, estoy en un nivel difícil porque tengo que derribar un helicóptero que me mata luego luego, y creo que voy a tener que descansar del juego porque anoche, tuve pesadillas de persecución, justamente una extraña nave me quería matar. La verdad es que siempre he tenido una fuerte paranoia. En la escuela, en la fecha de la conmemoración del Holocausto, recuerdo que me presentaron una fotografía de un tanque removiendo cientos de cadáveres, y no pude conciliar el sueño como una semana entera hasta que logré contarle a mi mamá lo que me estaba afectando tanto. No recuerdo bien lo que mi madre me contestó, creo que tenía que ver con nuestra condición como judíos y el hecho de que las familias de mis abuelos en Europa, habían sido asesinadas por los nazis. Desde entonces, tengo ciertos o muchos síntomas paranoicos. Cada vez que se conmemora la liberación de Auschwitz, me retumba nuevamente todo el asunto del antisemitismo y le he preguntado a una amiga madrileña si ella percibe eso viviendo en Europa, que si recuerda que yo soy judía, y me ha contestado textualmente (imagino su marcado acento español): “Oye, mi niña, ¿a qué viene ahora esa pregunta? Por supuesto que sé que eres judía, con esos apellidos y esa cara, no me tenías que haber dicho que lo eres”. Respiré profundamente y dije, “qué alivio”, mi amiga española, católica, filóloga, especialista en islamismo y lenguas árabes, me sigue escribiendo con el mismo cariño.
“No me gusta la palabra tolerancia, pero no encuentro otra mejor. El amor empuja a tener hacia la fe de los demás, el mismo respeto que se tiene por la propia.”
Mahatma Gandhi


Llevados por el deseo
Personajes que se aman y se desaman como esas cajas de velocidades de los automóviles que van de automático a manual sin mayor problema del embrague. Así es como se rigen las nuevas relaciones del siglo XXI, en donde la falta de compromiso y lealtad promueve una total superficialidad en el amor y soledad del hombre.
Si Shakespeare viviera en estos tiempos, ¿podría escribir algo de lo que hizo? No lo sé, deben existir muchos casos de amor profundo, incondicional, pero seamos realistas, resulta cada vez más escaso. Estas conjeturas no están hechas sin fundamentos. Cuántos divorcios, cuánta soledad, cuánta infelicidad, cuánto vacío, cuánta falta de comunicación. Si tuviéramos un detector de velocidad, como el de las patrullas, que midiera el ritmo de los corazones de los que circulan, nos daríamos cuenta de ello. ¿Saben una cosa?, yo tengo ese aparato que lo detecta.
En fin, me han preguntado que cuántos años tengo, algunos piensan que soy una joven de veintiséis años, soltera; otros que soy una mujer de treinta y cinco, divorciada; me han llegado a decir que soy una mujer de la década de los sesenta, casada, dando consejos a las jovencitas, y déjenme reír y reír. No encuentro las razones para situarme en un perfil específico, digamos que soy mujer y punto, qué importan la edad y el estado civil. Soy alguien que refleja en este espacio algunos pensamientos en los que quizás puedan identificarse algunas, o algunos, y ese es todo el chiste de que un escrito o narración tenga éxito, porque bien lo decían mis profesores, si no logramos el efecto de empatía como escritores, estamos condenados al fracaso.
“Es un error capital teorizar antes de tener datos. Sin darse cuenta, uno empieza a deformar los hechos para que se adapten a las teorías, en lugar de adaptar las teorías a los hechos”
Sherlok Holmes, de Sir Arthur Conan Doyle


Algo más acerca de la mediocridad
Estoy segura de que cada uno de nosotros se encuentra a diario con la mediocridad, de mil maneras. Me encuentro regularmente con ella en una infinidad de diversas circunstancias. Un prólogo de Santiago Ramón y Cajal acerca de las fórmulas anatómico-fisiológicas me servirá para sustentar un poco mis hipótesis, cuando menciona a otro autor de apellido Huarte, quien escribió en su Examen de ingenios, lo siguiente: “que el hombre si tiene bien organizado el cerebro, obra bien y con mucha prudencia, y si el cerebro está mal organizado yerra y hace muchos disparates”. Podría en rigor adicionarse a esta luminosa y sencilla doctrina acerca de las condiciones somáticas del talento y de la mediocridad mental algunos datos nuevos, tales como el mayor o menor desarrollo de las esferas asociativas o conmemorativas en relación con las perceptivas, la capacidad general del encéfalo, etcétera, pero la verdad esencial, la condición anatómica de una mentalidad superior debe referirse, todavía hoy, como sostenía Huarte, a una excelente organización del substratum del espíritu; excelencia que traducida en términos de ciencia moderna se resuelve en la abundancia de fibras de asociación variada, y en la riqueza de neuronas dotadas de gran caudal de colaterales dendríticas y nerviosas.”
¿Significa esto entonces que no podemos culpar a nadie de los errores de los hombres?
¡Cuántas verdades parecen incomprensibles o nos repugnan invenciblemente porque el razonamiento en que se fundan no tiene en el cerebro cauce preformado!, y dice: “Es indudable que en el cerebro superior, además de la riqueza y excelencia de las asociaciones, existe un factor dinámico importantísimo, cuya energía y modo de acción varían notablemente según los sujetos. Ese algo ignoto parece ser independiente de las vías de conducción, y tiene por misión estimular y sostener la combustión en el horno del pensamiento, para la forja de relaciones causales nuevas, de conceptos superiores, de síntesis luminosas, de excelsas creaciones de la razón científica o de la fantasía poética. Ciertamente, también arde a ratos el hogar cerebral del mediocre o del perezoso”.
Después de compartir este ensayo, me voy a algo más sencillo y relajado, porque no me la paso en los libros, como saben, me gusta mucho ir al cine, ya tuve chance de ver El aviador, la de Closer, que comenté un poco la semana pasada, y ahora la del Fantasma de la Opera. Me preguntaban al salir, mis amigos, que con cuál de los dos apuestos caballeros me hubiera quedado si fuera yo Christine, y sin duda alguna, elegiría al Fantasma, siendo yo una persona que vive con pasión la vida. Me pregunto en qué posición le gusta a las mujeres estar, si prefieren llevar el control en las relaciones, estar en ventaja, dominar porque ellos son los apasionadamente enamorados, o si, por el contrario, nos gusta vernos encadenadas a esos amores que nublan la razón. Lo dejo a su consideración con una frase cursi: “Querer no es lo mismo que amar, quien ama llora, mas quien quiere lamenta”.


Los jóvenes, ¿factor de unión o separación?
Si programáramos un estudio estadístico de cuál es la opinión real de nuestros jóvenes acerca de ellos mismos, resaltarían un sinnúmero de conceptos estereotipados establecidos por nosotros mismos. Es algo así como un efecto de autorreflejo de infinita potencia. Si alguien no entra en los parámetros establecidos y requeridos, se encuentra fuera de juego o, por el contrario, si se aproxima demasiado a los estándares, no funciona. Es tan malo lo uno como lo otro. Echemos a volar la imaginación y encontraremos mil ejemplos o mil justificaciones del tema. Quizás eso no es lo importante, el problema radica en la postura estática del otro que se ve con pánico de lo que sus ojos no alcanzan exactamente a visualizar, y cuya mente se ve manipulada y manejada por esos fantasmas que son sólo supuestos que actúan en contra de la sociedad.
Si todos fuéramos más auténticos, si nos rigiéramos por conceptos propios y no por suposiciones impuestas, lograríamos alcanzar lo más cercano a la felicidad en un ejercicio de desahogo. No soy maestra de Yoga, pero pienso en cómo rescatar las cosas que en verdad valen la pena y dejar a un lado la que nos son colocadas en ese preciso lugar en el que nos pesan tanto. Respiramos, dejamos salir el aire, ya más relajados, los invito a disfrutar de la vida y no quiero parecer uno de esos textos de superación personal que tanto gustan a la gente, no, más bien quisiera lograr un espacio de autoconciencia y de análisis que cuestione el día a día nuestros pensamientos para no ser atormentados por nada ni nadie.



Sobre la infidelidad
He perdido un poco el romanticismo que tanto me caracterizaba y creo que se debe a que a últimas fechas he expuesto otro tipo de temas, pero si de eso se trata, puedo compartir con ustedes la experiencia que tuve la semana pasada cuando asistí a una reunión de mujeres profesionistas en donde resaltaba notoriamente que el 90% eran solteras de entre 30 y 42 años de edad. Algunas nunca habían establecido una relación formal con un caballero, la mayoría eran el segundo frente de caballeros casados. Mujeres de oportunidades a las que no les importa destruir familias con tal de obtener un status o satisfacer sus instintos y sus vanidades. Con estos cálculos, ¿de qué porcentaje de hombres infieles estamos hablando?
Las estadísticas acerca de la incidencia de la infidelidad en la pareja varían ampliamente: desde los que sostienen que acontece en el 75% de los matrimonios, a los que han comunicado una estimación del 55% en los varones, y el 45% en las mujeres, lo que parecen números verdaderamente alarmantes, de ser ciertos, aunque muchos opinan que estas tasas están magnificadas. Investigaciones más recientes realizadas en Estados Unidos estiman la incidencia de infidelidad en el 15% de las mujeres, y en el 25% de los maridos[7].
En cualquier caso, la infidelidad conyugal constituye, por derecho propio, uno de los conflictos más graves en la pareja. Investigaciones recientes consideran que la infidelidad es, sin duda alguna, el primer factor de riesgo que predice la ruptura conyugal seguida de divorcio, con independencia de cuál sea la edad, el sexo, la etnia, la cultura, la religión, de los matrimonios.
Y si algunos asuntos deben de ser tratados en forma seria, y dicha información puede resultar incómoda para ciertas personas, son hechos arrojados de una realidad social que empeora cada vez más. Por lo tanto, ya no sólo existe una guerra entre los dos sexos, es también cada uno, desde su posición, un enemigo en potencia en contra de su mismo género.
Regresando a la peculiar reunión de la que comencé escribiendo este artículo, cuando me percaté de las intenciones ocultas de ciertas mujeres por escalar posiciones o ciertas comodidades sin importar ninguna regla.
Tristemente, en la vida nos enfrentamos a una y mil situaciones que prueban nuestros instintos. En lo personal, y creo que a todas como mujeres nos ha sucedido, son también las mil oportunidades que tenemos para demostrarnos a nosotras mismas cuál es nuestra esencia y cuáles son nuestros propósitos.
A algunos lectores quizás les gustaría una perengana de tal o cual forma, claro, satisfacer la imaginación y las fantasías sería tentador en un espacio como éste, sin embargo, temo decirles que se trata de alguien, lamentablemente para muchos, con un concepto sobre la integridad demasiado elevado, y a eso se debe que en ocasiones suene poco romántica, si a este adjetivo se adula la sexualidad que pueda fluir de unos simples renglones.
Todo está del otro lado, lo que cada quien quiera disfrutar dentro de sus exigencias y posibilidades. No trato de manejar un grupo de palabras rebuscadas, sino más bien pensamientos que en cierta medida pueden estar fuera del alcance de cualquiera.
Pero saben en realidad cuál es mi verdadero mensaje, que cada quien haga lo que quiera, al final de cuentas, a mí qué me importa.

 Viajar al pasado
Por más que he tratado de mentalizar no depender tanto de mis amistades, es algo que está fuera de mí, soy una persona a la que le gusta estar altamente acompañada por todos. Quizás tenga que ver con mi fuerte dependencia materna, a que fui una niña que conoció la palabra nostalgia cuando mi madre se fue de vacaciones por primera vez sin sus queridos hijos, para tratar de disfrutar de una tercera o cuarta luna de miel que sólo sirvió para traer a este mundo a un hermano que siempre estuvo fuera de toda órbita. Mi elevada mamitis me provocaba estados anoréxicos, y desde entonces he sido más o menos delgada, porque resulta que tenía yo un pánico extremo a quedarme huérfana, y entonces dejaba de comer. Eso me ha hecho recurrir a una identificación plena con los animales, de ahí mi adoración por las más de cuatro mascotas que ahora tengo en casa, además de mi dificultad para aceptar los cambios, dado mi encariñamiento o apego poco común con las cosas. Obligué a mis papás a comprarme un coche nuevo pero no pude desprenderme del viejo después de unos años. De igual manera, llevo muchos años con el mismo peinado, el mismo look, porque me da pánico verme distinta frente al espejo, tanto que procuro no maquillarme para no parecer distinta o sentirme ajena a mí misma.
Son cosas que me han servido para ser alguien distinto del común de la gente que deambula por ahí. Quizás porque cuando uno logra funcionar en el sistema de cosas de una manera más o menos normal y puede decir que es feliz, a pesar de todo, los signos de alarma no son tan urgentes.


Si quieren saber de mí
Parece que de los artículos que más gustan a mis lectores son los que reflejan ligera información de mi persona, y esto se debe básicamente a que los caballeros se encuentran deseosos de platicar íntimamente con una mujer, pero no se atreven. No saben cómo lograr ese canal de comunicación y hasta dónde llegar sin rebasar ningún límite, lo que me lleva a pensar que sería un magnífico negocio escribir un manual de instrucciones para caballeros que los orientara sobre lo que deben de hacer para acercarse o platicar de temas más profundos con nosotras las mujeres.
No quiero decir que no tengan el nivel intelectual, de ninguna manera, pero los atrofian los nervios cuando se les atraviesa, en algún punto de su mirada, algunas partes de nuestro cuerpo, y esa, es una constante porque no logran dominar sus instintos y pierden toda concentración acerca de lo que una les trata de transmitir. No se vale, porque el nuevo mensaje de nuestras queridas madres es que nos debemos desarrollar intelectualmente para ser mejores e independientes, y francamente, en ocasiones no le veo mucho el caso, si siempre aflora el interés principal de los hombres por nuestras virtudes físicas y en segundo plano queda el intelecto. Quizás, no lo dudo, existen algunos caballeros que prefieren lo espiritual, como una migo guapísimo que está próximo a casarse y cuando me presentó a su novia dije: “guau… debe ser una lindísima chava”, porque no encontraba yo ningún otro motivo por el cual este galán pudo haber caído en sus redes. De ahí el refrán: “La suerte de la fea la bonita la desea”.
La verdad es que ustedes pensarán que tengo varias personalidades, al mostrar algunos sentimientos profundos nada “cerebrales”, pero hago hincapié en que debo estar en un estado algo depresivo para poder escribir.

Más de libros… de película
Una persona que se quiere pasar de lista, se introdujo a mi cuenta de correos y logró obtener mi lista de contactos, a quienes ha enviado una sarta de incoherencias o mensajes impropios a nombre de mi persona. Les pido desde aquí que si alguien de ustedes recibió este material, lo desechen y les pido disculpas. No pienso cambiar mi cuenta porque ya es la segunda vez que lo hacen, y si eso les da satisfacción, sigan disfrutando estúpidamente con eso.
Esto no es más que el acto de un misógino que  no puede soportar que una mujer sobresalga en el ámbito del pensamiento y de la inteligencia, porque resulta un hecho de descontrol para algunos hombres que se percatan de lo altamente frágiles que resulta su estructura.
Yo he querido ser un poco más tolerante con los caballeros, sin embargo, cada vez que pretendo ser su aliada, me topo con la pared y eso me hizo identificarme plenamente con Amanda, el personaje de la película Todo lo demás, de Woody Allen, que personifica la actriz Christina Ricci. Verdaderamente me asombró lo parecido en algunos de mis pensamientos a los manifestados por ella a su pareja Jerry Falk, un aspirante a escritor de Nueva York que se enamora a primera vista de esta joven tan rebelde. Si esa rebeldía surge de una necesidad de nivel de excelencia en las relaciones de pareja, está más que bien justificada. Algunas mujeres, claro que no todas, necesitamos, en principio, algo de sofisticación si queremos llegar a admirar a quien debamos entregar todo nuestro amor. En la medida en que se logra este mecanismo de acción, es que podemos mantener el grado de interés y extrema capacidad de entrega a nuestro susodicho compañero. La situación es que, con el devenir de la rutina, el cuidado en el trato y las atenciones del otro hacia nosotras, se va desvaneciendo al dar por hecho que se ha logrado la conquista. Si por la otra parte se considera muy difícil una acción permanente de constancia en cuanto a los halagos y las atenciones que esperamos, pues me da pena decirlo, sus relaciones se mantendrán en una asertiva afectividad de corto plazo. De esto se darán entonces, los conflictos y de ahí las rupturas o posibles engaños para resarcir y obtener otras vías de auto ayuda y no fenecer en el acto de mantenernos en unión.
Volviendo al ejemplo de la cinta, es una escena en que llegan al hotel para ver si cambiando de ambiente logra Amanda tener relaciones, basta una tonta frase de Jerry para provocar en ella la imposibilidad de disfrutar el supuesto apasionado momento. Con ejemplos como éste, en la práctica, es como una no se acaba de convencer, qué tan bueno es aceptar al fin, a uno de los tantos caballeros que nos proponen su compañía.


La publicidad, el sexo y la vida real
Una querida lectora me pidió que analizara el logotipo de un desodorante para caballeros y por supuesto que es obvio el mensaje implícito. Esto me recuerda algunas de las clases que tomé en la universidad acerca de la publicidad subliminal, esa que va directa al inconsciente y que logra modificar nuestros pensamientos de una manera profunda, y más aún, llegar al grado de manipularnos sin que nos demos cuenta de algunas conductas que tomamos. Si le vendemos a los jóvenes una isla que más bien parece los senos de una mujer, sabemos que al adquirir el producto llevará, casi envuelta en celofán, la posibilidad de obtener no sólo la frescura de la fragancia sino además a la mujer envasada.
Lo triste de todo esto, y de ahí partimos, es el machismo aristotélico que existe desde los griegos hasta nuestros días, y que que se basa en la cultura que ha predominado por tantos siglos, colocando en desventaja al género femenino porque, como bien lo decía el filósofo, la mujer es el “hombre incompleto”.
Con ese elemento implantado en el inconsciente colectivo machista, es que hoy las mujeres tenemos que sobrevivir y demostrar con muy altos costos el valor que tenemos dentro de nuestra sociedad, no sólo como miembros de una familia, sino como participantes activas en campos de acción donde diariamente competimos en desventaja con los caballeros.
Es un hecho que nuestra desventaja física, mas no intelectual, también nos ha hecho víctimas en mil sucesos de nuestras vidas. Nos hace diferentes, simplemente el hecho de llevar en nuestro vientre un hijo dormido, estamos mucho más expuestas a miles de circunstancias desventajosas. Y aunque esto en apariencia nos favorece, en los ámbitos de un desarrollo más humano comparado con los hombres, también nos antepone a perspectivas distintas. Los hombres se convierten en meros Epicuros porque su existencia se basa en el placer como fin supremo, y todos sus esfuerzos tienden a conseguirlo. Los sofistas trataban de explicar cuál es el sentido de la existencia del hombre, hoy en el siglo XXI sabemos que el dinero y el sexo son el motivo principal de subsistencia. Es la base sobre la que se mueve todo, y la mujer es únicamente una mercancía más, un atributo más de sus éxitos y sus goces personales. Traer a “la mejor vieja” es el fin absoluto, porque a través del sexo, en muchas ocasiones, se le domina, se le controla y se le mide.
Algunos me dirán, “pero con qué clase de hombres os habéis topado”, y yo les diré que existen diversos niveles y sus categorías, pero todos en el fondo son iguales. No quiero sonar a Valerie Solanas en su Manifiesto SCUM, pero algunos de los conceptos hablan de esa inteligencia reptil. Habrá que saber distinguir entre la furia hacia los hombres de dicha autora, y lo que verdaderamente cada una de nosotras aprecia y descarta. Si bien dice Vivian Gornick, quien escribe la introducción a la edición americana de SCUM, "lo que nos embarga es una profunda tristeza por todos nosotros – hombres y mujeres – atrapados como estamos en el laberinto del sexismo".

La irresponsabilidad como producto de la incapacidad de pensar
Hace mucho que no hablo de cine, y después de haber visto La Caída, pretendo hacer algunos comentarios sobre este film.
Una de las grandes fallas de los medios masivos de comunicación, es que al emitir un mensaje, éste es recibido por un público de múltiples variables, lo que provoca que se pierda el contexto y se traduzca el lenguaje en determinación a la infinita cantidad de formas de pensamiento. Un instrumento de poder ilimitado sobre las conciencias, con el objetivo final de cambiar opiniones o tergiversar cualquier hecho, aún los históricos, aunque se retraten en forma genuina y sin ninguna alteración de la realidad.
Los últimos días de Hitler, rodeado de sus seres queridos, de sus seguidores y colegas más íntimos y cercanos, es presentado como una triste víctima del fracaso cuando se visualiza la derrota de Alemania, gracias a la intervención de los rusos cuando, después de muchos años de guerra, despiertan los países aliados para hacer frente al monstruo, protagonista principal de una catástrofe inigualable en la historia de la humanidad, no sólo por su plan de exterminio masivo sobre la población judía, que perdió seis millones de personas, ya que fueron, en total cincuenta millones de seres humanos muertos como resultado de la enfermedad de un personaje con poder otorgado por un pueblo.
De aquí se derivan dos principios: Por una parte, cuando las política y la sociedad de una nación otorgan su libertad a una sola persona, con la perspectiva de enajenarse al grado de hipostasear la figura del político a lo más elevado de nuestra necesidad de creencia, o a nuestra necesidad de salvación, similar al efecto que se produce en relación a la religiosidad de las personas, ¿qué diferencia habría entre los líderes que han provocado suicidios masivos, con los de la Alemania nazi? ¿Puede entonces un político convertirse en redentor de un pueblo? Otra pregunta ¿Fue Hitler el único responsable o también lo fue el pueblo alemán? El otro principio es el de las obligaciones civiles con una nación. Anna Arendt analiza el juicio en Jerusalén al criminal nazi Adolf Eichman en su libro La vida del Espíritu, mostrando un aspecto distinto del mal: su banalidad. La autora rompe en su análisis con los estereotipos de los personajes malignos. No habla de sujetos movidos por la envidia, el resentimiento o la codicia, ni de quienes guardan un poderoso odio ante la pura bondad. Dice que durante el juicio tenía ante sus ojos un hecho totalmente distinto e innegable. Fue ampliamente criticada y rechazada al decir que el Holocausto fue monstruoso, pero, al menos Eichman, el responsable que estaba siendo juzgado en aquel momento, era totalmente corriente, ni demoniaco ni monstruoso. No presentaba ningún signo de convicciones ideológicas sólidas, ni de motivos específicamente malignos. La única característica destacable que podía detectarse de su conducta, tanto en el pasado, como durante el juicio e interrogatorios previos, no era estupidez, sino incapacidad para pensar.
¿La diferencia? “La incapacidad para pensar no es estupidez; puede encontrarse en gente muy inteligente, y la maldad difícilmente es su causa; quizás sea a la inversa, que la maldad tenga su causa en la ausencia de pensamiento”, reflexiona la autora.
La visión de Arendt conmociona. El mal es una consecuencia de abandonar al ser humano más allá de intereses inmediatos, de abandonar su responsabilidad por los otros. Detrás de estas afirmaciones, sobre vuela lo inhumano de las capas acomodadas e intelectuales de Alemania en el fenómeno nazi. Todos se desentendieron de sus consecuencias.
Hemos perdido la capacidad de pensar y en consecuencia ni la dignidad ni los otros tienen valor. Hemos olvidado que cuando no existe el otro, uno tampoco existe.
Cuando la gente no profundiza, la idea del nacionalismo y el amor por la patria y por sus principios ideológicos se vuelve peligrosa.
El público ajeno al hecho histórico podría retomar  ese fuerte compromiso con los ideales nacionalistas que en la intención real o casual, quizás dignifica a una madre que sacrifica a sus propios hijos y a sí misma, por la lealtad a los ideales. Así, si un grupo social necesita aferrarse a algo para su salvamento existencial, no importa ningún sacrificio.
¿Con quién, entonces, es la historia tan injusta? Preguntas como ésta suenan aterradoras a quienes vivieron el infierno. Nos queda, no olvidar la experiencia.

Él sobre sus rodillas
Es curioso, cuando inicie este ejercicio en una columna periodística, los únicos que se atrevían a escribirme sus comentarios en mi correo electrónico, lo eran los caballeros y quisiera compartir con ustedes un hermoso correo de un lector, porque quiero presumirles a toda las damas, que éste ha sido un medio extraordinario para establecer algunas relaciones de amistad con ellos. Nunca, ha habido una sola mujer que lo haga, y no he logrado definir la razón. Será porque están totalmente de acuerdo con lo que escribo o porque, de plano, no les interesa entrometerse en asuntos que distraigan su visión hacia otras cosas más importantes. Sólo espero contribuir a enriquecer su base de pensamientos y a que no se engañen acerca del papel que tenemos en esta sociedad, donde, lo he dicho infinidad de veces, lo que más importa no es sólo qué pensemos o cómo nos sentimos, al final de cuentas todo se reduce al tamaño de nuestras caderas. Suena un poco abrupto y bastante denigrante, pero seamos honestos y realistas ¿no les parece?
He sido testigo de que las damas podemos lograr lo que sea, sin embargo, nunca podremos ocupar puestos que están solamente determinados para los hombres, por más que demostremos una mejor capacidad de habilidades. Las mujeres, con todo y nuestra lucha sin sucumbir a través de muchos años, no hemos logrado grandes avances porque además ya se nos complicaron las cosas. Como la tendencia ha sido prepararnos profesionalmente para trabajar y no sólo quedarnos en la cocina haciendo pasteles, resulta que los hombres también se han aprovechado de esto para bajarle al ritmo y la manutención de la casa se convierte en una responsabilidad compartida. Pues sí que somos medio mensas, porque se nos revirtió totalmente el objetivo de nuestra lucha por la libertad y por el respeto a nuestros propios espacios.
No hemos logrado mucho en el respeto.
Un día, caminando por la calle, me topé con un grupito de niños como de doce o trece años, comenzaron a aventar piropos, como si fueran adultos, lo cual me hizo ruborizarme, pero más al ver que la cultura machista se mantiene y se hereda de generación en generación.
La cultura del sexo dirigido a la imagen de la mujer, tanto en los medios como en el diálogo rutinario, se degenera porque si antes la situación era precaria para las mujeres, por lo menos se dirigían a una de manera más respetuosa, según Shakespeare, ya después del periodo de seducción y consumación, las cosas se tornan distintas y es otra historia.

¿Cómo soy? descríbanme
Quiero saber cómo creen que soy, si ustedes se acercan a la descripción de mi físico, seguramente soy una mujer espantosa que tiene interesantes ideas y que se ha cultivado tanto porque no tiene otra cosa mejor que hacer. Una mujer de ideas cortas se relaciona con belleza y la de intelecto, se relaciona con fealdad o gordura. Temo que a veces sus apreciaciones son equivocadas, pero demos paso a su imaginación y escriban cómo se imaginan a Perengana.
Por otro lado, muchos me han solicitado encuentros personales, tengo por ahí varios enamorados virtuales, sin embargo, no he accedido a ninguna de estas propuestas mientras me encuentre en edad apropiada para encontrar pareja, de aquí posiblemente en algún momento tome la alternativa de conseguirla.
Les cuento más cosas de mi vida personal, que si invento el anonimato como gancho para atraer la atención, cuestión que me causa también risa porque se me da la imaginación, pero no tanto. Ya les he dicho que aquí escribo lo que pienso y lo que soy sin inventivas. Resulta que el sábado pasado logré cuatro invitaciones, tres de divorciados y una de un soltero. La verdad, como no supe bien por cuál decidirme opté por pensarlo mejor y… luego les cuento por el que me decidí. Para ser sincera, me parece que los divorciados son más atractivos, pero hay que analizar bien los antecedentes históricos, como decía Marx, los hombres transforman las circunstancias no las circunstancias a los hombres. Debemos tomar algunas reflexiones del materialismo histórico para entender mejor cosas de la vida cotidiana, ¿no les parece?
Me preguntan que qué libro tengo en el buró de mi cama, y les respondo me acaban de regalar uno que se llama Manual de la perfecta cabrona, perdón, pero así se llama y me pareció una verdadera estupidez aprovechar el nicho de mujeres que se encuentran confundidas en encontrar el camino adecuado para subsistir en este planeta compartido con los hombres. Realmente me parece aberrante la idea de la propuesta, porque creo que en lugar de hacer un análisis más objetivo y menos agresivo, se retoman supuestos absurdos provenientes de la mercadotecnia en la que algunos autores caen con fines de lucro.
Si queremos luchar por nuestros derechos, hagámoslo de una forma más inteligente, basada en conceptos claros y profundos que nos permitan visualizarnos en mejores condiciones pero en términos de reciprocidad e igualdad con los caballeros, si estos predominan en alto porcentaje con todo lo que conlleva la palabra.

Medición de las mujeres
Tuve oportunidad de ver la película El Gran Pez, y la verdad es que no tenía muchas ganas de hacerlo porque sabía, por la imagen publicitaria, que se trataba de algo fantasioso y no es exactamente el género que me gusta, me basta imaginación  para que alguien más venga a alborotar mi cerebro.
Me resultó una gran sorpresa encontrarme con una historia muy grata, porque refleja algo de lo que siempre pretendo hacer en mi vida, que las cosas se nos antojen como mágicas, como llenas de fantasía, que lo que para muchos transcurre cotidiana y llanamente, para otros pudiera tener una proporción más intensa. Esa intensidad es la que puede hacer toda la diferencia entre una y otra forma de vivir.
Si culturalmente estuviéramos preparados para eso, las cosas serían más sencillas y sin tantas complicaciones. Qué quiero decir con esto, lo que siempre he manifestado, que nos encontramos atados a una serie de prejuicios que nos impiden comportarnos libremente sobre lo que sentimos y queremos hacer. Siempre nos vemos medidos por un patrón social que coarta las emociones y los instintos. Esto quizás lo he leído en infinidad de libros, pero ahora lo compruebo en la práctica. No se trata, exactamente, de las confesiones de una reprimida, más bien creo que todos somos unos reprimidos asustadizos tratando de protegernos demasiado para no regarla o sufrir. Algo así como avestruces con el cuello metido en tierra aunque dejamos partes también delicadas a expensas de lo que venga.
En otros asuntos, y no es que quiera yo seguir llorando, en el intento de encontrar momentos para espantar mi agobio por muchas cosas que me han sucedido, fui en busca de un rato de diversión con amigos que cuentan con pareja nueva y, por supuesto que no me iba a perder la ocasión de ver la clase de mujer que atrae a un amigo de altos requisitos. No sé si es mejor el silencio o compartir con ustedes la visión de una persona como yo que probablemente me encuentro en niveles altamente escépticos. No pude establecer una comunicación cordial, después de algunos intercambios intelectuales me di cuenta que por ahí no encontraría nada, trataba yo de asomarme debajo del mantel para ver qué otra cosa escondía hasta que al final pude ver que tampoco. En fin, si fuera hombre creo que me costaría algo de trabajo encontrar pareja y me atrevo a decirlo justamente hoy que escribo este artículo en el Día Internacional de la Mujer. Insisto, qué pretenden algunas damas, cómo quieren ser vistas, cuál es su proyecto de vida. Algunas, muchas de ellas, se rigen por valores superficiales, y retomo algo que me gustó mucho de un amigo cuando me dice que la mujer se mide de arriba abajo, porque si lo hacen al revés, cuando llegan a la cabeza se pueden encontrar con una sorpresa no muy grata. Y estas aseveraciones no son producto de un rencor hacia la gente de mi sexo, es simplemente un intento por cambiar a aquéllas que se sientan afines a esta descripción para que en un intento de ser mejores o de educar mejor a sus hijas, encuentren que las cosas van más allá de un vestido, tacones o el último grito de la moda en el salón de belleza. Existen también los espacios para cultivar el espíritu, la inteligencia y la sensibilidad, y de la sencillez hablamos en otra ocasión.
Los dejo por ahora con un par de pensamientos finales:

“Las personas más insoportables son los hombres que se creen geniales y las mujeres que se creen irresistibles”. Anónimo
“Las mujeres con pasado y los hombres con futuro son las personas más interesantes”.                             Chavela Vargas


Quizás lo conveniente es irme de lo sencillo a lo complejo, pero casualmente estoy leyendo a una autora chilena que vive en México y que ha tenido mucho éxito por algunos de sus títulos. Se trata de Marcela Serrano y de este título en especial, El Albergue de las mujeres tristes. Me permito retomar la referencia de uno de sus personajes para qué vean el sentido de algunos de los puntos que trata la autora y dice: “Cuenta la mitología que antiguamente, cuando mandaban las mujeres, los hombres estaban obligados a obedecer y a efectuar todos los trabajos, aun los menos agradables. Para mantener a los hombres en esta subordinación, las mujeres habían inventado unos juegos que transformaron en la ceremonia llamada Kloketen. Éstos consistían en que las mujeres se pintaban el cuerpo de formas diversas y a través de la pintura se convertían en espíritus. Por medio de apariciones de estos espíritus fingidos, atemorizaban a los hombres haciéndoles creer que tales espíritus descendían del cielo o salían del interior de la tierra. Sigue refiriendo la mitología que un día el Sol, en aquel entonces hombre inteligente y buen cazador, era el marido de la Luna, la que ejercía gran influencia sobre las demás mujeres. Un día el Sol, al regresar de la caza, observó cómo dos mujeres se bañaban en el río, haciendo desaparecer del cuerpo la pintura con la cual se presentaban como espíritus. El Sol comunicó sus observaciones y sospechas a los demás hombres, quienes seguían observando a las mujeres sigilosamente; de este modo se descubrieron los engaños. Entonces los hombres, muy enojados y armados de un gran palo, asaltaron el rancho del Kloketen, matando a todas las mujeres. La Luna, que era de gran poder, recibió también un fuerte golpe. Pero en seguida se estremeció el mundo entero y el cielo amenazaba romperse. Nadie se atrevía a darle un segundo golpe para terminar con ella. Al final, un hombre valiente la echó al fuego; mas la Luna logró huir hacia el cielo, llevándose en el rostro algunas quemaduras que todavía pueden verse. Muertas así las mujeres, con excepción de las criaturas pequeñas, los hombres estudiaron la manera de imitar y practicar los juegos que antes ellas ejecutaban. Se pintaron de la forma más variada y según las características del espíritu a quien querían representar. Engañaron a las mujeres de igual modo y las tuvieron bajo su dominación. Hoy, ellas contemplan desde lejos los movimientos y bailes de esos espíritus y el miedo las mantiene sujetas a la voluntad de sus maridos”.
Como ven, las inquietudes de la autora se parecen a las mías. No es una coincidencia, es un hecho la circunstancia de la mujer.
En fin, más adelante, con un poco más de calma porque estoy algo cansada, seguiré con mis apreciaciones transmitiendo desde lo más profundo mi percepción y mis angustias. La visualización que tengo de los hombres, no se da sólo en la pareja, se da en todos los términos, pero eso lo dejo para otra ocasión.


Homo punto de vista
Estoy muy enojada con los medios masivos de comunicación que han puesto a MacLuhan en entredicho sobre lo que el pensador refirió hace algunas décadas acerca de las extensiones del cuerpo humano. Ahora, lo que él podría haber visualizado como la extensión del ojo en la televisión, en la radio la de los oídos, etcétera, desvirtúan la realidad que tenemos los seres humanos acerca del mundo. Sumado esto al dato proporcionado por Antoine Vallet en El lenguaje total sobre las estadísticas que “afirman que el 80% de los conocimientos adquiridos por los niños provienen de los diferentes medios de comunicación social y particularmente de la televisión", se torna cada vez más preocupante hacia dónde se dirige la línea de formación de los individuos.
Si en alguna ocasión escuché a alguien decir que no le veía mucho sentido al análisis que los académicos de la comunicación realizaban, hoy parece ser un punto relevante no sólo en la agenda de los investigadores sociales sino de nosotros mismos que nos vemos muy afectados por circunstancias que devienen de la irresponsabilidad de algunos medios en el manejo de la información. Retomo un poco estos temas porque en ocasiones la gente no intuye estos procesos hasta que es alertada. Tenemos que estar muy pendientes de lo que a nuestra psique pueden alterar ciertos lenguajes.
Precisamente hablando del lenguaje es que me enfoco en esta ocasión porque una disyuntiva de nuestro tiempo es la soledad en un mundo lleno de mensajes. Eso no sólo sucede en relación a medios, más aún se da en los entornos sociales cuando nos cuesta tanto trabajo comunicarnos entre nosotros mismos. Este abismo se torna cada vez más profundo porque no hemos encontrado el común denominador. Ejemplo, ese sentimiento de vacío cuando en ocasiones nos encontramos en medio de una reunión en la que con ciertas personas nos cuesta tanto trabajo coincidir en un punto de empatía y de no ser precisamente de comentar acerca de los últimos acontecimientos como si fuéramos loros repitiendo las mismas sandeces, como si quisiéramos imitar a un analista político o económico de la televisión. Para eso, mejor me quedo en casa, con un buen libro o relajándome con buena música. Ahora, el reto de algunas personas es absorber lo máximo posible de los medios para parecer más ilustrativo e inteligente. El que tiene más tiempo para empaparse de noticias es hoy el número uno en conocimientos, lo que le permite guiar la plática y representar un liderazgo de grupo, pero con la pena de que se encuentra casi siempre y obviamente mal fundamentado.
A veces pienso que soy demasiado aguda en mis apreciaciones y es por eso que me encuentro inmersa en cientos de conflictos personales pero prefiero sufrirlo así a sufrirlo inmersa siendo otro tipo de personaje o prototipo de lo que aquí refiero cuando de señalar situaciones se trata.
En una postura menos agresiva que puedo relatar, veo una cantidad infinita de gente que se encuentra totalmente confundida acerca de lo que espera de la vida. Y esto no es para entristecer a nadie sino por el contrario más bien es para motivar a encontrar la buena vibra de la vida a través de las cosas más sencillas que tenemos a nuestro alcance. A veces no manejo el término de la sencillez porque doy por hecho que entre líneas se pueda encontrar este mensaje oculto que pretendo exponer siempre en lo que escribo, deténganse un momento y evalúen si esta palabra existe en su vocabulario, y quizás podrían reencontrar un punto que en muchas ocasiones tenemos perdido.
Con esta filosofía de principios de semana es que quiero pasar algunos días alejada de las cosas que tanto me molestan y que me han hecho quedar en casa sin querer interrelacionarme con nadie.
En este eco, ojalá se vean reflejadas cientos de personas para saber que todavía existe un motivo para ser lo que uno es y compartirlo en un efecto de íntima retroalimentación con los coetáneos.
“El hombre se eleva por la inteligencia, pero no es hombre más que por el corazón”.
Henry F. Amiel
“Así como los ojos de los murciélagos se ofuscan a la luz del día, de la misma manera a la inteligencia de nuestra alma la ofuscan las cosas evidentes”.
Aristóteles

La increíble realidad
No ha sido nada fácil ser hija de padres socialistas que exaltan más la vida que el dinero en un mundo en que las cosas no son como ellos las pintaban. Soy producto de un estilo muy particular de educación que no corresponde a lo que normalmente se conoce en nuestros entornos sociales. Quizás de ahí la popularidad de mis escritos, que deduzco de los cientos de correos que recibo y que expresan el interés de conocerme más a fondo. Si esto en ocasiones pareciera estar escrito por alguien cuyo egocentrismo rebasa los límites de lo prudente, creo que hasta que no se de la anagnórisis puedo seguir compartiendo hechos que he vivido sin ninguna preocupación, ya que ni mis progenitores saben de este trabajito semanal que llevo a cuestas por el puro interés de dejar perplejos a los lectores, pero no como Maimónides lo hizo en su guía.
Y es que en verdad me han sucedido cosas que frecuentemente no le suceden a nadie, hechos tomados de mi vida real que no se desprenden de meras fantasías ni de un estado de mitomanía patógena.
La soledad como fenómeno social
Me llama mucho la atención la gran cantidad de grupos de mujeres que van solas al cine, y en una visita reciente a la sala cinematográfica lo que más pensativa me dejó fue ver a una chava joven, muy guapa, sentada sin compañía, para disfrutar la película. Mientras mis amigos platicaban, yo no dejé de observarla, pues siempre me ha llamado la atención que alguien puede decidir ir sola a un lugar tan público, cosa que a mí en lo personal me cuesta tanto trabajo. Quiere decir que soy muy dependiente y que me produce algo de angustia encontrarme conmigo misma en espacios públicos, muy probablemente, y por eso me sorprendió esta escena, que me parece quizás algo triste. No puede ser que alguien se encuentre tan solo como para decidir divertirse así, en la soledad total. Eso me aterra.
Pensé en que ella, probablemente esperaba a alguien, pero no, transcurrió la película y seguía sola. Me hubiera resultado más interesante entrevistar a esta persona que ver la película, que aunque no estuvo nada mal, quizá no fue tan provechosa ni productiva como aquella otra posibilidad. Después del cine, ya en un nuevo lugar especializado en Tés de mil sabores y que se encuentra acondicionado precisamente para instar a la gente a la plática, saqué a relucir el detalle con mis amigos, y de la conversación concluimos que estamos viviendo una época de severa crisis social. Afirmo la idea, varias veces expuesta por mí en este espacio, de que la gente de hoy establece límites de afecto, pues queda comprobado que se necesita algo nuevo para que comencemos a creer en otras propuestas sociales, cuando vemos a tanta gente confundida en sus relaciones.
Imaginen ustedes una cámara de cine que recorra por las noches las habitaciones de algunas casas, cómo se comunican los integrantes de una familia, padres e hijos, o los propios cónyuges que en algunas ocasiones se presentan como verdaderos extraños sin nada que los una. Tengo algunas amigas que decidieron casarse acabando la prepa y hoy son muy desdichadas pensando en que la ilusión del príncipe azul se fue desvaneciendo con el tiempo.
Igualmente, algunos de los amigos con los que platico me comentan la falta de identificación con las jóvenes de hoy que sólo se interesan por un código maestro del signo de pesos.
Estos fenómenos ya llevan algún tiempo, y nadie hace nada. Queremos tomarnos de una mano, pero se nos antoja resbaladiza. Este rompimiento está siendo generador de la nueva mentalidad del hedonismo puro en aras del placer y de la superficialidad intrínseca a las nuevas relaciones de pareja.
Cada semana, quienes se encuentran solos viven con la ilusión de que ahora sí llegará el momento de un cambio, y así se mueve el individuo de hoy, día a día, esperando que un milagro del destino resuelva en esencia su triste melancolía.
Yo por mi parte y a través de estas líneas, grito a su favor para que no mueran en el intento de ser felices, porque la felicidad emana del interior de uno mismo y no de lo que acontece afuera. La verdadera dicha desde lo más profundo de nuestro ser es, al final, lo que más importa para proyectarnos ante la demás gente y disfrutar de una sonrisa fugaz, pero al fin sonrisa.
“Hay dos maneras de conseguir la felicidad: una, hacerse el idiota; otra, serlo”.
Jardiel Poncela


Amor-odio-amor-odio, ¿cadena interminable?
No sé si les ha sucedido como a mí, que algunos hombres que en un principio nos tratan con toda dulzura, de pronto se transforma en vehemencia, si esto quiere decir arrebato y violencia. ¿Seremos capaces las mujeres de desesperar tanto a los hombres? Después de sus exabruptos, se alejan y nos odian, pero en el fondo siempre quedará el recuerdo de lo que fuimos en sus vidas. Basta un acto de cortesía de nuestra parte, para dar inicio a un nuevo ciclo de amor-odio-amor-odio, con cual de las dos palabras quiere uno finalizar la cadena depende de hasta dónde la mujer haya elegido y de las posibilidades físicas que les otorguemos ¿No les parece?

“La fuerza de las mujeres depende de que la psicología no pueda explicarlas. Los hombres pueden ser analizados; las mujeres sólo pueden ser amadas.”
Oscar Wilde

“El problema de la mujer siempre ha sido un problema de hombres.”
Simone de Beauvoir.


La indiferencia, la calidad y la moral
No sé si ustedes también se han percatado, como yo, de que la gente se conforma con muy poco. Cualquier autor de libros, de pronto se convierte en un gran vendedor, los integrantes de un grupo musical se hacen millonario por una sola canción, un director de cine atrae a millones de espectadores, y en planos menos artísticos, también existe el comerciante que logra altas ventas con un producto ridículo, y no se trata de éxitos respaldados por una mercadotecnia efectiva, no, nada de eso. El punto es que las masas no tienen el sentido de lo que significa la calidad, así como los parámetros de exigencia y de inconformidad. En esta forma, como la corriente de un río, vemos un consumismo de inercia y no de conciencia.
¿Se deberá entonces crear un organismo que recuerde a los consumidores los estándares de una cultura de excelencia? ¿Se deberá incluir una materia en las escuelas que agudice el sentido de análisis?
Tristemente, esto no sólo tiene que ver con las cuestiones materiales, las mercancías y los mercados, en forma desmesurada se muestra además en las relaciones interpersonales y sociales.
¿En qué sentido? ¿Cómo podemos exigir a las personas que desarrollen una mentalidad y un espíritu de excelencia en lo ético y moral? No sólo a partir de la visión y de los fundamentos de la filosofía clásica, sino de un sentido común de las obligaciones del hombre con el hombre. ¿Cómo sé yo que tú moral es la misma que la mía, cómo sé que mí código es el tuyo? Ya se ha hablado en la historia que las deficiencias en el lenguaje establecen realidades diferentes entre los pensamientos y a veces las palabras no son suficientes en este quehacer de entendernos mejor o de ser mejores o de transmitir en la exacta perfección nuestras ideas, porque se revientan en las telarañas de la otra conciencia distinta a la nuestra.
La religión ha tratado de unificar criterios acerca de lo que debe ser el buen comportamiento humano, pero al ser transgredidos no logra poner orden. Imagino entonces, como algunas personas pueden ser capaces de abrir la boca para que únicamente le salgan moscas y mucha basura con esencia de una repugnante pasión por la envidia, aunque una de las máximas es no hablarás mal de tu prójimo.
Me imagino la antigua Roma, en el coliseo, miles disfrutando la carnicería humana en esos siniestros espectáculos, y hoy sucede lo mismo en otros campos o hasta cuando dos personas utilizan el lenguaje para destazar a su víctima que puede ser cualquiera de nosotros.
Fue por eso, y por algunas otras razones, que hoy decidí no hacer muchas de las cosas que la gente quiere que haga. No me vestí, no comí y no opiné, como nadie. Quise romper algunas reglas. Claro, las artimañas hicieron de lo suyo y heme aquí tratando de sacudir conciencias. Como ya no es común pedir cuentas, uno debe de sonreír y darle buena cara a todo aunque huela a queso podrido.
“Muchos son buenos, si se da crédito a los testigos; pocos, si se toma declaración a sus conciencias”.
Francisco de Quevedo y Villegas


Otra película sobre relaciones de abuso
Al fin tuve oportunidad de ver una película que me gustó, hacía semanas que no encontraba algo digno en la cartelera, fuera de la historia de Lutero. La cinta que vi es un filme español de Icíar de Bollaín, Te doy mis ojos, que ganó siete premios Goya, me cautivó en una forma sorprendente porque, además de que soy una gran admiradora de todo lo español, comienza con unas imágenes de Toledo que sirven de marco para mostrarnos un tema que hacía mucho no tenía oportunidad de ver en la pantalla, fuera de una película francesa que se llama La última mujer, y que, precisamente trata casi de lo mismo, el abuso de los hombres hacia las mujeres, sus maltratos. Sin embargo, la primera expone en una manera muy clara los motivos ocultos de algunos caballeros que tienen mucha facilidad para transformar el amor en odio. Nunca me habían explicado con tanta amplitud y exactitud los motivos cuando agraden a sus compañeras. Resultó sorprendente cómo esta cinta traduce los sentimientos con detalle y permite conocer hasta el fondo este fenómeno que tristemente aqueja a tantas mujeres.
Es el momento de entender que todos los complejos y sentimientos de inferioridad rebasan al sentido común y a la inteligencia, provocando los penosos desastres en la pareja. Ésta es la idea central del filme, personificado por extraordinarios actores que logran en cada escena transmitir las penurias de su relación, pero más aún el momento en el que la humillación penetra en lo más profundo de la dignidad humana.
Esta cinta se convierte en un ejemplo que sirve de enseñanza para muchos espectadores y para la toma de conciencia de sus propias relaciones, porque la agresión no sólo acontece a través de la fuerza física, sino de las palabras, actitudes y ambientes que disuelven la armonía.
Esta historia es una herramienta, porque si existe una mujer que no tiene ninguna posibilidad de conciencia y se encuentra inmersa en esa sumisión que constituye parte de lo propicio para recibir estas experiencias, debemos alertarla y defenderla.


Machismo, deportes e infelicidad
No acabamos con la postura siempre machista de los caballeros. No sé si se han dado cuenta, pero en las pocas ocasiones que he tenido oportunidad de ver algunas competencias olímpicas, se presenta en invariables ocasiones los comentarios misoginos de los locutores y narradores deportivos, acerca de la participación de las damas en las diferentes disciplinas, ni qué decir cuando de deportes masculinos como el futbol o el básquetbol se trata. Pero lo que más sobresale, sin duda, es el hecho de que antes que nada evalúan las características físicas y no las habilidades deportivas de las participantes, la belleza de las atletas, muy especialmente las de voleibol playero que en sus diminutas tangas de bikini muestran sus bien proporcionados cuerpos que cubren las expectativas de belleza. Claro, muchas de ellas, atletas de gran calibre, pues muestran glúteos y caderas en perfectas condiciones. Esto es un principio fijo en el comportamiento masculino, que eleva a la potencia de “qué tanto me gusta esa chica, qué tanto vale, desde la perspectiva de mis valores, estándares de gusto y de patrones de estética”.
Con esta lectura es que ciertas jóvenes caen en la cuenta de que el valor se determina por esas virtudes y nos la que desde el punto de vista de lo espiritual o de desarrollo, merecen altas calificaciones. Este fenómeno provoca la alta deserción de jóvenes en escuelas y universidades, grandes conflictos acerca de cuál es el motivo real de las cosas, dudas existenciales, metas a alcanzar, por no decir muchas otras que incluso atentan con la felicidad, el desarrollo pleno en todos los ámbitos e incluso con la propia vida cuando de anorexia, bulimia y depresión se trata.
Si ésta puede llegar a ser una profunda explicación acerca de por qué las mujeres no sabemos lo que queremos, pues se las presento desde este pequeño espacio que reproduce varias veces gracias al offset, mis locas conjeturas, que no están tan disparadas si nos ponemos un momento a reflexionar sobre ellas y logramos encontrar el punto exacto a lo que mis palabras expresan humildemente.
Están ustedes frente a una mujer que ha sufrido, y en ese camino del sufrimiento he encontrado con fortuna dilucidar el porqué debe mantenerse del lado de los hombres, sin ellos y a pesar de todo, no existen razones para seguir en esta lucha… y a pesar de todo, los quiero aunque a veces sólo sirvan para cambiar una llanta.
“La esperanza es el sueño del hombre despierto”.
Aristóteles


La enajenación y la vida laboral
Hoy estoy muy aburrida, no he dejado de atender asuntos de trabajo, y mi vida personal ¿dónde queda? Si alguien me puede orientar para superar el ahogo que me provoca no tener el tiempo suficiente para vivir, o si uno quiere trascender en lo profesional, así es como uno debe de comportarse, dedicado a trabajar o transportarse al trabajo. Cuando era estudiante, leía los asuntos de enajenación del proletariado, los veía como si fuera un grupo de personas que, pobrecitas, tienen que trabajar; pero también pensaba que no tenía nada de malo tener que trabajar más cuando estaba ahí precisamente en la universidad para prepararme y tener un futuro promisorio trabajando. Sin embargo, creo que se mantiene una mala estructura o filosofía laboral en todas partes. Si se pudiera hacer más eficiente nuestro desempeño laboral redituaría en contar con más tiempo libre y en esa salud mental que tanto necesitamos para ser felices. Quizás las empresas del futuro, consideren otras políticas en sus áreas de recursos humanos, algunas como Google ya las aplican y vean los resultados.


"El amor es una gota celestial que cayó en el cáliz de la vida para atenuar la amargura de su contenido".
Anónimo

Amor es un no sé qué que viene por no sé dónde; le envía yo no sé quién; se engendra yo no sé cómo; conténtase no sé con qué; se siente yo no sé cuándo... y mata no sé por qué.
Ovidio



Otra visita al cine, un viaje, Almodóvar y la nueva sexualidad
Ganarse la vida en estos tiempos cuesta más del doble de trabajo. No les ha pasado a ustedes que las cosas ya no son tan relajadas como hace dos o tres años. A mí en lo personal, me ha aumentado enormemente y con la misma retribución económica, lo que interfiere con mi tranquilidad emocional, y es por eso que las estadísticas señalan un incremento en las enfermedades derivadas de altos índices de estrés.
Y bueno, pasando a otra cosa, al fin un lector me ha escrito esta semana, me pide mi opinión acerca de la película de Almodóvar La mala educación; tuve que ir a ver para cumplir con esta función y, la verdad, aunque ha sido ampliamente laureada, creo firmemente que ésta quizás no será catalogada como la mejor del director español.
En uno de mis viajes por las tierras españolas, de paso por Toledo en el tren, comencé a charlar con unos madrileños y, precisamente al indagar sobre su perspectiva acerca del cine actual español, me sorprendió que veían alejado a Almodóvar del contexto, ya que consideran que se han modificado sus preferencia hacia lo hollywoodense y meramente comercial. En México no nos parece igual, aunque de compararse con Carlos Saura probablemente la idea tenga mucho de cierto. Comentábamos entonces acerca del alto grado de proyección personal en relación a Almodóvar en esta última película, pero creo que lo que más impacta es la caracterización que hace Gael García Bernal de un trasvesti. No tengo nada en contra de la gente que tiene variadas preferencias sexuales, pero tampoco me gusta la caricaturización de la imagen femenina en aras de parecer mujer porque implica en sí un acto de ridiculización de nuestro género, si así fueramos las mujeres, qué pena me daría serlo.


Vale la pena ser como soy
Me quedé pensando acerca de la relación Eros-dinero, es decir, en términos menos estrictos, que los hombres nos relacionan con este medio de obtención de sus recursos. ¿Por qué de repente me brinca este asunto? es que vino a mi memoria el recuerdo de tres proposiciones que me hicieron hace algún tiempo tres prospectos de pareja. Uno, en la primera cita me proponía que me casara con él y me llevaría por seis meses de Luna de miel por el Oriente; resultaba muy atractivo el plan, pero pensé qué iba a hacer yo cuando, al regresar de la Luna de miel, tuviera que convivir con él todo el día en un hogar basado en trueques. Una segunda propuesta me aseguraba el depósito de una fuerte cantidad en el banco para que en nunca tuviera yo ningún problema de dinero si aceptaba compartir mi vida con él. El tercero, me prometía un regalo después de cada acercamiento. A la distancia, no puedo entender las razones de estas propuestas que, simplemente me han sucedido, pero que me sugieren la hipótesis de que el dinero va íntimamente ligado a la atracción sexual. Por un lado, los hombres con poder económico que logran comprar a la chica de sus sueños y, por el otro, el protagonismo de la mujer que pone en un lugar primordial el contar con el protector y dueño exclusivo de su vida, a costa de su propia libertad de acción, de pensamiento, de todo.
Y ahora que he tenido tanto trabajo y que mi modus vivendi depende de los ingresos que yo tengo que conseguir por no haber aceptado nunca ese tipo de relaciones de conveniencia, es que estoy hasta el gorro, teniendo que soportar todo, y cuestiono en ocasiones si fui una tonta al no aprovechar propuestas que hubieron resuelto mi manutención y de las cuales podría dedicarme a escribir tranquilamente mi propio libro, después claro está, de ir por las mañanas al gimnasio, a desayunar con mis amigas, algunas casadas, otras muchas aburridas, sin nada más de que hablar sino de lo mismo siempre.
Mi consuelo queda en que he evolucionado enormemente en lo profesional, he logrado una autosuficiencia económica, lo que ha contribuido en una profunda independencia, mejores expectativas en la búsqueda de pareja y mi negación a invitaciones, con una larga cadena de incógnitas existenciales que dan a mi pensamiento más profundidad y establecen una larga conversación con mi propio yo interno para llegar a la disyuntiva, habrá valido todo esto la pena.


Homogeneidades y disparidades
¿Nos conviene a las mujeres depender económicamente de los hombres?
El punto es que el estado perfecto de las mujeres, por supuesto, es contar con un caballero que nos mantenga, pero indudablemente debemos capacitarnos para desarrollar nuestro intelecto y, por si las moscas, usar nuestras virtudes y herramientas cuando sea necesaria nuestra propia sobrevivencia. Sé, que esta aseveración puede causar cierto disgusto, pero si escribiera cosas en las que todos están de acuerdo, qué chiste tendría leer.
Estoy inscrita en un proyecto mundial de investigación que tiene que ver con un análisis de similitudes en el pensamiento femenino, por encima de las muy diversas idiosincrasias en mujeres de varios puntos del orbe. Este análisis lo inicié yo misma y logré convocar, por no decir invocar, a féminas con algunas similitudes en cuanto a sus niveles intelectuales. Los requisitos principales para participar en este proyecto son tener una profesión, haber trabajado, contar por lo menos una relación afectiva en el transcurso de su vida, mismo nivel socioeconómico, no tener analfabetismos de ninguna índole y contar con un físico más o menos pasable. En esta forma lancé una convocatoria al azar y obtuve sorprendentemente a un grupo de más de cincuenta mujeres que aceptaron la invitación para el experimento. Están involucradas, principalmente europeas de España, Bélgica (muchas españolas que se mudaron ahí), Portugal, una holandesa que también habla español, una hindú que más o menos nos entiende, varias argentinas, colombianas, venezolanas, mexicanas y estadunidenses de habla hispana, en fin éstas son las que más resaltan en el grupo.
Una incluso ya me envío una carta de la que no entiendo ni jota a la letra, está en proceso de interpretación jeroglífica, y si logro hacerla legible, la compartiré con ustedes porque lo poco que he interpretado, es que se trata de una moza portuguesa que ha decidido dejar a su esposo por un compañero de trabajo, y se encuentra justamente con sus maletas en la calle, sus dos perros, un gato y una larga cuenta en la tarjeta bancaria.
Ejemplos como éste debe haber muchísimos.
La hipótesis es que hay un común denominador en el sentir del género, lo que implica que nuestros cerebro, hormonas, menstruación, maternidad, sexualidad, nos hacen únicas y especiales. Ahora toca seguir recibiendo respuestas y luego haber qué hago con todo eso. Mientras la aventura resulta gratificante. aunque aquí cabe la disyuntiva de que en forma automática y por muy mis amigas que algunas de ellas sean, siempre estará presente el factor de la competencia, y a eso quiero darle una explicación de actitud instintiva en pro de la reproducción de la especie humana, porque si en verdad cuestionamos algunas actitudes que a veces provocan situaciones de muy bajos instintos como los que en infinidad de veces, por azares del destino, me he visto inmiscuida sin querer y sin tener culpa alguna, les juro que optaría por ser una auténtica anacoreta salvaguardándome de tanta hostilidad.
Vienen las vacaciones, me voy a recorrer algunos lugares para seguir recopilando cosas de la vida y de la gente que tanto me enriquecen, que me dan oportunidad de ampliar mis horizontes para ser alguien fuera de este planeta que tenga posibilidad de dar lo que más me sea posible.

De las computadoras al desnudo femenino
Es ya un fenómeno la relación de los seres humanos con sus computadoras y sus otras relaciones a través de estas máquinas. Muchos de nosotros pasamos más tiempo frente a los monitores que con personas reales, y el proceso de enajenación se está dando en una medida incontrolable. Si hace algunos años se realizaron profundos estudios de los efectos tan nocivos de los medios de comunicación en nuestras mentes, peor aún lo es hoy el acceso a las redes y a este medio virtual que constituye nuestro entorno social y psicológico.
Mucho me he referido al uso del chat, la forma en que proyectamos todos nuestros ideales y esperamos encontrar en la pantalla la respuesta a nuestras dudas y a nuestros deseos, y más aún, compartir juegos de índole erótica, historias y anécdotas que parecieran tomadas de un libro de locura o de graves patologías. Cuando escucho algunos comentarios de amigas que han logrado sus conectes de fin de semana a través de las redes informáticas, realmente me causa una conmoción pensar que ponen en juego su integridad y su seguridad, porque cómo es posible que se atrevan a compartir cualquier cosa con personas que al final de cuentas resultan ser anónimas. El hecho de conocer un nombre no significa que sabemos realmente ante quién nos estamos enfrentando o con quién estamos por compartir una cita que pudiera desembocar en una relación de cualquier tipo.
En otros asuntos pero dentro de la tónica virtual, llamó mi atención una nota de un concurso de diseño para obtener a la mujer ideal, algo así como una Miss Mundo Digital que cubra todas las expectativas que pueden tener los hombres en una mujer. Lo que sobresale de todo esto es una mitificación cada vez mayor de la estética femenina y de su perfección física para subsistir en un mundo en el que las feas no tienen lugar. Pobre de ti, amiga, si no cumples con los requisitos, de verdad me apiado de ti.
Pero cambiando de tema, y a propósito del desnudo de Meg Ryan en Carne Viva, aunque pareciera la mejor actuación de esta actriz, yo tengo una opinión contraria, porque rompió con el tabú de su propia imagen, a qué me refiero, la belleza no es sólo tener una cara o nariz u ojos bonitos, es un todo en la personalidad de la mujer, que puede ser la más sexy del mundo cuando deja en la imaginación de los caballeros la forma de los senos o de sus glúteos. Meg Ryan ya les enseñó todo, y de verdad siendo yo una gran fan de su imagen, creo que me sentí algo defraudada no tanto por su actuación que, obviamente nunca será equiparable con aquella Sally cuando finge un orgasmo en un restaurante.
El desnudo femenino es algo que debe ser manejado con mucha dignidad y cuidado, que va más allá del simple erotismo. La mujer posee una de las máximas riquezas cuando se trata de su propia sexualidad y créanme que no es una posición de mojigatería. Más bien es algo tan sublime para el hombre, que en ella se basa la relación amorosa, sexual y de reproducción. No es una postura religiosa la mía, de ninguna manera, es defender el status de la intimidad, por lo cual me parecen desagradables las escenas, a veces tan agresivas que se presentan en algunas películas, y en ésta que comentamos precisamente, cuando ella se sube en su macho y se pierde en un éxtasis animal no precisamente con la delicadeza de cómo hacemos el amor nosotras las mujeres.
“Que mucho más dañan a las honras de las mujeres las desenvolturas y libertades públicas que las maldades secretas."


Nuevamente el matrimonio
En las últimas semanas, he apoyado a una amiga en la redacción de su tesis de maestría acerca de las expectativas de los jóvenes hacia el matrimonio, y me permitió compartir con mis lectores algunas de sus conclusiones en este espacio. Resulta que un alto porcentaje de gente de 18 a 25 años piensa que el matrimonio seguirá siendo la base de la familia en las próximas generaciones, lo que implica que estarán dispuestos a contraer nupcias enamorados de sus parejas. Resalta también que los requisitos para seleccionar novio o novia no están determinados por variables de tipo económico que impliquen la posibilidad de acceder a otros niveles sociales, sino todo lo contrario, opinan que lo que ellos esperan es crecer y lograr juntos una posición basada en el trabajo conjunto. Esto quiere decir que los caballeros buscan mujeres con un cierto desarrollo profesional, cultural, laboral y de participación conjunta con el esposo.
Esto resulta de mucho interés, no sólo para el público femenino. En lo personal, pienso que ante estas nuevas variables, será necesario que los padres de familia cambien su forma de educar a las señoritas de nuestra sociedad, porque dado el nivel de extrema de protección, consentimiento y excesiva provisión de cosas (ropa, automóvil, viajes, etcétera), claro en algunos grupos sociales, resulta difícil la noción de ser autosuficiente o conformarse con lo que el iniciado joven pueda proporcionar a su bella esposa. Es un hecho palpable lo que sucede en ambas partes, aplicable tanto a varones como a damiselas. Señores padres de familia, dejen crecer a sus hijos y permítanles ser autosuficientes para que conozcan sus propias capacidades, para que se den el tiempo de afinarlas en el tiempo correcto y no después, cuando hayan fracasado en el intento de formar su propia familia.
Cuando estén editados los resultados de tan ardua investigación, procuraré darles los datos acerca de tan interesante tema.
Quiero desde aquí recordarles a sus mamás a todos los microbuseros de nuestra vituperada ciudad, porque no es posible lo que nos hacen cada día mientras tratamos de transportarnos en las sinuosas calles de este exparadiasiaco lugar. Bueno, con este desahogo inevitable y necesario porque vengo reventada del tráfico, paso a un último asunto.
Quiero retomar un poema de Nezahualcóyotl que me fascina, que vienen a cuento ahora que una querida amiga ha pasado por momentos muy tristes, y con eso me despido:
Aunque sea jade: también se quiebra, aunque sea oro, también se hiende, y aun el plumaje de quetzal se desgarra: ¡No por siempre en la tierra, sólo breve tiempo aquí!
Como una pintura nos iremos borrando, como una flor hemos de secarnos sobre la tierra, cual ropaje de plumas del quetzal, del zacuán, del azulejo, iremos pereciendo”.


La mujer y sus compromisos impuestos
Dado que me he referido a lo que buscamos entre los más profundo de nuestros anhelos por encontrar en la persona amada nuestras propias deficiencias, retomo de nuevo a Lacán: “en el amor, uno da lo que no tiene a otro que no es”, y la mujer imaginaria de Sachs de la que Freud toma el nombre de su primer revista, Imago, podría ejemplificar la perspectiva de las idealizaciones, especialmente en este párrafo enviado por un lector sensibilizado en estos asuntos que comparte conmigo el pensamiento de Marianne Williamson en su libro La plenitud del amor: “Ver las cosas color de rosa no es lo peor que podemos hacer, porque a veces eso nos ayuda a percibirlas mejor. El ‘encantamiento’, como la santidad, está debajo del velo. Es un mundo que surge cuando nuestra percepción va más allá de lo que nos revelan los ojos físicos. Decidimos mirar más allá de la personalidad, a una realidad más dulce y tranquila que hay más allá. Allí encontramos un amor más profundo, más creativo. Llegamos allí por elección, por propia decisión. Constituye un rito de iniciación llegar a esa dimensión, somos nosotros quienes tomamos la decisión de entrar a sus raíces sagradas (al Amor). Tanto si el ser amado es una persona real como si no es más que un anhelo, tenemos que bendecir el camino que lo conduce hasta nuestra puerta”.
Pero para cambiar un poco de tónica, otro lector me pide mi opinión acerca de la película En el nombre de Dios, y con gusto trataré de darle mi particular punto de vista. Repetidamente he escrito acerca de la situación de la mujer en varios de los muchos aspectos que conlleva este tema, sin embargo, después de mucho pensar y después de haber sido espectadora de una película como ésta, me queda muy claro que la condición de la mujer no puede ser equiparable a la del hombre por una razón muy grande, que nosotras las mujeres, con toda la liberación psicológica en la que podamos manejarnos, tenemos una característica que nos impide hacer cualquier tipo de comparación con el otro género, y se trata nada más ni nada menos que de la maternidad. Si revisamos la literatura acerca de la sexualidad femenina, encontraremos obras como la de Harelock Ellis, quien a principios del siglo XX, si mal no recuerdo, dejó pasmada a la sociedad cuando describió la forma en la que las mujeres podían disfrutar del sexo sin ningún tipo de atavismo social o psicológico, cosa que la historia, la religión y la cultura escondían, como el tema más prohibido de la especie humana. Cuando recordamos a “las hermanas magdalenas”, en plena década de los sesentas, sufrir el castigo por el uso de su sexualidad, no podemos menos que pensar como demostrada la penosa situación de la mujer en la historia que aún cargamos a cuestas, no sólo en el inconsciente colectivo sino en toda nuestra condición de género. Recuerdo a un gran personaje que luchó incansablemente por legalizar el control de la natalidad y estimuló el movimiento de la liberación de la mujer, Margaret Sanger, quien comenzó a crecer hasta convertirse en la mayor influencia de todos los tiempos, como lo predijo el futurista e historiador H.G. Wells en 1931. La profecía de hace más de setenta años acreditó a esta mujer el poder que adquirieron los movimientos de las mujeres, cuando la libertad de la reproducción llegó a ser más o menos aceptada.
Nacida en 1879 entre la clase trabajadora irlandesa, allí mismo en dónde más de cuarenta mil mujeres vivieron en los conventos de las magdalenas, Margaret fue testigo de cómo su madre moría lentamente, después de dieciocho embarazos y de once alumbramientos. Mientras trabajaba como enfermera practicante con mujeres de clase media en uno de los barrios más pobres de Nueva York, antes de la Primera Guerra Mundial, Margaret vio mujeres denigradas en su salud, y corrompidas en su sexualidad y en su capacidad de cuidar a sus hijos ya nacidos. Más tarde, su clínica instalada en 1916 tuvo 464 pacientes, hasta que fue arrestada y sentenciada a treinta días de encierro en un asilo. Antes ya había recibido una citación judicial y huyó a Londres, donde conoció al sexólogo Havelock Ellis, quien se convirtió en su amante y consejero. Gracias a Sanger, en 1965, un año antes de su muerte, la Suprema Corte suprimió en Connecticut la ley que prohibía el uso de contraceptivos para parejas casadas. Sin embargo, los estragos en la mentalidad de la mujer seguirán manifestándose día a día, cuando sabemos que tenemos una responsabilidad mayor como portadoras de la maternidad, por una parte y por la otra, que somos las encargadas de proteger a los hijos y de brindarles las bases de su educación y formación como individuos, aunque claro, se ha avanzado mucho en la participación conjunta en este compromiso.


Más allá de la biología y los cosméticos
Nunca imaginé que participar en este espacio me iba a retribuir tan ampliamente con nuevos amigos y amigas que se sienten en alguna forma identificados con lo que aquí proyecto. Algunos de los correos que he recibido me piden mi punto de vista sobre los más variados temas, otros más, incluso, en un acto de total confianza me han comentado algunos de sus más íntimos problemas, lo que me hace sentir que, en alguna forma puedo contribuir a establecer un diálogo de trasfondo. Lo singular de todo esto es la gran necesidad de la gente por establecer contacto con alguien, algo así como un S.O.S. vía internet. Esto resulta interesante para la nueva sociobiología del ser humano de este siglo, cuando reiteradamente he manifestado la existencia de un profundo vacío existencial o la sensación de soledad que impera en la gran mayoría de las personas que nos rodean. Me atrevo a realizar la siguiente pregunta, que no sé en realidad qué efecto pueda tener en los lectores: ¿han conocido recientemente a alguna persona que los haya hecho vibrar? Y no me refiero sólo a la cuestión puramente hormonal, esa que provoca que las mujeres se sonrojen como señal de coquetería y por que para la industria cosmética ha significado millonarios dividendos (porque esas chapitas que nos colocamos las mujeres todas las mañanas difícilmente se dan en forma natural, hasta eso ya es artificial). Antes de responder a esta pregunta, es importante que concienticen si algún otro ser los ha podido cautivar, no únicamente en el plano físico, sino por la sabiduría o inteligencia que manifiesta a través de lo que habla o piensa, y logra cautivarlos realmente al grado de hacerlos sentir magnéticamente atraídos hacia él o ella.
Tel vez por cosas como las que escribí líneas arriba, y ante el recurso de mi anonimato, algunos lectores me han preguntado si alguna vez me he enamorado profundamente, o si soy una solterona amargada, o (y eso me hace sentir muy halagada) si soy tan pero tan inteligente que no he podido conseguir pareja, porque no existe un hombre que pueda lidiar con una mujer de mi tipo.
Me he divertido mucho también cuando, en alguna charla con conocidos que me leen y no saben que yo soy la autora, sale a relucir mi seudónimo y tratan de calcular mi edad, mi estado civil y mis medidas y peso. Y ustedes preguntarán qué tiene que ver esto con la idea anterior, realmente nada, simplemente tengo ganas de hacer mis libres asociaciones para que, cuando vea publicado mi artículo pueda realizar un autoanálisis de las ideas que manifiesto con tanta incoherencia en algunas ocasiones, pero que parecen gustar mucho a un público que espera ansioso las mafufadas de la semana de esta tipa que quién sabe quién es, pero que a mucha gente intriga.
No puedo dejar de ponerle un toque de más nivel a este espacio, por eso les comparto un texto que dice lo que yo quiero decir siempre cuando trato de escribir, pero dado que para mí teclear cientos de palabras es un máximo placer sublimador (dícese de la acción de elevar hasta lo sublime), les juro que lo único que tengo en este momento a mi lado es un incienso que me compré en un tianguis maravilloso de un pueblo que se llama Bernal, que se encuentra en Querétaro y que si tienen oportunidad de conocer, los va a volver locos con su magia encantadora de uno de esos lugares tan mexicanos, llenos de turistas europeos, en donde no sólo me di un quemón de ojos por el espectáculo paradisíaco, sino también por la gente que a mi alrededor se encontraba mientras me echaba unas ricas enchiladas verdes que picaban hasta las entrañas.
Los dejo con este maravilloso texto acerca de la biografía escrita por Stephan Zweig acerca de Sigmund Freud, que dice así: “Gracias al esfuerzo de Freud, la nueva generación mira su época con ojos más penetrantes, más libres y más sinceros. Si la peligrosa psicosis del disimulo que ahogó durante un siglo la moral europea ha desaparecido para siempre y podemos mirar ahora, sin aspavientos hipócritas, el fondo de nosotros mismos; si las palabras vicio y pecado no nos hacen temblar de horror; si los jueces, conocedores de la fuerza avasalladora de los instintos humanos, dudan con frecuencia de pronunciar una condenación; si los maestros aceptan con naturalidad las cosas francas; si hay en la concepción moral del mundo mayor camaradería; si las mujeres aceptan con más liberalidad su sexo y sus deseos; si hemos aprendido a respetar la esencia íntima de todo individuo y adoptamos frente al misterio de nuestro ser espiritual una actitud más tolerante y comprensiva, debemos todos estos elementos de regeneración moral –los debemos nosotros y el mundo- a un hombre genial”.
Me despido, como siempre, con un pensamiento:
Crecí besando libros y pan... Desde que bese a una mujer,
mis actividades con el pan y los libros perdieron interés.
Salman Rushdie


Los amores prohibidos y malestar en la cultura
Les aseguro que cuando pueda expresarme sin el uso de mi seudónimo, seguramente habré madurado mucho en mi vida, porque significaría que no me importaría en lo absoluto lo que la gente piense de mí, sin embargo, no es el caso y los tengo que seguir castigando con la ausencia de mi nombre, pero como siempre lo refiero, Pablo Neruda no era más que el seudónimo de Neftalí Ricardo Reyes.
Y pasando al tema de hoy, pregunto ¿Qué pasa con esa gente que tiene predilección por los amores imposibles o prohibidos?
Después de mucho análisis con todos los medios y herramientas de la psicología, supe la razón de esta grave circunstancia de la vida que le sucede a quienes forman un grupo en vías de extinción. No se esfuercen mucho, me refiero a los casados, a algunos, claro, que presentan este problema.
Voy a comenzar con una explicación fisiológica del asunto de enamoramiento. Las emociones, al ser un conjunto de estados adaptativos producidos por estímulos placenteros o de aversión producen experiencias subjetivas, cambios fisiológicos internos y respuestas motoras observables (conductas). La dopamina, norepinefrina y feniletalimina, y otras sustancias involucradas en esta emoción hacen que se anule la función lógica en el cerebro. Todas ellas juegan un papel en el sistema límbico, la base de la emoción. Un desequilibrio de este tipo hace que el sistema límbico tome las riendas, que haya menos integración con el córtex cerebral causando el enamoramiento. Los sentimientos románticos irracionales pueden ser causados por la oxitocina, una hormona sexual que participa en la sensación de orgasmo y en el acercamiento. Cuando el flujo de sustancias químicas se acaba y el amor se traslada al córtex, se experimenta el amor verdadero o la desilusión. Las personas que saltan de relación en relación pueden ansiar la sensación de volverse a enamorar como si fuese una adicción. En el caso de los amores verdaderos, la presencia continua de la pareja estable estimula la producción de endorfinas que son analgésicos naturales. Quiere decir que los adictos a la dopamina y adrenalina son gente que siempre tendrá la necesidad de buscar la emoción que produce el ligue y la seducción en la posible conquista.
Considerando que todos estos efectos fisiológicos se deben a circunstancias psicológicas, seguí indagando y encontré en Jung una respuesta muy interesante a este asunto. Gracias al filósofo Lou Marinoff (probablemente más conocido por Pregúntale a Platón), conocí una nueva propuesta acerca de la filosofía como útil para eliminar o hacer frente a ciertas preocupaciones y problemas propios de la vida cotidiana, como la manera de llevar las relaciones amorosas, de vivir con ética, de prepararse para morir, de enfrentarse a un cambio profesional y de encontrar sentido a la existencia. Marinoff nos explica que desde una perspectiva junguiana, lo que normalmente empuja a las parejas al conflicto está más relacionado con los arquetipos opuestos que con las costumbres irritantes. “Mientras un marido interprete el papel del príncipe azul para su esposa-Cenicienta, o ella haga de Ginebra para Lanzarote, no pasa nada. Sin embargo, en cuanto las esposas dejan de tratar a los maridos como si fuesen príncipes azules y los esposos dejan de tratar a sus mujeres como si fuesen hermosas damiselas en apuros, la luna de miel llega a su fin”. Esto puede aplicarse a las parejas en general, aún las que no se encuentran comprometidas por ningún documento religioso o civil. Si no entienden lo que es un arquetipo, la referencia de Paulo Coelho les puede servir más o menos: “Todas las historias de amor son la misma”. Eso es un arquetipo. El punto es, para tranquilizar a quienes sufren de este problema, “No es posible hacer de todo en la vida y todo cuanto hacemos tiene un precio”, lo que se aclara aún más con la referencia que hace Marinoff de Robert Frost: “Dos caminos se separaban en un bosque amarillo, y lamenté no recorrer ambos, y ser un solo viajero…”
Creo que con esto puedo ayudar a quienes sufren ese padecimiento y constantemente olvidan su condición, pero ya es algo tan abierto que en ocasiones se nos antoja pensar que sí se puede y aún no estamos preparados para ello porque de ahí se derivan muchas, muchas de las enfermedades de nuestro tiempo con gente tan amargamente apasionada por querer ser libre en un lamento de amor.
Esa sensación deliciosa de estar enamorado o sentirse flechado por alguien, les juro que no la puedo describir con palabras, pero ojo, tengamos mucho cuidado.
Finalizo con el siguiente pensamiento:
A las mujeres les gustan los hombres desesperados;
si no los encuentran, los hacen.
León Daudi



Me gusta contemplar a los hombres geniales y escuchar a las mujeres hermosas.
Oscar Wilde

A la mujer hay que amarla, no comprenderla.
Eso es lo primero que hay que comprender.
Osho



Tuve oportunidad de ver el filme Los niños del señor Batiñol, una hermosa historia cuya trama aborda el tema de la caza de judíos en Francia durante la ocupación nazi. Batiñol, un personaje que podemos identifica con algunos de esos hombres que reflejaron las bondades del ser humano, en contraparte a la gran barbarie del nazismo y de la indiferencia del mundo ante los sucesos que acontecieron durante la guerra. La historia me consternó porque conmueve la escena del final, llena de la esperanza de aquellos niños que logran escapar, cuando mientras nuestra memoria nos refleja la historia de tantas inocentes víctimas del Holocausto.



De cualquier manera, ¡Feliz 5764!
Mis queridos amigos, aprovecho para desearles Shaná Tová para el 5764[1], un poquito tarde porque no hubo periódico la semana pasada. Ahora sí que fui al Shul[2] y recé mucho por toda la gente que quiero para que Diosito nos ayude a, por lo menos estar sanos y tranquilos. La felicidad, como dice una vieja canción, “es una forma de navegar por esta vida que es la mar”, y aclaro que no es de mi época, dada la infinidad de correos preguntando mi edad, que he sido lo suficientemente vanidosa para no revelarla, y la razón es que no le veo sentido, porque es una variable que no tiene importancia para un escritor, por el contrario ojalá con los años logre yo contar con la sabiduría suficiente que regala el tiempo para compartir cosas de mucho más trasfondo, lo que únicamente logra la experiencia. Y a propósito, ya están difundiendo el próximo Certamen Literario, obviamente que voy a participar usando mi seudónimo para que, si como seguramente sucederá, gano, sea el momento sublime de destaparme porque tendría que ir a recoger mi premio que voy a obtener. Próximamente verán el primer lugar en Relato Anecdótico para su servidora, e invito a quienes quieran competir conmigo a que lo hagan y me quiten un poco la poca modestia que siempre aflora en mí y que ha sido motivo para que a muchos no les agrade yo mucho. Francamente, es un problema que he tenido desde pequeña y es que se lo achaco a la gente que siempre enaltece tanto mi persona. Claro, a mi mamá se le pasó la mano, seguramente pensó que las mujeres podemos vernos agredidas en forma constante por algunos caballeros cuando no cubrimos sus expectativas y quiso proveerme de un self a prueba de todo, y en vez de ayudarme me dio un poquito en la torre, ya que ahora resulta que no encuentro un buen compañero que cubra las expectativas de una mujer tan inflada en su ego. No se asusten, no soy tan monstruosa como me pinto, pero en verdad que este ejemplo puede servirle de experiencia a muchas mujeres que veo por ahí con serios problemas de autoestima y que se dejan llevar sin considerar sus propias necesidades para satisfacerse o dirigirse a un plano más armónico en su vida íntima.
Regresando a mi presencia en el Templo, quiero compartirles que cuando escuché el Shofar[3] las lágrimas afloraron en mis ojos ante la sorpresa de algunas amigas que se encontraban conmigo en esos momentos y no daban crédito que una persona como yo pudiera verse tan altamente motivada por ese impresionante sonido de tanto trasfondo místico. A veces me sucede esto cuando escucho a los mariachis, pero nunca me había sucedido algo así, tan profundo, durante el rezo de Rosh Hashaná[4]. Espero que el significado implícito sea que vendrá para todos los seres de este planeta una época de mayor tranquilidad y, sobre todo de paz. En fin, como ven, mi espiritualidad llegó al máximo gracias a mi profunda identificación con la filosófica judía, justo cuando muchos andamos tan dispersos con filosofismos, tratando de encontrar sentido a nuestras vidas en charlateanerías de todo tipo o buscando satisfactores superfluos que tanto daño han hecho a nuestra sociedad.
El siguiente párrafo lo dedico a un gran amigo cuya pareja lo mandó medio a volar, y quiero manifestarle a través de estas líneas que no se preocupe, y se lo digo yo, que siempre he hablado en contra de los caballeros. Claro que también hay mujeres con un gran desencanto que no valoran la sensibilidad y ternura que un hombre puede mostrar cuando se entrega. Muchas de ellas se creen que no existe nadie que las merezca, pero son las que al final se quedan solas. (qué risa, yo diciendo eso). En fin, como le dije a mi amigo, “nada vale la pena para amargarse la vida”.
Los dejo hasta aquí deseándoles que les sea leve el ayuno[5], porque eso sí que me saca mucho de onda, pero ahí me verán cumpliendo con esta obligación moral para que Dios me perdone de todos mis pecados, que no deben de ser muchos ante las circunstancias, pero por si las moscas.
La fuerza hidráulica más poderosa del universo,
es la lagrima de una mujer.
Carlos Fisas


Una nota tragicómica
Quiero escribir este artículo antes del ayuno, porque siempre después de Kipur[6] me quedo como atarantada y es que a mí sí me cuesta un chorro de trabajo ayunar, aunque lo hago con pleno convencimiento y no tan sólo por un legado cultural de mis abuelos. Aprovecho ese día para reflexionar acerca de mi persona y de cómo traspasé el último año. Si ustedes creían que yo era algo así como una chica demasiado moderna por las ideas que a veces planteó aquí, alejada completamente de costumbres o tradiciones anacrónicas, déjenme decirles que se equivocan. Tampoco significa que sea una religiosa empedernida cuidando el Shabat[7], pero sí procuro mantenerme espiritualmente cerca, lo más posible, de nuestros preceptos. Claro, cuando me encontraba en la universidad estudiando a Hegel, Feuerbach, Reich y al mismo Marx, entre otros, pensaba yo, “bueno, esto de la religión si que ha sido un control para que todos alineados o enajenados vivamos acordes a las buenas costumbres que marca la sociedad”, pero dado que la religión judía basa muchos preceptos en el marco de una vida más sana, física y mental, se refutan un poco los conceptos de manipulación de masas de los cleros (de cualquier religión, obvio). Con la gran riqueza de la filosofía judía es que mentes tan alucinadas como la mía encuentran un espacio de tranquilidad y guía que permite no perderse en asuntos muy científicos, esos que nos sitúan meramente como producto de fenómenos naturales, lo que provocaría en mí un sentimiento de ser algo así como una cucaracha más en este bello planeta. Creo que somos algo más que eso, y por ello festividades como Kipur nos relajan sabiendo que somos seres espirituales que cuestionan su existencia.
Caray, prometí ser más alivianada en mi columna, escribir mucho más light, porque ahora está de modo comer cosas light, y ser más light es estar más acorde con este mundo que estamos viviendo. Eso de ser muy auténticos y reflejarnos tal y como somos está muy mal visto en nuestra sociedad. Las personas mejor vistas son aquéllas que no expresan sentimientos a flor de piel, es gente más cool, y más cool quiere decir “más fríos”, más cuidando todo lo que decimos, sin salirnos de la pose. Quienes somos más abiertos y auténticos, vamos, quienes no tenemos pelos en la lengua somos seres extraños y sacamos de onda a todos los que se nos presentan en el camino. Ser franco está mal visto, ser transparente nos hace un peligro para esta sociedad. El tratado de las buenas costumbres es callarse, es reventarse por dentro para no aparentar debilidades o para no mover el status quo de la sociedad hipócrita, de la gente que se mueve cuidando como bailarina cualquier pasito que da.
¡Caray!, y repito el “¡caray!” aunque quisiera escribir otra palabra que la censura no me permite. Sí pareciera que estoy enojada, y claro que estoy enojada porque la gente no es sincera, porque la gente es chismosa y disfruta de la desgracia ajena. Esa es una maldita realidad. A la gente no le gusta ver a la gente bien, a la gente le gusta ver fracasos, no éxitos de los otros. Gozamos cuando sabemos de un divorcio, de una ruina económica, y mientras existan estos temas de mesa se la pasa uno bien. ¿No es cierto?
Desafortunadamente, van a leer esto después del Kipur, y quizás sean cosas que no les venga a la mente, sin embargo, nunca es tarde para reflexionar acerca de lo que en verdad somos los seres humanos.
Y no es que en especial me haya acontecido algo esta semana, es algo con lo que todos vivimos pero no queremos cuestionar porque sabemos que es cierto y no podemos resolverlo. Cuando alguien tenga la fórmula de crear seres perfectos, quizás estemos cumpliendo las predicciones de Huxley, gente padre y buena onda clonada y reproducida un millón de veces.
Espero no haberlos aburrido mucho en esta ocasión pero no me venía nada positivo a la cabeza. Mis dos participaciones de las semanas pasadas parecían un poco más optimistas. Ni modo. Hice un esfuerzo.
Los dejo en esta autorreflexión con algunas frases de Allen, que me hizo favor de enviar una amiga.
Sólo quien ha comido ajo puede darnos una palabra de aliento, y
El eco siempre dice la última palabra.


Al final, el destino
Lo que a continuación les voy a contar es la anécdota más simpática que haya yo escuchado de alguien. Resulta que hace algunos meses en una de esas raras reuniones a las que uno a veces acude por no tener nada mejor que hacer, conocí a una chava con quien de inmediato comenzamos a conversar sobre álgidos temas. Ella resaltó el hecho de lo difícil que le resultaba encontrar pareja. Debido a ese gran vacío y la penosa sensación de profunda soledad, me comentaba que se había inspirado un poco en la película de Besando a Jessica Stein, que hace algunos meses se proyectaba en algunas salas de la ciudad de México, y ella había retomado la idea de cambiar de preferencia sexual para así resolver su vida sentimental. Cuando comentó eso, yo francamente no sabía qué decir, me quedé sin habla, estupefacta ante una confesión tan extraña, porque no es que nos podamos switchear tan fácil ¿O sí? Eso me llevó a consultar a algunos libros y profesionales en la materia, porque cuando me quedan dudas de algunas cosas, procuro siempre investigar. Según una buena amiga, especialista en sexualidad, efectivamente todos podríamos desarrollar tendencias homosexuales, como una gran curva de un lado a otro, todo depende de múltiples factores. De momento, pensé en qué parte de la curva me podría encontrar yo misma, y quizás prefiero no indagarlo. ¡Oigan!, no se asusten, esto no es la introducción de un destape o mi salida del clóset, no, con todo respeto para mis amigos gays, éstas son simplemente algunas reflexiones sobre el tema, eso es todo.
Así pasaron algunos meses, seguí encontrándome con esa chica. Me trataba yo de mantener con cierta reserva porque me angustiaba un poco la posibilidad de que pudiera seleccionarme a mí para cumplir sus propósitos. No quería verme inmiscuida en una situación de esas magnitudes. Trato de buscar experiencias para madurar algunas ideas que me sirvan, siguiendo mi vocación de escritora, pero no quisiera parecerme a Anaïs Nin, quien con sus experiencia sexuales se hacía parir decenas de ideas que ella misma no podía controlar, que le fluían como a un río. Escribía las anécdotas de esas ideas suspendidas en el aire, confundidas entre la autora y el lector, en forma siempre de imágenes suprarreales.
Mi amiga, de pronto desapareció. Yo no sabía qué había sucedido con ella. Justamente el domingo pasado, en un gran evento, asombrada la vi acompañada de un joven muy apuesto, lo que me obligó a observarla con mucha extrañeza. Fue entonces cuando me saludó de lejos, y no me quedó más que acercarme a saludarla con un lenguaje entre nuestras miradas. Sonrió y me presentó a su acompañante. Continuó diciendo que era su novio y me relató cómo se habían conocido. Esto es lo más chistoso que he escuchado en mucho tiempo. Resulta que ella acudió con una amiga a un bar gay, con el fin de llevar a cabo su plan. Fue precisamente en ese lugar, donde conoció a su amigo, quien por mera curiosidad visitaba esa noche el mismo antro. Ahí se enamoraron profundamente y hoy son una pareja feliz con planes próximos para contraer nupcias. Esto me resulta inaudito. Eso es algo así como que el destino a veces nos sugiere muchas sorpresas con un mensaje implícito. No sabemos de dónde o cuándo llegará el momento de encontrar uno a alguien ¿No les parece?
Francamente, tenía pensado escribir de otros asuntos, sin embargo, creo que esto resulta acorde a una situación en que se encuentran muchos de quienes se acercan a mi columna, esa impresión tengo. Creo que he sido un imán para quienes se encuentran solos, tratando de encontrar a alguien que les mueva a levantarse todos los días con la ilusión de compartir lo que cada uno es con otro igual o mejor. Y les hago esta pregunta ¿Para quién soy lo que soy? ¿Para mí misma? ¿Tiene algún sentido? ¿Alguien me lo puede contestar? Nada más les pido que no se refieran a Hegel, utilicen a otros autores, si les parece bien para retroalimentarnos, o simplemente sus propios puntos de vista.
Cómo quieres que te olvide, si cuando comienzo a olvidarte, me olvido de olvidarte y comienzo a recordarte.
Woody Allen.
A los niños les gusta jugar con soldaditos, y a las niñas, con muñecas. Cuando son mayores es al revés.
Nina Yomerowska.


Los hombres, esas tiernas criaturas
No camines delante de mí, puede que no te siga. No camines detrás de mí, puede que no te guíe. Camina junto a mí y sé mi amigo.
Albert Camus

Ahora empiezo con una cita en lugar de hacerlo al final, dedicada a todos quienes se han tomado unos minutos de su tiempo con el interés de verter unas palabras a ésta, su cordial amiga, a través de mi correo y con el gusto de decirles que esta semana se rebasó el espacio de almacenamiento dada la gran cantidad de personas que me escribieron. Esto me indica que el escribir esta columna es ya una gran responsabilidad para mí. Si comencé jugando, ahora estoy segura de que tengo un compromiso con mis lectores y espero nunca defraudarlos. Y a veces no puedo contar mucho porque la gente que me conoce de cerca sabría quién soy en realidad porque muchas veces lo que me siento a platicar con una taza de café enfrente, es lo que retomo para compartirlo con mis lectores.
Lo que más me sorprende en los mensajes que me envían es el asombro frente a una típica muchacha judía de nuestros tiempos, y en medio de los estándares que nos marca nuestra sociedad en México, que pueda escribir acerca de tan variada temática en la forma en lo que lo hago. Significa que, tal vez, no me ajusto al común denominador de las mujeres con las que se encuentran nuestros queridos amigos, que no satisface los requisitos mínimos en cuanto a intelecto, simpatía, autenticidad (algo que he señalado en muchas ocasiones), entre muchos otros factores.
Si al principio de mis participaciones manifestaba yo la pregunta de qué es lo que buscan los hombres en una mujer, pues después de 96 artículos que me he permitido redactar en los últimos dos años, le he dado al clavo con el asunto. Los hombres quieren una mujer auténtica, clara, abierta, inteligente. Los hombres tienden a buscar a alguien a quien puedan seguir, están acostumbrados, no todos, claro, a tener a alguien quien los sepa guiar. No me lo tomen a mal, pero como la mujer es mucho más intuitiva que el hombre, logra ofrecer puntos de vista a veces más objetivos. Los hombres solos a veces no saben ni qué ropa comprar o qué zapatos ponerse. Y desde esto, que es lo más simple, hasta lo más profundo, siempre necesitan de la guía de una mujer. De ahí, probablemente, que la gran identificación que tienen con la madre y, posteriormente, con la figura femenina que se convierte en su leal compañera, tenga un significado tan poderoso, porque aunque algunos, de repente se porten mal y sean capaces de ser infieles, nunca podrán prescindir de la suave y tierna mano de una mujer.
Esto no lo he leído en los libros, es algo que veo en los caballeros que me circundan, papá, hermanos, amigos, primos, novios y compañeros de trabajo, entre muchos otros. Por eso los amo a todos, soy una verdadera admiradora de ellos, aunque a veces aparente rechazarlos, no, todo lo contrario, me enternecen en una forma muy especial.
Sin embargo, como dice mi amigo Camus, camina junto a mí. En esos términos podremos ser la base más sólida de nuestra sociedad en el cumplimiento de reproducir la especie humana en un entorno mucho más armónico. No se me amontonen. Sólo podré con uno. Luego les aviso quién.
Un beso para todos.

Yo me apoyaré en ti y tú en mí, así todo estará bien.
Si todos mis amigos fueran a saltar de un puente, yo no saltaría con ellos, estaría allí abajo para cacharlos.
Dave Matthews Band


Una mujer a admirar
Tengo un efecto de empatía gruesísimo con un personaje de un libro del que no les voy a decir el título, por ahora, pero sí el nombre del personaje tomado de la vida real, ustedes deberán investigar de qué libro se trata para que lo disfruten como yo, sobre todo, las damas que quieran cultivarse con personajes de alta escala en el feminismo. En cada página dije, “eso yo lo he pensado cientos de veces, así, exactamente así es mi forma de pensar”, y para que ya no exista tanto suspenso les diré que se trata de algunos pasajes de la vida de Lou Andreas-Salomé. Su trayectoria vital simboliza la lucha de las mujeres de todas las épocas quienes se enfrentan a las convenciones y tradiciones ideológicas de su tiempo. ¿De qué manera puede una mujer inteligente, creativa y original relacionarse con hombres de genio sin verse eclipsada por ellos? Lou se dedicó a responder a esta pregunta mediante el cuestionamiento perpetuo de su propia existencia. Se casó y, sin embargo, llevó la vida de una mujer soltera; se sintió fuertemente atraída por el talento masculino, pero nunca hasta el punto de verse reducida a la condición de discípula o musa... Durante muchos años se le conoció únicamente como la amiga de hombres de la talla de Freud, Nietzsche o Rilke, sin mencionar que era también la autora de varios poemas, novelas y de un estudio feminista sobre la mujer en las obras de Ibsen.
El libro de Beatriz Rivas (el que estoy leyendo) describe algunas de las conversaciones de Lou Andreas-Salomé con Nietzsche, y quiero compartir con ustedes estas ideas. La primera, y fíjense qué interesante aseveración, cuando dice Nietzsche: “siempre he creído que la grandeza de un ser humano radica en su intensidad”. Acerca del matrimonio opinaba que “El matrimonio mata al amor, pues los esposos se convierten, el uno para el otro, en banalidades”. Sin embargo, Lou Andreas-Salomé escribe acerca de su esposo: “Si durante años fui tu mujer, fue porque tú fuiste para mí la primera realidad, cuerpo y ser en una unidad indivisible, una irrebatible de la vida misma. Textualmente, hubiera podido decirte lo mismo que tú dijiste al declararme tu amor: ‘Sólo tú eres realidad’.”
Los dejo con estas ideas, ya que esta semana me han castigado mucho el espacio de mi columna, ¿a qué se debe? ¿A que hago algunas aseveraciones que hacen algo de ruido o en realidad el nuevo formato de este medio exige cuantificar el número de golpes de nuestras participaciones? En verdad no lo sabré nunca, lo único que me queda es pedir a mis lectores que me escriban porque sin su retroalimentación no me inspiro y mil disculpas por mover el tapete a algunas personas. No lo hago con mala intención, todo lo contrario.
Todos tomamos distintos caminos en la vida, pero no importa
a dónde vayamos, tomamos un poco de cada quien.
Tim McGraw


Una complejidad que asusta
El fin de semana la pasé muy bien, porque fui a una fiesta de un amigo que cumplía años y se organizó un súper reventón que estuvo padrísimo y del que tengo varios comentarios. Comienzo por el más gracioso, y es que de repente se levantaron los invitados a cantar con el grupo de músicos algunas canciones en yidish[8] que no había yo escuchado desde hacía algunos años, cuando estaba en el kinder y en la primaria de mi querida escuela. Era sorprendente como todos teníamos tan claras en la memoria esas melodías y la letra de esas canciones que a veces también nos cantaban en casa nuestras bobes. ¡Oh, tiempos aquellos!, cuando uno era niño pensaba que los judíos al fin podíamos vivir en paz y tranquilidad, era lo que sentíamos, lamentablemente al crecer nos dábamos cuenta que esa era una idea ilusoria. El punto es que si en estos tiempos está de moda ya no hablar yidish o judezmo, tratar de parecer lo más universales posibles y, como el personaje de Zelig, de W. Allen, escabullirse como camaleón, invito a todos a que nos demos cuenta juntos que ha sido una tendencia equivocada de nosotros y de algunas instituciones educativas que piensan que mantener vivas esas raíces no concuerdan con las necesidades del mundo moderno, pero éste lamentablemente mantiene los lastres de una conciencia colectiva no muy favorable hacia nosotros, y vean lo que sucede no sólo en ciudades de Israel sino en cualquier lugar en el que exista presencia judía.
Pero vamos a cosas algo más relajadas o quizás no tanto, pero en el plano social cercano a asuntos de la personalidad de algunos individuos. No sé si les ha pasado, sobre todo a los que debemos interrelacionarnos más para tratar de sociabilizar y chance hasta obtener pareja o de perdida conseguir a algún amigo. Sucede que se da un fenómeno muy extraño en ese tipo de reuniones y es que la gente no sabe cómo iniciar o establecer comunicación con personas que no conoce. El rostro que no nos es familiar provoca un extraño aislamiento que impide siquiera voltear a ofrecer un saludo. Esta situación se da más ampliamente entre las mujeres.
A la pachanga que menciono líneas arriba, fui con un amigo, y me sentí rechazada por las damas que se encontraban ahí. Por más que trataba yo de sacar plática, mis tipas, que parecían culebras no me daban chance, y eso que no saben quién soy, no cruzaron ni dos palabras conmigo. Me tuve que conformar con platicar y pasarla padre con mi acompañante, y conformarme con esas miradas de reojo que me lanzaban; les juro que no parezco marciana. Tengo dos ojos, nariz y boca, eso es todo. No me quiero imaginar si supieran que me dedico a retratar gente para mostrar aquí, en este espacio los comentarios acerca de mis experiencias sociales. Los nombres los tengo muy presentes pero por razones obvias no los puedo mencionar. Me conformo con las palabras del gran filósofo que decía que a veces debemos esconder nuestra genialidad para ser aceptados más fácilmente. Si tenemos que esconder todo lo que somos, está cañón, el asunto es algo más complejo. Si a través de esta columna puedo participar en la reorientación de este tipo de situaciones, pues será más productivo este tiempo que me tomo cada semana frente al teclado. Sin embargo, les sugiero a ese tipo de gente que llamamos “sangrona”, les invito a que en un ejercicio de retrospección superen esos actos tan antisociales.
Les quería también decir que, y es algo que he descrito en muchas ocasiones, me sorprende la cantidad de gente que busca pareja. Este fenómeno que atañe a muchas personas en nuestra sociedad, y no sólo a ciertas generaciones, que se da en todas las edades, provoca una cacería está muy gruesa. Las mujeres buscan mil y una formas para atrapar a sus presas, sin importarles el sacrificio de someterse a procesos tan severos como las cirugías estéticas, dietas, sobre esfuerzo físico en el gimnasio, engaños, traiciones, libertinaje. La verdad es que todo eso me asusta.
Hoy en día, la fidelidad sólo se ve en los equipos de sonido
Woody Allen.


En el baño de hombres de un fancy restaurant
Recomiendo a mis lectores una película que se puso de moda en Bélgica, donde tuvo tanto éxito que comenzó a traspasar fronteras hasta llegar a las salas de la ciudad de México. Se trata de Albergue Español, no les cuento de lo que se trata, simplemente creo que vale la pena pasar el dato a mis entusiastas lectores, porque estoy segura de que les va a gustar mucho.
Quiero contarles que un amigo me invitó a comer, y que yo accedí porque estaba de muy buen humor. Nos dirigimos a un restaurante que, como todos los lugares nuevos, se había puesto medio de moda, ahí en la zona hotelera de Polanco, el típico lugar nice, con gente bonita, gente sin preocupaciones, en ese tipo de ambiente en el que quien no sonríe se ve mal. Les confieso que aborrezco esos lugares porque, francamente esa no es mi onda. Estaba ya tan distraída observando a la gente, pensando en mil cosas, que de pronto me dirigí al tocador para lavarme las manos y de repente me di cuenta de que me había equivocado y entré al baño de caballeros, demasiado tarde porque cuando levanté la vista tres caballeros estaban ahí, orinando frente a mí. Me quedé fría ante el espectáculo, especialmente uno, al voltear, soltó una gran carcajada, lo que me hizo sentir la cucaracha más grande del mundo, de pronto me dio vueltas todo, y no sé cuánto tiempo me tomó reaccionar para pedir disculpas y retirarme ante el eco de risas de aquellos hombres.
Llegué sumamente nerviosa a la mesa, del rojo mi cara cambió a un marcado pálido, y no sólo se me quitó el apetito por la impresión que me llevé, sino también cuando vi los precios del menú. Francamente no sabía qué seleccionar, me daba pena, los platillos no bajaban de los doscientos pesos. Lo que vino a rematar mi sesión gastronómica fue que uno de los hombres que había yo visto en tan incómoda situación estaba sentado en la mesa justo frente a la mía, y toda la comida se la pasó mirándome y sonriéndome, hasta llegar al grado de que cuando mi acompañante se retiró, precisamente al baño, se para a entregarme una tarjeta con su nombre y con la frase: “llámame más tarde”. Me dispuse a seguir con mis alimentos y tratar de tranquilizarme para que mi amigo no se diera cuenta de toda la situación que estaba yo pasando, lo cual me fue verdaderamente imposible hasta que logré salir de aquel lugar.
Ya a solas en casa, me dispuse a caminar por los camellones de mi apreciable colonia, lo que acostumbro cuando tengo un marasmo de ideas. Mientras caminaba, pensaba todo el tiempo en el rostro de aquel apuesto caballero a quien, accidentalmente conocí tan íntimamente, pero no accedí a llamarlo, aunque resultaba algo tentador. Afortunadamente, mi atención se distrajo cuando observé a una familia sentada en el pasto, sirviéndose comida de cuatro recipientes y unas sopas instantáneas que disfrutaban plenamente. Me dije, “cómo son las cosas, creo que ellos están gozando mucho más esta comida de la que yo gocé con tan caros platillos”. Al otro día, amanecí con algunas ronchas en la piel. No sé cual plato me cayó mal de los que probé en el fancy restaurant.
Pero pasando a cosas menos, esta semana fue el día internacional de la no violencia contra la mujer. Ese tema me recuerda la risa de los caballeros en el baño porque cuando un hombre puede, en ciertas ocasiones burlarse de una dama, no pierde oportunidad.
En fin, el tema da para muchas páginas, pero déjenme decir algo, estos son los tiempos de mujeres como el personaje de la película de Allien, el octavo pasajero, seguramente ustedes han tenido oportunidad de verla y, buena o mala, el personaje femenino que logra, con su inteligencia y a pesar de su belleza, dominar a la bestia es la única sobreviviente de la nave, también tripulada por un montón de hombres.
La frase de hoy, no tiene nada que ver con esta columna pero de todos modos la quiero brindar a ustedes:
Todos escuchan lo que dices. Los amigos escuchan lo que
dices. Los mejores amigos escuchan lo que no dices.


Del cuerpo del hombre y cómo lo percibimos
Hola, mis queridos amigos. Esta semana me han limitado mucho el espacio, por lo que voy a tratar de ser lo más breve posible. Resulta que esta semana recibí un correo que me causó más risa que un chiste. Una amiga lectora me felicita porque le he dado una magnífica idea para tratar de conocer a un galán después del incidente en el baño de hombres que relaté, y me dice que buscará la manera de hacer lo mismo. Le recuerdo que a mí me sucedió por accidente, no debemos perder la autenticidad en situaciones como ésta, ya que la sorpresa expresada en mi rostro fue lo que ocasionó la reacción de los caballeros. Pero si retoma esta idea como una travesura, pues quizás le podría yo recomendar que entre al Baño de Caballeros del CDI porque ahí seguramente encontrará mucho más modelos, y totalmente desnudos. Tengo que confesar, aprovechándome mi anonimato, que esa era una fantasía que tengo desde niña. Entrar, siendo transparente, a esos lugares puede resultar sumamente divertido, imagínenselo siquiera por unos segundos. Yo, única mujer entre puros varones, mi padre les tiene prohibido que anden por la casa en ropa interior, eso siempre ha sido un gran tabú, cuidar a la mujercita de la casa para que no vea cosas grotescas, y eso es tan fuerte que a la mejor por eso, de una forma inconsciente me sucedió lo que me sucedió.
Por favor, no me vayan a escribir para invitarme a ver desnudos, me conformo con las artes, apreciando al David de Miguel Ángel o los pronunciados músculos de los hombres en el Rapto de las Cibeles, son magníficos. Sin embargo, en otros temperamentos o circunstancias, no me cabe duda de que puede resultar sumamente impactante para una mujer conocer bien de la sexualidad masculina. Bueno, ya no le sigo porque yo misma ya me estoy poniendo roja de la pena. Para mí es más fácil hablar de la sexualidad femenina o del cuerpo de la mujer, incluso existen magníficos poemas alusivos a nuestras partes anatómicas, con lo que se comprueba que una mujer poetiza debe ser muy cuidadosa cuando habla de los órganos sexuales del hombre, mas un poeta puede decir lo que sea y como sea acerca de nosotras, como ejemplo a continuación les muestro un ejemplo de Rafel Alberti escrito así sobre los senos:
Oh tú, mi amor,
la de subidos senos,
en punta de rubíes levantados,
los más firmes, pulidos, deseados,
llenos de luz y de penumbras llenos.

Hermosos, dulces, mágicos,
serenos o en la batalla erguidos, agitados,
o ya en juegos de puro amor besados,
gráciles corzas de dormir morenos.

Oh tú, mi amor,
el esmerado estilo de tu gran hermosura
que en sigilo casi muriendo alabo a toda hora.

Oh tú, mi amor,
yo canto la armonía de tus perfectos senos
la alegría al ver que se me abren cada aurora.

Hace algunas semanas, comentaba yo que era mi artículo número 96, hoy llego al 100 y yo misma me sorprendo de la constancia que he tenido. Ustedes se podrán dar cuenta de mis estados de ánimo, cuando estoy en etapa depresiva-represiva escribo de una forma, cuando me encuentro en euforia escribo de otra. No soy una bipolar clara, porque afortunadamente no he llegado a tanto, pero sí manifiesto que mis exabruptos estados me enfocan hacia caminos distintos en esto de expresarme y catalizar, sublimar, hacer catarsis, etcétera. Mi amigo Segismundo lo decía constantemente, que el neurótico altamente artista o el artista altamente neurótico, ¡vamos!, es lo mismo, necesita ser alguien más complejo para atraer a los demás. La excentricidad es el combustible del arte, y si excéntrico significa no tener el mismo centro, pues me corresponde precisamente ese carácter. Ser extravagante sin ser estúpido es lo importante, porque también esa amalgama se da muchísimo en la gente que aparenta ser diferente, cuando en el fondo solamente existe un idiota atrás del gran disfraz.
Hay quienes estropean relojes, para matar el tiempo.
Adivinen quién lo dijo.


La química del amor
En esta ocasión, les quiero compartir algunos ejercicios de éxtasis para comenzar muy alivianados este año. Por supuesto que han escuchado hablar de la química del amor, esa que puede haber entre dos personas cuando Cupido lanza el flechazo. Esa maravillosa sensación de estar enamorado que nos beneficia o nos enferma, dependiendo de si existe reciprocidad o no. El primer ejercicio, para todos ustedes que tienen la imperiosa necesidad de vivir en éxtasis, de disfrutar profundamente experiencias tórridas que lo hacen a uno perder la cabeza, es la siguiente, atrévanse a hacerlo, inviten a esa persona de la que tienen tantas ganas o ustedes, gente en matrimonio que han perdido la chispa, reencuentren a su pareja y realicen una sesión de hedonismo puro. Les recomiendo una buena música de fondo, algo así como el October Proyect, la canción número cuatro de ese CD, A lonely voice, o la siguiente que se titula Eyes of mercy, con un fino incienso afrodisiaco, una copa de buen vino español o francés, para quienes no toman alcohol, un té de miutle, si lo logran conseguir en el mercado es muy benéfico para quienes tienen la libido apagada. Y después, hagan el amor… verán como se sentirán mucho mejor y esas depresiones escondidas se irán a la basura.
Les comento una experiencia que podría ser útil a las jóvenes que me leen. Cuando tenía yo dieciocho años, mi falta total de experiencia con los hombres no me hacía definir las situaciones en las que me veía entrometida. Por ejemplo, chavos profundamente interesados en mí que no se atrevían a establecer un noviazgo conmigo por miedo, terror, hasta al grado que preferían huir impávidamente. ¿Qué onda? Me di cuenta algún tiempo después de eso, pero díganme en buena onda, qué pretenden, porque les doy otro ejemplo, un galán me pedía tener relaciones con él, y cuando le contesté que no estaba yo preparada para ese tipo de relación, me dijo, “¡Qué bueno que me contestas eso, porque de haber aceptado me hubiera decepcionado de ti!”
Pregunto, ¿quién caramba los entiende?
No les gustamos liberadas, tampoco mojigatas santurronas, y nosotras nos enredamos entre salvar dignamente nuestra reputación y reprimir nuestras propias necesidades. En fin, no es el único punto antagónico de la esta vida en sociedad con seres tan extraños.
Tengo que reconocer que también existen algunos con los que me he podido relacionar divinamente y a quienes siempre recordaré por esos momentos que me han dado posibilidad de ser una mejor persona para vivir en pareja. ¡En serio!
La semana pasada, recibí más correos de damas que de caballeros y eso es algo extraño, porque a últimas fechas recibía yo sólo comentarios de caballeros. Me pregunto si habré sido muy agresiva en mi columna. No lo creo, sólo estoy cotorreando el punto.
Una mujer que se divorció recientemente me dijo: “Yo vivía sola hasta que me divorcié”. ¡Estuvo fuerte, no!
Lo que teme un hombre cuando piensa en el matrimonio no es atarse a una mujer, sino separarse de todas las demás.
Ellen Rowland


La humanidad fallida
La verdad es que hoy estoy muy aburrida, no he dejado de atender asuntos de trabajo, y mi vida personal dónde queda. Ojalá alguien me pudiera orientar para superar el ahogo que me provoca no tener el tiempo suficiente para vivir, o qué si uno quiere trascender profesionalmente, así es como uno debe de comportarse, dedicado a trabajar o transportarse al trabajo. Cuando, de estudiante, leía los asuntos de enajenación del proletariado, lo veía como si fuera un grupo de personas que, pobrecitas, tienen que trabajar, pero también pensaba que no tenía nada de malo trabajar, más aún cuando estaba ahí en la Universidad para prepararme bien y tener un futuro promisorio trabajando. Sin embargo, creo que se mantiene una muy mala estructura laboral en todas partes. Hacer más eficiente nuestro desempeño redituaría en más tiempo libre, y en esa salud mental funcionaríamos mucho mejor frente a nuestros escritorios.
Creo que falta mucho para que la mentalidad de los patrones o de los jefes de personal ideen nuevos métodos de productividad enfocados a delinear un sistema para trabajadores felices y libres, dedicados con esmero y entrega a sus labores cotidianas.
En otro orden de ideas, me he percatado del alto consumo de fármacos para obtener felicidad, tranquilidad, para ser más ecuánimes y subsistir en este sistema de cosas. Quiere decir, volviendo al tema de las equivocadas infraestructuras de nuestras vidas, que el hombre nunca ha sido libre, desde que nacemos hasta que morimos, tenemos un sinnúmero de lazos que nos atan y estas ataduras aprobadas, este deber ser, nos ha orillado a buscar panaceas que nos acercan más a la muerte que a la vida. Quiere decir, cuando nos convertimos en adultos, necesitamos drogas para conciliar el sueño o para mantenernos tranquilos, sin ansiedad en cualquier reunión que nos implique tensión, o antidepresivos para contar con el ánimo de seguir subsistiendo, ya no somos capaces, por nuestros por nuestros propios medios, de encontrar la felicidad y la emoción de despertar cada día.
Necesitamos del éxtasis artificial, creo que los seres humanos hemos fallado.
Cuando uno se halla habituado a una dulce monotonía, ya nunca ni por una sola vez, apetece ningún género de distracciones, con el fin de no llegar a descubrir que se aburre todos los días.

Aburrirse en el momento adecuado es signo de inteligencia.
Anne Louise Gemaine de Stael


Los apegos
Existen muchos tipos de personas, somos un grupo heterogéneo, con miles de pensamientos que circulan en nuestras mentes, con emociones, sentimientos, formas de ser, etcétera.
También tenemos gustos, predilecciones, deseos y, por supuesto, algunos factores que trastornan y hacen posesión de nuestra cordura, conducta, estado mental.
Entre fortalezas también nos acompañan nuestras propias debilidades, cuando necesitamos cobijarnos o acudir a objetos que nos reconfortan, cosas que nuestro inconsciente nos exige como una tela transparente que impone su fuerza y exige rompiendo cualquier posibilidad racional de comportamiento.
Existe mucha literatura acerca de lo drástico que pueden ser los apegos, que si son un estado emocional de vinculación compulsiva, vivir una paz frágil y precaria, que son los controles a los que los demás nos someten y a los que nosotros mismos nos esclavizamos. Como una droga que necesitamos para poder subsistir. Perdemos la propia libertad sobre el amor, mezcla de ansiedad, posesividad, tristeza y dolor.
Sin embargo, qué pasa si le damos un giro positivo a los apegos, una palabra prohibida por algunas formas de auto ayuda o corrientes psicológicas, qué tal si el apego nos conduce a la generación de energías, porque cuando tenemos la posibilidad de sentir esa necesidad apasionada, y no necesariamente sexual, por alguien, la vibración que fluye alivia, desarrolla la cualidad propia de los humanos para relacionarnos con quienes más efecto psicotrópico natural nos genera.
En este espacio les doy el permiso de sentir sus apegos como algo no prohibido, el viaje puede presentar caminos abruptos, entintados de melancolía y sufrimiento, pero qué es la vida sin eso. "Yo sufro la ausencia y el espacio duro; la pena es un muro", decía Marguerite Yourcenar, ¡qué insípido hubiera sido ser feliz!
"Vuelvo a pensar en ti, y te vuelvo a olvidar" también expresaba, pero miren la capacidad de ideas que los apegos generan en los más grandes escritores.

La mujer ¿otra visión?
qué pensarán de mí, que traiciono nuestros secretos, que me invade un serio problema con mis hermanas, madre o abuela, todas mujeres. Para comenzar les comparto que desafortunada o afortunadamente no tuve la dicha de interaccionar con una hermana. El cigoto de mi madre en sus divisiones mitóticas, me produjo a mí, exclusiva hembra entre varios hermanos, y por eso no conozco a las mujeres, además de mi madre, por lo tanto me retracto para hablar de ellas. Sin embargo, la intuición me permite examinar a las que me acompañaron a lo largo de mi historia académica, quienes en un plano sustituto, conformaron el rol y con quienes me fui dando cuenta de cómo se comportan, en qué piensan, cuáles son sus sueños, sus ansiedades y sus desvelos.
Primeramente les diré, que desde niñas su vida transcurría confusa, con una alta incidencia en mensajes ocultos que, por una parte manifestaban la importancia de un desarrollo independiente, pero siempre barnizado de la entera necesidad de sentirse incompletas, en el rescate por agradar a papá, como un leve experimento de mañana seguir necesitándolo con toda la parafernalia que conlleva esto, desde los aretes hasta las ideas obtusas para no parecer inteligentes, y algunas no lo eran.
No obstante, todas bajo el mismo esquema, siguieron los pasos, para despertar la verdadera vocación, mas no pretendo tener la capacidad para transmitir la épica de la experiencia femenina. Sólo y únicamente, decir que sean cuales sean los motivos de sus vidas, lo más importante en todo caso, que sean conscientes de lo que cada quien decidió para encontrar su camino. Quizás pareciera que sufro eso a lo que me refiero, pero les tengo noticias, no lo sufro. No soy presa de nadie, para salvaguardar mi seguridad ni económica, ni intelectual, ni emocional, ni afectiva, pero la verdad es que me robé este escrito que me dejó un fantasma y pues lo quise compartir con mis lectores.
Sin embargo, saben, existe el amor.

“El amor es una ilusión, una historia que una construye en su mente, consciente todo el tiempo de que no es verdad, y por eso pone cuidado en no destruir la ilusión.”
Virginia Wolf

Cómo funcionamos las mujeres en nuestras relaciones. Epílogo.
Algunas conclusiones al conjuntar a varios autores que he tenido oportunidad de consultar me dicen en su profundo análisis, lo que determina que todo lo que nos sucede a las hembras está íntimamente relacionado con nuestras madres.
Quiere decir, que todo está determinado por el grado de simbiosis que establecimos con nuestras progenitoras, y la vida sexual, psíquica y todo lo demás, es un resultado de esa primera relación amorosa con nuestra madre.
Claro, esto en apariencia no es nada nuevo, Freud ya lo venía diciendo, pero parecía que no estaba del todo seguro, porque cuando él hablaba del asunto edípico, pensó seguramente en él como hombre, y nunca le quedó muy claro cómo desmembrar el asunto desde la perspectiva del sexo opuesto, ya que cómo sería que una bebita recién nacida podría necesitar tanto a mami, o peor que eso, que fuera su objeto de deseo, lo que suena algo extraño para quien no tiene falo. Lejos de ser una postura falócrata, llegaron después los post freudianos y dijeron, no es exactamente eso, más bien es el pecho, la mama. Y entre que esto y el otro, nos tienen mareadas, confundidas, absortas, y resulta que las mujeres somos cómo somos, no por la cantidad de hormonas segregadas disparadamente en un ciclo menstrual, sino porque además, nuestras locuras y en ocasiones nuestra pobre capacidad de amar, se debe al grado de vinculación simbiótica materna.
Como siempre existe una posición que favorece a los caballeros cuando se asegura que ellos nunca tienen la culpa de nada, permítanme reírme porque entonces la conclusión es que necesitamos hombres maternales, amorosos, cariñosos, tranquilos, comprensivos, complacientes, intuitivos, etcétera, y díganme si ustedes mujeres del siglo XXI, han encontrado a alguien con esas características. Yo en lo personal, no. Mas no quiere decir que no exista esa posibilidad en algún objeto. Hay que buscar, sin duda.










[1] Bobe, “abuela” en yidish, idioma de los judíos originarios de Europa central.
[2] Shabat, en hebreo “sábado”, el día de la semana más importante en la religión judía-
[3] Zeide, “abuelo”, en yidish.
[4] Shul, templo, en hebreo.
[5] “Conectando gente”, slogan publicitario de la empresa coreana de electrodomésticos Panasonic.
[6] “Mandamiento, obligación”.
[7] The American Association for Marriage and Family Therapy
[8] K, “templo” en hebreo; knis, ¿en yidish?
[9] Shaná Tová, “Feliz año nuevo”, en hebreo, 5764 inició en septiembre de ___
[10] Shul, “templo” en hebreo
[11 Shofar, cuerno, generalmente de carnero, que se toca en algunas festividades religiosas judías.
[12] Rosh Hashaná, año nuevo, en hebreo.
[13] En muchas celebraciones judías, se acostumbra el ayuno, incluyendo el día previo al año nuevo.
[14] Yom Kipu, el Día del Perdón, que se celebra a la semana siguiente de Rosh Hashaná, y cuando se acostumbra pedir perdón y perdonar las ofensas a personas que ´pudieron sentirse agredidas por nuestras acciones o palabras.
[15] Shabat, el sábado, día sagrado para la religión judía.
[16] Yidish, idioma común de los judíos de Europa central y oriental.






 Enero 2005, año nuevo
Las vacaciones me ayudaron a relajarme un poco, sin embargo, inicié el año con una extraña sensación que comenzó el 31 de diciembre, al no aceptar invitación alguna para celebrar la llegada de 2004. Decidí pasar esa fecha con mi perrita, una de mis más entrañables y fieles amigas, por no decir la única para no herir susceptibilidades de algunas de las amigas que conocen mi identidad. A eso de las diez de la noche, me dispuse a preparar un rico fondue de queso, pan y vino blanco, espumoso e italiano, para de una manera sui generis celebrar conmigo el inicio de un nuevo periodo.
Pasaban los minutos, pero aún muy lejos las doce de la medianoche, camine hacia el jardín para disfrutar de ese cielo lleno de estrellas que gracias a las vacaciones parecía de la típica provincia mexicana. La tierra del jardín lucía sedienta, comencé a regar agua y repasaba la idea de querer recibir así el año nuevo, comenzaron los cohetes y uno que otro grito de la casa de enfrente. Fue entonces que me percaté de que había llegado el cambio de fecha en los calendarios, en mi celular, en el monitor de la computadora y el reloj de la cocina.
Mis propósitos para 2005 no los conozco. Han pasado cinco días y aún no los sé. Quizás me proponga otras cosas, pero al final creo que serán las mismas, y sin embargo, sigo igual. Algunos cambios por la gente que se fue, por la que vino, por la que ya no es.
Y si notan que no me captan muy optimista en estos párrafos, es porque en invierno, me atacan  algunas alergias que me provocan este estado, es algo temporal, no se asusten. Les prometo luchar contra la histamina que invade mi cuerpo y provoca una baja en mis endorfinas. Aunque creo que regular el flujo adecuado de éstas, se encuentra dentro de uno mismo. Hay que conocerse y quererse, sin olvidar, que también debemos querer a los otros. Lo demás, o sea las endorfinas, llegarán por añadidura.


El matrimonio, institución en extinción
Coincido que es una institución en vías de extinción, y no porque no crea en el amor, sino porque soy una realista que profundiza en las más diversas variables que se dan en este fenómeno de la pareja humana. Jugando con los números, la gente cercana a mí se encuentra en varios estados que van desde la soltería, pasando por la unión libre, probando si resulta antes de cualquier compromiso, hasta los que planean unirse, seguidos de los que ya se casaron, y hasta llegar a los que ya se separaron y también los que prefieren vivir en pareja, pero cada quien en su propio lugar, y ésta es la nueva moda. ¡Qué ideas estoy dando!, ¡Dios mío!, ¡ejemplos indecorosos! Seamos honestos, todos hablamos de este nuevo fenómeno social, que no espanta a nadie, ni siquiera a los hijos, que en muchos casos se ven afectados por estas formas de familia moderna.
Es un tema que me apasiona desde que tengo uso de razón. Desde niña observaba la relación de mis propios padres y francamente me eran incongruentes muchas cosas. A eso, habría que sumar que soy la única mujer entre puros hombres, por lo que conocía algunas de las debilidades de ellos y de papá… eso está para Freud, lo sé.
Sin embargo, no quise formarme una hipótesis que pudiera perjudicar mi vida de mujer, sumado a estos prejuicios se encuentra mi propia experiencia y, peor aún, la opinión de las mujeres de los grupos de profesionistas a los que pertenezco y de los que se derivan opiniones que, quiera una o no, son una realidad.
Me decía una connotada abogada, que los grupos feministas tienen tanto éxito porque las mujeres se complementan más entre sí mismas que en nuestras relaciones con honorables caballeros, y lejos de que la puesta en cuestión pudiera llegar a tener diversas preferencias sexuales, mencionaba que lo único que buscan ellos en nosotras es satisfacer sus instintos, además, muchos ni siquiera sabían hacerlo bien porque no conocen las partes genuinas de la mujer. En verdad me hicieron reír tanto esos comentarios, hechos además en una forma tan enérgica y contundente, que sin tratar de esconder mi asombro, prefiero compartirlo en estos párrafos con ustedes, y si mis lectores más asiduos estadísticamente son caballeros en un 95% (dato tomado de los correos que recibo),  temo que mis comentarios no serán de su total agrado, al tener el peligro de herir algunas susceptibilidades, mas no es la intención.

“Los antiguos valores que se idolatraban se han perdido...
quizá ahora sea el momento de replantearse la existencia.”
(Battousai, el asesino).


Fingir personalidades
Mujeres sin control cuando las relaciones no son auténticas, cuando pretendemos mostrarnos artificiales porque en ocasiones no estamos seguras de que si lo que somos, pueda efectivamente ser atractivo para la otra persona. Esta es la parte crucial de la infelicidad, pretender no ser nosotras mismas, así inician los problemas existenciales y de alta presión por mantener un rol que no nos corresponde.
Lo que resalta llevado a términos de análisis social, es cuestionar el hecho de si existen personas que en sus matrimonios falsean su propia personalidad y forma de vida, lo que aunado a nuestras propias necesidades proyectadas en encontrar al ser que realmente necesitamos, complica y enreda profusamente nuestras circunstancias personales en pareja. Y claro, llega el divorcio al no ver cumplidas las expectativas.
Es triste y cercano a la realidad, este fenómeno se encuentra en gran medida debido también a la imperiosa necesidad de encontrar a toda costa a la supuesta persona amada.
Lo más grave es que eso nos sucede con la demás gente, en el afán de siempre agradar al prójimo al alto precio de vivir la vida de los demás, sin la conciencia de que eso no es en el fondo lo que queremos de nuestras vidas. El sistema nos ha sido impuesto, nos empuja  a ser y aparentar lo que no somos.
Quizás sería bueno meditar acerca de lo que realmente queremos y lo que habita en nuestro ser interior para satisfacernos a nosotros mismos con plenitud y tranquilidad, mientras eso sucede, sigamos pues fingiendo.


Quién está mal…
Lukas es un genio de la cinematografía, el género de ciencia ficción no es lo que más me agrada, no porque lo considere poco valioso, por el contrario, no sé que proceso mental se establece en mí que siempre, al presenciar un filme con esa temática, salgo despavorida de la sala y aún no he podido encontrar la causa de tal aversión. Puede deberse a mi sobre imaginación y también tiene algo que ver con mis estados de ansiedad. Hace algunos años, una amiga psicóloga me decía que yo me desesperaba mucho cuando la gente hablaba, veía algunos problemas en mi lenguaje al pensar más rápido de lo que hablo, y quizás a eso se deba mi afición por la escritura. Con ella, tengo más control de lo que fluye de mi pensamiento, se caracteriza por estar siempre fuera de la proporción usual, razón por la que trato de cuidar al máximo lo que digo. En varias ocasiones he manifestado, el sentirme fuera de lugar en cualquiera de las reuniones que asisto con la vaga ilusión de poder compartir con la gente algunas ideas, sin embargo, no toman el sentido de las cosas y siempre termino preguntándome, quién es el que está mal.
Para no sentirme como bicho raro, procuro entretenerme en otros asuntos, y es entonces cuando mi imaginación comienza a fluir y siento que no estoy en el lugar ni en la dimensión, mis oídos dejan de escuchar y mis ojos no ven alrededor, sin embargo, es algo que disfruto plenamente, y si ustedes creen que estoy a punto de perder mis facultades, están ciertamente equivocados.
Prefiero entonces hablar de cosas como los filmes que me gustan, soy una fanática de Woody Allen, un genio que ofrece lenguaje en un solo movimiento de cámara, como Berman, profundidad del ambiente social y psicológico de los personajes. Ese status de vacío y soledad que encontramos infinidad de veces los que, precisamente como yo, tratan de hallar en las superfluas reuniones sociales, la compañía adecuada que les permita seguir la semana con un poco más de ánimo. Me pregunto, qué afán porque transcurra el tiempo y que llegue ese mismo instante de inopia espiritual en la búsqueda de mejores alternativas.
Comunicación intergeneracional nefasta, cuando se parte del principio en que los adultos no se actualizan, poco tienen que decir. Invito a envolverse en las nuevas formas de pensamiento, y esto no quiere decir que sintonicen una estación de radio diferente, más bien que sintonicen lo que los jóvenes necesitan para poder sobrevivir en un mundo de caos en lo incognoscible.

“No me interesa aquel que haya conocido, llevado en litera,
mil cimas de montañas y así observado mil paisajes porque,
en primer lugar, no conocerá uno solo verdaderamente y, luego,
porque mil paisajes no constituyen más que
una partícula de polvo en la inmensidad del mundo.
Me interesará sólo el que haya ejercitado sus músculos en la ascensión de una montaña, aunque sea la única, y así estar capacitado para comprender todos los paisajes por venir y, mejor que el otro, los mil paisajes que le han enseñado”.
Antoine de Saint Exupery


Las mujeres y sus múltiples opciones
Tengo la mente muy clara después de algunos días de encontrarme observando a gente distinta, mientras gozaba del sol y la playa, una por cierto nudista, y de vuelta a la realidad, he pensado que muchas veces nos encontramos inmersos en una gran burbuja de cristal que nos impide ver otros mosaicos y eso nos deshumaniza.
El contraste viene de una experiencia que tuve al acompañar a una amiga tanatóloga que trabaja como voluntaria en un hospital para gente de muy bajos recursos. Mi amiga me advirtió que podría yo salir algo impactada de lo que estaba por observar. Así fue. He estado meditando acerca de esas imágenes y no encuentro la forma de desecharlas. Es entonces que voy a cambiar de canal y trataré de escribir acerca de cosas más vanas para instalarme en la mecánica del rol que jugamos, en aras de mostrar nuestra fortaleza interna y esas sonrisas que en ocasiones se desvanecen por su falsedad.
En otros puntos, este ejercicio de escribir lo primero que me viene a la mente resulta muy sano y apto para aclarar mis pensamientos confusos.
Por cierto, y cambiando el tema en una forma brusca e imperativa, se han dado cuenta de cuántos programas televisivos que presentan reflexiones de personajes femeninos han tenido éxito y están en boga. El primero es el ya clásico, Sex and the city, Desperates housewifes, y el que ya rebasa los límites es el The L World, en donde los caballeros ya ni existen.
El común denominador de estos programas es que las mujeres nunca estamos contentas con nada, si porque estamos solteras y tenemos la libertad de probar la gran gama de modalidades de hombres, o las casadas con sus propios conflictos, incoherencias, dudas, frustraciones y soledad acompañada, o en la última serie, cuando deciden o se dan cuenta de que prefieren la homosexualidad también con sus múltiples complicaciones.
Y si lo que digo deleita a los apreciables caballeros, señores, deben de tener muy presente que así somos las mujeres, y como esta semana me dijo un amigo muy atractivo, no puedo vivir con ustedes pero tampoco sin ustedes. Ese ha sido el cuento de nunca acabar, mas cómo lo disfrutamos ambos.
Olvidaba que comenté acerca de la playa nudista, eso los debe tener absortos, esperando a que llegue el párrafo que trata de esa vivencia que considero infantil, les confieso que esa travesura la hice en compañía de unas amigas y si esta edición no atenta contra las buenas costumbres, me da mucha pena no poderles referir ni describir nada de lo que presencié, lo único que deduje y lo que puedo empalmar, es que si desde niña tenía la fantasía de entrar a un baño de caballeros, se me han quitado las ganas, y por lo que a las mujeres corresponde, creo que muchas deberían de ir más seguido a un gimnasio… qué comentario tan superficial ¿no les parece? Termino con una frase de Eugene Ionesco que me gusta mucho: “La libertad de la fantasía no es ninguna huida a la irrealidad; es creación y osadía.”



Lo que en la vida vale la pena
Cuando vemos lo que ha sucedido por los huracanes, tsunamis, la fiebre aviar, atentados terroristas, etcétera, etcétera, nos damos cuenta de lo absurdo que puede ser todo. Después de eso, nada tiene importancia.
Ayer soñé con mi madre muerta, estaba enojada conmigo como siempre lo estuvo, quizás por mi simpleza a pesar de mis complejidades o porque yo tuve una madre mucho más liberal que la de ella para permitirme disfrutar en otra forma las cosas de la vida. Se asustaba mucho de lo que mi mentalidad podía ocasionar, pero también sabía que mi propia inteligencia lo iba a refutar.


Freud
Me pareció una noticia muy buena que el Ministerio de Cultura de Austria decidió que 2006 sería el año de Freud, en ocasión de los ciento cincuenta años de su nacimiento, y que se llevarán a cabo un sinnúmero de eventos en torno a tan célebre científico. Como ustedes saben, Freud es uno de mis personajes favoritos, porque soy alguien quien ha leído, si no todos sus libros, sí la mayoría de éstos y los de su hija Anna, y los de sus críticos y seguidores, en los que siempre, sin lugar a dudas, he encontrado una respuesta a mis conflictos existenciales. La ciencia del insconsciente.
Es tal mi identificación con Freud, que un maestro aficionado a las alumnas judías en la universidad, siempre me cuestionaba todo, dada la similitud en algunos diptongos de mi apellido con los de Freud y Feuerbach, y no les digo más, porque pretendo seguir con mi anonimato, sin la clave para encontrar mi apellido.
Acerca del los temas del psicoanálisis, siempre la gente me ha relacionado o sugerido visitar el diván, y no duden que lo necesito, pero no les voy a confesar si estoy en ese ejercicio, prefiero que lo intuyan los expertos si mis textos reflejan las virtudes del análisis, el equilibrio que me provoca la plena transferencia en la química cerebral, en el control de los estados de pánico, ansiedad, depresión y desánimo, y la comprensión de mi propia existencia, mis pulsiones de vida y de muerte.
Se necesita valor para repetir los esquemas pasados, el ejercicio es duro y difícil, pero vale la pena.
Lo que es un hecho, y regresando al asunto anterior, no me cabe duda de que Freud nos hizo conocer dos fuerzas poderosas y sus demandas sobre nosotros. En un tiempo cuando todo el mundo creía en la racionalidad del ser humano, nos demostró cuánto de nuestro comportamiento estaba influenciado por el inconsciente. Cuando la gente consideraba que éramos individualmente responsables de nuestras acciones, nos enseñó el impacto de la sociedad, quiere decir, como las manifestaciones psíquicas están siempre con nosotros de una forma o de otra. Y del amor, mejor no hablemos, al menos en este párrafo.
Su nombre seguirá, siendo uno de mis temas. El lugar psicoanalítico debe ser como el universo, se necesita masa, energía y espacio para que sea posible, aunque se parezcan más a la terminología de Einstein.


Libertad, sexualidad y capitalismo
Así como Adam Smith es el padre de la economía política, hablamos de Freud como el de los estudios de la sexualidad, aunque claro, existen muchos antecesores a estas teorías y si ustedes no lo saben, ni más ni menos el para muchos despreciable Marqués de Sade, fue uno de los que dio los primeros avances que quedaron en la hoguera, dado el marco político y social en el que este personaje vivió. Su constante crítica a la monarquía francesa, tan ejemplificada junto con los representantes del clero a quienes, más de una vez, utiliza como personajes centrales en sus novelas. Todo tiene que ver con esa parte oscura del deseo. Sade no tenía ninguna duda de sus planteamientos.
Al biólogo estadounidense Kinsey, se le ocurre realizar encuestas acerca del comportamiento sexual de hombre y mujeres. En 1948, Alfred Kinsey cambió irrevocablemente la cultura americana con su libro La conducta sexual del hombre. Al entrevistar a miles de personas acerca de los aspectos más íntimos de sus vidas, liberándoles de una carga de confidencialidad y vergüenza en una sociedad en la que las prácticas sexuales estaban mayoritariamente escondidas. Su trabajo provocó uno de los debates culturales más intensos del siglo pasado, cuyas llamas todavía perduran hoy, porque expone la inexistencia de patologías sexuales, sustentado en que al existir en un alto porcentaje de individuos, se convierte automáticamente en características de la “normalidad” de los seres humanos, en esta forma, justifica todo, infidelidad, homosexualidad, promiscuidad y anexas.
Cuando esto se confronta con la moral y los principios que la cultura nos ha impuesto, reprimiendo algunos instintos y, de ahí regresando a Freud, el motivo de nuestra neurosis y otras patologías, o refiriendo a Reich, los principios religiosos como control de los instintos sexuales en aras de que el hombre sea más productivo en el modo capitalista, nos lleva a pensar que no debemos dejar a un lado, encerrado en el cajón, el análisis profundo de nuestro comportamiento para llegar a sentirnos libres, sin ninguna trampa impuesta por alguien, más bien, lo que a nuestros propios ojos nos otorga la plenitud y la felicidad en la mejor estructura mental posible. Si partimos de esta libertad, muy probablemente veremos una salud mental más congruente que al estar menos prohibida o reprimida, para que aflore en un mejor estado de cosas. Lejos de ser una propuesta indecorosa o de extremo libertinaje, podría ser la libertad para ahuyentar los fantasmas que en su inversa provocan el silencio y el tabú. El fantasma visto como el personaje que encuentra cómo satisfacer nuestros propios deseos. Si Lacan hablaba de fórmulas, podríamos tener el derecho ciudadano para todos entrar en ese análisis, sin ninguna desventaja.

Crónica de una noche imperfecta
Precisamente donde hace tiempo en la ciudad de México estaban los basureros, hoy están los restaurantes más exclusivos con comensales súperexclusivos, no importa si el menú cubre las exigencias gastronómicas, el chiste está en el estatus que brinda poder sentarse ahí y ser visto por la máxima cantidad de conocidos posible, para que la cuenta sea altamente retribuida con la plena satisfacción del ego.
¿Podemos esperar algo más de la vida? Llegar en un coche último modelo al valet parking mientras todos observan. Adentro, las miradas en las mesas son recalcitrantes, la prueba más profunda de autoestima, quizás en ese momento se puede definir el estado de ánimo de la semana entera, tan sólo unos minutos bastan para cuestionarse qué tan felices en realidad somos. No importa, ya trajeron los platillos, sin la seguridad de lo que pedimos era lo que realmente necesitábamos o queríamos, pero eso sucede con todo lo que pretendemos obtener, porque al fin ha llegado el momento en el que lo material no va a lograr satisfacer todas nuestras exigencias, tampoco algunas de las personas que nos rodean, de quienes pensamos que serían nuestros más filiales amigos, ante el menor esfuerzo por ser mejores personas se han visto ante la imposibilidad de serlo.
Una amiga, al fin se conmueve y comenta, “qué pesadito ambiente, no te parece”. Contesto: “Sí, pero ya me estoy acostumbrando a eso en general.”
Lo que me ha ayudado es la clasificación que a últimas fechas hago con la gente, algunos son muy buenos libros y otros, los más claro, son libros que tengo que dejar a la mitad. Pero a todos los conozco y algo me han enseñado. En esta forma, he podido vivir algo más tranquila. Ella me dice: “no te puedo creer, no puede ser que deseches gente como si fueran malos o buenos libros”. Vuelvo a contestar que es la única forma de no terminar desmazalada, o más bien, para que entiendas, abatida, porque si nos consideramos entes sociales y ese principio básico de la existencia normal del hombre no funciona, tenemos que encontrar los antídotos para interrelacionarnos en una forma que no parezca que somos tan distintos o que estamos tan insatisfechos.
La noche continuó, entre risas forzadas y bebidas que estaban provocando aún más, deterioro en el sentido de cosas que pasaban por mi mente. Hasta que llegó el café con algo de postre, regresé al verdadero estado de cosas, mientras saludaba a un amigo que por diferentes circunstancias no se encontraba conmigo esa noche. Mi compañera no tardó en preguntarme qué tipo de libro sería esa persona, le dije que quizás sea una continuación de la primera novela.
Esta semana cerré un gran capítulo en mi vida, al menos espero que así sea, aunque eso no lo sabré hasta que transcurra algo de tiempo.


De libros y sexualidad
Temo  decir que, y según el inconsciente colectivo aunque esto sea de Jung, llevamos el malestar en la cultura genéticamente instalado como una cadena continua en la herencia de formas de pensamiento, conductas e instrucciones para la vida. Muy a pesar de la gran apertura sexual, los atavismos permanecen en forma inconsciente. En la práctica, los jóvenes de hoy, y los no tan jóvenes, por supuesto que han cambiado su perspectiva sobre sus prácticas sexuales, sin embargo, al permanecer vigente la misma ética y moral sobre esos asuntos, las consecuencias de conciencia son complejas y complicadas. Sumado al vacío existencial que sin la congruencia entre ideas y conducta, provoca actuar en forma distinta.
Esto tiene que ver con nuestros aspectos no resueltos, más que con una situación de apertura sexual, que no puede existir aunque ciertas estructuras sociales cambien, ya que el hombre mientras individuo sea, arrastrará sus propias circunstancias mentales.
Pensemos en el exacto instante en el que uno se mira en el espejo, con la ilusión de lo que podrá deparar una noche de sábado, y el minuto después, al decidir que mejor cada quien para su casa y poder atestiguar nuevamente la decadencia total en las claras, optimistas y ligeras relaciones sociales. Porque se ha deteriorado el respeto por la autenticidad, los seres humanos estamos perdiendo también  la satisfacción personal que nos da conocernos a través de los demás y, sobre todo, compartir lo que somos en ese proceso natural de retroalimentarnos con la respectiva mejora de nuestros estados psíquicos, y esta palabra no tiene que ver con la mente, tiene que ver con el alma.
Regresamos a las redes sociales virtuales, frías, inhóspitas que no sólo nos exponen en la información íntima que proporcionamos sino en el peligro que implica la esperanza perdida cada vez que uno enciende o apaga la máquina.

La alegría de la vida y los antidepresivos
Dedico este texto a los deprimidos, y no se sientan mal, estimados amigos, parece que existe mucha gente que se encuentra en este estado en estos tiempos algo difíciles. No sé porqué, pero es una mera casualidad que algunas personas se han acercado a mí para compartir sus problemas, y me sorprende la cantidad que se encuentra consumiendo medicamentos antidepresivos. Algunos de ellos  nunca imaginé que podrían estar sometidos a esto, y resulta que no podrían funcionar en la forma que lo hacen sin esas substancias. No quiere decir que estoy en desacuerdo, por el contrario, creo que si alguien no es capaz de superar su angustia, ansiedad y falta de ánimo por sí mismo, debe recurrir al empujón que dan dichos píldoras muy a pesar de los efectos que provocan en ciertas ocasiones. Entiendo que es algo así como si uno tiene gastritis y debe tomar un antiácido, sé que cuando la química cerebral se ve deteriorada por lo fuerte que pueden ser ciertas emociones, las drogas logran el equilibrio deseado para sentirse bien, aunque Sigmund Freud hizo célebre aquella idea de que la “ciencia moderna aún no ha producido un medicamento tranquilizador tan eficaz como lo son unas pocas palabras bondadosas.” Y justamente es la idea que yo quisiera compartir con ustedes. Cuando vemos tan deterioradas las relaciones humanas y si en algún momento sentimos que muchas cosas no tienen sentido, debemos tratar de buscar en nuestro pensamiento y en nuestro propio interior la fuerza para salir adelante. Este es un mensaje para aquellos amigos que hoy por la mañana se vieron en la necesidad de tomar del cajón esa caja de pastillas, y dejaron en ese momento que la debilidad y el miedo al reto de ser autosuficientes e independientes fuera más grande. Sabemos que en el fondo de todo esto, existe el factor de la debilidad, y repito la palabra porque ésta es la que en ocasiones lo lleva a uno a más cosas. Y aunque parezca un artículo de las tantas instituciones que trabajan en contra de las adicciones, yo misma, detrás de este personaje, quizás he querido manifestar desde hace tiempo en honor de un gran amigo cuyo único límite fue la muerte.
Los conmino así, porque creo que cada uno de nosotros tiene las herramientas para salir adelante, a pesar de las circunstancias, eso a veces ya no importa cuando se trata de disfrutar lo maravilloso que puede ser la vida. Es como pasar de un párrafo a otro sin problema, como lo voy a hacer ahora en este mismo espacio, cuando después de tan triste mensaje, les comparta que precisamente en el afán de buscar esas herramientas, me deslizo a través de la música y de los retratos que tomo día con día en el trato con la gente.




Busquemos en los espacios que nos son familiares
De no ser porque he sufrido algo en la vida, creo que sería algo más que insoportable. Fui una hija altamente mimada, protegida, consentida y aunado esto a las virtudes, dones o capacidades que poseo de manera innata, se habría creado un monstruo de la vanidad, el egoísmo y la pedantería. Sin embargo, el ingrediente de la hipersensibilidad ha sido el antídoto y catalizador de la extrema magnificencia.
Desde niña, tenía esa característica y me lo hizo ver una compañera de escuela cuando me dijo, “si no fueras tan simpática, todo lo que dices parecería muy pretencioso y estarías calificada como la más presumida del mundo”. En verdad, en esa ocasión, esa niña que se atravesó en mi camino, me dio el permiso para seguir haciendo alarde de mi persona durante todo el tiempo. Soy lo máximo, me decía y me digo a mí misma, y lejos de parecer una idea extrema de narcisismo, sé que en el fondo tengo razón.
He sido una persona de éxito en todos los aspectos de mi vida, como me lo dijo un Rabino, muy joven por cierto, a quien tuve que consultar por una profunda necesidad de pasar los tratados de la tanatología. Me comentó el joven rabino que la gente exitosa, piensa que no existe ningún imposible, todo se puede resolver, y cuando hay algo que se sale de nuestras manos, viene una profunda frustración, lo que provoca malestar e intranquilidad. “Te sugiero”, me decía, “que al encontrarte con una situación difícil como en ésta, te imagines situada en un gran museo, cuando al observar una obra de arte, te vas alejando para apreciarla mejor, y lo que aquí es en distancia, en tu caso será el tiempo lo que te permitirá observar desde otra perspectiva lo que te haya provocado un impacto doloroso”. Observaba yo los libros en su estante, las letras de los títulos en hebreo me dieron mucha tranquilidad. Mientras él hablaba, aunque no dejé de escucharlo, me vinieron muchos recuerdos de mi infancia, cuando mi bobe[1] corría para prender las velas de Shabat[2], y nos agrupaba a todos los nietos, mientras esperábamos que mi zeide[3] llegara del shul[4] para cenar.
Mi plática con el Rabino fue muy enriquecedora, al salir suspiré profundamente y sabía que debía continuar a pesar de todo, con mis tristezas o alegrías, pero surgió en mí, nuevamente, una fuerza.
Ese día, faltaba poco para anochecer y era viernes, todos en casa seguían con sus propias y personales actividades, yo tuve la necesidad de prender sola las velas de Shabat, cuando se reflejó su luz, sentí paz y me pregunté cómo es que yo, sin ser religiosa, busqué hoy este camino, no lo sé, pero confieso que me ayudó mucho.


Homo Ego
Hace una hora estaba pensando comentar acerca de la falta de lealtad que existe en la gente. Vivimos en una sociedad en donde nadie se ha perdido mucho la fidelidad y la confianza, lo que ha provocado un distanciamiento y aislamiento entre las personas. Yo personalmente he tenido algunas experiencias desagradables con algunas amigas, que se suponían sumamente cercanas a mí y es muy triste ver las fuerzas de una sociedad en la que resalta el cuidado que uno debe de tener para protegerse de nuestro prójimo, cuando debiera ser diferente, más aun cuando la vida se ha tornado tan complicada y difícil en muchos aspectos.
La envidia y sobre todo, aquellos huecos que la gente lleva en su personalidad sin ser superados, son el fondo de toda esta maraña de circunstancias sociales en las cuales hoy nos vemos inmersos. Si cada quien tomara responsabilidad de sus propios vacíos, con la intención de tratar de ser mejor personas, creo que estaríamos logrando un efecto en el aspecto macro, el prefijo de abarcar “lo grande”. Quiere decir, una sociedad de mayor armonía y colaboración, de más aire ligero, en términos prácticos, gente más buena onda.
Esas personas que tratan de pisar a los demás para obtener una mejor posición serán rechazadas por quienes saben apreciar esta propuesta. Imaginen un lugar en el cual todos cooperemos con todos, algo así como un famoso slogan de una gran marca de productos electrónicos que dice Connecting people[5], está frase tiene mucho que ver con una mitzvá[6] de nuestra Biblia que justamente habla de las bendiciones que se generan cuando una persona interfiere para relacionar a otras dos en un objetivo.
La semana pasada una amiga se encontraba en un verdadero problema; tristemente, no tuvo la confianza de hablar conmigo sobre la situación en la que se encontraba, en verdad me dio tristeza, he sentido muchas veces falta de confianza en mucha gente, pero me queda claro que no soy yo, son ellos mismos quienes al sentirse desleales piensan que todos somos iguales. Yo por mi parte, seguiré subsistiendo, siendo alguien diferente a los demás, soy alguien muy transparente y aunque me he llevado algunos topes en la pared, mantendré la creencia que mis amigos nunca me defraudarán.


Anonimato y soledad
Creo haber ya agotado el recurso de la incógnita de este personaje ficticio. Al principio, tuve el poder para encender el canal de la imaginación pública ante una persona que oculta su identidad y que, por esa razón se da la oportunidad de hablar de cualquier cosa sin el temor de ser criticada por sus ideas.
Este experimento ha resultado muy interesante, trataré de mantenerlo vivo hasta donde me sea posible, para que no fenezca en garras de la incertidumbre de saber si siguen gustando mis propias experiencias transcritas para la mente de mis lectores.
Y hago el intento… el sábado fui al cine a mantener el status de conocer toda la filmografía de Woody Allen. Me sorprendió, estando parada en la fila mientras mi acompañante compraba agua embotellada con la promesa de volver rápidamente y no dejarme sola, la cantidad de adultos mayores que se disponían, como yo, a conocer la nueva propuesta cinematográfica de Allen. Se abrieron las puertas de la sala y entre la gente que salió también predominaban las cabelleras encanecidas.
La hilera comenzó a caminar para ganar las butacas que en poco tiempo se convirtieron sólo en espacios ocupados, y yo tuve suerte de apartar un lugar a mi acompañante, quien aún se encontraba ausente. La película dio inicio y, a mi lado se sentó una mujer solitaria, me causó algo de sorpresa, ya que, en estos tiempos, que una joven no tenga compañía para acudir al cine, me resulta difícil. La película dio comienzo y mi amigo no llegaba, hay que decir que nunca llegó, y me vi en igual forma sola, como mi circunstancial compañera que no hacía más que observar en mí su misma soledad.
Así pasaron las escenas, amor, pasión, atracción, riqueza, odio, muerte, de todo y… en mí, la duda sobre lo que había pasado en mi frustrado apartado de la butaca izquierda.
Finalizó la película, tristemente me puse de pie y fui hacia la salida, cuando de pronto veo una cabellera conocida y, con sorpresa, percibo que se trata de mi acompañante, quien nunca me encontró, por lo que cada uno, en otro espacio de la gran sala, tuvimos que sentir lo que otros sienten cuando acuden solos a algún lugar. Nos vimos al fin, nos encontramos y como un nuevo encuentro, nos dispusimos a continuar la velada mofándonos de lo simpático de esta anécdota, que seguro permanecerá en nuestro recuerdo no como algo inconcluso, sino más bien como un juego del destino para cuestionar la importancia de no quedar uno solo en la vida.


Mi paranoia y el Holocausto
Tuve oportunidad de realizar un largo viaje, recorriendo muchos caminos y visitando algunos lugares que me transmitieron vibraciones distintas que retomaré en mis propósitos para este periodo. Me he dado cuenta que debemos disfrutar la vida y estar más cerca de la gente a la que queremos. Sin embargo, este impulso me ha confrontado también a percibir que no todo es como uno lo pinta. Veo a mi alrededor a mucha gente que no comparte los mismos principios, no sé el porqué, viven apegados a sus propios intereses y a cuidar, por sobre todas las cosas, a su propia persona, inmiscuidos enfermizamente en un proceso de caracol que genera una frialdad que se siente, se respira, se percibe, sin permitir la hermosa sensación armoniosa de la reciprocidad y cariño que en ocasiones no fluye en su debida medida.
Les quiero confesar que soy una adicta a ciertos juegos de computadora. Es algo que desde niña me cautiva y no lo he podido superar. Ahora estoy picada con uno de James Bond que está fuera de serie, estoy en un nivel difícil porque tengo que derribar un helicóptero que me mata luego luego, y creo que voy a tener que descansar del juego porque anoche, tuve pesadillas de persecución, justamente una extraña nave me quería matar. La verdad es que siempre he tenido una fuerte paranoia. En la escuela, en la fecha de la conmemoración del Holocausto, recuerdo que me presentaron una fotografía de un tanque removiendo cientos de cadáveres, y no pude conciliar el sueño como una semana entera hasta que logré contarle a mi mamá lo que me estaba afectando tanto. No recuerdo bien lo que mi madre me contestó, creo que tenía que ver con nuestra condición como judíos y el hecho de que las familias de mis abuelos en Europa, habían sido asesinadas por los nazis. Desde entonces, tengo ciertos o muchos síntomas paranoicos. Cada vez que se conmemora la liberación de Auschwitz, me retumba nuevamente todo el asunto del antisemitismo y le he preguntado a una amiga madrileña si ella percibe eso viviendo en Europa, que si recuerda que yo soy judía, y me ha contestado textualmente (imagino su marcado acento español): “Oye, mi niña, ¿a qué viene ahora esa pregunta? Por supuesto que sé que eres judía, con esos apellidos y esa cara, no me tenías que haber dicho que lo eres”. Respiré profundamente y dije, “qué alivio”, mi amiga española, católica, filóloga, especialista en islamismo y lenguas árabes, me sigue escribiendo con el mismo cariño.
“No me gusta la palabra tolerancia, pero no encuentro otra mejor. El amor empuja a tener hacia la fe de los demás, el mismo respeto que se tiene por la propia.”
Mahatma Gandhi


Llevados por el deseo
Personajes que se aman y se desaman como esas cajas de velocidades de los automóviles que van de automático a manual sin mayor problema del embrague. Así es como se rigen las nuevas relaciones del siglo XXI, en donde la falta de compromiso y lealtad promueve una total superficialidad en el amor y soledad del hombre.
Si Shakespeare viviera en estos tiempos, ¿podría escribir algo de lo que hizo? No lo sé, deben existir muchos casos de amor profundo, incondicional, pero seamos realistas, resulta cada vez más escaso. Estas conjeturas no están hechas sin fundamentos. Cuántos divorcios, cuánta soledad, cuánta infelicidad, cuánto vacío, cuánta falta de comunicación. Si tuviéramos un detector de velocidad, como el de las patrullas, que midiera el ritmo de los corazones de los que circulan, nos daríamos cuenta de ello. ¿Saben una cosa?, yo tengo ese aparato que lo detecta.
En fin, me han preguntado que cuántos años tengo, algunos piensan que soy una joven de veintiséis años, soltera; otros que soy una mujer de treinta y cinco, divorciada; me han llegado a decir que soy una mujer de la década de los sesenta, casada, dando consejos a las jovencitas, y déjenme reír y reír. No encuentro las razones para situarme en un perfil específico, digamos que soy mujer y punto, qué importan la edad y el estado civil. Soy alguien que refleja en este espacio algunos pensamientos en los que quizás puedan identificarse algunas, o algunos, y ese es todo el chiste de que un escrito o narración tenga éxito, porque bien lo decían mis profesores, si no logramos el efecto de empatía como escritores, estamos condenados al fracaso.
“Es un error capital teorizar antes de tener datos. Sin darse cuenta, uno empieza a deformar los hechos para que se adapten a las teorías, en lugar de adaptar las teorías a los hechos”
Sherlok Holmes, de Sir Arthur Conan Doyle


Algo más acerca de la mediocridad
Estoy segura de que cada uno de nosotros se encuentra a diario con la mediocridad, de mil maneras. Me encuentro regularmente con ella en una infinidad de diversas circunstancias. Un prólogo de Santiago Ramón y Cajal acerca de las fórmulas anatómico-fisiológicas me servirá para sustentar un poco mis hipótesis, cuando menciona a otro autor de apellido Huarte, quien escribió en su Examen de ingenios, lo siguiente: “que el hombre si tiene bien organizado el cerebro, obra bien y con mucha prudencia, y si el cerebro está mal organizado yerra y hace muchos disparates”. Podría en rigor adicionarse a esta luminosa y sencilla doctrina acerca de las condiciones somáticas del talento y de la mediocridad mental algunos datos nuevos, tales como el mayor o menor desarrollo de las esferas asociativas o conmemorativas en relación con las perceptivas, la capacidad general del encéfalo, etcétera, pero la verdad esencial, la condición anatómica de una mentalidad superior debe referirse, todavía hoy, como sostenía Huarte, a una excelente organización del substratum del espíritu; excelencia que traducida en términos de ciencia moderna se resuelve en la abundancia de fibras de asociación variada, y en la riqueza de neuronas dotadas de gran caudal de colaterales dendríticas y nerviosas.”
¿Significa esto entonces que no podemos culpar a nadie de los errores de los hombres?
¡Cuántas verdades parecen incomprensibles o nos repugnan invenciblemente porque el razonamiento en que se fundan no tiene en el cerebro cauce preformado!, y dice: “Es indudable que en el cerebro superior, además de la riqueza y excelencia de las asociaciones, existe un factor dinámico importantísimo, cuya energía y modo de acción varían notablemente según los sujetos. Ese algo ignoto parece ser independiente de las vías de conducción, y tiene por misión estimular y sostener la combustión en el horno del pensamiento, para la forja de relaciones causales nuevas, de conceptos superiores, de síntesis luminosas, de excelsas creaciones de la razón científica o de la fantasía poética. Ciertamente, también arde a ratos el hogar cerebral del mediocre o del perezoso”.
Después de compartir este ensayo, me voy a algo más sencillo y relajado, porque no me la paso en los libros, como saben, me gusta mucho ir al cine, ya tuve chance de ver El aviador, la de Closer, que comenté un poco la semana pasada, y ahora la del Fantasma de la Opera. Me preguntaban al salir, mis amigos, que con cuál de los dos apuestos caballeros me hubiera quedado si fuera yo Christine, y sin duda alguna, elegiría al Fantasma, siendo yo una persona que vive con pasión la vida. Me pregunto en qué posición le gusta a las mujeres estar, si prefieren llevar el control en las relaciones, estar en ventaja, dominar porque ellos son los apasionadamente enamorados, o si, por el contrario, nos gusta vernos encadenadas a esos amores que nublan la razón. Lo dejo a su consideración con una frase cursi: “Querer no es lo mismo que amar, quien ama llora, mas quien quiere lamenta”.


Los jóvenes, ¿factor de unión o separación?
Si programáramos un estudio estadístico de cuál es la opinión real de nuestros jóvenes acerca de ellos mismos, resaltarían un sinnúmero de conceptos estereotipados establecidos por nosotros mismos. Es algo así como un efecto de autorreflejo de infinita potencia. Si alguien no entra en los parámetros establecidos y requeridos, se encuentra fuera de juego o, por el contrario, si se aproxima demasiado a los estándares, no funciona. Es tan malo lo uno como lo otro. Echemos a volar la imaginación y encontraremos mil ejemplos o mil justificaciones del tema. Quizás eso no es lo importante, el problema radica en la postura estática del otro que se ve con pánico de lo que sus ojos no alcanzan exactamente a visualizar, y cuya mente se ve manipulada y manejada por esos fantasmas que son sólo supuestos que actúan en contra de la sociedad.
Si todos fuéramos más auténticos, si nos rigiéramos por conceptos propios y no por suposiciones impuestas, lograríamos alcanzar lo más cercano a la felicidad en un ejercicio de desahogo. No soy maestra de Yoga, pero pienso en cómo rescatar las cosas que en verdad valen la pena y dejar a un lado la que nos son colocadas en ese preciso lugar en el que nos pesan tanto. Respiramos, dejamos salir el aire, ya más relajados, los invito a disfrutar de la vida y no quiero parecer uno de esos textos de superación personal que tanto gustan a la gente, no, más bien quisiera lograr un espacio de autoconciencia y de análisis que cuestione el día a día nuestros pensamientos para no ser atormentados por nada ni nadie.



Sobre la infidelidad
He perdido un poco el romanticismo que tanto me caracterizaba y creo que se debe a que a últimas fechas he expuesto otro tipo de temas, pero si de eso se trata, puedo compartir con ustedes la experiencia que tuve la semana pasada cuando asistí a una reunión de mujeres profesionistas en donde resaltaba notoriamente que el 90% eran solteras de entre 30 y 42 años de edad. Algunas nunca habían establecido una relación formal con un caballero, la mayoría eran el segundo frente de caballeros casados. Mujeres de oportunidades a las que no les importa destruir familias con tal de obtener un status o satisfacer sus instintos y sus vanidades. Con estos cálculos, ¿de qué porcentaje de hombres infieles estamos hablando?
Las estadísticas acerca de la incidencia de la infidelidad en la pareja varían ampliamente: desde los que sostienen que acontece en el 75% de los matrimonios, a los que han comunicado una estimación del 55% en los varones, y el 45% en las mujeres, lo que parecen números verdaderamente alarmantes, de ser ciertos, aunque muchos opinan que estas tasas están magnificadas. Investigaciones más recientes realizadas en Estados Unidos estiman la incidencia de infidelidad en el 15% de las mujeres, y en el 25% de los maridos[7].
En cualquier caso, la infidelidad conyugal constituye, por derecho propio, uno de los conflictos más graves en la pareja. Investigaciones recientes consideran que la infidelidad es, sin duda alguna, el primer factor de riesgo que predice la ruptura conyugal seguida de divorcio, con independencia de cuál sea la edad, el sexo, la etnia, la cultura, la religión, de los matrimonios.
Y si algunos asuntos deben de ser tratados en forma seria, y dicha información puede resultar incómoda para ciertas personas, son hechos arrojados de una realidad social que empeora cada vez más. Por lo tanto, ya no sólo existe una guerra entre los dos sexos, es también cada uno, desde su posición, un enemigo en potencia en contra de su mismo género.
Regresando a la peculiar reunión de la que comencé escribiendo este artículo, cuando me percaté de las intenciones ocultas de ciertas mujeres por escalar posiciones o ciertas comodidades sin importar ninguna regla.
Tristemente, en la vida nos enfrentamos a una y mil situaciones que prueban nuestros instintos. En lo personal, y creo que a todas como mujeres nos ha sucedido, son también las mil oportunidades que tenemos para demostrarnos a nosotras mismas cuál es nuestra esencia y cuáles son nuestros propósitos.
A algunos lectores quizás les gustaría una perengana de tal o cual forma, claro, satisfacer la imaginación y las fantasías sería tentador en un espacio como éste, sin embargo, temo decirles que se trata de alguien, lamentablemente para muchos, con un concepto sobre la integridad demasiado elevado, y a eso se debe que en ocasiones suene poco romántica, si a este adjetivo se adula la sexualidad que pueda fluir de unos simples renglones.
Todo está del otro lado, lo que cada quien quiera disfrutar dentro de sus exigencias y posibilidades. No trato de manejar un grupo de palabras rebuscadas, sino más bien pensamientos que en cierta medida pueden estar fuera del alcance de cualquiera.
Pero saben en realidad cuál es mi verdadero mensaje, que cada quien haga lo que quiera, al final de cuentas, a mí qué me importa.

 Viajar al pasado
Por más que he tratado de mentalizar no depender tanto de mis amistades, es algo que está fuera de mí, soy una persona a la que le gusta estar altamente acompañada por todos. Quizás tenga que ver con mi fuerte dependencia materna, a que fui una niña que conoció la palabra nostalgia cuando mi madre se fue de vacaciones por primera vez sin sus queridos hijos, para tratar de disfrutar de una tercera o cuarta luna de miel que sólo sirvió para traer a este mundo a un hermano que siempre estuvo fuera de toda órbita. Mi elevada mamitis me provocaba estados anoréxicos, y desde entonces he sido más o menos delgada, porque resulta que tenía yo un pánico extremo a quedarme huérfana, y entonces dejaba de comer. Eso me ha hecho recurrir a una identificación plena con los animales, de ahí mi adoración por las más de cuatro mascotas que ahora tengo en casa, además de mi dificultad para aceptar los cambios, dado mi encariñamiento o apego poco común con las cosas. Obligué a mis papás a comprarme un coche nuevo pero no pude desprenderme del viejo después de unos años. De igual manera, llevo muchos años con el mismo peinado, el mismo look, porque me da pánico verme distinta frente al espejo, tanto que procuro no maquillarme para no parecer distinta o sentirme ajena a mí misma.
Son cosas que me han servido para ser alguien distinto del común de la gente que deambula por ahí. Quizás porque cuando uno logra funcionar en el sistema de cosas de una manera más o menos normal y puede decir que es feliz, a pesar de todo, los signos de alarma no son tan urgentes.


Si quieren saber de mí
Parece que de los artículos que más gustan a mis lectores son los que reflejan ligera información de mi persona, y esto se debe básicamente a que los caballeros se encuentran deseosos de platicar íntimamente con una mujer, pero no se atreven. No saben cómo lograr ese canal de comunicación y hasta dónde llegar sin rebasar ningún límite, lo que me lleva a pensar que sería un magnífico negocio escribir un manual de instrucciones para caballeros que los orientara sobre lo que deben de hacer para acercarse o platicar de temas más profundos con nosotras las mujeres.
No quiero decir que no tengan el nivel intelectual, de ninguna manera, pero los atrofian los nervios cuando se les atraviesa, en algún punto de su mirada, algunas partes de nuestro cuerpo, y esa, es una constante porque no logran dominar sus instintos y pierden toda concentración acerca de lo que una les trata de transmitir. No se vale, porque el nuevo mensaje de nuestras queridas madres es que nos debemos desarrollar intelectualmente para ser mejores e independientes, y francamente, en ocasiones no le veo mucho el caso, si siempre aflora el interés principal de los hombres por nuestras virtudes físicas y en segundo plano queda el intelecto. Quizás, no lo dudo, existen algunos caballeros que prefieren lo espiritual, como una migo guapísimo que está próximo a casarse y cuando me presentó a su novia dije: “guau… debe ser una lindísima chava”, porque no encontraba yo ningún otro motivo por el cual este galán pudo haber caído en sus redes. De ahí el refrán: “La suerte de la fea la bonita la desea”.
La verdad es que ustedes pensarán que tengo varias personalidades, al mostrar algunos sentimientos profundos nada “cerebrales”, pero hago hincapié en que debo estar en un estado algo depresivo para poder escribir.

Más de libros… de película
Una persona que se quiere pasar de lista, se introdujo a mi cuenta de correos y logró obtener mi lista de contactos, a quienes ha enviado una sarta de incoherencias o mensajes impropios a nombre de mi persona. Les pido desde aquí que si alguien de ustedes recibió este material, lo desechen y les pido disculpas. No pienso cambiar mi cuenta porque ya es la segunda vez que lo hacen, y si eso les da satisfacción, sigan disfrutando estúpidamente con eso.
Esto no es más que el acto de un misógino que  no puede soportar que una mujer sobresalga en el ámbito del pensamiento y de la inteligencia, porque resulta un hecho de descontrol para algunos hombres que se percatan de lo altamente frágiles que resulta su estructura.
Yo he querido ser un poco más tolerante con los caballeros, sin embargo, cada vez que pretendo ser su aliada, me topo con la pared y eso me hizo identificarme plenamente con Amanda, el personaje de la película Todo lo demás, de Woody Allen, que personifica la actriz Christina Ricci. Verdaderamente me asombró lo parecido en algunos de mis pensamientos a los manifestados por ella a su pareja Jerry Falk, un aspirante a escritor de Nueva York que se enamora a primera vista de esta joven tan rebelde. Si esa rebeldía surge de una necesidad de nivel de excelencia en las relaciones de pareja, está más que bien justificada. Algunas mujeres, claro que no todas, necesitamos, en principio, algo de sofisticación si queremos llegar a admirar a quien debamos entregar todo nuestro amor. En la medida en que se logra este mecanismo de acción, es que podemos mantener el grado de interés y extrema capacidad de entrega a nuestro susodicho compañero. La situación es que, con el devenir de la rutina, el cuidado en el trato y las atenciones del otro hacia nosotras, se va desvaneciendo al dar por hecho que se ha logrado la conquista. Si por la otra parte se considera muy difícil una acción permanente de constancia en cuanto a los halagos y las atenciones que esperamos, pues me da pena decirlo, sus relaciones se mantendrán en una asertiva afectividad de corto plazo. De esto se darán entonces, los conflictos y de ahí las rupturas o posibles engaños para resarcir y obtener otras vías de auto ayuda y no fenecer en el acto de mantenernos en unión.
Volviendo al ejemplo de la cinta, es una escena en que llegan al hotel para ver si cambiando de ambiente logra Amanda tener relaciones, basta una tonta frase de Jerry para provocar en ella la imposibilidad de disfrutar el supuesto apasionado momento. Con ejemplos como éste, en la práctica, es como una no se acaba de convencer, qué tan bueno es aceptar al fin, a uno de los tantos caballeros que nos proponen su compañía.


La publicidad, el sexo y la vida real
Una querida lectora me pidió que analizara el logotipo de un desodorante para caballeros y por supuesto que es obvio el mensaje implícito. Esto me recuerda algunas de las clases que tomé en la universidad acerca de la publicidad subliminal, esa que va directa al inconsciente y que logra modificar nuestros pensamientos de una manera profunda, y más aún, llegar al grado de manipularnos sin que nos demos cuenta de algunas conductas que tomamos. Si le vendemos a los jóvenes una isla que más bien parece los senos de una mujer, sabemos que al adquirir el producto llevará, casi envuelta en celofán, la posibilidad de obtener no sólo la frescura de la fragancia sino además a la mujer envasada.
Lo triste de todo esto, y de ahí partimos, es el machismo aristotélico que existe desde los griegos hasta nuestros días, y que que se basa en la cultura que ha predominado por tantos siglos, colocando en desventaja al género femenino porque, como bien lo decía el filósofo, la mujer es el “hombre incompleto”.
Con ese elemento implantado en el inconsciente colectivo machista, es que hoy las mujeres tenemos que sobrevivir y demostrar con muy altos costos el valor que tenemos dentro de nuestra sociedad, no sólo como miembros de una familia, sino como participantes activas en campos de acción donde diariamente competimos en desventaja con los caballeros.
Es un hecho que nuestra desventaja física, mas no intelectual, también nos ha hecho víctimas en mil sucesos de nuestras vidas. Nos hace diferentes, simplemente el hecho de llevar en nuestro vientre un hijo dormido, estamos mucho más expuestas a miles de circunstancias desventajosas. Y aunque esto en apariencia nos favorece, en los ámbitos de un desarrollo más humano comparado con los hombres, también nos antepone a perspectivas distintas. Los hombres se convierten en meros Epicuros porque su existencia se basa en el placer como fin supremo, y todos sus esfuerzos tienden a conseguirlo. Los sofistas trataban de explicar cuál es el sentido de la existencia del hombre, hoy en el siglo XXI sabemos que el dinero y el sexo son el motivo principal de subsistencia. Es la base sobre la que se mueve todo, y la mujer es únicamente una mercancía más, un atributo más de sus éxitos y sus goces personales. Traer a “la mejor vieja” es el fin absoluto, porque a través del sexo, en muchas ocasiones, se le domina, se le controla y se le mide.
Algunos me dirán, “pero con qué clase de hombres os habéis topado”, y yo les diré que existen diversos niveles y sus categorías, pero todos en el fondo son iguales. No quiero sonar a Valerie Solanas en su Manifiesto SCUM, pero algunos de los conceptos hablan de esa inteligencia reptil. Habrá que saber distinguir entre la furia hacia los hombres de dicha autora, y lo que verdaderamente cada una de nosotras aprecia y descarta. Si bien dice Vivian Gornick, quien escribe la introducción a la edición americana de SCUM, "lo que nos embarga es una profunda tristeza por todos nosotros – hombres y mujeres – atrapados como estamos en el laberinto del sexismo".

La irresponsabilidad como producto de la incapacidad de pensar
Hace mucho que no hablo de cine, y después de haber visto La Caída, pretendo hacer algunos comentarios sobre este film.
Una de las grandes fallas de los medios masivos de comunicación, es que al emitir un mensaje, éste es recibido por un público de múltiples variables, lo que provoca que se pierda el contexto y se traduzca el lenguaje en determinación a la infinita cantidad de formas de pensamiento. Un instrumento de poder ilimitado sobre las conciencias, con el objetivo final de cambiar opiniones o tergiversar cualquier hecho, aún los históricos, aunque se retraten en forma genuina y sin ninguna alteración de la realidad.
Los últimos días de Hitler, rodeado de sus seres queridos, de sus seguidores y colegas más íntimos y cercanos, es presentado como una triste víctima del fracaso cuando se visualiza la derrota de Alemania, gracias a la intervención de los rusos cuando, después de muchos años de guerra, despiertan los países aliados para hacer frente al monstruo, protagonista principal de una catástrofe inigualable en la historia de la humanidad, no sólo por su plan de exterminio masivo sobre la población judía, que perdió seis millones de personas, ya que fueron, en total cincuenta millones de seres humanos muertos como resultado de la enfermedad de un personaje con poder otorgado por un pueblo.
De aquí se derivan dos principios: Por una parte, cuando las política y la sociedad de una nación otorgan su libertad a una sola persona, con la perspectiva de enajenarse al grado de hipostasear la figura del político a lo más elevado de nuestra necesidad de creencia, o a nuestra necesidad de salvación, similar al efecto que se produce en relación a la religiosidad de las personas, ¿qué diferencia habría entre los líderes que han provocado suicidios masivos, con los de la Alemania nazi? ¿Puede entonces un político convertirse en redentor de un pueblo? Otra pregunta ¿Fue Hitler el único responsable o también lo fue el pueblo alemán? El otro principio es el de las obligaciones civiles con una nación. Anna Arendt analiza el juicio en Jerusalén al criminal nazi Adolf Eichman en su libro La vida del Espíritu, mostrando un aspecto distinto del mal: su banalidad. La autora rompe en su análisis con los estereotipos de los personajes malignos. No habla de sujetos movidos por la envidia, el resentimiento o la codicia, ni de quienes guardan un poderoso odio ante la pura bondad. Dice que durante el juicio tenía ante sus ojos un hecho totalmente distinto e innegable. Fue ampliamente criticada y rechazada al decir que el Holocausto fue monstruoso, pero, al menos Eichman, el responsable que estaba siendo juzgado en aquel momento, era totalmente corriente, ni demoniaco ni monstruoso. No presentaba ningún signo de convicciones ideológicas sólidas, ni de motivos específicamente malignos. La única característica destacable que podía detectarse de su conducta, tanto en el pasado, como durante el juicio e interrogatorios previos, no era estupidez, sino incapacidad para pensar.
¿La diferencia? “La incapacidad para pensar no es estupidez; puede encontrarse en gente muy inteligente, y la maldad difícilmente es su causa; quizás sea a la inversa, que la maldad tenga su causa en la ausencia de pensamiento”, reflexiona la autora.
La visión de Arendt conmociona. El mal es una consecuencia de abandonar al ser humano más allá de intereses inmediatos, de abandonar su responsabilidad por los otros. Detrás de estas afirmaciones, sobre vuela lo inhumano de las capas acomodadas e intelectuales de Alemania en el fenómeno nazi. Todos se desentendieron de sus consecuencias.
Hemos perdido la capacidad de pensar y en consecuencia ni la dignidad ni los otros tienen valor. Hemos olvidado que cuando no existe el otro, uno tampoco existe.
Cuando la gente no profundiza, la idea del nacionalismo y el amor por la patria y por sus principios ideológicos se vuelve peligrosa.
El público ajeno al hecho histórico podría retomar  ese fuerte compromiso con los ideales nacionalistas que en la intención real o casual, quizás dignifica a una madre que sacrifica a sus propios hijos y a sí misma, por la lealtad a los ideales. Así, si un grupo social necesita aferrarse a algo para su salvamento existencial, no importa ningún sacrificio.
¿Con quién, entonces, es la historia tan injusta? Preguntas como ésta suenan aterradoras a quienes vivieron el infierno. Nos queda, no olvidar la experiencia.

Él sobre sus rodillas
Es curioso, cuando inicie este ejercicio en una columna periodística, los únicos que se atrevían a escribirme sus comentarios en mi correo electrónico, lo eran los caballeros y quisiera compartir con ustedes un hermoso correo de un lector, porque quiero presumirles a toda las damas, que éste ha sido un medio extraordinario para establecer algunas relaciones de amistad con ellos. Nunca, ha habido una sola mujer que lo haga, y no he logrado definir la razón. Será porque están totalmente de acuerdo con lo que escribo o porque, de plano, no les interesa entrometerse en asuntos que distraigan su visión hacia otras cosas más importantes. Sólo espero contribuir a enriquecer su base de pensamientos y a que no se engañen acerca del papel que tenemos en esta sociedad, donde, lo he dicho infinidad de veces, lo que más importa no es sólo qué pensemos o cómo nos sentimos, al final de cuentas todo se reduce al tamaño de nuestras caderas. Suena un poco abrupto y bastante denigrante, pero seamos honestos y realistas ¿no les parece?
He sido testigo de que las damas podemos lograr lo que sea, sin embargo, nunca podremos ocupar puestos que están solamente determinados para los hombres, por más que demostremos una mejor capacidad de habilidades. Las mujeres, con todo y nuestra lucha sin sucumbir a través de muchos años, no hemos logrado grandes avances porque además ya se nos complicaron las cosas. Como la tendencia ha sido prepararnos profesionalmente para trabajar y no sólo quedarnos en la cocina haciendo pasteles, resulta que los hombres también se han aprovechado de esto para bajarle al ritmo y la manutención de la casa se convierte en una responsabilidad compartida. Pues sí que somos medio mensas, porque se nos revirtió totalmente el objetivo de nuestra lucha por la libertad y por el respeto a nuestros propios espacios.
No hemos logrado mucho en el respeto.
Un día, caminando por la calle, me topé con un grupito de niños como de doce o trece años, comenzaron a aventar piropos, como si fueran adultos, lo cual me hizo ruborizarme, pero más al ver que la cultura machista se mantiene y se hereda de generación en generación.
La cultura del sexo dirigido a la imagen de la mujer, tanto en los medios como en el diálogo rutinario, se degenera porque si antes la situación era precaria para las mujeres, por lo menos se dirigían a una de manera más respetuosa, según Shakespeare, ya después del periodo de seducción y consumación, las cosas se tornan distintas y es otra historia.

¿Cómo soy? descríbanme
Quiero saber cómo creen que soy, si ustedes se acercan a la descripción de mi físico, seguramente soy una mujer espantosa que tiene interesantes ideas y que se ha cultivado tanto porque no tiene otra cosa mejor que hacer. Una mujer de ideas cortas se relaciona con belleza y la de intelecto, se relaciona con fealdad o gordura. Temo que a veces sus apreciaciones son equivocadas, pero demos paso a su imaginación y escriban cómo se imaginan a Perengana.
Por otro lado, muchos me han solicitado encuentros personales, tengo por ahí varios enamorados virtuales, sin embargo, no he accedido a ninguna de estas propuestas mientras me encuentre en edad apropiada para encontrar pareja, de aquí posiblemente en algún momento tome la alternativa de conseguirla.
Les cuento más cosas de mi vida personal, que si invento el anonimato como gancho para atraer la atención, cuestión que me causa también risa porque se me da la imaginación, pero no tanto. Ya les he dicho que aquí escribo lo que pienso y lo que soy sin inventivas. Resulta que el sábado pasado logré cuatro invitaciones, tres de divorciados y una de un soltero. La verdad, como no supe bien por cuál decidirme opté por pensarlo mejor y… luego les cuento por el que me decidí. Para ser sincera, me parece que los divorciados son más atractivos, pero hay que analizar bien los antecedentes históricos, como decía Marx, los hombres transforman las circunstancias no las circunstancias a los hombres. Debemos tomar algunas reflexiones del materialismo histórico para entender mejor cosas de la vida cotidiana, ¿no les parece?
Me preguntan que qué libro tengo en el buró de mi cama, y les respondo me acaban de regalar uno que se llama Manual de la perfecta cabrona, perdón, pero así se llama y me pareció una verdadera estupidez aprovechar el nicho de mujeres que se encuentran confundidas en encontrar el camino adecuado para subsistir en este planeta compartido con los hombres. Realmente me parece aberrante la idea de la propuesta, porque creo que en lugar de hacer un análisis más objetivo y menos agresivo, se retoman supuestos absurdos provenientes de la mercadotecnia en la que algunos autores caen con fines de lucro.
Si queremos luchar por nuestros derechos, hagámoslo de una forma más inteligente, basada en conceptos claros y profundos que nos permitan visualizarnos en mejores condiciones pero en términos de reciprocidad e igualdad con los caballeros, si estos predominan en alto porcentaje con todo lo que conlleva la palabra.

Medición de las mujeres
Tuve oportunidad de ver la película El Gran Pez, y la verdad es que no tenía muchas ganas de hacerlo porque sabía, por la imagen publicitaria, que se trataba de algo fantasioso y no es exactamente el género que me gusta, me basta imaginación  para que alguien más venga a alborotar mi cerebro.
Me resultó una gran sorpresa encontrarme con una historia muy grata, porque refleja algo de lo que siempre pretendo hacer en mi vida, que las cosas se nos antojen como mágicas, como llenas de fantasía, que lo que para muchos transcurre cotidiana y llanamente, para otros pudiera tener una proporción más intensa. Esa intensidad es la que puede hacer toda la diferencia entre una y otra forma de vivir.
Si culturalmente estuviéramos preparados para eso, las cosas serían más sencillas y sin tantas complicaciones. Qué quiero decir con esto, lo que siempre he manifestado, que nos encontramos atados a una serie de prejuicios que nos impiden comportarnos libremente sobre lo que sentimos y queremos hacer. Siempre nos vemos medidos por un patrón social que coarta las emociones y los instintos. Esto quizás lo he leído en infinidad de libros, pero ahora lo compruebo en la práctica. No se trata, exactamente, de las confesiones de una reprimida, más bien creo que todos somos unos reprimidos asustadizos tratando de protegernos demasiado para no regarla o sufrir. Algo así como avestruces con el cuello metido en tierra aunque dejamos partes también delicadas a expensas de lo que venga.
En otros asuntos, y no es que quiera yo seguir llorando, en el intento de encontrar momentos para espantar mi agobio por muchas cosas que me han sucedido, fui en busca de un rato de diversión con amigos que cuentan con pareja nueva y, por supuesto que no me iba a perder la ocasión de ver la clase de mujer que atrae a un amigo de altos requisitos. No sé si es mejor el silencio o compartir con ustedes la visión de una persona como yo que probablemente me encuentro en niveles altamente escépticos. No pude establecer una comunicación cordial, después de algunos intercambios intelectuales me di cuenta que por ahí no encontraría nada, trataba yo de asomarme debajo del mantel para ver qué otra cosa escondía hasta que al final pude ver que tampoco. En fin, si fuera hombre creo que me costaría algo de trabajo encontrar pareja y me atrevo a decirlo justamente hoy que escribo este artículo en el Día Internacional de la Mujer. Insisto, qué pretenden algunas damas, cómo quieren ser vistas, cuál es su proyecto de vida. Algunas, muchas de ellas, se rigen por valores superficiales, y retomo algo que me gustó mucho de un amigo cuando me dice que la mujer se mide de arriba abajo, porque si lo hacen al revés, cuando llegan a la cabeza se pueden encontrar con una sorpresa no muy grata. Y estas aseveraciones no son producto de un rencor hacia la gente de mi sexo, es simplemente un intento por cambiar a aquéllas que se sientan afines a esta descripción para que en un intento de ser mejores o de educar mejor a sus hijas, encuentren que las cosas van más allá de un vestido, tacones o el último grito de la moda en el salón de belleza. Existen también los espacios para cultivar el espíritu, la inteligencia y la sensibilidad, y de la sencillez hablamos en otra ocasión.
Los dejo por ahora con un par de pensamientos finales:

“Las personas más insoportables son los hombres que se creen geniales y las mujeres que se creen irresistibles”. Anónimo
“Las mujeres con pasado y los hombres con futuro son las personas más interesantes”.                             Chavela Vargas


Quizás lo conveniente es irme de lo sencillo a lo complejo, pero casualmente estoy leyendo a una autora chilena que vive en México y que ha tenido mucho éxito por algunos de sus títulos. Se trata de Marcela Serrano y de este título en especial, El Albergue de las mujeres tristes. Me permito retomar la referencia de uno de sus personajes para qué vean el sentido de algunos de los puntos que trata la autora y dice: “Cuenta la mitología que antiguamente, cuando mandaban las mujeres, los hombres estaban obligados a obedecer y a efectuar todos los trabajos, aun los menos agradables. Para mantener a los hombres en esta subordinación, las mujeres habían inventado unos juegos que transformaron en la ceremonia llamada Kloketen. Éstos consistían en que las mujeres se pintaban el cuerpo de formas diversas y a través de la pintura se convertían en espíritus. Por medio de apariciones de estos espíritus fingidos, atemorizaban a los hombres haciéndoles creer que tales espíritus descendían del cielo o salían del interior de la tierra. Sigue refiriendo la mitología que un día el Sol, en aquel entonces hombre inteligente y buen cazador, era el marido de la Luna, la que ejercía gran influencia sobre las demás mujeres. Un día el Sol, al regresar de la caza, observó cómo dos mujeres se bañaban en el río, haciendo desaparecer del cuerpo la pintura con la cual se presentaban como espíritus. El Sol comunicó sus observaciones y sospechas a los demás hombres, quienes seguían observando a las mujeres sigilosamente; de este modo se descubrieron los engaños. Entonces los hombres, muy enojados y armados de un gran palo, asaltaron el rancho del Kloketen, matando a todas las mujeres. La Luna, que era de gran poder, recibió también un fuerte golpe. Pero en seguida se estremeció el mundo entero y el cielo amenazaba romperse. Nadie se atrevía a darle un segundo golpe para terminar con ella. Al final, un hombre valiente la echó al fuego; mas la Luna logró huir hacia el cielo, llevándose en el rostro algunas quemaduras que todavía pueden verse. Muertas así las mujeres, con excepción de las criaturas pequeñas, los hombres estudiaron la manera de imitar y practicar los juegos que antes ellas ejecutaban. Se pintaron de la forma más variada y según las características del espíritu a quien querían representar. Engañaron a las mujeres de igual modo y las tuvieron bajo su dominación. Hoy, ellas contemplan desde lejos los movimientos y bailes de esos espíritus y el miedo las mantiene sujetas a la voluntad de sus maridos”.
Como ven, las inquietudes de la autora se parecen a las mías. No es una coincidencia, es un hecho la circunstancia de la mujer.
En fin, más adelante, con un poco más de calma porque estoy algo cansada, seguiré con mis apreciaciones transmitiendo desde lo más profundo mi percepción y mis angustias. La visualización que tengo de los hombres, no se da sólo en la pareja, se da en todos los términos, pero eso lo dejo para otra ocasión.


Homo punto de vista
Estoy muy enojada con los medios masivos de comunicación que han puesto a MacLuhan en entredicho sobre lo que el pensador refirió hace algunas décadas acerca de las extensiones del cuerpo humano. Ahora, lo que él podría haber visualizado como la extensión del ojo en la televisión, en la radio la de los oídos, etcétera, desvirtúan la realidad que tenemos los seres humanos acerca del mundo. Sumado esto al dato proporcionado por Antoine Vallet en El lenguaje total sobre las estadísticas que “afirman que el 80% de los conocimientos adquiridos por los niños provienen de los diferentes medios de comunicación social y particularmente de la televisión", se torna cada vez más preocupante hacia dónde se dirige la línea de formación de los individuos.
Si en alguna ocasión escuché a alguien decir que no le veía mucho sentido al análisis que los académicos de la comunicación realizaban, hoy parece ser un punto relevante no sólo en la agenda de los investigadores sociales sino de nosotros mismos que nos vemos muy afectados por circunstancias que devienen de la irresponsabilidad de algunos medios en el manejo de la información. Retomo un poco estos temas porque en ocasiones la gente no intuye estos procesos hasta que es alertada. Tenemos que estar muy pendientes de lo que a nuestra psique pueden alterar ciertos lenguajes.
Precisamente hablando del lenguaje es que me enfoco en esta ocasión porque una disyuntiva de nuestro tiempo es la soledad en un mundo lleno de mensajes. Eso no sólo sucede en relación a medios, más aún se da en los entornos sociales cuando nos cuesta tanto trabajo comunicarnos entre nosotros mismos. Este abismo se torna cada vez más profundo porque no hemos encontrado el común denominador. Ejemplo, ese sentimiento de vacío cuando en ocasiones nos encontramos en medio de una reunión en la que con ciertas personas nos cuesta tanto trabajo coincidir en un punto de empatía y de no ser precisamente de comentar acerca de los últimos acontecimientos como si fuéramos loros repitiendo las mismas sandeces, como si quisiéramos imitar a un analista político o económico de la televisión. Para eso, mejor me quedo en casa, con un buen libro o relajándome con buena música. Ahora, el reto de algunas personas es absorber lo máximo posible de los medios para parecer más ilustrativo e inteligente. El que tiene más tiempo para empaparse de noticias es hoy el número uno en conocimientos, lo que le permite guiar la plática y representar un liderazgo de grupo, pero con la pena de que se encuentra casi siempre y obviamente mal fundamentado.
A veces pienso que soy demasiado aguda en mis apreciaciones y es por eso que me encuentro inmersa en cientos de conflictos personales pero prefiero sufrirlo así a sufrirlo inmersa siendo otro tipo de personaje o prototipo de lo que aquí refiero cuando de señalar situaciones se trata.
En una postura menos agresiva que puedo relatar, veo una cantidad infinita de gente que se encuentra totalmente confundida acerca de lo que espera de la vida. Y esto no es para entristecer a nadie sino por el contrario más bien es para motivar a encontrar la buena vibra de la vida a través de las cosas más sencillas que tenemos a nuestro alcance. A veces no manejo el término de la sencillez porque doy por hecho que entre líneas se pueda encontrar este mensaje oculto que pretendo exponer siempre en lo que escribo, deténganse un momento y evalúen si esta palabra existe en su vocabulario, y quizás podrían reencontrar un punto que en muchas ocasiones tenemos perdido.
Con esta filosofía de principios de semana es que quiero pasar algunos días alejada de las cosas que tanto me molestan y que me han hecho quedar en casa sin querer interrelacionarme con nadie.
En este eco, ojalá se vean reflejadas cientos de personas para saber que todavía existe un motivo para ser lo que uno es y compartirlo en un efecto de íntima retroalimentación con los coetáneos.
“El hombre se eleva por la inteligencia, pero no es hombre más que por el corazón”.
Henry F. Amiel
“Así como los ojos de los murciélagos se ofuscan a la luz del día, de la misma manera a la inteligencia de nuestra alma la ofuscan las cosas evidentes”.
Aristóteles

La increíble realidad
No ha sido nada fácil ser hija de padres socialistas que exaltan más la vida que el dinero en un mundo en que las cosas no son como ellos las pintaban. Soy producto de un estilo muy particular de educación que no corresponde a lo que normalmente se conoce en nuestros entornos sociales. Quizás de ahí la popularidad de mis escritos, que deduzco de los cientos de correos que recibo y que expresan el interés de conocerme más a fondo. Si esto en ocasiones pareciera estar escrito por alguien cuyo egocentrismo rebasa los límites de lo prudente, creo que hasta que no se de la anagnórisis puedo seguir compartiendo hechos que he vivido sin ninguna preocupación, ya que ni mis progenitores saben de este trabajito semanal que llevo a cuestas por el puro interés de dejar perplejos a los lectores, pero no como Maimónides lo hizo en su guía.
Y es que en verdad me han sucedido cosas que frecuentemente no le suceden a nadie, hechos tomados de mi vida real que no se desprenden de meras fantasías ni de un estado de mitomanía patógena.
La soledad como fenómeno social
Me llama mucho la atención la gran cantidad de grupos de mujeres que van solas al cine, y en una visita reciente a la sala cinematográfica lo que más pensativa me dejó fue ver a una chava joven, muy guapa, sentada sin compañía, para disfrutar la película. Mientras mis amigos platicaban, yo no dejé de observarla, pues siempre me ha llamado la atención que alguien puede decidir ir sola a un lugar tan público, cosa que a mí en lo personal me cuesta tanto trabajo. Quiere decir que soy muy dependiente y que me produce algo de angustia encontrarme conmigo misma en espacios públicos, muy probablemente, y por eso me sorprendió esta escena, que me parece quizás algo triste. No puede ser que alguien se encuentre tan solo como para decidir divertirse así, en la soledad total. Eso me aterra.
Pensé en que ella, probablemente esperaba a alguien, pero no, transcurrió la película y seguía sola. Me hubiera resultado más interesante entrevistar a esta persona que ver la película, que aunque no estuvo nada mal, quizá no fue tan provechosa ni productiva como aquella otra posibilidad. Después del cine, ya en un nuevo lugar especializado en Tés de mil sabores y que se encuentra acondicionado precisamente para instar a la gente a la plática, saqué a relucir el detalle con mis amigos, y de la conversación concluimos que estamos viviendo una época de severa crisis social. Afirmo la idea, varias veces expuesta por mí en este espacio, de que la gente de hoy establece límites de afecto, pues queda comprobado que se necesita algo nuevo para que comencemos a creer en otras propuestas sociales, cuando vemos a tanta gente confundida en sus relaciones.
Imaginen ustedes una cámara de cine que recorra por las noches las habitaciones de algunas casas, cómo se comunican los integrantes de una familia, padres e hijos, o los propios cónyuges que en algunas ocasiones se presentan como verdaderos extraños sin nada que los una. Tengo algunas amigas que decidieron casarse acabando la prepa y hoy son muy desdichadas pensando en que la ilusión del príncipe azul se fue desvaneciendo con el tiempo.
Igualmente, algunos de los amigos con los que platico me comentan la falta de identificación con las jóvenes de hoy que sólo se interesan por un código maestro del signo de pesos.
Estos fenómenos ya llevan algún tiempo, y nadie hace nada. Queremos tomarnos de una mano, pero se nos antoja resbaladiza. Este rompimiento está siendo generador de la nueva mentalidad del hedonismo puro en aras del placer y de la superficialidad intrínseca a las nuevas relaciones de pareja.
Cada semana, quienes se encuentran solos viven con la ilusión de que ahora sí llegará el momento de un cambio, y así se mueve el individuo de hoy, día a día, esperando que un milagro del destino resuelva en esencia su triste melancolía.
Yo por mi parte y a través de estas líneas, grito a su favor para que no mueran en el intento de ser felices, porque la felicidad emana del interior de uno mismo y no de lo que acontece afuera. La verdadera dicha desde lo más profundo de nuestro ser es, al final, lo que más importa para proyectarnos ante la demás gente y disfrutar de una sonrisa fugaz, pero al fin sonrisa.
“Hay dos maneras de conseguir la felicidad: una, hacerse el idiota; otra, serlo”.
Jardiel Poncela


Amor-odio-amor-odio, ¿cadena interminable?
No sé si les ha sucedido como a mí, que algunos hombres que en un principio nos tratan con toda dulzura, de pronto se transforma en vehemencia, si esto quiere decir arrebato y violencia. ¿Seremos capaces las mujeres de desesperar tanto a los hombres? Después de sus exabruptos, se alejan y nos odian, pero en el fondo siempre quedará el recuerdo de lo que fuimos en sus vidas. Basta un acto de cortesía de nuestra parte, para dar inicio a un nuevo ciclo de amor-odio-amor-odio, con cual de las dos palabras quiere uno finalizar la cadena depende de hasta dónde la mujer haya elegido y de las posibilidades físicas que les otorguemos ¿No les parece?

“La fuerza de las mujeres depende de que la psicología no pueda explicarlas. Los hombres pueden ser analizados; las mujeres sólo pueden ser amadas.”
Oscar Wilde

“El problema de la mujer siempre ha sido un problema de hombres.”
Simone de Beauvoir.


La indiferencia, la calidad y la moral
No sé si ustedes también se han percatado, como yo, de que la gente se conforma con muy poco. Cualquier autor de libros, de pronto se convierte en un gran vendedor, los integrantes de un grupo musical se hacen millonario por una sola canción, un director de cine atrae a millones de espectadores, y en planos menos artísticos, también existe el comerciante que logra altas ventas con un producto ridículo, y no se trata de éxitos respaldados por una mercadotecnia efectiva, no, nada de eso. El punto es que las masas no tienen el sentido de lo que significa la calidad, así como los parámetros de exigencia y de inconformidad. En esta forma, como la corriente de un río, vemos un consumismo de inercia y no de conciencia.
¿Se deberá entonces crear un organismo que recuerde a los consumidores los estándares de una cultura de excelencia? ¿Se deberá incluir una materia en las escuelas que agudice el sentido de análisis?
Tristemente, esto no sólo tiene que ver con las cuestiones materiales, las mercancías y los mercados, en forma desmesurada se muestra además en las relaciones interpersonales y sociales.
¿En qué sentido? ¿Cómo podemos exigir a las personas que desarrollen una mentalidad y un espíritu de excelencia en lo ético y moral? No sólo a partir de la visión y de los fundamentos de la filosofía clásica, sino de un sentido común de las obligaciones del hombre con el hombre. ¿Cómo sé yo que tú moral es la misma que la mía, cómo sé que mí código es el tuyo? Ya se ha hablado en la historia que las deficiencias en el lenguaje establecen realidades diferentes entre los pensamientos y a veces las palabras no son suficientes en este quehacer de entendernos mejor o de ser mejores o de transmitir en la exacta perfección nuestras ideas, porque se revientan en las telarañas de la otra conciencia distinta a la nuestra.
La religión ha tratado de unificar criterios acerca de lo que debe ser el buen comportamiento humano, pero al ser transgredidos no logra poner orden. Imagino entonces, como algunas personas pueden ser capaces de abrir la boca para que únicamente le salgan moscas y mucha basura con esencia de una repugnante pasión por la envidia, aunque una de las máximas es no hablarás mal de tu prójimo.
Me imagino la antigua Roma, en el coliseo, miles disfrutando la carnicería humana en esos siniestros espectáculos, y hoy sucede lo mismo en otros campos o hasta cuando dos personas utilizan el lenguaje para destazar a su víctima que puede ser cualquiera de nosotros.
Fue por eso, y por algunas otras razones, que hoy decidí no hacer muchas de las cosas que la gente quiere que haga. No me vestí, no comí y no opiné, como nadie. Quise romper algunas reglas. Claro, las artimañas hicieron de lo suyo y heme aquí tratando de sacudir conciencias. Como ya no es común pedir cuentas, uno debe de sonreír y darle buena cara a todo aunque huela a queso podrido.
“Muchos son buenos, si se da crédito a los testigos; pocos, si se toma declaración a sus conciencias”.
Francisco de Quevedo y Villegas


Otra película sobre relaciones de abuso
Al fin tuve oportunidad de ver una película que me gustó, hacía semanas que no encontraba algo digno en la cartelera, fuera de la historia de Lutero. La cinta que vi es un filme español de Icíar de Bollaín, Te doy mis ojos, que ganó siete premios Goya, me cautivó en una forma sorprendente porque, además de que soy una gran admiradora de todo lo español, comienza con unas imágenes de Toledo que sirven de marco para mostrarnos un tema que hacía mucho no tenía oportunidad de ver en la pantalla, fuera de una película francesa que se llama La última mujer, y que, precisamente trata casi de lo mismo, el abuso de los hombres hacia las mujeres, sus maltratos. Sin embargo, la primera expone en una manera muy clara los motivos ocultos de algunos caballeros que tienen mucha facilidad para transformar el amor en odio. Nunca me habían explicado con tanta amplitud y exactitud los motivos cuando agraden a sus compañeras. Resultó sorprendente cómo esta cinta traduce los sentimientos con detalle y permite conocer hasta el fondo este fenómeno que tristemente aqueja a tantas mujeres.
Es el momento de entender que todos los complejos y sentimientos de inferioridad rebasan al sentido común y a la inteligencia, provocando los penosos desastres en la pareja. Ésta es la idea central del filme, personificado por extraordinarios actores que logran en cada escena transmitir las penurias de su relación, pero más aún el momento en el que la humillación penetra en lo más profundo de la dignidad humana.
Esta cinta se convierte en un ejemplo que sirve de enseñanza para muchos espectadores y para la toma de conciencia de sus propias relaciones, porque la agresión no sólo acontece a través de la fuerza física, sino de las palabras, actitudes y ambientes que disuelven la armonía.
Esta historia es una herramienta, porque si existe una mujer que no tiene ninguna posibilidad de conciencia y se encuentra inmersa en esa sumisión que constituye parte de lo propicio para recibir estas experiencias, debemos alertarla y defenderla.


Machismo, deportes e infelicidad
No acabamos con la postura siempre machista de los caballeros. No sé si se han dado cuenta, pero en las pocas ocasiones que he tenido oportunidad de ver algunas competencias olímpicas, se presenta en invariables ocasiones los comentarios misoginos de los locutores y narradores deportivos, acerca de la participación de las damas en las diferentes disciplinas, ni qué decir cuando de deportes masculinos como el futbol o el básquetbol se trata. Pero lo que más sobresale, sin duda, es el hecho de que antes que nada evalúan las características físicas y no las habilidades deportivas de las participantes, la belleza de las atletas, muy especialmente las de voleibol playero que en sus diminutas tangas de bikini muestran sus bien proporcionados cuerpos que cubren las expectativas de belleza. Claro, muchas de ellas, atletas de gran calibre, pues muestran glúteos y caderas en perfectas condiciones. Esto es un principio fijo en el comportamiento masculino, que eleva a la potencia de “qué tanto me gusta esa chica, qué tanto vale, desde la perspectiva de mis valores, estándares de gusto y de patrones de estética”.
Con esta lectura es que ciertas jóvenes caen en la cuenta de que el valor se determina por esas virtudes y nos la que desde el punto de vista de lo espiritual o de desarrollo, merecen altas calificaciones. Este fenómeno provoca la alta deserción de jóvenes en escuelas y universidades, grandes conflictos acerca de cuál es el motivo real de las cosas, dudas existenciales, metas a alcanzar, por no decir muchas otras que incluso atentan con la felicidad, el desarrollo pleno en todos los ámbitos e incluso con la propia vida cuando de anorexia, bulimia y depresión se trata.
Si ésta puede llegar a ser una profunda explicación acerca de por qué las mujeres no sabemos lo que queremos, pues se las presento desde este pequeño espacio que reproduce varias veces gracias al offset, mis locas conjeturas, que no están tan disparadas si nos ponemos un momento a reflexionar sobre ellas y logramos encontrar el punto exacto a lo que mis palabras expresan humildemente.
Están ustedes frente a una mujer que ha sufrido, y en ese camino del sufrimiento he encontrado con fortuna dilucidar el porqué debe mantenerse del lado de los hombres, sin ellos y a pesar de todo, no existen razones para seguir en esta lucha… y a pesar de todo, los quiero aunque a veces sólo sirvan para cambiar una llanta.
“La esperanza es el sueño del hombre despierto”.
Aristóteles


La enajenación y la vida laboral
Hoy estoy muy aburrida, no he dejado de atender asuntos de trabajo, y mi vida personal ¿dónde queda? Si alguien me puede orientar para superar el ahogo que me provoca no tener el tiempo suficiente para vivir, o si uno quiere trascender en lo profesional, así es como uno debe de comportarse, dedicado a trabajar o transportarse al trabajo. Cuando era estudiante, leía los asuntos de enajenación del proletariado, los veía como si fuera un grupo de personas que, pobrecitas, tienen que trabajar; pero también pensaba que no tenía nada de malo tener que trabajar más cuando estaba ahí precisamente en la universidad para prepararme y tener un futuro promisorio trabajando. Sin embargo, creo que se mantiene una mala estructura o filosofía laboral en todas partes. Si se pudiera hacer más eficiente nuestro desempeño laboral redituaría en contar con más tiempo libre y en esa salud mental que tanto necesitamos para ser felices. Quizás las empresas del futuro, consideren otras políticas en sus áreas de recursos humanos, algunas como Google ya las aplican y vean los resultados.


"El amor es una gota celestial que cayó en el cáliz de la vida para atenuar la amargura de su contenido".
Anónimo

Amor es un no sé qué que viene por no sé dónde; le envía yo no sé quién; se engendra yo no sé cómo; conténtase no sé con qué; se siente yo no sé cuándo... y mata no sé por qué.
Ovidio



Otra visita al cine, un viaje, Almodóvar y la nueva sexualidad
Ganarse la vida en estos tiempos cuesta más del doble de trabajo. No les ha pasado a ustedes que las cosas ya no son tan relajadas como hace dos o tres años. A mí en lo personal, me ha aumentado enormemente y con la misma retribución económica, lo que interfiere con mi tranquilidad emocional, y es por eso que las estadísticas señalan un incremento en las enfermedades derivadas de altos índices de estrés.
Y bueno, pasando a otra cosa, al fin un lector me ha escrito esta semana, me pide mi opinión acerca de la película de Almodóvar La mala educación; tuve que ir a ver para cumplir con esta función y, la verdad, aunque ha sido ampliamente laureada, creo firmemente que ésta quizás no será catalogada como la mejor del director español.
En uno de mis viajes por las tierras españolas, de paso por Toledo en el tren, comencé a charlar con unos madrileños y, precisamente al indagar sobre su perspectiva acerca del cine actual español, me sorprendió que veían alejado a Almodóvar del contexto, ya que consideran que se han modificado sus preferencia hacia lo hollywoodense y meramente comercial. En México no nos parece igual, aunque de compararse con Carlos Saura probablemente la idea tenga mucho de cierto. Comentábamos entonces acerca del alto grado de proyección personal en relación a Almodóvar en esta última película, pero creo que lo que más impacta es la caracterización que hace Gael García Bernal de un trasvesti. No tengo nada en contra de la gente que tiene variadas preferencias sexuales, pero tampoco me gusta la caricaturización de la imagen femenina en aras de parecer mujer porque implica en sí un acto de ridiculización de nuestro género, si así fueramos las mujeres, qué pena me daría serlo.


Vale la pena ser como soy
Me quedé pensando acerca de la relación Eros-dinero, es decir, en términos menos estrictos, que los hombres nos relacionan con este medio de obtención de sus recursos. ¿Por qué de repente me brinca este asunto? es que vino a mi memoria el recuerdo de tres proposiciones que me hicieron hace algún tiempo tres prospectos de pareja. Uno, en la primera cita me proponía que me casara con él y me llevaría por seis meses de Luna de miel por el Oriente; resultaba muy atractivo el plan, pero pensé qué iba a hacer yo cuando, al regresar de la Luna de miel, tuviera que convivir con él todo el día en un hogar basado en trueques. Una segunda propuesta me aseguraba el depósito de una fuerte cantidad en el banco para que en nunca tuviera yo ningún problema de dinero si aceptaba compartir mi vida con él. El tercero, me prometía un regalo después de cada acercamiento. A la distancia, no puedo entender las razones de estas propuestas que, simplemente me han sucedido, pero que me sugieren la hipótesis de que el dinero va íntimamente ligado a la atracción sexual. Por un lado, los hombres con poder económico que logran comprar a la chica de sus sueños y, por el otro, el protagonismo de la mujer que pone en un lugar primordial el contar con el protector y dueño exclusivo de su vida, a costa de su propia libertad de acción, de pensamiento, de todo.
Y ahora que he tenido tanto trabajo y que mi modus vivendi depende de los ingresos que yo tengo que conseguir por no haber aceptado nunca ese tipo de relaciones de conveniencia, es que estoy hasta el gorro, teniendo que soportar todo, y cuestiono en ocasiones si fui una tonta al no aprovechar propuestas que hubieron resuelto mi manutención y de las cuales podría dedicarme a escribir tranquilamente mi propio libro, después claro está, de ir por las mañanas al gimnasio, a desayunar con mis amigas, algunas casadas, otras muchas aburridas, sin nada más de que hablar sino de lo mismo siempre.
Mi consuelo queda en que he evolucionado enormemente en lo profesional, he logrado una autosuficiencia económica, lo que ha contribuido en una profunda independencia, mejores expectativas en la búsqueda de pareja y mi negación a invitaciones, con una larga cadena de incógnitas existenciales que dan a mi pensamiento más profundidad y establecen una larga conversación con mi propio yo interno para llegar a la disyuntiva, habrá valido todo esto la pena.


Homogeneidades y disparidades
¿Nos conviene a las mujeres depender económicamente de los hombres?
El punto es que el estado perfecto de las mujeres, por supuesto, es contar con un caballero que nos mantenga, pero indudablemente debemos capacitarnos para desarrollar nuestro intelecto y, por si las moscas, usar nuestras virtudes y herramientas cuando sea necesaria nuestra propia sobrevivencia. Sé, que esta aseveración puede causar cierto disgusto, pero si escribiera cosas en las que todos están de acuerdo, qué chiste tendría leer.
Estoy inscrita en un proyecto mundial de investigación que tiene que ver con un análisis de similitudes en el pensamiento femenino, por encima de las muy diversas idiosincrasias en mujeres de varios puntos del orbe. Este análisis lo inicié yo misma y logré convocar, por no decir invocar, a féminas con algunas similitudes en cuanto a sus niveles intelectuales. Los requisitos principales para participar en este proyecto son tener una profesión, haber trabajado, contar por lo menos una relación afectiva en el transcurso de su vida, mismo nivel socioeconómico, no tener analfabetismos de ninguna índole y contar con un físico más o menos pasable. En esta forma lancé una convocatoria al azar y obtuve sorprendentemente a un grupo de más de cincuenta mujeres que aceptaron la invitación para el experimento. Están involucradas, principalmente europeas de España, Bélgica (muchas españolas que se mudaron ahí), Portugal, una holandesa que también habla español, una hindú que más o menos nos entiende, varias argentinas, colombianas, venezolanas, mexicanas y estadunidenses de habla hispana, en fin éstas son las que más resaltan en el grupo.
Una incluso ya me envío una carta de la que no entiendo ni jota a la letra, está en proceso de interpretación jeroglífica, y si logro hacerla legible, la compartiré con ustedes porque lo poco que he interpretado, es que se trata de una moza portuguesa que ha decidido dejar a su esposo por un compañero de trabajo, y se encuentra justamente con sus maletas en la calle, sus dos perros, un gato y una larga cuenta en la tarjeta bancaria.
Ejemplos como éste debe haber muchísimos.
La hipótesis es que hay un común denominador en el sentir del género, lo que implica que nuestros cerebro, hormonas, menstruación, maternidad, sexualidad, nos hacen únicas y especiales. Ahora toca seguir recibiendo respuestas y luego haber qué hago con todo eso. Mientras la aventura resulta gratificante. aunque aquí cabe la disyuntiva de que en forma automática y por muy mis amigas que algunas de ellas sean, siempre estará presente el factor de la competencia, y a eso quiero darle una explicación de actitud instintiva en pro de la reproducción de la especie humana, porque si en verdad cuestionamos algunas actitudes que a veces provocan situaciones de muy bajos instintos como los que en infinidad de veces, por azares del destino, me he visto inmiscuida sin querer y sin tener culpa alguna, les juro que optaría por ser una auténtica anacoreta salvaguardándome de tanta hostilidad.
Vienen las vacaciones, me voy a recorrer algunos lugares para seguir recopilando cosas de la vida y de la gente que tanto me enriquecen, que me dan oportunidad de ampliar mis horizontes para ser alguien fuera de este planeta que tenga posibilidad de dar lo que más me sea posible.

De las computadoras al desnudo femenino
Es ya un fenómeno la relación de los seres humanos con sus computadoras y sus otras relaciones a través de estas máquinas. Muchos de nosotros pasamos más tiempo frente a los monitores que con personas reales, y el proceso de enajenación se está dando en una medida incontrolable. Si hace algunos años se realizaron profundos estudios de los efectos tan nocivos de los medios de comunicación en nuestras mentes, peor aún lo es hoy el acceso a las redes y a este medio virtual que constituye nuestro entorno social y psicológico.
Mucho me he referido al uso del chat, la forma en que proyectamos todos nuestros ideales y esperamos encontrar en la pantalla la respuesta a nuestras dudas y a nuestros deseos, y más aún, compartir juegos de índole erótica, historias y anécdotas que parecieran tomadas de un libro de locura o de graves patologías. Cuando escucho algunos comentarios de amigas que han logrado sus conectes de fin de semana a través de las redes informáticas, realmente me causa una conmoción pensar que ponen en juego su integridad y su seguridad, porque cómo es posible que se atrevan a compartir cualquier cosa con personas que al final de cuentas resultan ser anónimas. El hecho de conocer un nombre no significa que sabemos realmente ante quién nos estamos enfrentando o con quién estamos por compartir una cita que pudiera desembocar en una relación de cualquier tipo.
En otros asuntos pero dentro de la tónica virtual, llamó mi atención una nota de un concurso de diseño para obtener a la mujer ideal, algo así como una Miss Mundo Digital que cubra todas las expectativas que pueden tener los hombres en una mujer. Lo que sobresale de todo esto es una mitificación cada vez mayor de la estética femenina y de su perfección física para subsistir en un mundo en el que las feas no tienen lugar. Pobre de ti, amiga, si no cumples con los requisitos, de verdad me apiado de ti.
Pero cambiando de tema, y a propósito del desnudo de Meg Ryan en Carne Viva, aunque pareciera la mejor actuación de esta actriz, yo tengo una opinión contraria, porque rompió con el tabú de su propia imagen, a qué me refiero, la belleza no es sólo tener una cara o nariz u ojos bonitos, es un todo en la personalidad de la mujer, que puede ser la más sexy del mundo cuando deja en la imaginación de los caballeros la forma de los senos o de sus glúteos. Meg Ryan ya les enseñó todo, y de verdad siendo yo una gran fan de su imagen, creo que me sentí algo defraudada no tanto por su actuación que, obviamente nunca será equiparable con aquella Sally cuando finge un orgasmo en un restaurante.
El desnudo femenino es algo que debe ser manejado con mucha dignidad y cuidado, que va más allá del simple erotismo. La mujer posee una de las máximas riquezas cuando se trata de su propia sexualidad y créanme que no es una posición de mojigatería. Más bien es algo tan sublime para el hombre, que en ella se basa la relación amorosa, sexual y de reproducción. No es una postura religiosa la mía, de ninguna manera, es defender el status de la intimidad, por lo cual me parecen desagradables las escenas, a veces tan agresivas que se presentan en algunas películas, y en ésta que comentamos precisamente, cuando ella se sube en su macho y se pierde en un éxtasis animal no precisamente con la delicadeza de cómo hacemos el amor nosotras las mujeres.
“Que mucho más dañan a las honras de las mujeres las desenvolturas y libertades públicas que las maldades secretas."


Nuevamente el matrimonio
En las últimas semanas, he apoyado a una amiga en la redacción de su tesis de maestría acerca de las expectativas de los jóvenes hacia el matrimonio, y me permitió compartir con mis lectores algunas de sus conclusiones en este espacio. Resulta que un alto porcentaje de gente de 18 a 25 años piensa que el matrimonio seguirá siendo la base de la familia en las próximas generaciones, lo que implica que estarán dispuestos a contraer nupcias enamorados de sus parejas. Resalta también que los requisitos para seleccionar novio o novia no están determinados por variables de tipo económico que impliquen la posibilidad de acceder a otros niveles sociales, sino todo lo contrario, opinan que lo que ellos esperan es crecer y lograr juntos una posición basada en el trabajo conjunto. Esto quiere decir que los caballeros buscan mujeres con un cierto desarrollo profesional, cultural, laboral y de participación conjunta con el esposo.
Esto resulta de mucho interés, no sólo para el público femenino. En lo personal, pienso que ante estas nuevas variables, será necesario que los padres de familia cambien su forma de educar a las señoritas de nuestra sociedad, porque dado el nivel de extrema de protección, consentimiento y excesiva provisión de cosas (ropa, automóvil, viajes, etcétera), claro en algunos grupos sociales, resulta difícil la noción de ser autosuficiente o conformarse con lo que el iniciado joven pueda proporcionar a su bella esposa. Es un hecho palpable lo que sucede en ambas partes, aplicable tanto a varones como a damiselas. Señores padres de familia, dejen crecer a sus hijos y permítanles ser autosuficientes para que conozcan sus propias capacidades, para que se den el tiempo de afinarlas en el tiempo correcto y no después, cuando hayan fracasado en el intento de formar su propia familia.
Cuando estén editados los resultados de tan ardua investigación, procuraré darles los datos acerca de tan interesante tema.
Quiero desde aquí recordarles a sus mamás a todos los microbuseros de nuestra vituperada ciudad, porque no es posible lo que nos hacen cada día mientras tratamos de transportarnos en las sinuosas calles de este exparadiasiaco lugar. Bueno, con este desahogo inevitable y necesario porque vengo reventada del tráfico, paso a un último asunto.
Quiero retomar un poema de Nezahualcóyotl que me fascina, que vienen a cuento ahora que una querida amiga ha pasado por momentos muy tristes, y con eso me despido:
Aunque sea jade: también se quiebra, aunque sea oro, también se hiende, y aun el plumaje de quetzal se desgarra: ¡No por siempre en la tierra, sólo breve tiempo aquí!
Como una pintura nos iremos borrando, como una flor hemos de secarnos sobre la tierra, cual ropaje de plumas del quetzal, del zacuán, del azulejo, iremos pereciendo”.


La mujer y sus compromisos impuestos
Dado que me he referido a lo que buscamos entre los más profundo de nuestros anhelos por encontrar en la persona amada nuestras propias deficiencias, retomo de nuevo a Lacán: “en el amor, uno da lo que no tiene a otro que no es”, y la mujer imaginaria de Sachs de la que Freud toma el nombre de su primer revista, Imago, podría ejemplificar la perspectiva de las idealizaciones, especialmente en este párrafo enviado por un lector sensibilizado en estos asuntos que comparte conmigo el pensamiento de Marianne Williamson en su libro La plenitud del amor: “Ver las cosas color de rosa no es lo peor que podemos hacer, porque a veces eso nos ayuda a percibirlas mejor. El ‘encantamiento’, como la santidad, está debajo del velo. Es un mundo que surge cuando nuestra percepción va más allá de lo que nos revelan los ojos físicos. Decidimos mirar más allá de la personalidad, a una realidad más dulce y tranquila que hay más allá. Allí encontramos un amor más profundo, más creativo. Llegamos allí por elección, por propia decisión. Constituye un rito de iniciación llegar a esa dimensión, somos nosotros quienes tomamos la decisión de entrar a sus raíces sagradas (al Amor). Tanto si el ser amado es una persona real como si no es más que un anhelo, tenemos que bendecir el camino que lo conduce hasta nuestra puerta”.
Pero para cambiar un poco de tónica, otro lector me pide mi opinión acerca de la película En el nombre de Dios, y con gusto trataré de darle mi particular punto de vista. Repetidamente he escrito acerca de la situación de la mujer en varios de los muchos aspectos que conlleva este tema, sin embargo, después de mucho pensar y después de haber sido espectadora de una película como ésta, me queda muy claro que la condición de la mujer no puede ser equiparable a la del hombre por una razón muy grande, que nosotras las mujeres, con toda la liberación psicológica en la que podamos manejarnos, tenemos una característica que nos impide hacer cualquier tipo de comparación con el otro género, y se trata nada más ni nada menos que de la maternidad. Si revisamos la literatura acerca de la sexualidad femenina, encontraremos obras como la de Harelock Ellis, quien a principios del siglo XX, si mal no recuerdo, dejó pasmada a la sociedad cuando describió la forma en la que las mujeres podían disfrutar del sexo sin ningún tipo de atavismo social o psicológico, cosa que la historia, la religión y la cultura escondían, como el tema más prohibido de la especie humana. Cuando recordamos a “las hermanas magdalenas”, en plena década de los sesentas, sufrir el castigo por el uso de su sexualidad, no podemos menos que pensar como demostrada la penosa situación de la mujer en la historia que aún cargamos a cuestas, no sólo en el inconsciente colectivo sino en toda nuestra condición de género. Recuerdo a un gran personaje que luchó incansablemente por legalizar el control de la natalidad y estimuló el movimiento de la liberación de la mujer, Margaret Sanger, quien comenzó a crecer hasta convertirse en la mayor influencia de todos los tiempos, como lo predijo el futurista e historiador H.G. Wells en 1931. La profecía de hace más de setenta años acreditó a esta mujer el poder que adquirieron los movimientos de las mujeres, cuando la libertad de la reproducción llegó a ser más o menos aceptada.
Nacida en 1879 entre la clase trabajadora irlandesa, allí mismo en dónde más de cuarenta mil mujeres vivieron en los conventos de las magdalenas, Margaret fue testigo de cómo su madre moría lentamente, después de dieciocho embarazos y de once alumbramientos. Mientras trabajaba como enfermera practicante con mujeres de clase media en uno de los barrios más pobres de Nueva York, antes de la Primera Guerra Mundial, Margaret vio mujeres denigradas en su salud, y corrompidas en su sexualidad y en su capacidad de cuidar a sus hijos ya nacidos. Más tarde, su clínica instalada en 1916 tuvo 464 pacientes, hasta que fue arrestada y sentenciada a treinta días de encierro en un asilo. Antes ya había recibido una citación judicial y huyó a Londres, donde conoció al sexólogo Havelock Ellis, quien se convirtió en su amante y consejero. Gracias a Sanger, en 1965, un año antes de su muerte, la Suprema Corte suprimió en Connecticut la ley que prohibía el uso de contraceptivos para parejas casadas. Sin embargo, los estragos en la mentalidad de la mujer seguirán manifestándose día a día, cuando sabemos que tenemos una responsabilidad mayor como portadoras de la maternidad, por una parte y por la otra, que somos las encargadas de proteger a los hijos y de brindarles las bases de su educación y formación como individuos, aunque claro, se ha avanzado mucho en la participación conjunta en este compromiso.


Más allá de la biología y los cosméticos
Nunca imaginé que participar en este espacio me iba a retribuir tan ampliamente con nuevos amigos y amigas que se sienten en alguna forma identificados con lo que aquí proyecto. Algunos de los correos que he recibido me piden mi punto de vista sobre los más variados temas, otros más, incluso, en un acto de total confianza me han comentado algunos de sus más íntimos problemas, lo que me hace sentir que, en alguna forma puedo contribuir a establecer un diálogo de trasfondo. Lo singular de todo esto es la gran necesidad de la gente por establecer contacto con alguien, algo así como un S.O.S. vía internet. Esto resulta interesante para la nueva sociobiología del ser humano de este siglo, cuando reiteradamente he manifestado la existencia de un profundo vacío existencial o la sensación de soledad que impera en la gran mayoría de las personas que nos rodean. Me atrevo a realizar la siguiente pregunta, que no sé en realidad qué efecto pueda tener en los lectores: ¿han conocido recientemente a alguna persona que los haya hecho vibrar? Y no me refiero sólo a la cuestión puramente hormonal, esa que provoca que las mujeres se sonrojen como señal de coquetería y por que para la industria cosmética ha significado millonarios dividendos (porque esas chapitas que nos colocamos las mujeres todas las mañanas difícilmente se dan en forma natural, hasta eso ya es artificial). Antes de responder a esta pregunta, es importante que concienticen si algún otro ser los ha podido cautivar, no únicamente en el plano físico, sino por la sabiduría o inteligencia que manifiesta a través de lo que habla o piensa, y logra cautivarlos realmente al grado de hacerlos sentir magnéticamente atraídos hacia él o ella.
Tel vez por cosas como las que escribí líneas arriba, y ante el recurso de mi anonimato, algunos lectores me han preguntado si alguna vez me he enamorado profundamente, o si soy una solterona amargada, o (y eso me hace sentir muy halagada) si soy tan pero tan inteligente que no he podido conseguir pareja, porque no existe un hombre que pueda lidiar con una mujer de mi tipo.
Me he divertido mucho también cuando, en alguna charla con conocidos que me leen y no saben que yo soy la autora, sale a relucir mi seudónimo y tratan de calcular mi edad, mi estado civil y mis medidas y peso. Y ustedes preguntarán qué tiene que ver esto con la idea anterior, realmente nada, simplemente tengo ganas de hacer mis libres asociaciones para que, cuando vea publicado mi artículo pueda realizar un autoanálisis de las ideas que manifiesto con tanta incoherencia en algunas ocasiones, pero que parecen gustar mucho a un público que espera ansioso las mafufadas de la semana de esta tipa que quién sabe quién es, pero que a mucha gente intriga.
No puedo dejar de ponerle un toque de más nivel a este espacio, por eso les comparto un texto que dice lo que yo quiero decir siempre cuando trato de escribir, pero dado que para mí teclear cientos de palabras es un máximo placer sublimador (dícese de la acción de elevar hasta lo sublime), les juro que lo único que tengo en este momento a mi lado es un incienso que me compré en un tianguis maravilloso de un pueblo que se llama Bernal, que se encuentra en Querétaro y que si tienen oportunidad de conocer, los va a volver locos con su magia encantadora de uno de esos lugares tan mexicanos, llenos de turistas europeos, en donde no sólo me di un quemón de ojos por el espectáculo paradisíaco, sino también por la gente que a mi alrededor se encontraba mientras me echaba unas ricas enchiladas verdes que picaban hasta las entrañas.
Los dejo con este maravilloso texto acerca de la biografía escrita por Stephan Zweig acerca de Sigmund Freud, que dice así: “Gracias al esfuerzo de Freud, la nueva generación mira su época con ojos más penetrantes, más libres y más sinceros. Si la peligrosa psicosis del disimulo que ahogó durante un siglo la moral europea ha desaparecido para siempre y podemos mirar ahora, sin aspavientos hipócritas, el fondo de nosotros mismos; si las palabras vicio y pecado no nos hacen temblar de horror; si los jueces, conocedores de la fuerza avasalladora de los instintos humanos, dudan con frecuencia de pronunciar una condenación; si los maestros aceptan con naturalidad las cosas francas; si hay en la concepción moral del mundo mayor camaradería; si las mujeres aceptan con más liberalidad su sexo y sus deseos; si hemos aprendido a respetar la esencia íntima de todo individuo y adoptamos frente al misterio de nuestro ser espiritual una actitud más tolerante y comprensiva, debemos todos estos elementos de regeneración moral –los debemos nosotros y el mundo- a un hombre genial”.
Me despido, como siempre, con un pensamiento:
Crecí besando libros y pan... Desde que bese a una mujer,
mis actividades con el pan y los libros perdieron interés.
Salman Rushdie


Los amores prohibidos y malestar en la cultura
Les aseguro que cuando pueda expresarme sin el uso de mi seudónimo, seguramente habré madurado mucho en mi vida, porque significaría que no me importaría en lo absoluto lo que la gente piense de mí, sin embargo, no es el caso y los tengo que seguir castigando con la ausencia de mi nombre, pero como siempre lo refiero, Pablo Neruda no era más que el seudónimo de Neftalí Ricardo Reyes.
Y pasando al tema de hoy, pregunto ¿Qué pasa con esa gente que tiene predilección por los amores imposibles o prohibidos?
Después de mucho análisis con todos los medios y herramientas de la psicología, supe la razón de esta grave circunstancia de la vida que le sucede a quienes forman un grupo en vías de extinción. No se esfuercen mucho, me refiero a los casados, a algunos, claro, que presentan este problema.
Voy a comenzar con una explicación fisiológica del asunto de enamoramiento. Las emociones, al ser un conjunto de estados adaptativos producidos por estímulos placenteros o de aversión producen experiencias subjetivas, cambios fisiológicos internos y respuestas motoras observables (conductas). La dopamina, norepinefrina y feniletalimina, y otras sustancias involucradas en esta emoción hacen que se anule la función lógica en el cerebro. Todas ellas juegan un papel en el sistema límbico, la base de la emoción. Un desequilibrio de este tipo hace que el sistema límbico tome las riendas, que haya menos integración con el córtex cerebral causando el enamoramiento. Los sentimientos románticos irracionales pueden ser causados por la oxitocina, una hormona sexual que participa en la sensación de orgasmo y en el acercamiento. Cuando el flujo de sustancias químicas se acaba y el amor se traslada al córtex, se experimenta el amor verdadero o la desilusión. Las personas que saltan de relación en relación pueden ansiar la sensación de volverse a enamorar como si fuese una adicción. En el caso de los amores verdaderos, la presencia continua de la pareja estable estimula la producción de endorfinas que son analgésicos naturales. Quiere decir que los adictos a la dopamina y adrenalina son gente que siempre tendrá la necesidad de buscar la emoción que produce el ligue y la seducción en la posible conquista.
Considerando que todos estos efectos fisiológicos se deben a circunstancias psicológicas, seguí indagando y encontré en Jung una respuesta muy interesante a este asunto. Gracias al filósofo Lou Marinoff (probablemente más conocido por Pregúntale a Platón), conocí una nueva propuesta acerca de la filosofía como útil para eliminar o hacer frente a ciertas preocupaciones y problemas propios de la vida cotidiana, como la manera de llevar las relaciones amorosas, de vivir con ética, de prepararse para morir, de enfrentarse a un cambio profesional y de encontrar sentido a la existencia. Marinoff nos explica que desde una perspectiva junguiana, lo que normalmente empuja a las parejas al conflicto está más relacionado con los arquetipos opuestos que con las costumbres irritantes. “Mientras un marido interprete el papel del príncipe azul para su esposa-Cenicienta, o ella haga de Ginebra para Lanzarote, no pasa nada. Sin embargo, en cuanto las esposas dejan de tratar a los maridos como si fuesen príncipes azules y los esposos dejan de tratar a sus mujeres como si fuesen hermosas damiselas en apuros, la luna de miel llega a su fin”. Esto puede aplicarse a las parejas en general, aún las que no se encuentran comprometidas por ningún documento religioso o civil. Si no entienden lo que es un arquetipo, la referencia de Paulo Coelho les puede servir más o menos: “Todas las historias de amor son la misma”. Eso es un arquetipo. El punto es, para tranquilizar a quienes sufren de este problema, “No es posible hacer de todo en la vida y todo cuanto hacemos tiene un precio”, lo que se aclara aún más con la referencia que hace Marinoff de Robert Frost: “Dos caminos se separaban en un bosque amarillo, y lamenté no recorrer ambos, y ser un solo viajero…”
Creo que con esto puedo ayudar a quienes sufren ese padecimiento y constantemente olvidan su condición, pero ya es algo tan abierto que en ocasiones se nos antoja pensar que sí se puede y aún no estamos preparados para ello porque de ahí se derivan muchas, muchas de las enfermedades de nuestro tiempo con gente tan amargamente apasionada por querer ser libre en un lamento de amor.
Esa sensación deliciosa de estar enamorado o sentirse flechado por alguien, les juro que no la puedo describir con palabras, pero ojo, tengamos mucho cuidado.
Finalizo con el siguiente pensamiento:
A las mujeres les gustan los hombres desesperados;
si no los encuentran, los hacen.
León Daudi



Me gusta contemplar a los hombres geniales y escuchar a las mujeres hermosas.
Oscar Wilde

A la mujer hay que amarla, no comprenderla.
Eso es lo primero que hay que comprender.
Osho



Tuve oportunidad de ver el filme Los niños del señor Batiñol, una hermosa historia cuya trama aborda el tema de la caza de judíos en Francia durante la ocupación nazi. Batiñol, un personaje que podemos identifica con algunos de esos hombres que reflejaron las bondades del ser humano, en contraparte a la gran barbarie del nazismo y de la indiferencia del mundo ante los sucesos que acontecieron durante la guerra. La historia me consternó porque conmueve la escena del final, llena de la esperanza de aquellos niños que logran escapar, cuando mientras nuestra memoria nos refleja la historia de tantas inocentes víctimas del Holocausto.



De cualquier manera, ¡Feliz 5764!
Mis queridos amigos, aprovecho para desearles Shaná Tová para el 5764[1], un poquito tarde porque no hubo periódico la semana pasada. Ahora sí que fui al Shul[2] y recé mucho por toda la gente que quiero para que Diosito nos ayude a, por lo menos estar sanos y tranquilos. La felicidad, como dice una vieja canción, “es una forma de navegar por esta vida que es la mar”, y aclaro que no es de mi época, dada la infinidad de correos preguntando mi edad, que he sido lo suficientemente vanidosa para no revelarla, y la razón es que no le veo sentido, porque es una variable que no tiene importancia para un escritor, por el contrario ojalá con los años logre yo contar con la sabiduría suficiente que regala el tiempo para compartir cosas de mucho más trasfondo, lo que únicamente logra la experiencia. Y a propósito, ya están difundiendo el próximo Certamen Literario, obviamente que voy a participar usando mi seudónimo para que, si como seguramente sucederá, gano, sea el momento sublime de destaparme porque tendría que ir a recoger mi premio que voy a obtener. Próximamente verán el primer lugar en Relato Anecdótico para su servidora, e invito a quienes quieran competir conmigo a que lo hagan y me quiten un poco la poca modestia que siempre aflora en mí y que ha sido motivo para que a muchos no les agrade yo mucho. Francamente, es un problema que he tenido desde pequeña y es que se lo achaco a la gente que siempre enaltece tanto mi persona. Claro, a mi mamá se le pasó la mano, seguramente pensó que las mujeres podemos vernos agredidas en forma constante por algunos caballeros cuando no cubrimos sus expectativas y quiso proveerme de un self a prueba de todo, y en vez de ayudarme me dio un poquito en la torre, ya que ahora resulta que no encuentro un buen compañero que cubra las expectativas de una mujer tan inflada en su ego. No se asusten, no soy tan monstruosa como me pinto, pero en verdad que este ejemplo puede servirle de experiencia a muchas mujeres que veo por ahí con serios problemas de autoestima y que se dejan llevar sin considerar sus propias necesidades para satisfacerse o dirigirse a un plano más armónico en su vida íntima.
Regresando a mi presencia en el Templo, quiero compartirles que cuando escuché el Shofar[3] las lágrimas afloraron en mis ojos ante la sorpresa de algunas amigas que se encontraban conmigo en esos momentos y no daban crédito que una persona como yo pudiera verse tan altamente motivada por ese impresionante sonido de tanto trasfondo místico. A veces me sucede esto cuando escucho a los mariachis, pero nunca me había sucedido algo así, tan profundo, durante el rezo de Rosh Hashaná[4]. Espero que el significado implícito sea que vendrá para todos los seres de este planeta una época de mayor tranquilidad y, sobre todo de paz. En fin, como ven, mi espiritualidad llegó al máximo gracias a mi profunda identificación con la filosófica judía, justo cuando muchos andamos tan dispersos con filosofismos, tratando de encontrar sentido a nuestras vidas en charlateanerías de todo tipo o buscando satisfactores superfluos que tanto daño han hecho a nuestra sociedad.
El siguiente párrafo lo dedico a un gran amigo cuya pareja lo mandó medio a volar, y quiero manifestarle a través de estas líneas que no se preocupe, y se lo digo yo, que siempre he hablado en contra de los caballeros. Claro que también hay mujeres con un gran desencanto que no valoran la sensibilidad y ternura que un hombre puede mostrar cuando se entrega. Muchas de ellas se creen que no existe nadie que las merezca, pero son las que al final se quedan solas. (qué risa, yo diciendo eso). En fin, como le dije a mi amigo, “nada vale la pena para amargarse la vida”.
Los dejo hasta aquí deseándoles que les sea leve el ayuno[5], porque eso sí que me saca mucho de onda, pero ahí me verán cumpliendo con esta obligación moral para que Dios me perdone de todos mis pecados, que no deben de ser muchos ante las circunstancias, pero por si las moscas.
La fuerza hidráulica más poderosa del universo,
es la lagrima de una mujer.
Carlos Fisas


Una nota tragicómica
Quiero escribir este artículo antes del ayuno, porque siempre después de Kipur[6] me quedo como atarantada y es que a mí sí me cuesta un chorro de trabajo ayunar, aunque lo hago con pleno convencimiento y no tan sólo por un legado cultural de mis abuelos. Aprovecho ese día para reflexionar acerca de mi persona y de cómo traspasé el último año. Si ustedes creían que yo era algo así como una chica demasiado moderna por las ideas que a veces planteó aquí, alejada completamente de costumbres o tradiciones anacrónicas, déjenme decirles que se equivocan. Tampoco significa que sea una religiosa empedernida cuidando el Shabat[7], pero sí procuro mantenerme espiritualmente cerca, lo más posible, de nuestros preceptos. Claro, cuando me encontraba en la universidad estudiando a Hegel, Feuerbach, Reich y al mismo Marx, entre otros, pensaba yo, “bueno, esto de la religión si que ha sido un control para que todos alineados o enajenados vivamos acordes a las buenas costumbres que marca la sociedad”, pero dado que la religión judía basa muchos preceptos en el marco de una vida más sana, física y mental, se refutan un poco los conceptos de manipulación de masas de los cleros (de cualquier religión, obvio). Con la gran riqueza de la filosofía judía es que mentes tan alucinadas como la mía encuentran un espacio de tranquilidad y guía que permite no perderse en asuntos muy científicos, esos que nos sitúan meramente como producto de fenómenos naturales, lo que provocaría en mí un sentimiento de ser algo así como una cucaracha más en este bello planeta. Creo que somos algo más que eso, y por ello festividades como Kipur nos relajan sabiendo que somos seres espirituales que cuestionan su existencia.
Caray, prometí ser más alivianada en mi columna, escribir mucho más light, porque ahora está de modo comer cosas light, y ser más light es estar más acorde con este mundo que estamos viviendo. Eso de ser muy auténticos y reflejarnos tal y como somos está muy mal visto en nuestra sociedad. Las personas mejor vistas son aquéllas que no expresan sentimientos a flor de piel, es gente más cool, y más cool quiere decir “más fríos”, más cuidando todo lo que decimos, sin salirnos de la pose. Quienes somos más abiertos y auténticos, vamos, quienes no tenemos pelos en la lengua somos seres extraños y sacamos de onda a todos los que se nos presentan en el camino. Ser franco está mal visto, ser transparente nos hace un peligro para esta sociedad. El tratado de las buenas costumbres es callarse, es reventarse por dentro para no aparentar debilidades o para no mover el status quo de la sociedad hipócrita, de la gente que se mueve cuidando como bailarina cualquier pasito que da.
¡Caray!, y repito el “¡caray!” aunque quisiera escribir otra palabra que la censura no me permite. Sí pareciera que estoy enojada, y claro que estoy enojada porque la gente no es sincera, porque la gente es chismosa y disfruta de la desgracia ajena. Esa es una maldita realidad. A la gente no le gusta ver a la gente bien, a la gente le gusta ver fracasos, no éxitos de los otros. Gozamos cuando sabemos de un divorcio, de una ruina económica, y mientras existan estos temas de mesa se la pasa uno bien. ¿No es cierto?
Desafortunadamente, van a leer esto después del Kipur, y quizás sean cosas que no les venga a la mente, sin embargo, nunca es tarde para reflexionar acerca de lo que en verdad somos los seres humanos.
Y no es que en especial me haya acontecido algo esta semana, es algo con lo que todos vivimos pero no queremos cuestionar porque sabemos que es cierto y no podemos resolverlo. Cuando alguien tenga la fórmula de crear seres perfectos, quizás estemos cumpliendo las predicciones de Huxley, gente padre y buena onda clonada y reproducida un millón de veces.
Espero no haberlos aburrido mucho en esta ocasión pero no me venía nada positivo a la cabeza. Mis dos participaciones de las semanas pasadas parecían un poco más optimistas. Ni modo. Hice un esfuerzo.
Los dejo en esta autorreflexión con algunas frases de Allen, que me hizo favor de enviar una amiga.
Sólo quien ha comido ajo puede darnos una palabra de aliento, y
El eco siempre dice la última palabra.


Al final, el destino
Lo que a continuación les voy a contar es la anécdota más simpática que haya yo escuchado de alguien. Resulta que hace algunos meses en una de esas raras reuniones a las que uno a veces acude por no tener nada mejor que hacer, conocí a una chava con quien de inmediato comenzamos a conversar sobre álgidos temas. Ella resaltó el hecho de lo difícil que le resultaba encontrar pareja. Debido a ese gran vacío y la penosa sensación de profunda soledad, me comentaba que se había inspirado un poco en la película de Besando a Jessica Stein, que hace algunos meses se proyectaba en algunas salas de la ciudad de México, y ella había retomado la idea de cambiar de preferencia sexual para así resolver su vida sentimental. Cuando comentó eso, yo francamente no sabía qué decir, me quedé sin habla, estupefacta ante una confesión tan extraña, porque no es que nos podamos switchear tan fácil ¿O sí? Eso me llevó a consultar a algunos libros y profesionales en la materia, porque cuando me quedan dudas de algunas cosas, procuro siempre investigar. Según una buena amiga, especialista en sexualidad, efectivamente todos podríamos desarrollar tendencias homosexuales, como una gran curva de un lado a otro, todo depende de múltiples factores. De momento, pensé en qué parte de la curva me podría encontrar yo misma, y quizás prefiero no indagarlo. ¡Oigan!, no se asusten, esto no es la introducción de un destape o mi salida del clóset, no, con todo respeto para mis amigos gays, éstas son simplemente algunas reflexiones sobre el tema, eso es todo.
Así pasaron algunos meses, seguí encontrándome con esa chica. Me trataba yo de mantener con cierta reserva porque me angustiaba un poco la posibilidad de que pudiera seleccionarme a mí para cumplir sus propósitos. No quería verme inmiscuida en una situación de esas magnitudes. Trato de buscar experiencias para madurar algunas ideas que me sirvan, siguiendo mi vocación de escritora, pero no quisiera parecerme a Anaïs Nin, quien con sus experiencia sexuales se hacía parir decenas de ideas que ella misma no podía controlar, que le fluían como a un río. Escribía las anécdotas de esas ideas suspendidas en el aire, confundidas entre la autora y el lector, en forma siempre de imágenes suprarreales.
Mi amiga, de pronto desapareció. Yo no sabía qué había sucedido con ella. Justamente el domingo pasado, en un gran evento, asombrada la vi acompañada de un joven muy apuesto, lo que me obligó a observarla con mucha extrañeza. Fue entonces cuando me saludó de lejos, y no me quedó más que acercarme a saludarla con un lenguaje entre nuestras miradas. Sonrió y me presentó a su acompañante. Continuó diciendo que era su novio y me relató cómo se habían conocido. Esto es lo más chistoso que he escuchado en mucho tiempo. Resulta que ella acudió con una amiga a un bar gay, con el fin de llevar a cabo su plan. Fue precisamente en ese lugar, donde conoció a su amigo, quien por mera curiosidad visitaba esa noche el mismo antro. Ahí se enamoraron profundamente y hoy son una pareja feliz con planes próximos para contraer nupcias. Esto me resulta inaudito. Eso es algo así como que el destino a veces nos sugiere muchas sorpresas con un mensaje implícito. No sabemos de dónde o cuándo llegará el momento de encontrar uno a alguien ¿No les parece?
Francamente, tenía pensado escribir de otros asuntos, sin embargo, creo que esto resulta acorde a una situación en que se encuentran muchos de quienes se acercan a mi columna, esa impresión tengo. Creo que he sido un imán para quienes se encuentran solos, tratando de encontrar a alguien que les mueva a levantarse todos los días con la ilusión de compartir lo que cada uno es con otro igual o mejor. Y les hago esta pregunta ¿Para quién soy lo que soy? ¿Para mí misma? ¿Tiene algún sentido? ¿Alguien me lo puede contestar? Nada más les pido que no se refieran a Hegel, utilicen a otros autores, si les parece bien para retroalimentarnos, o simplemente sus propios puntos de vista.
Cómo quieres que te olvide, si cuando comienzo a olvidarte, me olvido de olvidarte y comienzo a recordarte.
Woody Allen.
A los niños les gusta jugar con soldaditos, y a las niñas, con muñecas. Cuando son mayores es al revés.
Nina Yomerowska.


Los hombres, esas tiernas criaturas
No camines delante de mí, puede que no te siga. No camines detrás de mí, puede que no te guíe. Camina junto a mí y sé mi amigo.
Albert Camus

Ahora empiezo con una cita en lugar de hacerlo al final, dedicada a todos quienes se han tomado unos minutos de su tiempo con el interés de verter unas palabras a ésta, su cordial amiga, a través de mi correo y con el gusto de decirles que esta semana se rebasó el espacio de almacenamiento dada la gran cantidad de personas que me escribieron. Esto me indica que el escribir esta columna es ya una gran responsabilidad para mí. Si comencé jugando, ahora estoy segura de que tengo un compromiso con mis lectores y espero nunca defraudarlos. Y a veces no puedo contar mucho porque la gente que me conoce de cerca sabría quién soy en realidad porque muchas veces lo que me siento a platicar con una taza de café enfrente, es lo que retomo para compartirlo con mis lectores.
Lo que más me sorprende en los mensajes que me envían es el asombro frente a una típica muchacha judía de nuestros tiempos, y en medio de los estándares que nos marca nuestra sociedad en México, que pueda escribir acerca de tan variada temática en la forma en lo que lo hago. Significa que, tal vez, no me ajusto al común denominador de las mujeres con las que se encuentran nuestros queridos amigos, que no satisface los requisitos mínimos en cuanto a intelecto, simpatía, autenticidad (algo que he señalado en muchas ocasiones), entre muchos otros factores.
Si al principio de mis participaciones manifestaba yo la pregunta de qué es lo que buscan los hombres en una mujer, pues después de 96 artículos que me he permitido redactar en los últimos dos años, le he dado al clavo con el asunto. Los hombres quieren una mujer auténtica, clara, abierta, inteligente. Los hombres tienden a buscar a alguien a quien puedan seguir, están acostumbrados, no todos, claro, a tener a alguien quien los sepa guiar. No me lo tomen a mal, pero como la mujer es mucho más intuitiva que el hombre, logra ofrecer puntos de vista a veces más objetivos. Los hombres solos a veces no saben ni qué ropa comprar o qué zapatos ponerse. Y desde esto, que es lo más simple, hasta lo más profundo, siempre necesitan de la guía de una mujer. De ahí, probablemente, que la gran identificación que tienen con la madre y, posteriormente, con la figura femenina que se convierte en su leal compañera, tenga un significado tan poderoso, porque aunque algunos, de repente se porten mal y sean capaces de ser infieles, nunca podrán prescindir de la suave y tierna mano de una mujer.
Esto no lo he leído en los libros, es algo que veo en los caballeros que me circundan, papá, hermanos, amigos, primos, novios y compañeros de trabajo, entre muchos otros. Por eso los amo a todos, soy una verdadera admiradora de ellos, aunque a veces aparente rechazarlos, no, todo lo contrario, me enternecen en una forma muy especial.
Sin embargo, como dice mi amigo Camus, camina junto a mí. En esos términos podremos ser la base más sólida de nuestra sociedad en el cumplimiento de reproducir la especie humana en un entorno mucho más armónico. No se me amontonen. Sólo podré con uno. Luego les aviso quién.
Un beso para todos.

Yo me apoyaré en ti y tú en mí, así todo estará bien.
Si todos mis amigos fueran a saltar de un puente, yo no saltaría con ellos, estaría allí abajo para cacharlos.
Dave Matthews Band


Una mujer a admirar
Tengo un efecto de empatía gruesísimo con un personaje de un libro del que no les voy a decir el título, por ahora, pero sí el nombre del personaje tomado de la vida real, ustedes deberán investigar de qué libro se trata para que lo disfruten como yo, sobre todo, las damas que quieran cultivarse con personajes de alta escala en el feminismo. En cada página dije, “eso yo lo he pensado cientos de veces, así, exactamente así es mi forma de pensar”, y para que ya no exista tanto suspenso les diré que se trata de algunos pasajes de la vida de Lou Andreas-Salomé. Su trayectoria vital simboliza la lucha de las mujeres de todas las épocas quienes se enfrentan a las convenciones y tradiciones ideológicas de su tiempo. ¿De qué manera puede una mujer inteligente, creativa y original relacionarse con hombres de genio sin verse eclipsada por ellos? Lou se dedicó a responder a esta pregunta mediante el cuestionamiento perpetuo de su propia existencia. Se casó y, sin embargo, llevó la vida de una mujer soltera; se sintió fuertemente atraída por el talento masculino, pero nunca hasta el punto de verse reducida a la condición de discípula o musa... Durante muchos años se le conoció únicamente como la amiga de hombres de la talla de Freud, Nietzsche o Rilke, sin mencionar que era también la autora de varios poemas, novelas y de un estudio feminista sobre la mujer en las obras de Ibsen.
El libro de Beatriz Rivas (el que estoy leyendo) describe algunas de las conversaciones de Lou Andreas-Salomé con Nietzsche, y quiero compartir con ustedes estas ideas. La primera, y fíjense qué interesante aseveración, cuando dice Nietzsche: “siempre he creído que la grandeza de un ser humano radica en su intensidad”. Acerca del matrimonio opinaba que “El matrimonio mata al amor, pues los esposos se convierten, el uno para el otro, en banalidades”. Sin embargo, Lou Andreas-Salomé escribe acerca de su esposo: “Si durante años fui tu mujer, fue porque tú fuiste para mí la primera realidad, cuerpo y ser en una unidad indivisible, una irrebatible de la vida misma. Textualmente, hubiera podido decirte lo mismo que tú dijiste al declararme tu amor: ‘Sólo tú eres realidad’.”
Los dejo con estas ideas, ya que esta semana me han castigado mucho el espacio de mi columna, ¿a qué se debe? ¿A que hago algunas aseveraciones que hacen algo de ruido o en realidad el nuevo formato de este medio exige cuantificar el número de golpes de nuestras participaciones? En verdad no lo sabré nunca, lo único que me queda es pedir a mis lectores que me escriban porque sin su retroalimentación no me inspiro y mil disculpas por mover el tapete a algunas personas. No lo hago con mala intención, todo lo contrario.
Todos tomamos distintos caminos en la vida, pero no importa
a dónde vayamos, tomamos un poco de cada quien.
Tim McGraw


Una complejidad que asusta
El fin de semana la pasé muy bien, porque fui a una fiesta de un amigo que cumplía años y se organizó un súper reventón que estuvo padrísimo y del que tengo varios comentarios. Comienzo por el más gracioso, y es que de repente se levantaron los invitados a cantar con el grupo de músicos algunas canciones en yidish[8] que no había yo escuchado desde hacía algunos años, cuando estaba en el kinder y en la primaria de mi querida escuela. Era sorprendente como todos teníamos tan claras en la memoria esas melodías y la letra de esas canciones que a veces también nos cantaban en casa nuestras bobes. ¡Oh, tiempos aquellos!, cuando uno era niño pensaba que los judíos al fin podíamos vivir en paz y tranquilidad, era lo que sentíamos, lamentablemente al crecer nos dábamos cuenta que esa era una idea ilusoria. El punto es que si en estos tiempos está de moda ya no hablar yidish o judezmo, tratar de parecer lo más universales posibles y, como el personaje de Zelig, de W. Allen, escabullirse como camaleón, invito a todos a que nos demos cuenta juntos que ha sido una tendencia equivocada de nosotros y de algunas instituciones educativas que piensan que mantener vivas esas raíces no concuerdan con las necesidades del mundo moderno, pero éste lamentablemente mantiene los lastres de una conciencia colectiva no muy favorable hacia nosotros, y vean lo que sucede no sólo en ciudades de Israel sino en cualquier lugar en el que exista presencia judía.
Pero vamos a cosas algo más relajadas o quizás no tanto, pero en el plano social cercano a asuntos de la personalidad de algunos individuos. No sé si les ha pasado, sobre todo a los que debemos interrelacionarnos más para tratar de sociabilizar y chance hasta obtener pareja o de perdida conseguir a algún amigo. Sucede que se da un fenómeno muy extraño en ese tipo de reuniones y es que la gente no sabe cómo iniciar o establecer comunicación con personas que no conoce. El rostro que no nos es familiar provoca un extraño aislamiento que impide siquiera voltear a ofrecer un saludo. Esta situación se da más ampliamente entre las mujeres.
A la pachanga que menciono líneas arriba, fui con un amigo, y me sentí rechazada por las damas que se encontraban ahí. Por más que trataba yo de sacar plática, mis tipas, que parecían culebras no me daban chance, y eso que no saben quién soy, no cruzaron ni dos palabras conmigo. Me tuve que conformar con platicar y pasarla padre con mi acompañante, y conformarme con esas miradas de reojo que me lanzaban; les juro que no parezco marciana. Tengo dos ojos, nariz y boca, eso es todo. No me quiero imaginar si supieran que me dedico a retratar gente para mostrar aquí, en este espacio los comentarios acerca de mis experiencias sociales. Los nombres los tengo muy presentes pero por razones obvias no los puedo mencionar. Me conformo con las palabras del gran filósofo que decía que a veces debemos esconder nuestra genialidad para ser aceptados más fácilmente. Si tenemos que esconder todo lo que somos, está cañón, el asunto es algo más complejo. Si a través de esta columna puedo participar en la reorientación de este tipo de situaciones, pues será más productivo este tiempo que me tomo cada semana frente al teclado. Sin embargo, les sugiero a ese tipo de gente que llamamos “sangrona”, les invito a que en un ejercicio de retrospección superen esos actos tan antisociales.
Les quería también decir que, y es algo que he descrito en muchas ocasiones, me sorprende la cantidad de gente que busca pareja. Este fenómeno que atañe a muchas personas en nuestra sociedad, y no sólo a ciertas generaciones, que se da en todas las edades, provoca una cacería está muy gruesa. Las mujeres buscan mil y una formas para atrapar a sus presas, sin importarles el sacrificio de someterse a procesos tan severos como las cirugías estéticas, dietas, sobre esfuerzo físico en el gimnasio, engaños, traiciones, libertinaje. La verdad es que todo eso me asusta.
Hoy en día, la fidelidad sólo se ve en los equipos de sonido
Woody Allen.


En el baño de hombres de un fancy restaurant
Recomiendo a mis lectores una película que se puso de moda en Bélgica, donde tuvo tanto éxito que comenzó a traspasar fronteras hasta llegar a las salas de la ciudad de México. Se trata de Albergue Español, no les cuento de lo que se trata, simplemente creo que vale la pena pasar el dato a mis entusiastas lectores, porque estoy segura de que les va a gustar mucho.
Quiero contarles que un amigo me invitó a comer, y que yo accedí porque estaba de muy buen humor. Nos dirigimos a un restaurante que, como todos los lugares nuevos, se había puesto medio de moda, ahí en la zona hotelera de Polanco, el típico lugar nice, con gente bonita, gente sin preocupaciones, en ese tipo de ambiente en el que quien no sonríe se ve mal. Les confieso que aborrezco esos lugares porque, francamente esa no es mi onda. Estaba ya tan distraída observando a la gente, pensando en mil cosas, que de pronto me dirigí al tocador para lavarme las manos y de repente me di cuenta de que me había equivocado y entré al baño de caballeros, demasiado tarde porque cuando levanté la vista tres caballeros estaban ahí, orinando frente a mí. Me quedé fría ante el espectáculo, especialmente uno, al voltear, soltó una gran carcajada, lo que me hizo sentir la cucaracha más grande del mundo, de pronto me dio vueltas todo, y no sé cuánto tiempo me tomó reaccionar para pedir disculpas y retirarme ante el eco de risas de aquellos hombres.
Llegué sumamente nerviosa a la mesa, del rojo mi cara cambió a un marcado pálido, y no sólo se me quitó el apetito por la impresión que me llevé, sino también cuando vi los precios del menú. Francamente no sabía qué seleccionar, me daba pena, los platillos no bajaban de los doscientos pesos. Lo que vino a rematar mi sesión gastronómica fue que uno de los hombres que había yo visto en tan incómoda situación estaba sentado en la mesa justo frente a la mía, y toda la comida se la pasó mirándome y sonriéndome, hasta llegar al grado de que cuando mi acompañante se retiró, precisamente al baño, se para a entregarme una tarjeta con su nombre y con la frase: “llámame más tarde”. Me dispuse a seguir con mis alimentos y tratar de tranquilizarme para que mi amigo no se diera cuenta de toda la situación que estaba yo pasando, lo cual me fue verdaderamente imposible hasta que logré salir de aquel lugar.
Ya a solas en casa, me dispuse a caminar por los camellones de mi apreciable colonia, lo que acostumbro cuando tengo un marasmo de ideas. Mientras caminaba, pensaba todo el tiempo en el rostro de aquel apuesto caballero a quien, accidentalmente conocí tan íntimamente, pero no accedí a llamarlo, aunque resultaba algo tentador. Afortunadamente, mi atención se distrajo cuando observé a una familia sentada en el pasto, sirviéndose comida de cuatro recipientes y unas sopas instantáneas que disfrutaban plenamente. Me dije, “cómo son las cosas, creo que ellos están gozando mucho más esta comida de la que yo gocé con tan caros platillos”. Al otro día, amanecí con algunas ronchas en la piel. No sé cual plato me cayó mal de los que probé en el fancy restaurant.
Pero pasando a cosas menos, esta semana fue el día internacional de la no violencia contra la mujer. Ese tema me recuerda la risa de los caballeros en el baño porque cuando un hombre puede, en ciertas ocasiones burlarse de una dama, no pierde oportunidad.
En fin, el tema da para muchas páginas, pero déjenme decir algo, estos son los tiempos de mujeres como el personaje de la película de Allien, el octavo pasajero, seguramente ustedes han tenido oportunidad de verla y, buena o mala, el personaje femenino que logra, con su inteligencia y a pesar de su belleza, dominar a la bestia es la única sobreviviente de la nave, también tripulada por un montón de hombres.
La frase de hoy, no tiene nada que ver con esta columna pero de todos modos la quiero brindar a ustedes:
Todos escuchan lo que dices. Los amigos escuchan lo que
dices. Los mejores amigos escuchan lo que no dices.


Del cuerpo del hombre y cómo lo percibimos
Hola, mis queridos amigos. Esta semana me han limitado mucho el espacio, por lo que voy a tratar de ser lo más breve posible. Resulta que esta semana recibí un correo que me causó más risa que un chiste. Una amiga lectora me felicita porque le he dado una magnífica idea para tratar de conocer a un galán después del incidente en el baño de hombres que relaté, y me dice que buscará la manera de hacer lo mismo. Le recuerdo que a mí me sucedió por accidente, no debemos perder la autenticidad en situaciones como ésta, ya que la sorpresa expresada en mi rostro fue lo que ocasionó la reacción de los caballeros. Pero si retoma esta idea como una travesura, pues quizás le podría yo recomendar que entre al Baño de Caballeros del CDI porque ahí seguramente encontrará mucho más modelos, y totalmente desnudos. Tengo que confesar, aprovechándome mi anonimato, que esa era una fantasía que tengo desde niña. Entrar, siendo transparente, a esos lugares puede resultar sumamente divertido, imagínenselo siquiera por unos segundos. Yo, única mujer entre puros varones, mi padre les tiene prohibido que anden por la casa en ropa interior, eso siempre ha sido un gran tabú, cuidar a la mujercita de la casa para que no vea cosas grotescas, y eso es tan fuerte que a la mejor por eso, de una forma inconsciente me sucedió lo que me sucedió.
Por favor, no me vayan a escribir para invitarme a ver desnudos, me conformo con las artes, apreciando al David de Miguel Ángel o los pronunciados músculos de los hombres en el Rapto de las Cibeles, son magníficos. Sin embargo, en otros temperamentos o circunstancias, no me cabe duda de que puede resultar sumamente impactante para una mujer conocer bien de la sexualidad masculina. Bueno, ya no le sigo porque yo misma ya me estoy poniendo roja de la pena. Para mí es más fácil hablar de la sexualidad femenina o del cuerpo de la mujer, incluso existen magníficos poemas alusivos a nuestras partes anatómicas, con lo que se comprueba que una mujer poetiza debe ser muy cuidadosa cuando habla de los órganos sexuales del hombre, mas un poeta puede decir lo que sea y como sea acerca de nosotras, como ejemplo a continuación les muestro un ejemplo de Rafel Alberti escrito así sobre los senos:
Oh tú, mi amor,
la de subidos senos,
en punta de rubíes levantados,
los más firmes, pulidos, deseados,
llenos de luz y de penumbras llenos.

Hermosos, dulces, mágicos,
serenos o en la batalla erguidos, agitados,
o ya en juegos de puro amor besados,
gráciles corzas de dormir morenos.

Oh tú, mi amor,
el esmerado estilo de tu gran hermosura
que en sigilo casi muriendo alabo a toda hora.

Oh tú, mi amor,
yo canto la armonía de tus perfectos senos
la alegría al ver que se me abren cada aurora.

Hace algunas semanas, comentaba yo que era mi artículo número 96, hoy llego al 100 y yo misma me sorprendo de la constancia que he tenido. Ustedes se podrán dar cuenta de mis estados de ánimo, cuando estoy en etapa depresiva-represiva escribo de una forma, cuando me encuentro en euforia escribo de otra. No soy una bipolar clara, porque afortunadamente no he llegado a tanto, pero sí manifiesto que mis exabruptos estados me enfocan hacia caminos distintos en esto de expresarme y catalizar, sublimar, hacer catarsis, etcétera. Mi amigo Segismundo lo decía constantemente, que el neurótico altamente artista o el artista altamente neurótico, ¡vamos!, es lo mismo, necesita ser alguien más complejo para atraer a los demás. La excentricidad es el combustible del arte, y si excéntrico significa no tener el mismo centro, pues me corresponde precisamente ese carácter. Ser extravagante sin ser estúpido es lo importante, porque también esa amalgama se da muchísimo en la gente que aparenta ser diferente, cuando en el fondo solamente existe un idiota atrás del gran disfraz.
Hay quienes estropean relojes, para matar el tiempo.
Adivinen quién lo dijo.


La química del amor
En esta ocasión, les quiero compartir algunos ejercicios de éxtasis para comenzar muy alivianados este año. Por supuesto que han escuchado hablar de la química del amor, esa que puede haber entre dos personas cuando Cupido lanza el flechazo. Esa maravillosa sensación de estar enamorado que nos beneficia o nos enferma, dependiendo de si existe reciprocidad o no. El primer ejercicio, para todos ustedes que tienen la imperiosa necesidad de vivir en éxtasis, de disfrutar profundamente experiencias tórridas que lo hacen a uno perder la cabeza, es la siguiente, atrévanse a hacerlo, inviten a esa persona de la que tienen tantas ganas o ustedes, gente en matrimonio que han perdido la chispa, reencuentren a su pareja y realicen una sesión de hedonismo puro. Les recomiendo una buena música de fondo, algo así como el October Proyect, la canción número cuatro de ese CD, A lonely voice, o la siguiente que se titula Eyes of mercy, con un fino incienso afrodisiaco, una copa de buen vino español o francés, para quienes no toman alcohol, un té de miutle, si lo logran conseguir en el mercado es muy benéfico para quienes tienen la libido apagada. Y después, hagan el amor… verán como se sentirán mucho mejor y esas depresiones escondidas se irán a la basura.
Les comento una experiencia que podría ser útil a las jóvenes que me leen. Cuando tenía yo dieciocho años, mi falta total de experiencia con los hombres no me hacía definir las situaciones en las que me veía entrometida. Por ejemplo, chavos profundamente interesados en mí que no se atrevían a establecer un noviazgo conmigo por miedo, terror, hasta al grado que preferían huir impávidamente. ¿Qué onda? Me di cuenta algún tiempo después de eso, pero díganme en buena onda, qué pretenden, porque les doy otro ejemplo, un galán me pedía tener relaciones con él, y cuando le contesté que no estaba yo preparada para ese tipo de relación, me dijo, “¡Qué bueno que me contestas eso, porque de haber aceptado me hubiera decepcionado de ti!”
Pregunto, ¿quién caramba los entiende?
No les gustamos liberadas, tampoco mojigatas santurronas, y nosotras nos enredamos entre salvar dignamente nuestra reputación y reprimir nuestras propias necesidades. En fin, no es el único punto antagónico de la esta vida en sociedad con seres tan extraños.
Tengo que reconocer que también existen algunos con los que me he podido relacionar divinamente y a quienes siempre recordaré por esos momentos que me han dado posibilidad de ser una mejor persona para vivir en pareja. ¡En serio!
La semana pasada, recibí más correos de damas que de caballeros y eso es algo extraño, porque a últimas fechas recibía yo sólo comentarios de caballeros. Me pregunto si habré sido muy agresiva en mi columna. No lo creo, sólo estoy cotorreando el punto.
Una mujer que se divorció recientemente me dijo: “Yo vivía sola hasta que me divorcié”. ¡Estuvo fuerte, no!
Lo que teme un hombre cuando piensa en el matrimonio no es atarse a una mujer, sino separarse de todas las demás.
Ellen Rowland


La humanidad fallida
La verdad es que hoy estoy muy aburrida, no he dejado de atender asuntos de trabajo, y mi vida personal dónde queda. Ojalá alguien me pudiera orientar para superar el ahogo que me provoca no tener el tiempo suficiente para vivir, o qué si uno quiere trascender profesionalmente, así es como uno debe de comportarse, dedicado a trabajar o transportarse al trabajo. Cuando, de estudiante, leía los asuntos de enajenación del proletariado, lo veía como si fuera un grupo de personas que, pobrecitas, tienen que trabajar, pero también pensaba que no tenía nada de malo trabajar, más aún cuando estaba ahí en la Universidad para prepararme bien y tener un futuro promisorio trabajando. Sin embargo, creo que se mantiene una muy mala estructura laboral en todas partes. Hacer más eficiente nuestro desempeño redituaría en más tiempo libre, y en esa salud mental funcionaríamos mucho mejor frente a nuestros escritorios.
Creo que falta mucho para que la mentalidad de los patrones o de los jefes de personal ideen nuevos métodos de productividad enfocados a delinear un sistema para trabajadores felices y libres, dedicados con esmero y entrega a sus labores cotidianas.
En otro orden de ideas, me he percatado del alto consumo de fármacos para obtener felicidad, tranquilidad, para ser más ecuánimes y subsistir en este sistema de cosas. Quiere decir, volviendo al tema de las equivocadas infraestructuras de nuestras vidas, que el hombre nunca ha sido libre, desde que nacemos hasta que morimos, tenemos un sinnúmero de lazos que nos atan y estas ataduras aprobadas, este deber ser, nos ha orillado a buscar panaceas que nos acercan más a la muerte que a la vida. Quiere decir, cuando nos convertimos en adultos, necesitamos drogas para conciliar el sueño o para mantenernos tranquilos, sin ansiedad en cualquier reunión que nos implique tensión, o antidepresivos para contar con el ánimo de seguir subsistiendo, ya no somos capaces, por nuestros por nuestros propios medios, de encontrar la felicidad y la emoción de despertar cada día.
Necesitamos del éxtasis artificial, creo que los seres humanos hemos fallado.
Cuando uno se halla habituado a una dulce monotonía, ya nunca ni por una sola vez, apetece ningún género de distracciones, con el fin de no llegar a descubrir que se aburre todos los días.

Aburrirse en el momento adecuado es signo de inteligencia.
Anne Louise Gemaine de Stael


Los apegos
Existen muchos tipos de personas, somos un grupo heterogéneo, con miles de pensamientos que circulan en nuestras mentes, con emociones, sentimientos, formas de ser, etcétera.
También tenemos gustos, predilecciones, deseos y, por supuesto, algunos factores que trastornan y hacen posesión de nuestra cordura, conducta, estado mental.
Entre fortalezas también nos acompañan nuestras propias debilidades, cuando necesitamos cobijarnos o acudir a objetos que nos reconfortan, cosas que nuestro inconsciente nos exige como una tela transparente que impone su fuerza y exige rompiendo cualquier posibilidad racional de comportamiento.
Existe mucha literatura acerca de lo drástico que pueden ser los apegos, que si son un estado emocional de vinculación compulsiva, vivir una paz frágil y precaria, que son los controles a los que los demás nos someten y a los que nosotros mismos nos esclavizamos. Como una droga que necesitamos para poder subsistir. Perdemos la propia libertad sobre el amor, mezcla de ansiedad, posesividad, tristeza y dolor.
Sin embargo, qué pasa si le damos un giro positivo a los apegos, una palabra prohibida por algunas formas de auto ayuda o corrientes psicológicas, qué tal si el apego nos conduce a la generación de energías, porque cuando tenemos la posibilidad de sentir esa necesidad apasionada, y no necesariamente sexual, por alguien, la vibración que fluye alivia, desarrolla la cualidad propia de los humanos para relacionarnos con quienes más efecto psicotrópico natural nos genera.
En este espacio les doy el permiso de sentir sus apegos como algo no prohibido, el viaje puede presentar caminos abruptos, entintados de melancolía y sufrimiento, pero qué es la vida sin eso. "Yo sufro la ausencia y el espacio duro; la pena es un muro", decía Marguerite Yourcenar, ¡qué insípido hubiera sido ser feliz!
"Vuelvo a pensar en ti, y te vuelvo a olvidar" también expresaba, pero miren la capacidad de ideas que los apegos generan en los más grandes escritores.

La mujer ¿otra visión?
qué pensarán de mí, que traiciono nuestros secretos, que me invade un serio problema con mis hermanas, madre o abuela, todas mujeres. Para comenzar les comparto que desafortunada o afortunadamente no tuve la dicha de interaccionar con una hermana. El cigoto de mi madre en sus divisiones mitóticas, me produjo a mí, exclusiva hembra entre varios hermanos, y por eso no conozco a las mujeres, además de mi madre, por lo tanto me retracto para hablar de ellas. Sin embargo, la intuición me permite examinar a las que me acompañaron a lo largo de mi historia académica, quienes en un plano sustituto, conformaron el rol y con quienes me fui dando cuenta de cómo se comportan, en qué piensan, cuáles son sus sueños, sus ansiedades y sus desvelos.
Primeramente les diré, que desde niñas su vida transcurría confusa, con una alta incidencia en mensajes ocultos que, por una parte manifestaban la importancia de un desarrollo independiente, pero siempre barnizado de la entera necesidad de sentirse incompletas, en el rescate por agradar a papá, como un leve experimento de mañana seguir necesitándolo con toda la parafernalia que conlleva esto, desde los aretes hasta las ideas obtusas para no parecer inteligentes, y algunas no lo eran.
No obstante, todas bajo el mismo esquema, siguieron los pasos, para despertar la verdadera vocación, mas no pretendo tener la capacidad para transmitir la épica de la experiencia femenina. Sólo y únicamente, decir que sean cuales sean los motivos de sus vidas, lo más importante en todo caso, que sean conscientes de lo que cada quien decidió para encontrar su camino. Quizás pareciera que sufro eso a lo que me refiero, pero les tengo noticias, no lo sufro. No soy presa de nadie, para salvaguardar mi seguridad ni económica, ni intelectual, ni emocional, ni afectiva, pero la verdad es que me robé este escrito que me dejó un fantasma y pues lo quise compartir con mis lectores.
Sin embargo, saben, existe el amor.

“El amor es una ilusión, una historia que una construye en su mente, consciente todo el tiempo de que no es verdad, y por eso pone cuidado en no destruir la ilusión.”
Virginia Wolf

Cómo funcionamos las mujeres en nuestras relaciones. Epílogo.
Algunas conclusiones al conjuntar a varios autores que he tenido oportunidad de consultar me dicen en su profundo análisis, lo que determina que todo lo que nos sucede a las hembras está íntimamente relacionado con nuestras madres.
Quiere decir, que todo está determinado por el grado de simbiosis que establecimos con nuestras progenitoras, y la vida sexual, psíquica y todo lo demás, es un resultado de esa primera relación amorosa con nuestra madre.
Claro, esto en apariencia no es nada nuevo, Freud ya lo venía diciendo, pero parecía que no estaba del todo seguro, porque cuando él hablaba del asunto edípico, pensó seguramente en él como hombre, y nunca le quedó muy claro cómo desmembrar el asunto desde la perspectiva del sexo opuesto, ya que cómo sería que una bebita recién nacida podría necesitar tanto a mami, o peor que eso, que fuera su objeto de deseo, lo que suena algo extraño para quien no tiene falo. Lejos de ser una postura falócrata, llegaron después los post freudianos y dijeron, no es exactamente eso, más bien es el pecho, la mama. Y entre que esto y el otro, nos tienen mareadas, confundidas, absortas, y resulta que las mujeres somos cómo somos, no por la cantidad de hormonas segregadas disparadamente en un ciclo menstrual, sino porque además, nuestras locuras y en ocasiones nuestra pobre capacidad de amar, se debe al grado de vinculación simbiótica materna.
Como siempre existe una posición que favorece a los caballeros cuando se asegura que ellos nunca tienen la culpa de nada, permítanme reírme porque entonces la conclusión es que necesitamos hombres maternales, amorosos, cariñosos, tranquilos, comprensivos, complacientes, intuitivos, etcétera, y díganme si ustedes mujeres del siglo XXI, han encontrado a alguien con esas características. Yo en lo personal, no. Mas no quiere decir que no exista esa posibilidad en algún objeto. Hay que buscar, sin duda.










[1] Bobe, “abuela” en yidish, idioma de los judíos originarios de Europa central.
[2] Shabat, en hebreo “sábado”, el día de la semana más importante en la religión judía-
[3] Zeide, “abuelo”, en yidish.
[4] Shul, templo, en hebreo.
[5] “Conectando gente”, slogan publicitario de la empresa coreana de electrodomésticos Panasonic.
[6] “Mandamiento, obligación”.
[7] The American Association for Marriage and Family Therapy
[8] K, “templo” en hebreo; knis, ¿en yidish?
[9] Shaná Tová, “Feliz año nuevo”, en hebreo, 5764 inició en septiembre de ___
[10] Shul, “templo” en hebreo
[11 Shofar, cuerno, generalmente de carnero, que se toca en algunas festividades religiosas judías.
[12] Rosh Hashaná, año nuevo, en hebreo.
[13] En muchas celebraciones judías, se acostumbra el ayuno, incluyendo el día previo al año nuevo.
[14] Yom Kipu, el Día del Perdón, que se celebra a la semana siguiente de Rosh Hashaná, y cuando se acostumbra pedir perdón y perdonar las ofensas a personas que ´pudieron sentirse agredidas por nuestras acciones o palabras.
[15] Shabat, el sábado, día sagrado para la religión judía.
[16] Yidish, idioma común de los judíos de Europa central y oriental.






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